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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 329 | Agosto 2009

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El Salvador

Réplicas del terremoto político hondureño

El golpe de Estado en Honduras, ¿es un espejo en el que deberán mirarse el gobierno de Mauricio Funes y el FMLN, las fuerzas armadas de este país, las fuerzas políticas y el movimiento popular salvadoreño? Y si se miran, ¿qué ven, qué reflejos, qué imágenes les devuelve ese espejo?

Elaine Freedman

El 28 de junio el Presidente de la vecina Honduras, Manuel Zelaya, fue sacado de su cama a punto de ametralladoras y enviado al exilio en Costa Rica. Al día siguiente, el jefe de la bancada legislativa de ARENA, Donato Vaquerano, advirtió
al Presidente de El Salvador: “Funes debe tener un espejo en el que se puede ver con el Presidente Mel Zelaya”.

Aunque sus declaraciones provocaron mucho malestar, pues el son de amenaza fue más que claro, no hay duda que Vaquerano no dejaba de tener razón. No sólo el Presidente Mauricio Funes, sino todas las fuerzas políticas del país y el movimiento popular salvadoreño pueden verse en ese espejo en estos momentos. Como dice Ernesto Rivas Gallont, ex-embajador de El Salvador en Estados Unidos (1981-1989): “Es más que obvio que el golpe ha exacerbado las diferencias entre izquierda y derecha. Y no sólo en Honduras”. El golpe de estado en Honduras es un terremoto político que ha venido a estremecer con sus réplicas los suelos salvadoreños.

GOLPES DE ESTADO:
¿COSAS DEL PASADO?

Desde hace varios años venimos oyendo en El Salvador que los golpes de estado son cosas del pasado. La historia reciente de nuestro país cuenta con cinco golpes de Estado reconocidos por historiadores, por políticos de todos los colores y por la población. A pesar de esta memoria, nos han dicho una y otra vez que los golpes de Estado quedaron para los museos. La derecha argumenta que la modernización de los procesos políticos deja sin fundamento este mecanismo y la izquierda afirma que la estrategia de los golpes de Estado respondió a otro momento del imperialismo estadounidense y que ahora las crisis políticas se resuelvende otras formas.

A pesar de los golpes de Estado fallidos en Venezuela (2002) y Bolivia (2007) -ambos con la participación documentada de la embajada de los Estados Unidos y la CIA- ha predominado en el discurso de la izquierda el supuesto de que el golpe de Estado- un mecanismo excelente para que ciertos grupos de derecha se afianzaran en el poder estatal en toda América Latina durante el siglo 20 se agotó a finales de los años 80. En los últimos 18 años se han registrado once golpes de Estado en América Latina, mientras que a lo largo del siglo 20 fueron cerca de 250. Los que se han dado desde un ala progresista de las fuerzas armadas han sido clara minoría. En El Salvador sucedió así dos veces: en 1944 y en 1979.

ESPEJITO, ESPEJITO…
LA TANDONA ESTÁ PRESENTE

Con estos antecedentes, es de primera importancia observar cómo las fuerzas armadas salvadoreñas están valorando el golpe de Estado hondureño, puesto que, a la hora de mirarse al espejo, son los primeros que tendrían que verse reflejados.

Son pocos los militares que se han animado a dar declaraciones públicas a la prensa y ninguno ha defendido abiertamente la medida. Sin embargo, su forma de abordar el asunto dice mucho. El ex-ministro de Defensa de El Salvador, general Humberto Corado, explica que un golpe de Estado no es justificable desde ningún punto de vista, pero afirma que los antecedentes provocados por el presidente “derrocado” lo dejaron en una posición “vulnerable”. En su opinión se lee entre líneas que el golpe de Estado, a pesar de no ser “justificable”, sí era esperable. En otras palabras, el golpe cobra validez porque “no había de otra”.

El grupo de “la Tandona” -la promoción de militares salvadoreños graduados de la Escuela Militar en 1966, que dirigió la guerra contra el FMLN y contra el pueblo- sigue teniendo un lugar en el desarrollo de la política nacional. El actual embajador de El Salvador en Honduras, que se mantiene en este cargo desde 2001, es miembro de la Tandona y fue responsable de tres masacres importantes durante la guerra salvadoreña: la masacre de El Calabozo (Cabañas), la de La Joya (Zacatecoluca) y la de Los Llanitos (Cabañas).

Es también sobradamente conocida la relación del embajador de El Salvador en Honduras, Sigifredo Ochoa Pérez, con sectores recalcitrantes de la burguesía hondureña y sus fuerzas armadas. Por eso, aunque no haya pruebas concretas, muchas y muchos salvadoreños sospechan que Ochoa Pérez pueda haber jugado un papel de apoyo a los golpistas y exigen al Presidente Funes su sustitución inmediata de ese cargo diplomático.

Hay que leer todo esto a la luz de un antecedente importante que proyecta aún su sombra sobre las Fuerzas Armadas salvadoreñas. En septiembre de 2008, en medio de la campaña electoral para 2009, la Asociación de Veteranos Militares (ASVEN), liderada por figuras célebres de la Tandona, responsables de violaciones a los derechos humanos a lo largo de la guerra, como René Emilio Ponce y Francisco Elena Fuentes, realizaron una marcha acompañados por el entonces candidato a la presidencia de ARENA, Rodrigo Ávila. Esta marcha constituyó una muestra de fuerza de los sectores más recalcitrantes de las Fuerzas Armadas y expresó que, aunque la mayoría de ellos no ostentan ya cargos en el ejército, su influencia es indiscutible.

EL REFLEJO DE ARENA

El espejo del golpe refleja, con todavía más claridad, la imagen del partido de derecha, ARENA. Las primeras declaraciones que dio el Presidente del COENA, a sólo horas de conocerse el golpe, parecían dar señales positivas. En ese primer momento, Alfredo Cristiani dijo “lamentar” lo sucedido en Honduras y calificó como “negativa” la búsqueda de “soluciones o modificaciones por vías que no son legales”.

Sin embargo, todas las otras fuentes de su partido justificaban que estas “soluciones o modificaciones” eran necesarias. Vaquerano, jefe de la bancada legislativa, lo argumentó así: “Quien comenzó a crear el conflicto ha sido el propio Mel Zelaya. De eso han venido una serie de acciones. Es producto del irrespeto al funcionamiento de los diferentes órganos”. Con similar son se pronunciaron otros funcionarios de ARENA, como la veterana Gloria Salguero Gross, el vicepresidente del COENA Jorge Velado, el ex-dirigente Hugo Barrera, y el ex-candidato presidencial Rodrigo Ávila.

En un aparente giro desde la posición original de Cristiani, ARENA no se ha atrevido a calificar como “golpe de Estado” el asalto al poder en el país vecino y ha criticado el comportamiento de la comunidad internacional, que condenó unánimemente el golpe de Estado.

¿Se equivocó la comunidad internacional al condenar el golpe de Estado? “La Carta Democrática también obliga
a los gobernantes a ejercer un gobierno democrático” -opinó Vaquerano-. Y las bases de la democracia están en el respeto a las jurisdicciones de cada uno de los órganos del Estado. Y esa famosa Carta también condena a Mel Zelaya, como condena a muchos gobiernos de Latinoamérica que la han irrespetado y que hoy están tratando de utilizarla como un arma”, añadió el diputado. De esta forma, ARENA descalificó la posición de la OEA, de la ONU y del PARLACEN, instituciones todas de las que El Salvador forma parte.

En un comunicado emitido por el partido de derecha después de la primera semana del golpe, se afirma que
el FMLN, como partido de gobierno, ha seguido consignas de dirigentes externos a Centroamérica, que han atropellado e intervenido en la soberanía del pueblo hondureño. ARENA cree que el partido oficial de gobierno afecta con su actuación las relaciones con la República de Honduras.

Cuando el FMLN puso a consideración de la Asamblea la condena al golpe de Estado en Honduras, ARENA mocionó para que en lugar de condenar el golpe, la Asamblea condenara el cierre comercial de las fronteras comunes
entre El Salvador y Honduras, ordenado por el Ejecutivo.

SIN PARALELOS,
PERO CON SIMILITUDES

Aunque no se pueden hacer paralelos entre la situación hondureña y la salvadoreña, resulta llamativo que la configuración actual del poder político en El Salvador, en la que la derecha, aunque perdió el Ejecutivo, mantiene control del Legislativo, de la recién elegida Corte Suprema, de la Fiscalía General de la República y de la Corte de Cuentas, presenta similitudes con el mapa de poder hondureño.

Hugo Barrera -compañero de fórmula como candidato a la vicepresidencia de Roberto d’Aubuisson en la elección presidencial de 1984 y precandidato para la presidencia por este partido en 2008- argumenta: “Es debatible si es un golpe o no, sobre todo cuando ha habido un pronunciamiento de la Corte Suprema, de la Fiscalía y de la Procuraduría y cuando hay una posición unánime de un Congreso”.

Estas declaraciones son peligrosas y representan un mal augurio en el panorama salvadoreño. Con mensajes tan claros como los del partido ARENA no hay dónde confundirse en la imagen que refleja el espejo.

LA EMPRESA PRIVADA
TIENE EL ESPEJO EN SU BOLSILLO

La empresa privada salvadoreña fue más cautelosa al reaccionar a los acontecimientos del país vecino. A pesar de que sus homólogos del COHEP respaldaron públicamente el golpe de Estado, explicando que no se podía calificar así, los empresarios salvadoreños tomaron inicialmente distancia de lo acontecido. Federico Colorado, presidente de la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP) valoró: “Definitivamente, la forma en que el Presidente fue sacado del país, sí tiene todas las características de un golpe de Estado”.

Fue hasta que les tocaron el bolsillo que los gremios empresariales se colocaron plenamente frente al espejo. Al no más sumarse El Salvador al cierre comercial de las fronteras por 48 horas, definido en la reunión del SICA en Managua,
los empresarios comenzaron a cambiar su tono. El discurso de Colorado se modificó: “Hay que ver el otro lado de la moneda, en el sentido de que el presidente Zelaya venía en una actitud de no respetar los acuerdos de las instituciones democráticas… Zelaya se ha quedado solo porque se quedó sin partido, las instituciones democráticas lo han dejado solo y el apoyo popular es para el gobierno constituido recientemente”.

Al día siguiente, Federico Colorado se reunió con sus homólogos centroamericanos en un encuentro extraordinario de la Federación de Entidades Privadas de Centroamérica y Panamá (FEDEPRICAP), que tuvo como resultado la emisión de un comunicado conjunto de rechazo al cierre de fronteras aprobado por los gobiernos de Guatemala, Nicaragua y El Salvador.

La Federación de Cámaras de Comercio del Istmo Centroamericano (FECAMCO) hizo lo mismo y su presidente, el salvadoreño Jorge Daboub, aclaró que en el centro de la discusión estaba algo más que el tema de Honduras:
“Éste es un tema de seguridad jurídica, de respeto a los tratados de libre comercio, de principios de libertad económica y de respeto a la propiedad privada”.

De esta forma, Daboub reveló los verdaderos temas que están sobre la mesa y ejemplificó la afirmación de Rivas Gallont: el golpe de estado hondureño exacerbaba las contradicciones entre la derecha y la izquierda, “y no sólo en Honduras”.

EL ESPEJO DE FUNES
ES NEBULOSO

El Presidente Funes es quien ha tenido un espejo más nublado al balancearse en una cuerda floja en su manejo de la situación hondureña. Por un lado, ha sido consecuente con el respeto al principio de constitucionalidad y a las normas internacionales. Por otro lado, su distancia parece un intento para disuadir a la derecha salvadoreña de cumplir con sus amenazas. Jorge Velado, Vicepresidente de Ideología del COENA fue más claro al manifestar: “Si el presidente de El Salvador, Mauricio Funes, actúa como Zelaya, puede pasar aquí lo mismo que en Honduras”.

Las declaraciones del Canciller salvadoreño, Hugo Martínez, en la víspera del golpe fueron confusas. Cuando ya la mayoría de presidentes de América Latina denunciaban un golpe de Estado en ciernes, Martínez expresó sus votos por el respeto a la constitucionalidad hondureña sin condenar un golpe que, según sus cálculos, no se preveía aún. Por otro lado, el propio día del golpe, Funes fue el primer presidente del área que declaró su rechazo al golpe exigiendo la inmediata reinstalación del Presidente Zelaya. El mismo día mandó tropas para reforzar las fronteras y gestionó su participación en la reunión del SICA, en la que se sumó al embargo comercial de 48 horas.

Las chocantes reacciones del sector empresarial contra esta acción parecen haber provocado un paso atrás de Funes. Pidió la comprensión de los empresarios, justificando que el golpe militar ameritaba la imposición de medidas drásticas como el cierre de las fronteras. Y agregó que se podría crear un mecanismo, que no detalló, para compensar las exportaciones que no se realizaran durante el cierre de fronteras.

Es indiscutible que el gobierno de El Salvador ha dado su apoyo a las fuerzas anti-golpistas. Ha recibido a Mel Zelaya dos veces desde el 28 de junio y abrió espacios para una conferencia de prensa en la que participaron los presidentes de Argentina, Paraguay y Ecuador, el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, y el presidente de la Asamblea General de la ONU, el ex-canciller nicaragüense Miguel D´Escoto. Sin duda, la oferta de “hospitalidad” a Mel Zelaya ha sido bien cumplida por el gobierno salvadoreño.

Sin embargo, muchos analistas consideran que la hospitalidad queda corta como oferta diplomática, en un escenario que se ha convertido en el pugilato geopolítico más importante de este período. A estas alturas, no hay duda de que el gobierno de Estados Unidos, a pesar de su condena verbal del golpe, tuvo de antemano conocimiento de su preparación y no hizo nada para denunciarlo ni prevenirlo. Igualmente, más allá de las declaraciones, el gobierno de Estados Unidos no ha cortado ningún apoyo ni económico ni militar a los golpistas hondureños. Tampoco pasa desapercibido que los países del ALBA -alianza de la que Honduras forma parte- interpretan el golpe como una acción apoyada por Estados Unidos para frenar el avance de los países progresistas de América Latina. En este contexto, la hospitalidad puede ser un aporte autentico, pero no es suficiente y no responde a las expectativas populares en un gobierno del que esperarían ser más activo en la defensa de los intereses de los pueblos de la región.

EL PUEBLO:
LA VERDADERA BLANCANIEVES

Según el cuento infantil, cuando la malévola reina preguntó al espejo quién era la más hermosa, el espejo contestó que Blancanieves era la más bella. Es probable que si Donato Vaquerano preguntara lo mismo a su espejo, podría oír una respuesta parecida. En este caso, lo más hermoso son los valores humanos, como las muchas muestras de solidaridad y hermandad, de El Salvador con Honduras.

CCR, un gremio comunal de Chalatenango, fue contundente en su comunicado del 3 de julio: “Las comunidades organizadas de Chalatenango nos solidarizamos con nuestro hermano pueblo hondureño, con quien hemos tenido a lo largo de la historia lazos fuertes de solidaridad y lucha por la justicia, por lo que hoy condenamos enérgicamente el golpe de Estado como una maniobra desesperada de la derecha para detener el avance de los gobiernos democráticamente elegidos en Centroamérica”.

Este mismo sentir ha movido a distintos sectores del pueblo salvadoreño a movilizarse en múltiples ocasiones desde el 28 de junio. Distintas acciones han sido casi diarias durante este período y han tenido diferentes blancos: la Asamblea Legislativa, la embajada de Honduras en El Salvador, la embajada de Estados Unidos, Catedral y las dos aduanas fronterizas con el país vecino. Las acciones han tenido como finalidad apoyar las iniciativas de la fracción del FMLN: emitir una condena legislativa al golpe de Estado; provocar a la embajada salvadoreña en Tegucigalpa a posicionarse contra los golpistas; protestar contra la actitud de apoyo del arzobispo de San Salvador, Luis Escobar Alas al Cardenal Rodríguez, quien ha sido mano derecha de los golpistas hondureños; protestar contra la posición del gobierno de Estados Unidos; y realizar cierres comerciales “populares”, que afecten la economía de los empresarios que apoyan económica y políticamente a los golpistas.

SERÍA INGENUA LA IGNORANCIA

El movimiento social salvadoreño debe rendir homenaje al movimiento social hondureño por su inesperada capacidad de enfrentar un golpe de este tipo. Seguramente, ni los golpistas ni nadie esperaba que el pueblo hondureño tendría la capacidad de mantenerse en lucha de calles, casi a nivel nacional, enfrentar la represión selectiva y accionar bajo un estado de sitio durante un mes completo.

En este sentido, el movimiento social salvadoreño tendría que revisarse ante el espejo, con sus capacidades
y sus debilidades, para medir sus posibilidades reales de enfrentar una situación similar u otra parecida que podría presentarse en nuestro país.

Las cooperativas agrupadas en la Confederación de Federaciones de la Reforma Agraria Salvadoreña (CONFRAS) hallan un amplio eco en el pueblo salvadoreño al afirmar que “la derecha política y económica salvadoreña está deseando que el gobierno golpista hondureño se consolide. Sueñan con que esa misma receta podrían aplicar cualquier día contra el gobierno del FMLN”. Sea o no que potenciales golpistas contarían con las condiciones propicias en nuestro país, sería ingenuo de parte de los sectores populares, incluyendo al partido FMLN, ignorar esta posibilidad o un escenario similar con maquillaje salvadoreño. La forma en que ARENA y las otras fuerzas de derecha realizaron su campaña electoral, el manejo de la elección del Presidente de la Asamblea Legislativa, la de la Corte Suprema y la del Fiscal General, incluso los intentos dentro de las Fuerzas Armadas de bloquear el ascenso del actual Ministro de Defensa, David Munguía Payés, son muestras, señales, avisos.

ANTE EL PELIGRO
DE PERDER EL PODER

Los sectores populares no dudan que cuando la derecha centroamericana actúa, lo hace en bloque. Como afirma el ex-embajador Rivas Gallont, “Si los golpistas llegaran a prevalecer en Honduras, no hay duda de que eso envalentonaría a las derechas centroamericanas”. Tampoco dudan de que este bloque cuenta histórica y actualmente con el apoyo de las embajadas de Estados Unidos.

En su famoso libro llamado “Técnica del golpe de Estado” (1931), el polémico Curzio Malaparte, aún siendo voz crítica dentro del fascismo europeo, escribió: “El golpe de Estado es un recurso de poder cuando se corre el peligro de perder el poder”.

La revocatoria de la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos el 3 de junio, contra la voluntad expresa de Estados Unidos, fue un claro signo de que los escenarios del poder han cambiado en América Latina. Por lo tanto, también han cambiado los escenarios para las fuerzas de derecha en nuestros países. En estos momentos, no deben sorprendernos reacciones agresivas a iniciativas como fue la de la Cuarta Urna, orientada a iniciar el proceso de una Asamblea Constituyente en Honduras, con el fin de dar más poder al pueblo.

En este sentido, el llamado de Vía Campesina, “en nombre de la integración centroamericana, a acompañar a las organizaciones populares, indígenas, sindicales y campesinas que están en resistencia”, representa una forma de autodefensa para el pueblo salvadoreño que, desde las elecciones presidenciales del 15 de marzo, ya se manifestó
a favor de un cambio real.

EDUCADORA POPULAR. CORRESPONSAL DE ENVÍO EN EL SALVADOR.

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