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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 205 | Abril 1999

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El Salvador

Reflexiones después del huracán electoral

El Salvador necesita una oposición de izquierda. Pero no una izquierda abierta exclusivamente a los militantes de la izquierda, sino al servicio de las mayorías, representando los intereses de toda la sociedad. ¿Estará el FMLN, hoy roto y públicamente enfrentado consigo mismo, a la altura de este reto?

Ismael Moreno, SJ

El primero de junio, Armando Calderón Sol pondrá la banda presidencial a su sucesor Francisco Flores, iniciando así ARENA su tercer período consecutivo al frente del gobierno salvadoreño. Y si en las diversas coyunturas se continuara deteriorando la oposición, ARENA recuperará el control político del país en las elecciones legislativas y municipales de marzo del año 2000.

Los dirigentes de ARENA ya han puesto en marcha todos sus dispositivos para recuperar 14 de los 28 escaños de diputados que hoy tiene el FMLN en la Asamblea Legislativa, aprovechándose del descalabro del FMLN en las elecciones presidenciales. Los areneros están haciendo leña del árbol caído y ya comenzaron su campaña. Alfredo Cristiani, Armando Calderón Sol y Paquito Flores se fueron de gira por el país, agradeciendo al pueblo su apoyo en las urnas y promocionando a la esposa de Flores, la nueva Primera Dama, para candidata a la alcaldía de la capital.


Rostro nuevo, partido desgastado

Francisco Flores ganó la Presidencia de la República como resultado de una serie de carambolas coyunturales. Del oscuro puesto de burócrata de segunda que tuvo durante el gobierno de Cristiani, pasó a ocupar la Presidencia de la Asamblea Legislativa, destrabando así la polarizada pugna entre los dos partidos mayoritarios. Desde este espacio fue lanzado a la candidatura presidencial en un momento en que los sectores en pugna de ARENA estaban incapacitados para aceptar cualquier otro candidato de uno o de otro grupo. Ahora Paquito ya está listo para ocupar la Presidencia de la República.

Francisco Flores tiene el inmenso desafío de venderle a la sociedad salvadoreña a una derecha moderna, capaz de dialogar y responsable. En su campaña electoral así lo intentó. Una de sus asesoras lo previó: si Francisco Flores ganaba en la primera vuelta, contaría con mayores espacios para actuar con independencia dentro de ARENA, puesto que, en gran parte, su triunfo se debió a su propio rostro, nuevo en medio de un partido desgastado por el tiempo y confrontado internamente. Ahora, aunque los sectores internos de ARENA mantienen su fuerza, Flores no está obligado a negociar con ellos a cualquier costo. Puede, debe y va a negociar, pero su triunfo en primera vuelta y por sus propios méritos le da un buen margen de autonomía.

La autonomía de Flores deberá reflejarse en la elección de su equipo de gobierno. Se habla de nombres muy vinculados a sectores progresistas, incluso de algunos ex-miembros de la guerrilla, todos con capacidad técnica y experiencia de alcance nacional. Si en su equipo de gobierno integra a personas de diversos sectores, si rompe con el sectarismo, y si amplía el abanico de pensamientos, Flores estaría inaugurando un gobierno con capacidad para iniciar la búsqueda de respuestas a los grandes problemas nacionales.

Con tres Asambleas

Los sectores duros de ARENA recibieron el triunfo de Flores en las urnas restando importancia a lo que resultó decisivo: la figura del candidato. Desde el primer momento intentaron negociar la conformación de un equipo de gobierno con gente que respondiera a intereses partidarios y no a intereses nacionales. Además del desafío de enfrentar estas presiones, Flores encabezará un gobierno con márgenes limitados de decisión, puesto que en su primer año de gestión tendrá una Asamblea Legislativa muy dividida, y en los siguientes años deberá gobernar con otras dos asambleas, de acuerdo al sistema electoral salvadoreño que establece elecciones presidenciales cada cinco años, mientras que las elecciones legislativas y las municipales se celebran cada tres años, un año después y un año antes de las elecciones presidenciales.
Con este peculiar sistema electoral, la Presidencia estará sometida a procesos aún no definidos, según se agrupen y reagrupen las diversas fuerzas políticas en los próximos cinco años.

Señal: equipo de gobierno

En la medida en que se toma distancia de las elecciones del 7 de marzo, los análisis tienden a integrar nuevos elementos. El triunfo de ARENA, aunque frágil, no lo fue tanto como se analizaba al calor del evento electoral. A pesar de su desgaste y de las confrontaciones internas, ARENA recibió en sus 650 mil votantes, a muchos más de quienes conforman su "voto duro", que ronda el medio millón. Estas cifras generan al interior de ARENA un doble -y contradictorio- planteamiento.

Los duros de ARENA ven en el caudal de votos la confirmación de la fuerza del partido, y no tanto la atracción por la novedosa figura del candidato. Esta es la valoración que hace el grupo de Cristiani, y también el grupo de Acosta, actual Ministro del Interior y representante en el gobierno del ala arenera más ultraderechista, reserva pura de la tradición escuadronera.
En los primeros días después de las elecciones, las disputas de estos dos grupos por tener presencia en el equipo de gobierno de Flores, parecían definir la coyuntura dentro de ARENA y la propia conformación del equipo de gobierno de Flores.

Pero existe otro planteamiento. Los votos que superaron el "voto duro" arenero estarían expresando la fortaleza de Flores y de su equipo asesor y demostrarían lo acertado de su estrategia y metodología, tan acremente criticadas por los sectores duros del partido, especialmente en los primeros meses de campaña. Así, los resultados abrirían la oportunidad para un gobierno distanciado de la tradición centralista, vertical y confrontativa que ha caracterizado a quienes fundaron ARENA. De cómo se decanten estas contradicciones depende en gran medida el derrotero del nuevo gobierno. Y la señal inequívoca de la decantación estará en la conformación del equipo de gobierno que acompañará al nuevo Presidente.

Intolerancia o renovación

Los dirigentes de ARENA, enfrascados desde hace meses en disputas internas, hoy saben que el poco tiempo que queda para las elecciones legislativas del 2000 lo deben aprovechar para dos objetivos muy importantes. El primero, poner en marcha un gobierno que presente a la sociedad un rostro diferente y novedoso. Esto les exige realizar a corto plazo obras visibles: continuar con la ampliación de las vías de comunicación, apoyar de inmediato y sin demasiados trámites a los sectores rurales, asistir a los damnificados del Mitch y evitar al máximo el que aparezca la corrupción de los funcionarios. Un equipo de gobierno con rostros no ligados a la actividad partidaria, valiosos por su capacidad profesional y con trayectoria política moderada fortalecerá este primer objetivo.

El segundo objetivo es crear una estrategia al interior del partido que asegure la renovación de un sector sustantivo de sus diputados y alcaldes, integrando en estos cargos a personas con mayor liderazgo, con un discurso moderado y con capacidades ejecutivas respecto a los problemas de las comunidades. Para lograr esto, existe en ARENA la tendencia a limitar sus antiguas alianzas con el PCN y el PDC y a apoyar al Centro Democrático Unido (CDU) promocionándolo como una oposición mucho más seria que el FMLN.

A pesar de metas novedosas, ARENA sigue siendo fiel a su legado histórico de intolerancia e intransigencia. Asomos de esta herencia se percibieron después de los resultados de la contienda, cuando Cristiani respondió a la propuesta de Flores de formar un gabinete con personas de diversos sectores, afirmando que si el partido había ganado tenía el derecho de un gobierno sólo con su propia gente. Sin embargo, se impuso la tendencia que propone dejar en remojo las diferencias internas para tener un gobierno abierto que asegure un mayor control del Estado y profundice la debilidad del FMLN. Está claro que estos cálculos y apuestas serían impensables sin un FMLN roto y públicamente enfrentado consigo mismo.

FMLN: estallido por el fracaso

Para el FMLN, la olla de presión se destapó de golpe al día siguiente de las elecciones, cuando la militancia radical del departamento de La Libertad -tradicional bastión de los partidarios de Schafick Handal y Leonel González- anunció que había llegado la hora de "cortar cabezas". Una semana después, el 15 de marzo, Facundo Guardado renunciaba al cargo de Coordinador General del FMLN. La renuncia era un grito con el que desafiaba a sus adversarios dentro del FMLN, a quienes acusó de ser responsables de la derrota, de estar fanatizados y de impedir la apertura del Frente a los retos de la sociedad salvadoreña.

La respuesta no se hizo esperar. Fue Dagoberto Gutiérrez -de la tendencia radical revolucionaria- quien dio el tono a las primeras respuestas. "El fracaso no hay que buscarlo sino en la fórmula presidencial, yo no podía pedir a las bases del partido que votaran por una fórmula en la que yo no creía, y por la que nunca votaría", dijo con aplomo Gutiérrez, a quien se le adjudica la autoría del documento que circuló en 1998 sobre las confrontaciones entre la línea ortodoxa y la renovadora en el FMLN.

Dagoberto afirmó que Facundo renunciaba, víctima de su propia cobardía para encarar los resultados de las elecciones. Schafick Handal, viejo zorro de la izquierda, tuvo mayor moderación y afirmó que la renuncia de Facundo había que verla positivamente: libre de la dirección del partido, se situaba en una mejor posición para evaluar y discutir abiertamente los errores del Frente y para definir una nueva estrategia.

Todo parecía desmoronarse cuando el 19 de marzo el Consejo Nacional del FMLN anunciaba a la sociedad salvadoreña el acuerdo de "reanimar el compromiso por el respeto a la normativa interna, el derecho al debate y reflexión para la construcción de un FMLN cohesionado". "Menos mal -dijeron simpatizantes de base-, que existe todavía mente para entender que mientras más nos dividimos, más fuerte hacemos a ARENA". En el acuerdo del FMLN se expresaba la decisión de radicales y renovadores de integrar una Comisión -tres renovadores y tres radicales- para preparar la Convención de abril del FMLN.

Después del vendaval

Varias voces al interior del Frente surgieron con nuevos argumentos, buscando evitar que el desmoronamiento llegara a ser el desenlace final del partido de la izquierda. Voces que llamaron a la cordura y convocaron a buscar los necesarios caminos del diálogo y de la discusión seria, en lugar de los insultos y los ajustes de cuentas. Gerson Martínez -de la fracción del FMLN en la Asamblea Legislativa, y antiguo comandante de las FPL- expresó que bajo ningún punto de vista aceptaba que lo matricularan con alguna de las corrientes enfrentadas dentro del FMLN, señalando que, como él, existía mucha gente en el Frente, cansada de tantas confrontaciones estériles. Martínez insistió en las muchas oportunidades de las que el FMLN dispone para revertir la situación y hacer evaluaciones de fondo para diseñar una estrategia de futuro, saliendo de las acusaciones e intrigas personales.

Eugenio Chicas -también diputado y antiguo comandante guerrillero- admitió haber estado en contra de la candidatura de Facundo para la Presidencia, pero reconoció su capacidad y su esfuerzo por mantenerse a la altura del reto electoral. Chicas supo aceptar las críticas hechas a su sector radical por oponerse intransigentemente a candidaturas tan amplias y maduras como la de Héctor Silva, siguiendo las orientaciones de Facundo Guardado. El dirigente radical aceptó que esta intransigencia estaba en la base de la derrota del Frente.

Así, con el tiempo, el debate público se fue colocando más allá de la coyuntura inmediata y de las acusaciones personales. Y después del vendaval de dimes y diretes, los dirigentes del FMLN tratan ahora de interpretar el desafío que les plantea la sociedad y especialmente, las miles de familias que tienen en su corazón la memoria de la sangre derramada por un país más compartido. Tratan de entender que si el Frente no es capaz de manejar sus propios problemas, jamás será capaz de manejar los problemas del país.

La izquierda necesaria

Tras el acuerdo del FMLN del 19 de marzo, el movimiento de las ideas se fue configurando en torno a la necesidad que El Salvador tiene de un partido de izquierda con el que se sientan identificados muchos más que quienes son militantes del Frente o quienes dicen ser de izquierda. Un partido de izquierda exclusivamente para gente de izquierda no es lo que necesita el país. Urge un partido que recoja las inquietudes más hondas y amplias de una sociedad que debe hacer oposición a una derecha muy estructurada y con mucho más poder que el que ya tenía hace dos años. Si no se logra estructurar esta oposición, con capacidad para abrir un debate nacional que busque alternativas de futuro, El Salvador estaría perdiendo tal vez su última oportunidad.

¿Final del FMLN?

El FMLN sigue siendo la instancia política capaz de estructurar esa oposición. ARENA necesita y busca una oposición, pero quiere una a su medida, la que legitime sus logros. Sin embargo, El Salvador necesita no una oposición según las necesidades de la derecha, sino una oposición que valga por sí misma, porque represente los intereses no satisfechos de las mayorías. Una oposición que genere críticas al poder y proponga alternativas a la sociedad entera, que cuestione la gobernabilidad que pretende la derecha y que asuma la responsabilidad de canalizar el descontento de las mayorías.

Tomadas las distancias del hecho electoral y de los pleitos internos que afloraron tras la renuncia de Facundo, sería un error y hasta una irresponsabilidad ver la realidad actual del FMLN sólo desde la perspectiva de la debacle. Ya desde los primeros conteos de votos afloraron los comentarios que insistían en confirmar el fin del FMLN, interesados en pronosticar que tras la derrota comenzaría el ajuste de cuentas y el cobro de facturas, protagonizados especialmente por quienes siempre adversaron la candidatura de Facundo Guardado. Naturalmente, es real la posibilidad de que el abordaje del necesario debate inconcluso al interior del FMLN desencadene mayores confrontaciones y lleve a una posible división o desarticulación de la estructura partidaria. Pero el FMLN tiene suficientes recursos y reservas como para augurar que este desastroso final no es el único posible.

Indiscutible segunda fuerza

Los votos situaron al FMLN como una segunda fuerza, a pesar de sus confrontaciones internas, de la debilidad de la fórmula presidencial que presentó y de la campaña millonaria con que le atacó ARENA.

En las elecciones presidenciales de 1994, el FMLN disputaba con el PDC el segundo lugar. En estas elecciones, el que fuera segunda fuerza estuvo siempre fuera de discusión. Los cálculos se hacían sobre qué partidos ocuparían la tercera fuerza: PDC, CDU o PCN, y todos a mucha distancia del FMLN. El FMLN mantuvo prácticamente el mismo caudal de votos que alcanzó en las presidenciales de 1994, y disminuyó en 21 mil los votos obtenidos en las legislativas y municipales de marzo de 1997.

El FMLN sigue siendo una importante fuerza política en el país, es un partido muy joven en tal campo político y electoral -cinco años participando en elecciones: dos presidenciales (94 y 99) y una municipal y legislativa (97)-, y aunque su resquebrajamiento es una posibilidad, también lo es un escenario de lucha más acertada y de fortalecimiento interno.

La oposición necesaria

Un error importante del FMLN fue orientar sus debates hacia el objetivo interno del control del partido, perdiendo así la perspectiva de su responsabilidad con toda la sociedad salvadoreña, y hasta la perspectiva coyuntural de derrotar a ARENA. Enfrascados en discusiones internas, los militantes y dirigentes del FMLN debían esforzarse ahora por avanzar hacia la consolidación de una oposición fuerte. El Salvador necesita una oposición que cuestione las estructuras del poder y cree espacios de empoderamiento para las mayorías golpeadas por las dinámicas excluyentes del modelo económico. La coyuntura de las recientes elecciones presidenciales no era adecuada para que el control del poder del Estado fuera el objetivo prioritario. Era una coyuntura para afianzarse como oposición. Hoy, más aporta el FMLN como oposición firme que como rectora del gobierno desde la Presidencia.

Pero ni el FMLN definió una estrategia para la toma del poder ni la definió para situarse como una oposición respetable y representativa de los intereses de las mayorías. Y así, tras las elecciones, el FMLN está mucho más debilitado que al inicio de la campaña electoral. Sin embargo, los resultados electorales obtenidos le replantean desafíos postergados.

FMLN: hacia el año 2000

En los próximos cinco años el FMLN tiene la oportunidad de reorientarse hasta llegar a ser una alternativa real en el siguiente período presidencial. Pueden jugar a su favor las elecciones municipales y legislativas del año 2000. Aunque el FMLN perdió votos para la Presidencia en el área del Gran San Salvador, el alcalde Héctor Silva ha realizado una buena gestión, con esfuerzos titánicos en el reordenamiento urbano, dentro del plan de recuperación del centro histórico, un proyecto que ninguna administración anterior se atrevió a realizar, a pesar de lo urgente que venía siendo desde hacía muchos años. Silva puede llevar al FMLN a un segundo triunfo electoral en la capital, continuando una gestión con mayor participación ciudadana para hacer frente a problemas serios y pendientes que afectan a gran parte de la población.

Un segundo factor que puede jugar a favor del FMLN es el trabajo que realicen los diputados en la Asamblea Legislativa, especialmente en temas sensibles como el medio ambiente, la protección de la familia, la seguridad ciudadana, los programas de incentivos a la producción de medianos y pequeños productores rurales y urbanos y la orientación y fiscalización de los fondos destinados a la reconstrucción tras el desastre ocasionado por el Mitch en los departamentos del Oriente, especialmente en el Bajo Lempa.

Temores de los empresarios

Para que el FMLN tenga capacidad de reponerse tiene que rescatar lo perdido con sus divisiones. Tiene que superar el descrédito que provocaron en muchos sectores de la sociedad, especialmente entre los de clase media urbana, sus confrontaciones internas. Tiene que dejar atrás la inseguridad generada en un importante sector empresarial que, aunque convencido de que un gobierno del Frente no afectará a la empresa privada, desconfía de la capacidad administrativa del Frente y de su responsabilidad en el manejo de las crisis económicas y financieras. Por esto, el sector más abierto del empresariado salvadoreño prefiere apoyar una candidatura moderada de ARENA o una candidatura de centro, como se vio en el apoyo de algunos sectores empresariales al Centro Democrático Unido.

Después de tres campañas...

El FMLN tiene que fortalecer a su propia militancia. Es curioso que en departamentos como San Salvador y La Libertad, en donde el Frente ya había alcanzado triunfos importantes, sus votos se vieron sustancialmente disminuidos. Aunque los votos por el FMLN crecieron en 9 de los 14 departamentos del país, la pérdida, en el total, de 21 mil votos, respecto a las elecciones de marzo de 1997, se dio especialmente en San Salvador y en La Libertad. Sólo en San Salvador se estima que unos 30 mil votantes de otros años decidieron retirarle su apoyo. Es en estos dos departamentos donde tiene sus bases mayoritarias el sector de Leonel González, Schafick Handal y Dagoberto Gutiérrez. Hubo también municipios de tradición efemelenista y de alcaldes con liderazgo indiscutible en donde, curiosamente, el FMLN perdió las votaciones. Es de suponer que en estos lugares las confrontaciones se expresaron en llamados a la abstención.

La división interna del Frente afectó la misma campaña electoral. Hay analistas que hablan de tres campañas diferentes al interior del Frente. La primera, la de Facundo, que se rodeó de un grupo de asesores de Estados Unidos. Esta campaña buscaba presentar al FMLN, y especialmente a Facundo, con un perfil muy abierto. La estrategia hizo un esfuerzo por restarle "izquierdismo" al Frente, mostrando al candidato como un hombre tranquilo, negociador y constructor de puentes hacia el centro, buscando restarle peligrosidad y desdibujar su anterior trayectoria guerrillera.

Una segunda campaña fue la no campaña del sector de Leonel González y de Schafick Handal. Este sector decidió reducir sus actividades a la mínima expresión, dejando que Facundo desarrollara su campaña, sin restar pero sin aportar. Algún sector -no ligado necesariamente a González o a Handal- llegó a realizar actividades antifacundistas y, como en el caso de algunas alcaldías, orientó a la militancia al abstencionismo.

Una tercera campaña fue la realizada por la candidata a la vicepresidencia, Nidia Díaz, con una clara orientación de izquierda, que en la práctica se distanció claramente de la campaña de Facundo, aunque en el último mes se dio un acercamiento, forzado por la derrota que ya se veía venir.

FMLN: "nuestro enemigo"

Muchos en el FMLN están conscientes de que el trabajo interno debe ser emprendido a ritmo forzado porque ya el tiempo para las elecciones municipales y legislativas empezó a correr. Con el desafío de la recomposición interna a cuestas, el FMLN debe convencer a unos 250 mil votantes más para salir airoso en las urnas en el año 2000. La carta más importante que tiene que saber jugar es su misma identidad como partido de izquierda. Y no bastará con el cambio de rostros o la renovación de algunos dirigentes. Hay mucho más que definir y debatir. Muy bien lo supo expresar uno de sus dirigentes: "Por el momento, nuestro enemigo ahora no son los otros, sino nosotros, nuestra propia manera de administrar las diferencias internas".

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