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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 158 | Abril 1995

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Internacional

Copenhague: ¿éxito potencial de un fracaso?

La conclusión de la Cumbre de Copenhague es clara: la pobreza mundial es erradicable a corto plazo. Y hay recursos para ello. Lo que falta es la voluntad política para hacerlo. Y sobre todo, falta un nuevo modelo de desarrrollo económico y social.

Xabier Gorostiaga

La Cumbre sobre Desarrollo Social de Copenhague (6 12 marzo), que abordo el tema de la pobreza, el desempleo y la desintegracion Social en el mundo, es posiblemente la más importante de todas las cumbres internacionales celebradas. No sólo por el número de Jefes de Estado que acudieron, sino por la masiva participación de representantes de la sociedad civil y ONGs que llegaron a Dinamarca: unos 14 mil. Participaron en la Cumbre oficial, tanto en representación de sus ONGs como acompañando las delegaciones de gobierno. Se reunieron también en el Global Village, en lo que fue la Cumbre paralela de las ONGs de todo el mundo.

Pobreza, desempleo y desintegración social

El solo hecho de que en la celebración de los 50 años de Naciones Unidas se haya tenido que reconocer que la pobreza, el desempleo y la desintegración social son los hechos dominantes del mundo de hoy ya es extremadamente significativo. Por lo menos, implica admitir que estos problemas se han escapado del control de las instituciones internacionales responsables de ellos. El documento oficial de la Cumbre reconoce de forma explícita la gravedad de esta triple problemática, reconoce que el desarrollo económico y el desarrollo social son dos aspectos de un mismo proceso y reconoce que estos tres son los problemas principales del mundo, las prioridades que debe enfrentar la comunidad internacional en forma urgente.

Aunque los resultados de la Cumbre oficial hayan sido ambiguos y contradictorios y aunque reflejen la ausencia de voluntad política que el poder mundial tiene hoy para responder a este reto, este triple reconocimiento es un éxito. Un éxito en potencia dentro de lo que fue el fracaso formal de la Cumbre. Los temas están ahora sobre la mesa del mundo, en la agenda de todos y pesan sobre la conciencia internacional.

Ya no se podrá acusar de comunista o de radical a cualquier persona honesta o grupo social que reclame una política que erradique la pobreza, responda al desempleo o evite la desintegración social.

El fin de la guerra fría ha permitido desideologizar estos temas, que están en la base de la actual crisis de civilización. El modelo capitalista de mercado neoliberal está ahora ante el espejo de sus propios fracasos. Y ahora ésta desnudo, no puede cubrirse con el manto ideológico que tanto usó durante la guerra fría.

No faltan recursos, falta conciencia

En el Bella Center, sede de la Cumbre oficial, prevaleció una retórica repetitiva y cada vez más hueca. Hubo excepciones: las posiciones de los gobiernos nórdicos; el importante "testamento político" del Presidente de Francia François Miterrand el cáncer acaba su vida , reconociendo la responsabilidad y la falta de voluntad política de la comunidad internacional para enfrentar los problemas; las declaraciones de Nelson Mandela, de Fidel Castro y de representantes de algunos pequeños países del Sur.

Excepciones también los acertados análisis de representantes de organismos especializados de las Naciones Unidas: del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y del Centro de Investigaciones para el Desarrollo Social de Naciones Unidas (UNRISD). Destacable especialmente el papel de Juan Somavía, Embajador de Chile ante Naciones Unidas y arquitecto de la Cumbre Social, quien en repetidas ocasiones reconoció que el problema de la pobreza, el desempleo y la desintegración social no es un problema de falta de recursos, sino de falta de conciencia, de falta de voluntad política de los gobiernos y de falta de participación de la sociedad civil.

La actitud de Somavía fue también clave para abrir un mayor espacio a las ONGs en la Cumbre oficial y para hacer enlaces entre la Cumbre oficial y la Cumbre paralela de la sociedad civil.

Es fundamental que en cada país se dé seguimiento al conjunto de declaraciones y análisis de la Cumbre oficial, a sus 10 compromisos y a su plan de acción, para que no se queden en meras formulaciones retóricas. Es muy importante también rescatar los análisis y propuestas de las llamadas PreCom, que durante todo el año 1994 recogieron importantes contribuciones de numerosos actores sociales de todo el mundo.

Lamentablemente, toda esta fase preparatoria fue progresivamente "aguada", y al inicio de la Cumbre hubo que retomar los temas e introducirlos de nuevo en los documentos, a base de mucha presión, fortalecida ésta por las facilidades que el gobierno de Dinamarca dio a la prensa, la radio y la televisión, que realizaron un excelente trabajo informativo durante todos los días de la Cumbre.

Hoy la comunidad internacional dispone de un enorme bagaje de análisis y de propuestas que, trabajadas, son la base de un programa de acción y de una agenda de los pueblos. En este sentido, la campaña de los 180 días los que separan la Cumbre de Copenhague de la Cumbre de Beijing sobre la Mujer, en septiembre implica una clara voluntad de los representantes de la sociedad civil para evitar que todas estas contribuciones se queden en la retórica o en el papel.

América Latina logró un acuerdo entre los representantes de los Ministros de Acción Social con las ONGs latinoamericanas para reunirse en mayo/95 en Argentina. A fines de abril, estas ONG habrán tenido una reunión preparatoria en Quito para trabajar una agenda y un cronograma para la aplicación en América Latina de las propuestas de la Cumbre Social. Esperamos que la Cumbre Social Centroamericana, celebrada en San Salvador a finales de marzo, y cargada del desgastado oficialismo retórico, no sea un lamentable presagio para el resto del continente. Ya no se necesitan más declaraciones. Lo que urge es el plan de acción, los recursos y la voluntad política para aplicarlo y actuar.

El eje de la contradicción

La declaración alternativa de los ONGs que estuvieron en Copenhague ofrecemos aquí algunos fragmentos ubica con claridad la principal contradicción de la Cumbre. En el mundo falta una visión integrada y armónica, una visión global y sistémica del desarrollo social y del desarrollo económico. La visión fraccionada que domina en la ideología neoliberal de mercado no permite ni visualizar ni proponer ni implementar un desarrollo integrado, sostenido, equitativo y participativo. Es esta ideología neoliberal la que diversos autores llaman "fundamentalismo del mercado", "monoteísmo del mercado", "teología del mercado" la que ha provocado un reduccionismo y un simplismo tales que no permite enfrentar la temática del desarrollo en toda su complejidad e integridad. Sin enfrentarse a las relaciones de poder y sin reconocer que el mercado es fudamentalmente una relación social, no se puede enfrentar la contradicción básica de la civilización moderna: la concentración y centralización en muy pocas manos y en pocos países de la riqueza, de la información, de la tecnología, del poder político y militar, del control institucional.

La falta de democracia en el actual sistema de relaciones de poder hace que las "democracia de mercado" tan insistentemente preconizadas en la Cumbre de las Américas de Miami no impliquen más que un mercado monopólico y asimétrico y una democracia exclusivamente electoral y delegada, que no permite los mecanismos de transparencia, de participación y de rendición de cuentas ante la sociedad civil, en los que debe radicar la fuente originaria del poder para que exista genuina democracia.

¿De dónde saldrían los recursos?

Un segundo dato que la Cumbre Social dejó patente es éste: existen suficientes e incluso sobrantes recursos financieros para enfrentarse con éxito a la pobreza, al desempleo y a la desintegración social. Como insistía el chileno Juan Somavía, la crisis actual no es un problema de recursos. En múltiples discursos y en diferentes análisis se ubicaron cuatro fuentes de recursos que no implican nuevos costos para los ciudadanos de ningún país, sino que suponen tanto una reubicación de recursos con una prioridad social como una visión más sistemática del desarrollo. Estas cuatro posibles fuentes de recursos son:

1) El impuesto al capital financiero volátil. Un impuesto de un 0.5% al capital volátil y especulativo que se mueve hoy en el mundo y que tiene un monto aproximado de 900 mil millones de dólares tres veces las reservas de las bancas centrales de todo el mundo y aproximadamente de tres a cuatro veces el movimiento del capital productivo y comercial permitiría triplicar todos los recursos que actualmente se destinan en el mundo al desarrollo. A este impuesto se le llama Tobin tax, por ser el Premio Nobel de Economía, James Tobin, quien lo sugirió.

2)La reducción en un 3 5% de los gastos militares. Una reducción de los presupuestos militares anuales por valor de 815 mil millones de dólares es posible sin afectar la seguridad de ningún país y permitiría obtener una suma casi equivalente a lo que se dedica hoy en todo el mundo a la cooperación internacional.

3) El canje de deuda por desarrollo. Si los países más endeudados y con menores recursos pudieran dedicar un 50% de lo que pagan en servicio de la deuda a un fondo de reconstrucción para el desarrollo, dirigido especialmente a la lucha contra la pobreza, el desempleo y la desintegración social, se podría conseguir un monto superior a lo que es el total de la actual ayuda de cooperación al desarrollo.

4) Un impuesto del 0.7% a las grandes corporaciones internacionales. En los años 80 todos los Estados desarrollados se comprometieron en la ONU a aportar el 0.7% de su producto interno bruto a programas de cooperación al desarrollo en el Sur. Sólo unos pocos países lo han cumplido. Pero no sólo los Estados deberían comprometerse a aportar ese monto, sino también las 500 más grandes compañías y bancos transnacionales, que controlan y monopolizan hoy entre el 60 80% del comercio y de las transacciones financieras internacionales.

La ayuda no siempre ayuda

El problema no son los recursos. Incluso, hasta pudiera decirse que no hace falta echar mano de todos estos recursos potenciales. Con menos recursos se podrían enfrentar desde la raíz las causas de la pobreza, del des empleo y de la desintegración social si se tuviese una visión más integrada y democrática del desarrollo. Aquí radica la principal causa de la crisis de nuestro mundo.

Es el propio Banco Mundial quien reconoce que los miles de millones de dólares recibidos por Africa en la década de los 80 no han mitigado ni la pobreza ni el desempleo ni la desintegración social. Y la desertización y la miseria y la tribalización siguen avanzando, provocando crisis cada vez más traumáticas: la de Somalia, la de Ruanda, la de Burundi, la de Angola... Está claro: la ayuda no ayuda si no complementa un proyecto endógeno de desarrollo. El desarrollo no se puede importar o trasplantar desde fuera. Es un producto generado en la propia cultura, en las propias relaciones sociales y en el entorno histórico de cada país o región.

Es notable cuánto a aumentado, entre Río y Copenhague (1992 95) la crítica al "desarrollo" que propone el modelo neoliberal. Lo critican incluso jefes de Estado y ministros de los propios países desarrollados. Ya es algo. Indica que existe al menos una toma de conciencia de la gravedad del momento mundial y también de la necesidad de revisar el sistema y sus instituciones. Lo que no existe todavía es la acumulación de voluntad política para tomar las decisiones que de verdad respondan a esa gravedad y revisen el sistema. Esta dualidad, expresada de forma obvia en la Cumbre Social es, a la vez, un logro y un fracaso. Ese es el drama en el que estamos, el gran drama de la propia Cumbre.

SOBRE LAS ESPALDAS DE LA MUJER

Un sistema que sitúa el crecimiento por encima de cualquier otro objetivo, incluso del bienestar de las personas, destruye las economías en lugar de regenerarlas, explotando el tiempo, trabajo y sexualidad de las mujeres. Incentiva al capital a externalizar los costos sociales y medioambientales. Genera crecimiento sin aumentar el empleo, deroga los derechos de las trabajadoras y trabajadores y ataca el papel de los sindicatos. A lo largo de un proceso así, el sistema echa una parte desproporcionada de la carga sólo sobre las mujeres, erosionando su salud y bienestar y, por tanto, la de los que tiene bajo su responsabilidad. En definitiva, lleva a una distribución desigual en el uso de los recursos naturales entre y dentro de los países, lo que genera un apartheid social, alimenta el racismo, el conflicto civil y la guerra, y ataca los derechos de las mujeres y de los pueblos indígenas.

MAS PERDEDORES QUE GANADORES

No podemos aceptar el apoyo de los documentos oficiales
al nuevo orden comercial definido en el Acta Final de la Ronda Uruguay y en los Artículos del Acuerdo para el establecimiento de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Estos documentos no consideran que la liberalización del comercio a través del GATT y la OMC crean más perdedores que ganadores. Los impactos negativos serán desastrosos para los países pobres y para los pobres y trabajadores de todos los países. Los intereses de los productores locales resultan particularmente afectados en los artículos sobre inversión extranjera, biodiversidad y derechos de propiedad intelectual.

NO HAY UN MODELO UNIVERSAL

Al rechazar el modelo económico imperante no sugerimos la imposición de otro modelo universal. En su lugar, nos proponemos innovar y encontrar respuestas locales a las necesidades de la comunidad, promoviendo las capacidades y energías de las mujeres en completa igualdad con las de los hombres, beneficiándonos de valiosas tradiciones además de nuevas tecnologías.

TRANSFORMAR LA ECONOMIA LITAR EN ECONOMIA CIVIL

Los gobiernos de los países industrializados deben reducir su desproporcionada demanda de los recursos naturales disponibles, introduciendo la apropiada mezcla de incentivos, reformas en los impuestos ecológicos, legislación y sistemas de contabilidad ambiental para encontrar nuevos modelos de consumo y producción.

Los gobiernos del Sur tienen derecho a proteger a sus pueblos de los efectos del comercio desregularizado y liberalizado, especialmente en cuanto a la seguridad alimentaria y a la producción nacional. Tienen legítimo derecho a regular el mercado y a tomar medidas fiscales o legales con el propósito de combatir la desigualdad entre sus gentes. En este aspecto, se debe dar un trato preferente a Africa.

Los gobiernos deben comprometerse a reducir los gastos Militares, de tal modo que no excedan de sus gastos en educación y salud, y a incrementar la conversión de recursos militares para fines pacíficos. Ese "dividendo de paz" deberá ser distribuido de modo igualitario entre un fondo nacional y otro mundial de desmilitarización para el desarrollo social. Debe producirse una conversión de la economía militar en economía civil.

EL EJEMPLO DE MEXICO

En los 180 días que quedan entre la Cumbre de Copenhague y la Conferencia de Beijing demandamos una investigación independiente y una auditoría de las actuaciones del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. Tras el colapso financiero en México es esencial para la comunidad internacional evitar futuros desastres que puedan resultar de la negativa de las instituciones de Bretton Woods de alejarse de la agenda establecida por las comunidades financieras y corporativas, por el gobierno de los Estados Unidos y por los Ministerios de Finanzas del Norte.

(Extractos de la Declaración alternativa de Copenhague, elaborada por ONGs de todo el mundo).

El nuevo consenso emergente

La fatiga de cumbres no ha impedido, a pesar de todos los pesares y de todos los dramas, que una fuerza nueva y emergente se haya ido consolidando, desde la Cumbre de Río en 1992 a la Cumbre de Beijing en 1995. Posiblemente es ésta la realidad más alentadora que se experimentó en Copenhague. La sectorización, la fragmentación y la dispersión que caracterizaron las demandas de la sociedad civil en los 80 y a comienzos de los 90 está comenzando a ser superada. Las demandas sectoriales de los ecologistas, de las mujeres, de los sindicatos, de los pueblos indígenas, de los comunicadores, de la niñez y la juventud, de los pacifistas, etc., etc., comienzan a integrarse en un proyecto emergente alternativo con una visión común, unos valores comunes, unos intereses comunes y una gran alianza frente a amenazas también comunes. Esto no se percibía anteriormente a nivel de la sociedad civil, ni en los propios países ni mucho menos a nivel mundial.

Esta realidad es la más significativa y la más promisoria para el futuro. La posibilidad de ir gestando a partir de ella una agenda de los pueblos, un plan de acción común, un calendario de metas en tiempos concretos es lo que puede dar significado a lo que podríamos llamar el proceso de globalización desde abajo.

En este proceso predomina cada vez más evidentemente un pragmatismo audaz. Se combina la protesta con la propuesta y como se dijo en Copenhague se asume la necesidad de caminar sobre las dos piernas: hay que trabajar en las instancias oficiales, procurando multiplicar la fuerza política y a la par, hay que trabajar en todas las instancias paralelas y alternativas con una agenda propia y complementaria a la agenda oficial. Esta doble estrategia es absolutamente necesaria. Nace del reconocimiento claro y ya universal de la capacidad que tiene el sistema para cooptar, para paralizar y para, si es necesario, destruir la posibilidad de alternativas e incluso la posibilidad del espacio para pensar y trabajar alternativas.

Banco Mundial y FMI: evaluación independiente

Democratizar el sistema de Naciones Unidas y las instituciones financieras nacidas en Bretton Woods (Banco Mundial y FMI) fue una de las demandas prioritarias en Copenhague. El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional tienen hoy la capacidad de impedir y de abortar cualquier tipo de alternativa si mantienen sus actuales poderes, omnímodos e incontrolados. Los Estados más autoritarios del mundo son más representativos que las instituciones de Bretton Woods, afirmó en Copenhague el historiador Erick Hobsbawn.

Una evaluación y una auditoría independientes de la gestión del Banco Mundial y del Fondo Monetario, organizada entre la Cumbre de Copenhague y la de Beijing, fue una de las prioridades de la sociedad civil. Es fundamental conseguir la transparencia, la rendición de cuentas y la democratización de estas dos instituciones, especialmente ahora, cuando en el seno de ambas se están dando profundas confrontaciones provocadas por el fracaso de sus propias políticas neoliberales, sobre todo en Africa y en América Latina. Si este debate permanece encerrado dentro del feudo institucional de Bretton Woods pasarán muchos años y sucederán muchas tragedias antes de que se puedan encontrar soluciones a tantas crisis acumuladas y ascendentes.

La crisis social, financiera y política de México reconfirma que el sistema neoliberal es un fracaso. El país que fue presentado como modelo del éxito del ajuste estructural, el que fue elegido para ingresar en el Norte por la puerta grande del Tratado de Libre Comercio, cayó en sólo unos días en una crisis de dimensiones pavorosas con repercusiones globales.

A pesar de lo evidente, Michel Camdessus, Director del Fondo Monetario Internacional, en su discurso del 7 de marzo en Copenhague, a la par que reconocía que "todos hemos sido sorprendidos por la primera crisis financiera del siglo XXI", en vez de criticar el capital financiero volátil y los fenómenos especulativos que causaron la crisis, sugiere que para enfrentarse a "los inesperados cambios y contagiosos efectos en los sentimientos del mercado (market sentiment), un requisito es no debilitar el esfuerzo del ajuste estructural sino más bien mantener un ajuste estructural permanente". Para evitar estas crisis financieras sugiere Camdessus "más que luchar contra la inestabilidad de los movimientos del capital, se requiere tomar medidas de prevención, de vigilancia y sistemas de alarma" de forma que se puedan curar estas variaciones del mercado "con apropiados niveles de recursos, fortaleciendo las cuotas de capital, el rol de los SDR y los ESAFs.

Sorprendente: después de toda la experiencia ya acumulada y del efecto tequila provocado por la crisis mexicana, lo que se recomienda es "más de lo mismo". Cuando el clamor general señala que son las políticas de ajuste estructural y la especulación financiera de los 24 multimillonarios mexicanos las que han provocado ese estallido, se receta la misma medicina. Es una señal obvia de la gran contradicción, de la actual esquizofrenia. Y esto quedó patente en Copenhague para los que tuvieron ojos para ver y corazón para sentir.

La crisis es obvia, pero todavía no se encuentran los mecanismos y la voluntad política para enfrentar las causas de la crisis, La "teología de la inevitabilidad", que hace de la ideología del sistema neoliberal un dogma, y el fundamentalismo del mercado, que no aceptan cuestionamientos, están en el centro de la problemática. El Director del Estudio sobre Desarrollo Humano, de Naciones Unidas, el pakistaní Ul Hak, considera que retar a ese poder ideologizado es "la batalla política" del momento.

NO NOS SOBRA TIEMPO

Reconocemos que las relaciones de poder existentes no permiten la realización de nuestros objetivos. Nosotras/os, representantes de la sociedad civil global, solicitamos de los gobiernos y de los líderes políticos que reconozcan que el actual sistema ha abierto la más peligrosa fisura en la historia de la humanidad, entre una minoría rica que consume demasiado y una mayoría de la humanidad empobrecida en el Sur y también, de manera creciente, en el Norte. Ninguna nación dividida de un modo tan dramático ha permanecido jamás estable. Ninguna frontera o fuerza puede resistir la desesperación y el resentimiento que hoy está generando tan activamente un sistema fracasado.

No nos sobra mucho tiempo. Estamos a punto de dejar a nuestros hijos e hijas un mundo en el que ni nosotros mismos quisiéramos vivir. Pero encontramos una tremenda inspiración y esperanza en el hecho de que la comunidad global de ONGs, que participan masivamente en la Cumbre Social, pueda acordar una comprensión común y una estrategia para la permanente mejora de la Humanidad y la Naturaleza. Con una responsabilidad compartida podemos obtener de la actual crisis la creatividad necesaria para hacer una Comunidad Mundial que realmente funcione. Este es nuestro compromiso común al partir de la Cumbre de Copenhague.

(Declaración alternativa de Copenhague, elaborada por
ONGs de todo el mundo).

Crisis intelectual, vacío de teoría

Hay evidencias más que suficientes para comprobar que el sistema de mercado neoliberal ha fracasado. Perdura, en primer lugar, por una falta de voluntad política, por los costos que supone enfrentarse a un sistema de dominación que, por primera vez en la historia, es homogéneo y global. Perdura también por una crisis intelectual. Las posiciones ideológicas del neoliberalismo representadas por la Universidad de Chicago y en gran medida también por la Universidad de Harvard se consolidaron en torno a la crisis del socialismo de Estado y del fin de la guerra fría. Sin embargo, no existen ya ni el triunfalismo de finales de los 80 ni la confusión que acompañó el cambio de época. Y aunque todos reconocen que vivimos hoy en una era de incertidumbre y perplejidad, no se acepta por eso que la solución sea un modelo a todas luces insuficiente y contradictorio, que está provocando una inseguridad ciudadana de tal magnitud que puede transformarse acumulativamente en una situación de inseguridad geopolítica.

El actual vacío de alternativas demuestra, de todas formas, una profunda crisis intelectual y sobre todo, una profunda crisis ética. En Copenhague hubo momentos y encuentros de alta calidad intelectual y de profundidad ética que levantaron no sólo la esperanza sino que dieron base al optimismo de pensar que estaríamos comenzando a cruzar el umbral de la incertidumbre y la perplejidad. En el histórico y bello paraninfo de la Universidad de Copenhague, el Centro de Investigaciones para el Desarrollo Social de Naciones Unidas (UNRISD) convocó a un grupo de prominentes científicos sociales, Premios Nobel, académicos y rectores de universidades de todo el mundo. Al terminar la Cumbre, después de un fin de semana que parecía haber agotado las energías de todo Copenhague, 300 500 personas asistieron a diversos paneles para reflexionar y contribuir a repensar el desarrollo social.

El Director de UNRISD, Daram Ghai, hizo énfasis en la actual crisis intelectual y en la crisis de compromiso que existe en el mundo académico y en el de investigación de las ciencias sociales. El reconocimiento de esta crisis dijo es aprovechado por el simplismo y reduccionismo del economicismo neoliberal, que pretende explicar la complejidad de la realidad y de los cambios globales en términos puramente economicistas y de dinámica de mercado. La historia, la cultura, la integralidad de la sociedad y de la vida, sus valores, sus intereses, sus contradicciones y su dialéctica se encuentran hoy ante un vacío teórico: ésta fue su dramática conclusión.

El Rector de la Universidad de Copenhague, Kjelk Mollgard, puso el acento en que no se puede resolver la crisis social incrementando el crecimiento económico, sino incrementando el conocimiento y la democratización. "La teoría es el elemento más necesario en un cambio de época" afirmó , remarcando que intentar reducir la sociedad a un mecanismo de mercado y al ser humano a homo economicus es una amenaza para la paz, la democracia y para el propio desarrollo económico social. El reconocimiento de que existe una crisis intelectual y una crisis de teoría para esta época de cambio es uno de los retos más provocativos que provienen de Copenhague.

Solidaridad, compasión, dignidad

El Estado recordó el historiador de las universidades de Cambridge y Londres, Erick Hobsbawn fue creado en gran parte a través de un sistema de organización de los procesos educativos. La homogenización forzada que se estableció en los países del Este y en los del Oeste, a través de mecanismos diferentes pero en cierta forma comunes en sus objetivos, se enfrenta hoy a las culturas, a las identidades y a las nacionalidades, que demandan un espacio vital para su realización histórica. Hasta nuestro días recordó también la nacionalidad ha sido definida por marcos geográficos y fronteras territoriales, donde la ciudadanía respondía a la comunidad Estado. Sin embargo, en la década de los 90, la supranacionalización de las instituciones, el mercado global y la creciente globalización cultural, están exigiendo una ciudadanía planetaria cuyas instituciones, cultura y organización política no existen aún.

El "monoteísmo del mercado" trata dar respuesta a esta situación. Pero en la Universidad de Copenhague se reflexionaba en otra dirección: es necesaria una fusión integradora y simbiótica entre el Estado, el mercado, la sociedad civil y las raíces culturales e históricas de cada sociedad. Frente a la geopolítica y a la geoeconomía dominantes en las décadas pasadas se enfatizaba la reflexión en el papel de la geocultura y de la raíz cultural del desarrollo. Y en la necesidad de un nuevo contrato social a nivel planetario, con sus instituciones, con un nuevo orden jurídico y económico mundial, que supere esta civilización antagónica en la que sobrevivimos y que nos lleve a una sociedad más integrada, más democrática y sostenible y, por tanto, gobernable.

La complejidad de todos estos análisis no encajaba con el simplismo y reduccionismo de los discursos dominantes en la Cumbre oficial. El nuevo lenguaje y la nueva visión contrastaban con el lenguaje oficial. La calidad de la vida, la solidaridad, la compasión, el compromiso, la democracia genuina, el compartir la diversidad para enriquecernos mutuamente, el superar la sociedad de enclaves y de inseguridad, la democratización del conocimiento, de la tecnología y del poder, el reencuentro con la propia dignidad como corazón de la economía política, la negociación de los estilos de vida para superar el sobreconsumo y el mal desarrollo de las minorías satisfechas de la civilización de la copa de champán... Hablar de todas estas realidades fue creando en Copenhague un ambiente intelectual y espiritual que abría a la esperanza, a pesar de la falta de creatividad, del miedo y de la perplejidad que dominó la Cumbre oficial.

Por una ciudadanía planetaria

Concluido el evento Copenhague, apenas se inicia el proceso que abre esta Cumbre. La conclusión fundamental de la reunión es que la pobreza es erradicable en el mundo a corto plazo. Que existen recursos para hacerlo. Que existen instituciones y actores dispuestos a enfrentarse a este reto. Pero que falta la voluntad política y el compromiso de los Estados y de las instituciones internacionales. Y sobre todo, que falta un nuevo modelo de desarrollo económico y social.

La conclusión que alimenta nuestras esperanzas es que, frente a las burocracias desculturizadas y a las élites educadas muy sofisticadamente pero sin corazón, emerge desde abajo una inteligencia creativa y comprometida con la cultura, con la ética y con la identidad de los pueblos. La inteligencia de millones de seres humanos que aspiran a una ciudadanía planetaria.

ESTE "MERCADO LIBRE" NO ES LA SOLUCION

Esperábamos que la Cumbre Social se ocuparía de las causas estructurales de la pobreza, el desempleo y la desintegración social. Además, de la degradación medioambiental. Y que pondría a la gente en el centro del proceso de desarrollo. Y aunque durante el proceso de negociación de la Cumbre se consiguió algún avance en la introducción de temas claves en la agenda, creemos que el marco básico adoptado entra en contradicción frontal con los objetivos del desarrollo social igualitario y sostenible. El hecho de que los documentos afirmen que las "fuerzas del mercado libre y abierto", que no rinden cuentas, son la base para organizar las economías nacionales e internacionales agrava, y no contribuye a solucionar, la actual crisis social global. Esta premisa equívoca pone en peligro la realizacion de los objetivos definidos en la Cumbre Social.

(Declaración alternativa de Copenhague, elaborada por
ONGs de todo el mundo).

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