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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 48 | Junio 1985

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Nicaragua

Un nuevo reto: hacia una educación popular y una educación en pobreza

¿Por ser masiva es ya "popular" la educación en Nicaragua? ¿Qué se ha logrado con la Cruzada de Alfabetización y con la educación de adultos que le siguió? Se empiezan a hacer ya los primeros diagnósticos.

Equipo Envío

"Yo a lo que estoy llamando es a que todos nos pongamos en ambiente de revisar nuestra organización educativa y nuestros métodos educativos. O sea, revisar los contenidos de la educación, la estructura a través de la cual funcionamos, para poder responder a la emergencia de los tiempos y dar como resultado una educación verdaderamente en emergencia en cuanto a forma y en cuanto a contenido. Potenciar, además, nuestros recursos humanos y concebir de una vez por todas la educación no como un servicio (Padre Fernando Cardenal, Ministro de Educación citando a Sergio Ramírez, Vicepresidente de la República, durante un Taller sobre Educación. Abril, 1985).

Una educación popular, una educación en pobreza: estos son los retos que se ha planteado hoy la educación en Nicaragua. Cinco años innovando, experimentando y creando han dado a los educadores nicaragüenses suficientes datos para entrar ahora a profundizar y consolidar todo lo válido, para desechar lo que se ha mostrado inútil. Hay, por encima de todo, para desechar lo que se ha mostrado inútil. Hay, por encima de todo, un factor que incide de forma dramática al hacer cualquier replanteamiento: la guerra, la agresión que afecta a las escuelas, a los maestros, al material escolar, a material escolar, a los alumnos, a todo el país.

Educación popular: educación masiva

Entre el 22 y el 25 de abril se celebró en la ciudad de Diriamba un importante taller sobre "Educación Popular en el contexto educativo de la nueva Nicaragua". En el encuentro participaron todos los funcionarios del Ministerio de Educación con responsabilidad en la toma de decisiones a nivel central y pedagogos y expertos en educación de otros países. Todos juntos analizaron y sistematizaron las experiencias del proceso educativo vivido hasta ahora. Este proceso no ha sido lineal, los avances se han mezclado con los estancamientos y con los nuevos proyectos.

El objetivo del taller era obtener un diagnóstico adecuado de lo que en la práctica se ha logrado, a la vez que profundizar en los aspectos teóricos y metodológicos de la educación popular para ver como ser puede ser introducida en todos los niveles educativos de Nicaragua.

La experiencia de la Cruzada Nacional de Alfabetización y la continuación que ésta tuvo en los Colectivos de Educación popular, los populares CEP, que hoy siguen funcionando con una metodología participativa, en la que maestros y alumnos se educan mutuamente y practican en la transformación de su realidad más cercana; los contenidos que van asimilando, son la luz que orientó todas estas reflexiones.

La educación en Nicaragua se hizo popular al hacerse masiva. Sin duda, es éste un primer paso indispensable para poder hablar de una educación popular.

En la Cruzada Nacional de Alfabetización (marzo-agosto 1980) aprendieron a leer y a escribir 406.056 personas (En 2 millones 700 mil habitantes se calculaba la población total del país). Después de esta experiencia, en la que se expresaba la voluntad de la revolución de responder al derecho a la educación que reconoce que todos los ciudadanos del país, la extensión de la educación continuó.

La población estudiantil nicaragüense pasó de 501.660 alumnos en 1978 a 1.127.428 en 1984, incluyendo a los estudiantes de educación superior. El pre-escolar, que hasta la revolución había tenido un carácter fundamentalmente privado, se incorporó al sistema educativo estatal y los 9 mil niños atendidos en 1978 son hoy 70 mil. El número de maestros se elevó de 12.075 (1978) a más de 40 mil, entre los que se cuentan 25.760 maestros populares, que son los que dirigen los CEP. La construcción de locales escolares alcanzó un promedio de 2 aulas construidas diariamente en los 5 primeros años de la revolución (1.404 nuevas escuelas y 48 nuevos centros de educación media).

La matrícula de nuevos alumnos ha ido mostrando, año tras año, la incorporación de las masas populares, tradicionalmente marginadas, a la educación. En educación primaria y media se han producido incrementos en la matrícula hasta de un 109%. La tasa de escolaridad para los niños entre 7 y 12 años pasó de un 64.7% (1978) a casi el 80% en 1984. Toda esta nueva población estudiantil proviene en su mayoría de sectores populares que por primera vez tienen una estructura educativa que reconoce su derecho a la educación.

Cuadro 1



Cuadro 2


Educación popular: educación para un pueblo de trabajadoresLa educación comienza también a ser popular cuando tiene en cuenta las características, las expectativas y las condiciones de vida de la mayoría del pueblo y no sólo de las élites privilegiadas.

Uno de los objetivos de la educación en Nicaragua, según los Principios que se redactaron tras la Consulta Nacional llevada a cabo en 1981, es éste: "Formar a los educandos en y para el trabajo creador y desarrollar en ellos la conciencia del valor económico, social y cultural del trabajo productivo y del papel fundamental de los trabajadores en al construcción de la nueva sociedad."

Ya desde el inicio de la nueva educación comenzó a implementarse en todos los niveles educativos el programa Estudio-Trabajo. Los estudiantes participa directamente en algunos trabajos dentro de la escuela y en la comunidad en la que está ubicada ésta. Las tareas son muy variadas: confección de ropa y herramientas, limpieza en la zona, preparación de la tierra, cosechas, etc. A nivel nacional y desde 1981 se han venido organizando en toda las escuelas del país los llamados Batallones Estudiantiles de Producción (BEP), que participan en las cosechas de café y algodón durante los meses de vacaciones, que coinciden en parte con las vacaciones escolares. Aunque algunos directores de las haciendas estatales o privadas a donde van estos muchachos y algunos trabajadores agrícolas -cosechadores tradicionales-, no aplauden esta iniciativa por su escasa rentabilidad en el trabajo productivo, la integración de los estudiantes en tareas que exigen tanto sacrificio es defendida por sus promotores como un elemento que forma la conciencia social de los jóvenes.

En el medio rural se inició en 1981 una aplicación particular del Programa Estudio-Trabajo con el Programa de Desarrollo Educativo Comunal "Escuelas Rurales de Educación-Trabajo" (ERET). Hasta el momento sólo se ha logrado consolidar 9 ERET en todo el país, pero la experiencia es alentadora. Estas escuelas son verdaderos centros de producción. Granjas avícolas, huertos y talleres de carpintería: hacia esta producción se han orientado la mayoría. El alumno, después de 9 grados, sale de esta escuela capacitado como técnico medio del ramo agropecuario.

Por otra parte, se ha comenzado a introducir a nivel experimental la enseñanza de artesanía en el 5 y 6 grado de primaria. La iniciativa constituye una novedad también prometedora. El 24 de febrero de 1984 se firmó un convenio entre el Ministerio de Cultura y el Ministerio de Educación para hacer posible un plan que tiende también a vincular estudio y trabajo. La creatividad que requiere el trabajo artesanal añade al proyecto nuevos valores educativos.

Hacia una educación auténticamente popular

Masificando la educación, vinculándola a la producción, se han dado pasos importantes hacia un modelo de educación popular. Peor para que éste lo sea en todos sus aspectos, falta aún mucho por hacer. Este es el reto del momento, reto que ha asumido con empeño el Ministro de Educación, P. Fernando cardenal, convencido de que la experiencia acumulada desde la Cruzada hasta hoy contiene las pistas necesarias para populariza aún más el modelo educativo nicaragüense. La guerra, por otra parte, imponiendo límites, escasez e inseguridad, empuja en esa dirección.

En el Taller de Diriamba, el P. Cardenal señalo el hecho clave de esta hora: "que se decrete a todo nivel revolución en la educación, que cuestionemos lo que estamos haciendo, que nos preguntemos, que dudemos que estamos haciendo bien en educación, que cuestionemos programas y cuestionemos todo lo que estamos haciendo en pedagogía y didáctica".

Este cuestionamiento, después de años de experiencias, es necesario. En una parte del diagnostico elaborado por los educadores en Diriamba, éstos señalan un problema esencial: "Existe claridad en los principios y fines del proyecto revolucionario, así como en los principios y fine de la nueva educación, peor falta la estrategia y las tácticas que nos lleven a alcanzar esos fines".

Y es que el profundo cambio del modelo educativo del somocismo -elitista y transmisor de valores individualistas- hacia un nuevo modelo, llevó en muchos casos a la inflexibilidad, a la interpretación cuadrada de los planes y de los programas. Garantizar que las nuevas líneas educativas se ponían en práctica era la prioridad de muchos educadores. Para conseguirlo se abusó, a veces, de rigidez y de centralización, útiles en momentos iniciales, pero paralizantes a más largo plazo.

Ahora se hace más y más evidente que los principios tienen tanta importancia como los modos para hacerlos vida en la conciencia de los alumnos. Métodos inadecuados no han permitido en muchas ocasiones que se dé una integración verdadera entre estudios y trabajo. Por una parte ha ido el estudio y por otra el trabajo. Primero se estudia, alejado de la realidad y después se trabaja. No ha habido dialéctica sino yuxtaposición. En éste, como en otros aspectos educativos esenciales, la experiencia de estos años ha puesto de manifiesto que no se pueden transmitir contenidos revolucionarios con metodologías tradicionales.

En este momento los ojos del Ministerio de Educación -que fue el Coordinador de la Cruzada de Alfabetización- y de gran numero de educadores se vuelven hacia la experiencia de la alfabetización y de la educación popular de adultos que fue su continuación. En estas experiencias el proceso de participación masiva, la creación de una metodología propia que se va descubriendo en la marcha, la capacitación de los maestros populares a través de talleres en donde la producción de conocimiento es una tarea colectiva, la vinculación de la educación con la experiencia vital de los adultos y con su trabajo diario son aportes concretos -y ya experimentados- que están llamados a revolucionar y a cuestionar el estilo pedagógico con el que han funcionado, en general, los niveles de educación formal, en donde prevalecen relaciones verticales.

Peor no es sólo la Cruzada y la Educación de Adultos. Hay otras experiencias que apuntan hacia una metodología de educación popular probada y exitosa. En los Centros de Desarrollo Infantil (pre-escolares) hay interesantes iniciativas que deben ser socializadas. Las hay también, por ejemplo, en el Instituto Filemón Rivera, destinado a elevar el nivel académico del ejército y de la policía.

"Cuando hablamos de educación popular -dice el P. Cardenal- no nos estamos refiriendo necesariamente a los movimientos que en América Latina lleven ese nombre y que sin duda han desempeñado y desempeñan una labor meritoria. En Nicaragua nos estamos refiriendo, en general, a ciertas líneas metodológicas de la educación, sin querer oficializar ninguna experiencia concreta de otros países. Queremos llevar adelante ciertas líneas que creemos pueden transformar completamente el sistema educativo. Al hablar de educación popular estamos hablando de una educación que parta de la realidad concreta y partiendo de allí el alumno busque en la ciencia repuestas a sus inquietudes".

Hacia una educación en pobreza

Entre las características de la "realidad concreta" de Nicaragua está hoy la guerra. Cuando en 1979-80 se diseñaron los planes y programas que orientarían la nueva educación en Nicaragua, el país vivía en relativa calma. La contrarrevolución no contaba más que con pequeñas bandas que operaban en la frontera realizando actos de pillaje. Tenían escasos recursos y escasa incidencia. El objetivo que la educación se planteó entonces -contribuir a la reconstrucción de la nación construyendo un hombre nuevo- es hoy el mismo, pero las condiciones del país han cambiado sustancialmente.

Según datos del Ministerio de Educación, se calcula que actualmente 800 escuelas están cerradas por dos razones fundamentales que tienen que ver con la guerra: el desplazamiento de la población de las zonas de más duro combates a lugares más seguros y la inseguridad o imposibilidad de mantener las escuelas abiertas ante las constantes amenazas contrarrevolucionarias. Se calcula que 27 escuelas han sido destruidas totalmente por los contrarrevolucionarios. Algunas de ellas, como las de la zona de Pantasma, fueron reconstruidas por brigadas solidarias de internacionalistas, que aportaron su trabajo y los materiales. Pero el impacto mayor de la guerra se está sufriendo en los recursos humanos: 170 maestros han sido asesinados, algunos con lujo de torturas, como una advertencia al resto de la comunidad para que no se incorporen a las tareas educativas. 133 maestros están actualmente secuestrados por los contrarrevolucionarios.

A este desangramiento hay que añadir la movilización general de la población masculina para la defensa. En los batallones de reserva, las milicias campesinas, en el servicio militar, hay muchos maestros y muchos alumnos que han interrumpido sus tareas y sus estudios a causa de la guerra. En esta situación resulta claro que buscar la paz es favorecer la educación en Nicaragua.

La extrema limitación de los recursos materiales, que la guerra también causa y que va a acentuarse con el embargo económico decretado por el gobierno norteamericano., es otro factor importante a tener en cuenta. El panorama muestra que, sobre el subdesarrollo, la guerra de agresión coloca a la educación nicaragüense en una situación de pobreza. El curso escolar iniciado el pasado mes de marzo comenzó con gran escasez de material. De los 14 millones de lápices necesarios par cubrir la demanda del año escolar sólo se contaba con medio millón. Hay enorme límite de papel y otros materiales para poder imprimir textos escolares, escasean los cuadernos y no se pudieron confeccionar suficientes uniformes para todos los estudiantes.

La crisis económica, la priorización de la defensa y las medidas de tipo económico tendientes a estabilizar la inflación, llevaron a congelar prácticamente toda nueva inversión en educación para 1985. Durante 1983 y 1984 -al incrementarse la agresión militar- tres fueron las fueron las prioridades, mantenidas intocables por el gobierno revolucionario: defensa, salud y educación. La crisis económica provocada por la guerra llevó en 1985 a incrementar el presupuesto de defensa y a reducir a dos esas prioridades: sólo defensa y salud. El presupuesto de educación quedó congelado. "Este año no vamos a construir ni una escuela -señaló el Ministro de Educación- y a duras penas vamos a reparar lo que ya está construido. Hay que olvidarse de soñar con grandes edificios, con grandes laboratorios. Estas deficiencias materiales tenemos que suplirlas con esfuerzos, con la mística, con una mejor pedagogía".

Para esta situación de "educación en pobreza" el mejor recurso es el potencial humano, la conciencia popular, sus aportes y su creatividad. Y es aquí en donde entra en profunda relación el objetivo de una educación popular con el de una educación en pobreza. Partir de la realidad, principio que orienta cualquier metodología realmente popular, supone en Nicaragua, partir en primer lugar de la pobreza. Y supone que la metodología para llevar adelante la educación popular sacará del mismo pueblo los recursos nuevos que permitan educar al pueblo. El reto de la pobreza afecta a todo el magisterio y a todo el alumnado nacional. De la respuesta que se dé a este reto depende en gran parte el que el modelo educativo al que quiere orientarse Nicaragua se desarrolle y se consolide.

¿Una educación totalitaria?

Algunos sectores opositores al interior de Nicaragua han caracterizado -o caricutarizado- desde hace años la nueva educación nicaragüense como un proyecto de corte totalitario, politizado, destinado a romper la unidad familiar y a negar las creencias religiosas del pueblo.

Las polémicas han sido continuas. Se han centrado en el tema de la libertad de enseñanza, en el del derecho a la educación privada, en los derechos de la familia y de la Iglesia, en los peligros del ateísmo marxista, etc. En algunos momentos, la polémica ha sido desgastante. Casi siempre ha sido alentada por sectores políticos de oposición vinculados a sectores educativos. Hoy, una práctica educativa de años que en la realidad respeta a los colegios privados, a los colegios religiosos, que no obstaculiza la enseñanza de la religión, etc. ha ido calmando a algunos, pero no a todos.

En estos últimos meses se levantó nuevamente le debate. El 13 de abril, el diario "La Prensa" publicó en primera plana un enorme titular: "Denuncian control político de la niñez. Padres rechazan plan educativo". El contenido de la información era una carta abierta que la Junta Directiva de una organización privada, la UNAPAFACC (Unión Nicaragüense de Padres de Familia de Colegios Católicos) dirigida al P. Fernando Cardenal. En ella se referían a un plan educativo dirigido a todos los niños de primaria que "obligará" a una serie de actividades (charlas políticas, excursiones, prácticas militares, viajes a campamentos) "orientados a promover el odio de clases, la violencia, el armamentismo y el guerrerismo". En la carta se denunciaban también supuestas presiones que los colegios católicos estarían sufriendo por el contenido político y marxista-leninista de los programas. Con el fin de amplificar la polémica, copias de esta carta fueron enviadas al Vaticano, a los obispos, al CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano), etc.

Pocos días después el P. Cardenal publico un sobrio comunicado indicando que el plan denunciado en la carta era apenas un proyecto que no estaba estudiado y muchos menos aprobado. En ésta y otras ocasiones el Ministro se reunió con los religiosos integrados en la Federación Nacional de Escuelas Católicas (FENEC), organismo que agrupa a directores de colegios privados católicos. En estas reuniones el Ministro insistió en que le fuera presentada siempre cualquier queja sobre actitudes, programas o principios que entraran en conflicto con los valores cristianos. La educación privada en el país atiende el 13% de alumnos de educación privada y el 18% del alumnado de secundaria. Un 90% de esa educación privada está en manos de religiosos católicos. El Ministerio ha firmado a lo largo de estos años de revolución convenios con más de 20 congregaciones religiosas y subvenciona actualmente a 114 centros educativos de religiosos.

Cuando los sectores opuestos a la revolución hablan de una educación política no parecen defender un proyecto apolítico. El problema, naturalmente, está en el enfoque político que contiene el actual proyecto y que ellos no comparten, apostando por otro. La nueva educación no introduce la política donde antes -durante el somocismo- no la había. Lo que hace es explicitar elementos políticos desde una perspectiva revolucionaria sustituyendo así otros elementos políticos presentes antes, aunque enmascarados en las líneas de un proyecto educativo que fundamentalmente, educaba para el individualismo.

En estos años se ha visto con claridad que el sector educativo es terreno propicio para los grupos políticos opositores aumentan sus tensiones con el gobierno y fomenten confusión en algunos sectores del pueblo que tienen una religiosidad muy tradicional, extremadamente sensible cuando se les hace creer que su religión va a ser atacada. Pasada la coyuntura electoral parece que es torno a la problemática educativa que se quieren provocar en la conciencia popular. Estos conflictos, naturalmente, podrían retrasar y obstaculizar los actuales proyectos de revisión y renovación.

En la actual dinámica de revisión educativa la educación privada está llamada a mantener otras actitudes y a trabajar por otros objetivos. Tiene una enorme responsabilidad, porque muchos de sus centros tienen mejores dotaciones y personal mas cualificado y, por eso, podrían responder como laboratorios a la experimentación de las nuevas metodologías populares de participación. Como no se puede afirmar que toda la educación privada funcione como un bloque a la hora de buscar tensiones y de crear confusión, es de esperar que algunos centros responderán positivamente al reto de la educación popular y de la educación en pobreza y que lo harán como verdaderos vanguardias. De hecho algunos lo hacen ya y tomaron esta opción desde el comienzo del período revolucionario.

Algunas fallas de la actual educación

A la excesiva centralización y al burocratismo se dirigen sobre todo las críticas formuladas al actual sistema educativo. Esta acusación tiene un fundamento real en prácticas que se han ido consolidando en estos años.

El impulso masivo que se quiso dar a la educación desde 1979 generó, sin duda, una estructura centralista. Tal vez en los primeros momentos era necesario esta centralización para asegurar la eficacia y para garantizar que las nueve líneas que se trazaban se hacían operativos. Por otra parte, la necesaria cohesión en contenidos, métodos y didácticas, necesitaba de cierto centralismo. A la par que esto sucedía, el ministerio de educación se fue llenando de gente que había participado en la insurrección, estaba desempleada y quería trabajar. Esto multiplicó oficinas y cargos y fue bloqueando la necesaria agilidad que requería un ministerio así en un país como Nicaragua.

La centralización y el burocratismo han generado prácticas desgastantes, como son las continuas visitas de inspectores a los centros de enseñanza (hay colegios privados que recibieron 17 de estas visitas en 1984 y los hay que recibieron hasta 30...) o el exceso de reuniones impuestas a los profesores para planificaciones o concientizaciones políticas, en detrimento de las horas destinadas a las clases.

Actualmente se están poniendo en marcha medidas para corregir estos fallos originales. Se ha iniciado la descentralización, dando mayor autonomía a los funcionarios regionales en cuestión de pagos, nombramientos, etc. Por otra parte, este año se hará un recorte del 10% en el presupuesto ordinario del ministerio, recorte que afectará directamente al personal administrativo y de oficina, que tendrá que ser reducido.

Mas graves que estos fallos en la administración son los de carácter pedagógico. Par los maestros con años de experiencia fue normal el continuar enseñando con métodos tradicionales los nuevos contenidos. Pero el vino nuevo no se puede echar en odres viejos. Naturalmente que es más fácil repetir la lección preparada desde hace años que inventar mecanismos para que cada alumno, partiendo de sus propios intereses, haga preguntas y busque información. Y también resulta fácil mantener la disciplina y el orden si el maestro es el único que habla y no fomenta un diálogo entre todos, pues esto puede provocar indisciplina y puede colocar al maestro ante preguntas que él mismo no sabe responder. Los ejemplos podrían multiplicarse. Ahora es todo ese estilo tradicional, bancario y memorístico de la enseñanza el que es quiere poner en cuestión, no buscando ya lo más fácil sino lo más revolucionario.

Hay que tener en cuenta que el grueso del magisterio del país ha tenido que se formado aceleradamente, y que, por eso, tiene a veces una preparación muy limitada. La deficiencias de maestros que había en 1979 tuvo que ser suplida a partir de entonces y en muchos casos con maestros hechos en la práctica diaria. (En Nicaragua se llaman "maestros empíricos). En 1979 había 5 escuelas normales con 1.977 estudiantes. (Hoy son 12 las escuelas normales con más de 5.000 estudiantes). En ese año el 37% de los maestros que enseñaban eran "empíricos". La colaboración que dieron en los primeros años los maestros internacionalistas -y en primer lugar, los maestros cubanos- no tienen precio. Desde 1984 todos los puestos dejados vacantes por los maestros cubanos están siendo suplidos por nicaragüenses. En su mayoría jóvenes. Esto puede facilitar mucho el que adopten sin dificultad metodologías más activas y populares.

Otra de las fallas de la educación es la de coordinación que se perciba entre la enseñanza primaria y media, que esta en manos del Ministerio de Educación y la educación universidades, que depende del llamado Consejo Nacional de Educación Superior (CNES). A veces da la impresión de que el CNES no tiene suficientemente en cuenta las características de Nicaragua y la situación de guerra por la que atraviesa el país. Por ejemplo, en los requisitos par ala admisión a las distintas carreras el CNES prioriza el objetivo de lograr fuerza de trabajo cualificada para cada profesión, mientras que el Ministerio prioriza la capacitación masiva, si no tan cualificada, si al alcance de todos.

Ambas perspectivas son defendibles razonablemente pero uno se pregunta hasta donde la realidad de la guerra y de la escasez permite que se imponga como criterio al cualificación en términos tradicionales. Cabe preguntarse si no urge, en este contexto de agresión y de fuga de profesionales, el diversificar las carreras haciéndolas más breves, más ágiles en sus contenidos y más adecuadas a las necesidades más urgentes del país. El problema real: actualmente existe un vacío no fácil de llenar en el paso de los estudiantes de un organismo a otro. Estos problemas han sido reconocidos públicamente por el propio gobierno. Una educación superior en austeridad y creatividad adaptada a las circunstancias de guerra y subdesarrollo es lo que el Vicepresidente Ramírez pidió en su lección inaugural del curso universitario 1985.

Y las mismas autoridades universitarias, pro ser conscientes de ello, desarrollan un proceso de revisión y estructuración de planes, programas, etc. tratando de adaptarlas a la nueva realidad que vive el país. La transformación de las carreras -priorizando las carreras técnicas- la creación de las Facultades Preparatorias orientadas a incorporar jóvenes campesinos y urbanos de escasos recursos que al terminar 6o. grado completan en estas facultades tres niveles para cursar algunas de las carreras priorizadas, son algunos ejemplos.

Un modelo educativo que se perfila y se profundiza

Después del triunfo revolucionario la preocupación central del sector educativo estuvo orientada a logra dos objetivos: educación para todos, educación nueva para todos. Los esfuerzos se concentraron entonces en dos direcciones: la expansión de educación y la transformación del viejo modelo educativo en uno nuevo que respondiera a la nueva realidad del país.

Los niveles de masificación -de popularización- no tienen parangón en la historia del país y de toda Centroamérica, incluida la misma Costa Rica. En este sentido, las bases ya están sentadas y pese a las limitaciones que impone la guerra, la oferta de educación se mantendrá con pocas variantes.

Ahora, en medio de la guerra y de sus límites, el reto es otro. Se trata de adecuar los programas, los contenidos y los métodos a la realidad de pobreza y a un modelo de participación, a un modelo popular, que vaya formando un nuevo magisterio y profundice lo que está llamado a ser el modelo de educación nicaragüense.

Para fines de 1985 y principios del 86, el Ministerio de Educación considera que habrá terminado la revisión y reestructuración de los programas, los contenidos y los métodos. Esta revisión es total, aun cuando algunos contenidos ya habían sido revisados en años anteriores. En la actual revisión se plantean preguntas como esta: ¿Cómo exigir a los muchachos de secundaria en Zelaya Norte el que cumplan con 8 materias, entre ellas inglés y francés, estando esta zona en condiciones límites de pobreza y de guerra?

Con algunas variantes, igual pregunta es válida para el resto del país. También es válido preguntarse definitivamente sobre el sentido de las llamadas tareas para hacer en la casa, cuando una gran masa de los actuales estudiantes -pequeños o adultos- viven en barrios y en casas tan pobres y con tantas limitaciones en las que es casi imposible estudiar o concentrarse para cumplir con esas tareas y cuando aún muchos de estos alumnos tienen que ayudar con su trabajo al sustento del hogar. Los recursos materiales y la movilidad que impone la guerra (servicio militar para maestros y alumnos, desplazamientos campo-ciudad, etc.) exige abordar muchas preguntas de fondo y hacerlo con gran flexibilidad.

El reto para el magisterio es especialmente grande. Es un gremio caracterizado en Nicaragua como conservador, especialmente por sus practicas tradicionales. Durante los próximos meses todo el magisterio nacional entrara en una dinámica de concientización, reflexión y estudio. Sus aportes, sumados a los análisis de las comisiones técnicas que revisan los contenidos de textos y programas, se irán sistematizando y darán sus primeros frutos en esta nueva etapa educativa.

Respecto al magisterio hay un factor clave y alentador. Se trata de los 1.600 jóvenes que integran la llamada "Brigada 50 Aniversario", organizada el año pasado y de los 2 mil maestros populares que, provenientes de comunidades rurales y barrios marginados y ya con experiencia en educación de adultos, se han formado en técnicas pedagógicas en Cuba, con profesorado mayoritariamente nicaragüense y con programas elaborados en Nicaragua. Dada la situación de escasez de recursos que vive Nicaragua era impensable implementar la realización del plan sin ayuda de algún país.

Este es el valor de la cooperación ofrecida por Cuba: infraestructura escolar y condiciones de hospedaje que permitan la formación de estos maestros a tiempo completo en un breve plazo intensivo. Ya en 1984, 1,500 de estos muchachos trabajaban en zonas rurales de Nicaragua. El próximo julio se integrarán los 2 mil restantes. Serán maestros en los 4 primeros grados de primaria en las áreas rurales. Su experiencias en la metodología de la educación popular hará avanzar, sin duda, las nuevas ideas. La mentalidad más tradicional o menos preparada de otros maestros podría frenar estos avances. ¿Qué tendencia tendrá más vigor y se abrirá camino? Es un desafío abierto.

En marcha hacia una educación popular y una educación en pobreza se irá modelando el modelo nicaragüense de educación, que ya tiene rasgos distintivos, acumulados en estos años de experiencias. En este modelo, la vinculación de la enseñanza con el trabajo y la reflexión colectiva tendrán que crecer en la medida en que, por la guerra, decrecerán las facilidades educativas. Cuando los alumnos tengan que poner en común pocos textos escolares, porque no haya posibilidad de grandes impresiones, cuando todo el material educativo tenga que colectivizarse, racionalizando su uso, surgirá necesariamente una metodología distinta, más participativa. En este sentido, la introducción de la metodología de la educación popular como eje dinamizador de todo el proceso educativo, en todos los niveles, constituye un cambio sustancial que podría hacer en Nicaragua el primer país de América Latina que se lanza a una audacia semejante.

La perspectiva es desafiante, más aun en este país en guerra, donde resulta tan difícil una planificación a largo plazo. Es también impensable una planificación educativa muy rígida, pues la educación nunca es un proceso lineal con etapas definidas sino un proceso dinámico con el que se van afrontando los retos de la realidad. Y la realidad es aquí muy cambiante.

Este continuo reajuste entre proyecto y realidad, entre sueños, esperanzas y posibilidades reales, entre lo que debe ser y lo que puede ser el hecho educativo, es el marco en el que se moverá el proceso educativo en los próximos años. Lo importante es mantener viva la capacidad creativa y la flexibilidad suficiente para rectificar permanentemente. "Es un gran riesgo y un gran reto -dice, resumiendo, el P. Fernando Cardenal-, pero tenemos que hacerlo. No podemos ir a la zaga de nuestra historia ni dar la espalda a nuestra realidad". Historia y realidad hablan de un pueblo pobre, que desde su ser popular y su pobreza hizo la revolución y desde ellas puede y quiere educarse.

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