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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 357 | Diciembre 2011

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Nicaragua

Apuntes sobre las elecciones en el Caribe Norte

¿Cómo se vivieron las elecciones en Bilwi, la capital del Caribe Norte, y en una de las comunidades mískitas del Llano Norte? Hay coincidencias con lo que sucedió en el resto del país y hay diferencias. Hubo mucha abstención y cambios en la correlación de fuerzas políticas. Pero no hubo expresiones de violencia. La alianza entre el FSLN y YATAMA se debilitó. Y los problemas estructurales siguen pendientes en la agenda costeña.

Salvador García Babini

El primero de noviembre viajé a Bilwi, cabecera departamental de la Región Autónoma del Atlántico Norte (RAAN), para investigar cómo se desarrollaba “la fiesta cívica” en esa ciudad y en algunas comunidades mískitas. Me quedé tres días en el casco urbano. Después me trasladé al Llano Norte de Puerto Cabezas y estuve cuatro días en la comunidad de Sangnilaya. Regresé a Bilwi por otros dos días. En todo el recorrido busqué la opinión de personas con distintas afinidades políticas para conseguir aproximarme a un mapa de la realidad.

HAY DOS MIRADAS SOBRE LAS ELECCIONES

Sin ánimo de agotar los análisis, las elecciones nacionales del 6 de noviembre tienen al menos dos lecturas. La primera señala los hechos más destacados ocurridos antes, durante e inmediatamente después del sufragio, tratando de establecer pautas. Distintas organizaciones y medios de comunicación han podido demostrar que, en pos de resultados finales favorables, el FSLN desarrolló una serie de prácticas -desde adentro y desde afuera del Estado- que se tradujeron en lo que podríamos llamar “un fraude de baja intensidad”.

Una segunda lectura apunta a visibilizar los procesos sociales de fondo, específicos y diversos en cada región del país, que superan la coyuntura y representan las preocupaciones de la población sobre su entorno social. Preocupaciones que, en teoría -es lo que espera la gente-, deberían ser incluidas en la agenda de los partidos más allá del período electoral. Escribo desde esta mirada.

Éstos fueron los resultados oficiales, en número de votos, que el Consejo Supremo Electoral presentó para la RAAN: FSLN: 49,460 - PLI: 35,100 - PLC: 10,429 - ALN: 1,005 - APRE: 147. En base al padrón electoral la abstención llegó al 50%. Lamentablemente, la página del CSE no ha dado los resultados electorales por municipio, y menos aún por junta receptora de votos. Esta ilegalidad afecta no sólo la posibilidad de una revisión más transparente de los votos -debilitando a credibilidad del CSE-, también dificulta entender las razones de orden cultural que explican el comportamiento de los votantes. En el Caribe Norte, donde conviven cuatro grupos étnicos, sólo una lectura desagregada de los datos permitiría comprender mejor quiénes, cómo y dónde participaron, y conocer los porcentajes de abstencionismo y votos nulos.

BILWI: VÍSPERAS DE LAS ELECCIONES

En las calles de Bilwi no había mucho clima de elecciones en comparación con otros años, cuando los militantes se disputaban los espacios públicos para promover la imagen de su líder.

El resultado sobre quién sería el Presidente electo, más allá de las preferencias partidarias, era previsible. Luego de sondear distintas opiniones, encontré una posible explicación a esta certeza: la división entre los liberales y la percepción local sobre el poder de movilización del FSLN en el Pacífico. Como me dijo un señor bromeando en el parque central: “Daniel ya ganó. Sólo faltan las elecciones”. Las candidaturas de Quiñónez -desconocido en la región- y la de Alemán -visto como títere de Daniel- fueron vistas aquí como una estrategia del FSLN para fracturar el voto liberal. Esa lectura tuvo un efecto desmovilizador entre los votantes críticos del FSLN, con bajo nivel de participación política. Resignados, daban por seguro que ningún candidato podría ganarle a Ortega la Presidencia.

FSLN: UN BUEN ALCALDE
Y MUCHOS JÓVENES EN “POLÍTICA”

Es justo reconocer que, al menos en Bilwi, la imagen del FSLN ha mejorado con la gestión municipal de Guillermo Espinoza -es su segundo período-, posiblemente el alcalde con mayor popularidad de los últimos 15 años. Según buena parte de los entrevistados, ha sido quien ha hecho más y mejores obras públicas.

Mayra Chow, estudiante de Derecho en la BICU, lo asegura: “La alcaldía ha adoquinado calles que no
estaban adoquinadas. Y, a diferencia de la alcaldía anterior, en manos de Elizabeth Enríquez, de YATAMA, este alcalde ha hecho muy buen trabajo. La infraestructura que mejoró el parque central, aunque no era una prioridad para la población, quedó buena. Él lo hace para darle propaganda y hacerle campaña al Frente Sandinista, pero está beneficiando a la población”. Las obras de este alcalde también son valorados positivamente por la población rural que viaja ocasionalmente a Bilwi, según lo afirmaban en las comunidades del Llano.

En víspera de las elecciones Mayra creía que la gente de su generación estaba contenta con el gobierno y ratificarían a Daniel Ortega. Me cuenta que “la juventud fue convocada a participar en la vida política”, y aunque no está totalmente de acuerdo con que los jóvenes pierdan clases por estar en actividades de la campaña, cree que es importante que participen en política y “que los tomen en cuenta”. La vida política en la que participan se ha centrado en organizar actos culturales y en campañas de proselitismo. Con mirada de mediano plazo, cabe preguntarse si esa inclusión se traducirá después en niveles de decisión real de la juventud en la vida política y social de la Región. Y más aun, si llegado el caso podrán defender los objetivos de la autonomía regional ante los intereses del partido nacional.

HURACÁN FÉLIX: NO HAY CUENTAS CLARAS

Después del paso del huracán Félix en septiembre de 2007, el Caribe Norte recibió donaciones de distintas instituciones internacionales para rehabilitar las comunidades afectadas. Parte de esos recursos se canalizó a través de la alcaldía y del Gobierno Regional, pero su ejecución ha sido seriamente cuestionada por la falta de claridad.

Francis Escobar, dueña de un comedor popular, comenta: “Los políticos no son honestos en publicar todo lo que ha venido como donación para la región. Y como no sabemos cuánto entró, no sabemos cuánto se perdió. Si es lo que dijeron las noticias, ha entrado mucha donación en alimentos, dinero y materiales de construcción y se ha perdido mucho en el camino. Yo como ciudadana puedo decir que hubo mala administración del gobierno regional en esos apoyos para los mískitos, tanto de los de YATAMA como de los sandinistas. De ese desorden se dio cuenta todo el mundo”.

Que las instancias de gobierno no promuevan mecanismos de rendición de cuentas (informes, boletines, asambleas), tiene efectos negativos. Que la población no sepa cuánto dinero entró al gobierno y cómo se ejecutó socava la credibilidad de los partidos políticos y de las instituciones públicas, contribuye a generar acusaciones -no siempre fundadas- sobre una incorrecta utilización de los recursos, fomenta el abstencionismo electoral y, al final, hace aun más difícil la gobernabilidad dentro de un sistema político tan poco confiable.

Con este panorama, a cualquier institución de gobierno le es más difícil incidir en la voluntad de la gente para que cumpla con sus obligaciones ciudadanas. “Los comunitarios ven el mal ejemplo de los líderes, que roban -concluye Francis-. Tienen motivos para decir. ¿Quién sos vos para decirme que me porte bien, si vos sos el ladrón más grande? El respeto debe ser mutuo”.

REGRESO A SANGNILAYA

El jueves 3 de noviembre viajé a Sangnilaya, una comunidad mískita ubicada a 60 kilómetros de Bilwi. Para llegar hasta allí hay que tomar un camión que sale día de por medio desde la iglesia católica San Pedro y demora unas cuatro horas en llegar. En el camino me encontré con algunos amigos. Me fueron poniendo al tanto sobre temas que me interesaban. Hacía dos años que no regresaba a Sangnilaya.

Me entero que el bosque, afectado por el huracán Félix, se ha ido recuperando poco a poco, lo que les ha permitido lograr cierta autonomía alimentaria y productiva. Aun así, algunas familias que no habían podido guardar semillas de frijol en 2010 esperaban que alguna institución de gobierno se las facilitara para sembrar en noviembre y diciembre. En ocasiones, la vulnerabilidad socioecológica (robos de cosecha, plagas, inundaciones y sequías) limita las posibilidades de almacenar de un ciclo productivo a otro.

En estos tres últimos años ciertos proyectos han mejorado la vida de la población. En 2009 Danida -organismo de cooperación danesa-, junto con la alcaldía de Bilwi, finalizó la construcción de un camino interno que conecta Sangnilaya con Santa Marta, ahorrando más de 20 kilómetros en relación al viejo camino. En 2010 la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), financió la construcción de 95 casas en la comunidad. Y Masangni, una cooperativa local que ofrece servicios de forestería comunitaria, construyó otras 10. Un proyecto de la Unión Europea (Eurosolar) instaló en la comunidad una oficina con cinco computadoras y un teléfono con conexión inalámbrica, todo alimentado por paneles solares.

De todas las personas con las que pude conversar sobre estos cambios, sólo algunas reconocían en el gobierno nacional un facilitador de estos proyectos. Los agradecimientos los dirigían a las ONG y a las organizaciones internacionales asentadas localmente. La presencia del Estado se diluye.

LAS LIMITACIONES DEL “MÉDICO” Y DEL JUEZ

En la comunidad no todas son buenas noticias. Hitler Pérez, enfermero auxiliar, trabaja solo en el centro de salud y debe atender a cuatro comunidades, incluyendo Sangnilaya, lo que representa un total de 1,230 potenciales pacientes. Se siente desbordado por sus responsabilidades: dar consulta, hacer visitas domiciliares y escribir informes. Me cuenta que algunos de los medicamentos que le asigna el Ministerio de Salud mensualmente se le acaban a los 15 días. Entre los que tienen mayor demanda están: acetaminofén, ibuprofeno, amoxicilina, penicilina procaínica, gentamicina y dicloflenac en ampollas, utilizados para aliviar dolores, fiebre e infecciones, especialmente a mujeres embarazadas y niños pequeños. Hace años que la comunidad reclama un mejor abastecimiento de medicinas y la presencia de un médico para atender los casos cuya complejidad y tratamiento escapan a los conocimientos de un enfermero. Todavía siguen esperando.

Al igual que en otras comunidades del llano norte, la inseguridad es un tema que preocupa cada vez más a la población. Apolinar Taylor, actual wihta (juez) de Sangnilaya, ha dirigido operativos de inteligencia para decomisar galones de chicha (bebida alcohólica) y comprobar quiénes ofrecen marihuana, porque el consumo de licor y drogas está asociado al robo de animales y a la violencia intrafamiliar. El wihta quiere hacer en la comunidad una pequeña cárcel de dos cuartos para poder responder a los delitos menores, garantizando el castigo público en su administración local. Habló sobre esto con autoridades de la Policía Nacional en Bilwi para solicitarles un apoyo en materiales de construcción, pero le dijeron que la institución no tiene recursos.

CÓMO ESTUVIERON LAS ELECCIONES
EN SANGNILAYA

El domingo de las elecciones transcurrió con tranquilidad en Sangnilaya. Poco a poco fue llegando a votar gente de allí y de las comunidades vecinas (Iltara y Butku). En la escuela estaban ubicadas las dos juntas receptoras de votos (8060 y 8061). Se sentía en el ambiente la formalidad de un ritual público, un silencio que obligaba a bajar la voz en las conversaciones. Una hora antes de que terminara la jornada, los del FSLN -único partido con militantes en la comunidad- se organizaron y fueron a buscar en auto a ocho personas que, por una u otra razón, no habían salido a votar. Representaban ocho granos más para su molino.

Cerca de las 8 de la noche, luego de hacer el recuento, uno de los fiscales colocó sobre la puerta los resultados. Para Presidente, 208 votos para el FSLN y 37 para la Alianza PLI. El triunfo de Daniel Ortega en Sangnilaya fue una excepción en el Llano Norte y en el Litoral Norte, donde en la mayoría de las juntas ganó la Alianza PLI.

El padrón electoral para las tres comunidades era de 452 personas. Sólo votaron 285, poco más de la mitad, lo que supone un alto porcentaje de abstencionismo. No es un dato menor, tomando en cuenta los antecedentes de baja participación que tienen las comunidades en otras elecciones. ¿Cómo habrá sido el comportamiento electoral en otros lugares de la región? ¿Cuál es la percepción que tiene la gente sobre sus condiciones materiales y el abanico de posibilidades políticas -algunas más concretas que otras- para modificarlas? ¿Qué nivel de incidencia creen que puede tener el Estado, los partidos políticos, las ONG, las Iglesias y ellos mismos, sobre los cambios anhelados? ¿Cómo repercuten esas variables sobre cómo participar en las elecciones, incluso no yendo a votar?

Después del día de las votaciones me quedé un día más en Sangnilaya para registrar alguna reacción llamativa cuando ya sabían quién había ganado la Presidencia. Pero no pasó nada. No hubo celebraciones ni peleas. Las familias retomaron sus actividades cotidianas, que son los que durante siglos les han permitido mantener un gran margen de autonomía frente a los vaivenes políticos, económicos y sociales del entorno.

El martes en la mañana salí caminando hasta la carretera (10 kilómetros) para tomar el bus que va de Waspan a Bilwi. Quería saber sobre los vaivenes de la alianza entre YATAMA y el FSLN para completar el mapa político.

ALIANZA YATAMA – FSLN:
SERIAMENTE DEBILITADA

En las elecciones nacionales del año 2006 YATAMA y el FSLN forjaron una alianza aún vigente en estas elecciones. ¿En qué consistía ese acuerdo? Brooklyn Rivera, líder oficial de YATAMA, le garantizaba al FSLN los votos de su base social y a cambio el FSLN se comprometió a incluir diputados mískitos en la Asamblea Nacional y en el Parlamento Centroamericano, empezando por el mismo Brooklyn. La población mískita, leal al partido indígena, esperaba obtener beneficios: trabajo, materiales para construir sus casas, tierras, créditos y hasta pensiones para los ex-combatientes de la guerra de los años 80.

Casi nada han obtenido. Muchos de los entrevistados coinciden con lo que me explicaba el ex-comandante Osorno Coleman: “La gente está de acuerdo con la alianza, pero no ven beneficios. Los que reciben beneficios son los diputados, los funcionarios del Estado, los activistas de YATAMA. Pero la mayoría de los ex-combatientes están decepcionados. Por eso muchos no votaron o votaron por otro partido”.

Más allá de las disputas internas, lo cierto es que la alianza está seriamente debilitada por la falta de apoyo de las bases de YATAMA. Así lo demostraron los resultados electorales del Llano norte y del Litoral norte, donde el PLI triunfó en la mayoría de JRV, cuando en elecciones pasadas YATAMA obtenía la mayoría en esos lugares.

BROOKLYN RIVERA: “¡VAN A COMER HIERRO!”

Al conocer los resultados de las urnas entre su gente, Brooklyn Rivera habló desde la emisora Yapti Tasba. Visiblemente enojado ante la “desobediencia” de la base y la posibilidad de perder poder en el juego político, amenazó a esas comunidades mískitas. “¡Ahora no vayan al gobierno regional a pedir ayuda! ¡Van a comer hierro por no haber votado por el Frente Sandinista!”.

Benito Felicito, el “Negrito”, es un ex-combatiente mískito que vivía en Sangnilaya y que ahora alquila una pequeña casa en Bilwi con su esposa y tres hijos. Acostumbro visitarlo. Quería hablar con él de la situación política y escuchar su opinión. “Hace cinco años -me cuenta- yo hice campaña por la alianza entre el Frente y YATAMA. Le decía a la gente cuáles serían los beneficios. Pero en cinco años yo nunca he visto nada bueno para las comunidades, ni para nosotros los que combatimos ni tampoco para la Costa. ¿Con qué cara iba ahora a pedir votos para el Frente?”. Su testimonio me conmueve, habla con dolor, decepcionado. Sus palabras me permiten imaginar cuántos otros me dirían lo mismo.

FALTAN TIERRAS
Y SOBRARÁN PROBLEMAS

La población de Bilwi ha venido aumentando de manera sostenida en las últimas tres décadas, tanto por el crecimiento natural de las familias como por la constante migración de las comunidades a la ciudad en busca de mejores oportunidades. Eso ha provocado una urgente demanda de tierras entre la población que no tiene los recursos necesarios para pagar un alquiler o comprar una vivienda. Posiblemente, la demanda de tierras representa uno de los principales conflictos estructurales en Bilwi, con manifestaciones públicas de tensión que ya son visibles.

A finales de septiembre de 2011 un grupo de unas mil personas ocupó un terreno en un extenso descampado conocido como Loma Verde, perteneciente a Bilwi, pero en las afueras de su casco urbano. ¿A quién le pertenece este terreno? Aparentemente, le pertenece a Karata, un Bloque Territorial compuesto por tres comunidades (Dakban, Lamlaya y Karata).

Desde los años 20 del siglo pasado, Karata cuenta con un título de propiedad sobre un espacio que incluye lo que actualmente es Bilwi. Y otro Bloque Territorial, el de Diez Comunidades, también recibió en esos años un título, en el que aparecía registrada una zona de lo que actualmente es Bilwi.

Más allá de los traslapes territoriales entre un bloque y otro, lo cierto es que el gobierno de Karata se ha encargado de arrendar y vender esas tierras a habitantes de Bilwi, exceptuando a los descendientes de su Bloque. Teniendo en mente ese marco histórico, los ocupantes de Loma Verde argumentan que el terreno en que se asentaron le pertenece al Bloque de Diez Comunidades y ellos, como “hijos” de ese Bloque, tienen derecho a quedarse ahí. Es una lucha donde el derecho a vivir dignamente pone en jaque los argumentos legalistas.

“NO NOS VAMOS A SALIR DE ESE BARCO”

“Negrito” es uno de los que reclaman un pedazo de tierra en Loma Verde. Cuando fue hace varios meses a la oficina de Karata para solicitar un espacio en donde levantar su casa, le dijeron: “¿Necesita un terreno? Yo le doy el documento si me paga 1,500 dólares. Un pobre no tiene capacidad de pagar esa plata. Como mískito y como ex-combatiente, “Negrito” siente que tiene derecho a un espacio propio para su familia.

A pesar de que el conflicto no se ha resuelto todavía, y de que ya se cobró la vida de un joven de 17 años, asesinado presuntamente por gente de Karata, los partidos políticos no se han comprometido a buscarle una solución a este problema.

Un sector numeroso de ex-combatientes de YATAMA, en el que milita “Negrito”, no encuentra ya en YATAMA, mucho menos en la alianza con el FSLN, el espacio para construir una agenda política que responda a los intereses y problemas concretos de la población. Al mismo tiempo, son conscientes de que si no entran en el juego de la política no obtendrán resultados. Deben negociar con las instancias hegemónicas.

Por eso, ya están pensando en fundar un nuevo partido, retomando y disputando el nombre de YATAMA, añadiéndole alguna otra palabra distintiva. Me dice entusiasmado “Negrito”: “Ahora el emblema de YATAMA tiene un bote, un canalete y una lanza. Nosotros no nos vamos a salir de ese barco. Pero el emblema va a ser diferente: un arma y un hombre sobre el canalete. Para que la gente mire que somos nosotros los que estamos al mando del barco”.

Si finalmente este proyecto cuenta con apoyo popular es posible imaginar para el año 2012 un escenario donde la cúpula de YATAMA y el FSLN se nieguen al surgimiento de un nuevo partido indígena. También podemos imaginar, tomando en cuenta la historia reciente, que esto generará violencia, incluso muertos. Los reclamos de fondo que alimentan el descontento de la población costeña deberían ser atendidos a tiempo por la clase política costeña. Y deberían encontrar cauces electorales. El “barco” debería poder navegar hacia otros rumbos y con otros capitanes.

ANTROPÓLOGO.

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