Envío Digital
 
Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 107 | Septiembre 1990

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Nicaragua

UNO y FSLN: la división en escena

Hay tensiones y divisiones tanto en la UNO como en el FSLN. Ambos bandos las superarán. Hay experiencia política en ambos bandos y la realidad los obliga. Lo más preocupante no es la división de los unos o de los otros. Lo más grave es la división de Nicaragua.

Equipo Envío

"Los sandinistas están acabados. Tienen tensiones dentro del ejército. Entre ellos, están divididos entre los cabezas calientes que no han entendido su derrota y sólo piensan en asonadas y en barricadas, y una minoría que quiere otra cosa, pero no sabe ni qué es lo que quiere. Dentro de la misma Dirección Nacional hay divisiones. El frentismo tiene los días contados. Es ya parte del pasado". (Dirigente de la UNO en Radio Corporación)

"El gobierno de la UNO no es viable, es el más frágil que ha existido en la historia de Nicaragua. Tumbarlo sería bien fácil. Tienen divisiones entre ellos, que cada vez se les complican más. ¿En qué lugar del mundo se ha visto tamaña enemistad entre la Presidenta y el Vicepresidente de un país? Entre los ministros hay problemas, entre los dirigentes de los partidos hay problemas, en las bases tienen problemas. Es un desastre". (Dirigente sandinista en Radio YA)

Polarización y despolarización: tendencias post-electorales

Los resultados electorales del 25 de febrero no sólo sorprendieron a ganadores y a perdedores. Revelaron a unos y a otros, a todos, la profunda polarización del país: las dos fuerzas políticas antagónicas, la coalición UNO y el FSLN, consiguieron entre ambas el 95.5% de los votos y los partidos de centro no superaron el 3.2% de las preferencias del electorado.

Paradójicamente, la polarización expresada en los votos llevaba encerrada en su entraña la voluntad popular de que de el país se despolarizara para alcanzar así la paz y una mejoría económica. Una gran parte de los que votaron por el FSLN, además de reafirmar así una opción ideológica, estaban apostando por el fin de la guerra, convencidos de que la victoria sandinista en las urnas significaría el fin de la ayuda norteamericana a la contrarrevolución armada. Más allá de la opción antinsandinista y pro-norteamericana de un sector de la población nicaragüense, una gran parte de los que votaron por la UNO juzgaron que el fin de la guerra a corto plazo sólo estaba garantizado si llegaban al gobierno quienes eran amigos declarados de los norteamericanos.

Esta paradoja polarización-despolarización se manifestó nuevamente ante el Protocolo de Transición, firmado el 27 de marzo entre el gobierno entrante y el saliente. El actual Ministro de la Presidencia, Antonio Lacayo, y el General Humberto Ortega encabezaron las negociaciones que culminaron en ese acuerdo. Aunque este primer paso de entendimiento -y despolarización- es suficientemente claro en su términos, tanto en lo que se refiere a los aspectos militares como a los aspectos civiles, en estos últimos deja abierto -quizás era inevitable en aquel momento- un amplio margen de interpretación y de acción para cada una de las dos partes.

A pesar de su base de sensatez, el Protocolo fue durante objetado por el sector más derechistas de la UNO y, desde un punto de vista totalmente opuesto -y con mucha menor beligerancia- por algunos sectores revolucionarios, sandinistas o no. Se comenzaban ya a dibujar, más allá de la polarizada confrontación UNO vs. FSLN que evidenciaron las elecciones, cuatro corrientes políticas en el país. Por un lado, las dos que, pese a sus visiones opuestas de la realidad nacional, llegaron a un concertación mínima en el Protocolo. Y por otro, las dos que desde posiciones más extremas, tanto a la derecha como a la izquierda, se opusieron -o al menos disintieron- del Protocolo. Era ésta la nueva forma en la que se expresaba en Nicaragua la unidad de contrarios y las contradicciones ante la unidad.

El fin de la guerra militar dio paso al inicio de una aguda "guerra social", expresión dominante que ha tomado hoy el conflicto de intereses siempre presente e el país. En sus primeras semanas, el gobierno de la UNO lanzó una decidida y acelerada ofensiva contra el Poder Legislativo, contra el Poder Judicial y contra el poder popular. Decretos inconstitucionales, presiones financieras -sobre la Asamblea Nacional y sobre el Poder Judicial para ampliar a su favor la Corte Suprema- y una política económica de corte monetarista, que golpeaba en lo inmediato a la mayoría del pueblo pobre sentado las bases para el desmantelamiento de los logros estructurales de la revolución, fueron las líneas maestras de estas ofensivas.

La reacción ante esta ofensiva gubernamental fue igualmente decidida y en los dos primeros meses de gobierno de la UNO, Nicaragua fue sacudida por dos poderosas huelgas. La primera paralizó las instituciones del Estado y la segunda paralizó al país. Las características de la segunda huelga -en julio- y la inflexibilidad mostrada por el gobierno, alentada por extremistas de derecha, colocó a la nación al borde de una guerra civil.

Más allá de las negociaciones que acompañaron estas dos huelgas y del cumplimiento o incumplimiento de los acuerdos, lo ocurrido mostró que en la actual correlación de fuerza existen una capacidad de veto del gobierno sobre la actividad de las fuerzas populares. Y viceversa: también las fuerzas populares tienen la capacidad de votar los planes del gobierno.

La UNO: entre el sector de Godoy y el de Lacayo

El test de las barricadas, en la segunda huelga, hizo aparecer ya con nitidez en el escenario político nacional a las cuatro corrientes políticas que habían comenzado a dibujarse con la inicial concertación que representó el Protocolo de Transición.

En un extremo esta el sector godoyista, en el que se agrupa la extrema derecha política, económica y social. Para este sector, Nicaragua, sólo será viable con la liquidación del sandinismo. Defienden, por tanto una salida violenta, anti-democrática y con características fascistas. El Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), fuerza económica alineada en este sector, expresó esta posición en una carta de circulación interna que se hizo publica el 23 de julio en el diario "Barricada" "Nosotros volvemos a insistir -decía el COSEP- en lo que hemos aseverado en diferentes ocasiones pasadas. Mientras exista el sandinismo como fuerza política en Nicaragua, no habrá paz, tranquilidad, ni progreso económico. Tiene que ser eliminado totalmente".

Por su parte, durante la huelga de julio los sindicatos blancos que se agrupan en el Congreso Permanente de los Trabajadores (CPT) revelaron su capacidad de actuar en esta dirección como esquiroles armados y fuerzas de choque cuando, unidos a contras desmovilizados, guardias somocistas indultados y elementos lumpen, constituyeron brigadas armadas en torno a las instalaciones de la Radio Corporación y en otros lugares de Managua. Al parecer, en el CPT está el embrión urbano de estas brigadas armadas en torno a las instalaciones de Radio Corporación y en otros lugares de Managua, Al parecer, en el CPT está el embrión urbano de estas brigadas, que tendrían como objetivo la movilización de los sectores lumpen -características en la situación de descomposición social en la que nacen los movimientos fascistas -reforzándolos con los conocimientos militares de ex-contras y ex-guardias. Distintas informaciones periodística -de las que no tenemos una exacta comprobación- insisten en que esta red paramilitar tiene apoyo en varias de las muchas alcaldías del país que están en manos de políticos extremistas de la UNO.

Al calor de la huelga de julio, tanto el COSEP como el CPT, como los políticos ultraderechistas de la UNO, se agruparon en el llamado Comité de Salvación Nacional, que anunció aquellos días quien lo preside, el Vicepresidente Virgilio Godoy. "Nos estamos preparando -dijo Godoy en los días posteriores a la huelga- para la tercera huelga general, que está planeada para septiembre. Y la Presidente Chamorro no nos tiene que dar permiso para defender el orden constitucional. Y ya que no quiere nuestro apoyo tenemos derecho a defendernos. Si la inestabilidad cunde, los desmovilizados de la contra se van a sentir amenazados y no se van a quedar de brazos cruzados, al a armarse de nuevo". Periodistas nacionales que han visitado la Región V, donde la Uno obtuvo el 70% de los votos, informando en la zona estos Comités de Salvación Nacional.

El otro sector de la UNO es el encabezado por la Presidenta Violeta de Chamorro y su Ministro de la Presidencia Antonio Lacayo. Impulsa este sector un proyecto político democrático-empresarial, basado en una política económica neo-liberal, que intentan implementar en Nicaragua con pragmatismo. El principal poder de este sector es que tiene en sus manos todas las palancas del gobierno. La gran mayoría de los ministros -calificados como tecnócratas- pertenece a esta corriente, aunque esto no significa que no hayan existido y continúen existiendo tensiones entre los miembros del gabinete con cargos de mayor responsabilidad en la ejecución de esa política neo-liberal.

El test de las barricadas reveló que la extrema polarización provocada por la huelga hizo coincidir coyunturalmente a bastantes de los ministros-tecnócratas con las posiciones del Vicepresidente Godoy, dejando prácticamente solo al Ingeniero Antonio Lacayo. Aunque esto fue así en aquellos momentos, desde una perspectiva más estructural -y aunque haya alguna excepción- los principales ministros del gabinete responden al proyecto democrático-empresarial de la Presidenta Chamorro y no a la corriente fascista.

En el ámbito social, el proyecto Chamorro-Lacayo cuenta con el respaldo de un gran número de empresarios, ansiosos de que se logre la estabilización del país para poder implementar de forma coherente una política de libre empresa, que es laque propone el actual gobierno. Una debilidad de este sector de la burguesía es el no contar con una organización gremial propia que los represente y los diferencie de la politizada y derechizada cúpula del COSEP. O al menos, son débiles por no contar con suficiente fuerza como para laterar, desde dentro del COSEP, la actual estructura de ese organismo empresarial.

Es lógico que los empresarios que buscan un clima de paz que garantice el desarrollo económico no se sientan representados por quienes abogan por la inestabilidad y la eventual guerra civil que se derivaría del intento de liquidación del sandinismo. Este sector empresarial no extremista, que vio con simpatía el nacimiento de CORDENIC es un punto de apoyo sólido al proyecto gubernamental.

Entre los sectores populares que votaron por la UNO, doña Violeta de Chamorro goza en lo personal de gran simpatía. Este sector, que es el mayoritario entre los que simpatizan con la UNO, quiere paz "a cualquier precio" y por eso no vio con buenos ojos las huelgas -y menos aún, las barricadas- con las que los gremios pro-sandinistas han enfrentado la política económica del gobierno, que también a ellos les afecta.

Tampoco ve con buenos ojos esta mayoría pro-UNO el surgimiento de grupos paramilitares urbanos o el coqueteo de los grupos extremistas de la UNO con los contras en las zonas rurales. Es la "mayoría silenciosa", un sector social que simpatizó con el sandinismo y que votó por el FSLN en las elecciones de 1984 -cuando los sandinistas cosecharon los 2/3 de los votos- y al que el desgaste de la guerra y de la crisis empujó a buscar una especie de refugio en la figura maternal que proyecta la Presidenta. Todavía no se ha quebrado ni esta imagen ni la esperanza de hallar solución a sus problemas a través de ella.

Existe al interior del gobierno y al interior de la alianza de partidos políticos que llevó al poder a doña Violeta diferencias importantes, a la par que importantes coincidencias. Los diferencia fundamental el camino a seguir para solucionar la crisis nacional: la vía fascista o la vía democrático-empresarial, la vía violenta, corto placista e impuesta a toda costa o la vía negociada, de más largo plazo y lograda pro consenso. La coincidencia fundamental que tienen ambos proyectos está en el objetivo de establecer en Nicaragua un modelo de dominación burgués. Pero las diferencias en las formas, los ritmos y los métodos para alcanzar este objetivo no son nada desdeñables.

Ante la unidad en la contradicción que existe al interior de la alianza vencedora en las elecciones, la pregunta que muchos revolucionarios se hacen es: ¿qué es lo más real, lo más decisivo, en la UNO? ¿La unidad en la contradicción o las contradicciones de su unidad Algunos sólo ven la unidad y reducen las evidentes contradicciones a meros accidentes, totalmente lógicos en la actual situación. Otros sólo ven las contradicciones y hacen de la unidad un dato marginal, por lo frágil que juzgan a la alianza.

Un énfasis excesivo en cada uno de estos dos aspectos, al punto de hacer casi desaparecer al aspecto contrario tiene consecuencias políticas importantes. Si se sobrestima el polo de unidad, esto lleva a una confrontación total contra el modelo de dominación burguesa. SI se sobrevaloran las contradicciones, lleva hacia una "negociación inteligente", que podría no ser más que un entreguismo oportunista camuflado de habilidad política. Creemos que la opción que saque adelante los intereses objetivos de los sectores populares en el actual contexto nacional tiene que partir de que existe en la UNO una dialéctica de unidad y de contradicciones. Partir de esa evidencia no contemplarla" en mejores o peores análisis estáticos de salón o de escritorios, sino para transformarla mediante una praxis política que vaya logrando que sea la contradicción el elemento dominante al interior de los proyectos vigentes en esa alianza política.

La huelga de julio hizo aflorar la contradicción fundamental

Fue la huelga de julio la que mejor evidenció la contradicción de fondo entre los dos más perfilados sectores de la UNO. Citando fuentes internacionales, "El Nuevo Diario" informó aquellos días que además de "la mano firme" - la represión-, Godoy había propuesto a la Presidenta el convocar al pueblo a la Plaza de la República para recabar su apoyo y sustentar así una posición intransigente ante las demandas de los huelguistas. Pero, según Godoy, "a Lacayo no le gustó la idea de recurrir al pueblo porque le tiene miedo.

Pero cuando quiera contar con el apoyo popular ya no podrá, porque el pueblo considera que este gobierno ha sido flojo, débil y se ha dejado atar las manos. En aquella crisis Godoy se consideró así mismo "la voz clara y firme de este gobierno". En respuesta a estas posiciones extremistas del Vicepresidente, expresadas ésta y otras maneras durante aquellos días, y con su habitual serenidad, el Ingeniero Antonio Lacayo argumentó que conocía las opiniones de políticos que recomendaban "soluciones somocistas a los problemas. Es decir, que salga la guardia, agarre preso a todo el que se ponga enfrente y se acabó el problema" "Eso -señaló- puede resultar no sólo en el derramamiento de sangre de ciudadanos nicaragüenses sino en el escalonamiento de la tensión social. Los costos materiales de la huelga se reponen con trabajo, las vidas que se pierden no se reponen. Doña Violeta impulsa una política de reconciliación nacional, pero no hay personas, entre ellas el Doctor Godoy, que no comparten esa visión del futuro de Nicaragua. Entonces, en la medida en que él se mantenga discrepando del objetivo señalando por Daña Violeta, en esa medida él está fuera del gobierno".


La división de la UNO desde dentro

Declaraciones a Envío del Ingeniero Agustín Jarquín, uno de los principales dirigentes de la Democracia Cristiana nicaragüense, miembro de la UNO."Hay que tomar en cuenta la génesis y los componentes de la alianza UNO, que es muy plural, que esta integrada por un espectro político muy amplio, desde grupos que tienen una identidad marxista de izquierda, hasta grupos que tienen una identidad bastante de derecha, de libre empresa, pasando por los centros. Después del triunfo electoral, la UNO, que era una alianza eminentemente electoral, que había suscrito compromisos para el ejercicio posterior del gobierno, se encuentra con otro escenario, con otra realidad. Por un lado, se instala el Parlamento y por otro, se instala también lo que es el Gabinete. De manera que el Consejo Político de la UNO comienza a tener un importancia relativizada por la acción parlamentaria y por la acción propiamente dicha del Ejecutivo.Por unanimidad, aunque hay diferentes matices o diferentes ideas o visiones sobre cómo debería continuar la alianza, nos hemos empeñado en rediseñarla estructuralmente y se ha nombrado una comisión en la que están el Doctor Jaime Vega, liberal; Guillermo Putoy, social-demócrata y este servidor, democrata-cristiano, para elaborar propuestas y someterlas a lo interno del Consejo Político.Este proyecto tiene dos elementos fundamentales. Uno, establecer una rotación en la coordinación de alianza y dos, establecer una mejor relación entre los diputados de la UNO, creándose mini-bancadas parlamentarias de cada uno de los 14 miembros, que se integren como un pequeño consejo parlamentario con 14 integrantes, en el que ellos mismos eligen un coordinador, que será también rotativo.El Doctor Godoy ejercía o ha ejercido hasta el momento la Presidencia del Consejo Político, pero se considera adecuado el que exista mejor una rotación. Para una mejor relación entre la Vicepresidencia y la Presidencia del país es mejor que el Doctor Godoy deje la Presidencia del Consejo Político de la UNO, porque el Presidente del Consejo Político habla con la Presidencia del país prácticamente a un mismo nivel y la Vicepresidencia deber estar subordinada a la Presidencia. De esta contradicción estructural no tienen nadie la culpa. Nosotros propusimos al Doctor Godoy para la Presidencia del Consejo Político y creemos que ha hecho un buen papel, pero ya existen tensiones que se conocen públicamente.Las tensiones o criterios diferentes entre los miembros de esta alianza no se va a eliminar nunca. Precisamente, esas contradicciones son una parte rica del proceso de intercambio dialéctico para poder ir escogiendo los mejores caminos, examinando diferentes opciones y sacando una síntesis que sea provechosa realmente para todos. Creo de todas maneras que entre nosotros -unos más, otros menos, pero todos- se está tomando conciencia de que se necesita una relación armónica y no un divorcio, que es lo que hubo en el pasado. Todo esto tiene que superarse porque es lesivo para el proceso democrático."


Una división que se hace sentir

Después de la huelga y hasta hoy este complicado de fondo se ha hecho sentir tanto en las bases de la UNO como en el Poder Legislativo, tanto en el Poder Judicial como en el mismo gobierno central y entre los 14 partidos que forman la alianza UNO.

En la base se conoce de conflictos en muchas alcaldías. Como los elegidos por el voto popular son los concejales y éstos son los que eligen después de entre ellos al alcalde, algunas alcaldías con mayoría de concejales UNO han enfrentado confrontaciones muy serias, incluso con derivaciones violentas, en las que se expresan las diferencias entre partidos o tendencias. En agosto el más grave de estos conflictos fue el de Las sabanas (Madriz), que dejó hasta 6 muertos.

Las contradicciones en el Poder Legislativo se dieron sobre todo en torno al alza de salarios que demandaban los diputados de la UNO. Pero el Ministerio de Finanzas se negó a acceder a sus demandas. Muchos diputados de la UNO califican su salario de "irrisorio" ya que "represalia del poder ejecutivo". No hay que olvidar que varios de los actuales diputados de la UNO fueron dirigentes civiles de la contrarrevolución y gozaron de sustanciales salarios que provenían de los fondos que aprobaba el Congreso norteamericano. Otros fueron "líderes cívicos" Congreso norteamericano. Otros fueron buenos ingresos, que financiaban instituciones de Estados Unidos "para el desarrollo de la democracia".

Otros diputados de la UNO lo fueron también en tiempos de Somoza y recuerdan las "regalías" de todo tipo que completaban su salario nominal. Ante estos recuerdos, es lógico que bastante consideren insuficiente su actual salario. Mientras formaban una comisión para analizar el problema y solicitaban la presencia en la Asamblea del Ministro de Finanzas para presentarle sus reclamos, Alfredo César, líder de los parlamentarios que respaldan a la Presidenta Chamorro, intentaba debilitar a los inconformes y ganárselos ofreciéndoles otras ventajas materiales.

En el Poder Judicial, además de la pugna entre el Ejecutivo y los magistrados de filiación sandinista, existe otra pugna entre los dos sectores de la UNO. El sector godoyista busca la ampliación de los magistrados de la Corte Suprema de 7 a 15 miembros para que la UNO, y especialmente su sector, tenga clara mayoría. EL otro sector de la UNO, el que controla el gobierno, presionó sobre el raquítico prepuesto del Poder Judicial -0.54% del presupuesto nacional- y en negociaciones con los sandinistas logró la ampliación de la Corte de 7 a 9 miembros, 4 de los cuales -juramentados el 19 de agosto- responde al proyecto de la Presidenta. (Unos días después, la Presidenta, apoyándose en los artículos 162 y 163 de la Constitución, y tomando por sorpresa a los sandinistas, destituyó como Presidente de la Corte Suprema al sandinista Rodrigo Reyes colocando en su lugar a Orlando Trejos, más cercano a las posiciones del Ejecutivo).

Las contradicciones de la UNO se manifiestan también al interior del gobierno central y de sus entes autónomos. Una muestra: el mismo día en que el gobierno negociaba el fin de la segunda huelga, comprometiéndose entre otros acuerdos a cesar los despidos de empleados estatales, decenas de funcionarios estaban siendo despedidos. En los 5 primeros días posteriores a los acuerdos que pusieron fin a la huelga, 340 trabajadores fueron desempleados, entre ellos 75 de la empresa estatal de transporte ENABUS y 117 de la Alcaldía de Managua. Aunque una política de desempleo masivo para reducir el gasto estatal es un elemento central del actual plan económico, los despidos post-huelga respondieron más que a esta lógica económica al revanchismo de representantes en el gobierno de la corriente godoyista. Se demostró así que el proyecto democrático-empresarial del Ejecutivo no sólo es minado por las luchas populares sino también por la corriente fascista, que con sus actuaciones contribuye a darle al descontento popular más razones y más calor.

Las divergencias dentro de la alianza política UNO se hicieron totalmente públicas a finales de julio. Según William Navarro , del PLI, en el Consejo Político de la UNO -instancia con representación de los 14 partidos, que lideres el Doctor Virgilio Godoy- se estaban discutiendo por un lado, una respuestas del Partido Social Democrata -el partido de César, leal a la Presidenta-, que planteaba la transformación de la UNO en una alianza parlamentaria de carácter consultivo con el gobierno y por otro, otra propuesta, apoyada por Godoy, que condiciona el apoyo del Consejo Político a la Presidenta Chamorro al "cumplimiento" del Plan de Salvación Nacional, gestado durante la campaña electoral por 14 partidos.

Pese a todos estos conflictos, y a otros más diferentes dimensiones, el proyecto de la Presidenta Chamorro ha ido ganando espacios muy importantes al proyecto godoyista. EL 20 de agosto el Consejo político del a UNO decidió separar de la coordinación de este organismo a Godoy, inaugurando la fórmula de un de un coordinador rotativo, para dar así espacio a todos los partidos. La decisión, que fue un revés para el Vicepresidente y para los partidos que apoyan su línea, fue adoptadas por los 14 partidos como la única fórmula para no romper la alianza, lo que les hubiera alejado aún más de las esferas del gobierno. De esta manera, de entre los 14 partidos de alianza va siendo cada vez mayor el número de los que se han ido alineando con el proyecto democrático-empresarial.

El espacio que ha ido ganado la corriente Chamorro-Lacayo se aprecia también al interior de la Asamblea Legislativa, donde las habilidosa labor de Alfredo César va rindiendo sus frutos. Incluso en la polémica votación secreta en torno al indulto que la Presidenta solicitó para los asesinos de su esposo, se evidencio que al menos 30 de los 51 diputados de la UNO apoya a la Presidenta. Al iniciarse el nuevo gobierno, los diputados godoyistas eran mayoritarios.

La administración del gobierno central refleja también la consolidación de la línea de la Presidenta, aunque existan conflictos internos entre algunos ministros. Durante la huelga de julio y en la etapa inmediatamente posterior a ésta, varios ministro del gabinete económico -los más influyentes en el actual gobierno-coincidieron públicamente con las posiciones godoyistas, no tanto por razones político-ideológicas sino porque la rigidez tecnocrática que caracteriza el Plan Mayorga veía en los reclamos de los trabajadores el principal obstáculo para viabilizar rápidamente el plan económico.

En ocasión de la huelga, Godoy declaró que su relación con todo el gabinete había mejorado, "a excepción de Lacayo". Pero, ya a comienzos de agosto la Presidenta pidió al gabinete económico una reestructuración del plan Mayorga, el asesor presidencial Haroldo Montealegre informó a mediados de agosto que el gobierno tenía un nuevo plan de 36 meses para la estabilización y el ajuste estructural de la economía. Terminaba así "el mito de los 100 días " -plazo fijado por Mayorga desde la misma campaña electoral-. Insistió Montealegre en que no se trataba de una continuación del primer plan sino de un programa distinto. Dijo que el nuevo plan se asemejaba al impulsado en México por Salinas de Gortari -basado en un pacto social en el que participan los trabajadores, los empresarios y el gobierno- y que par sacarlo adelante la concertación era indispensable.

La reestructuración del plan económico era un implícito reconocimiento del peso político y la capacidad de veto que sobre cualquier plan habían ganado los gremios sandinistas con las dos huelgas. Pero era también un triunfo de las posiciones del Ejecutivo, que había logrado así la homogeneización del gabinete económico en torno a las posiciones más flexibles de Antonio Lacayo. Era, sobre todo, otro revés para la corriente godoyista. Así, en medio de sus propios conflictos, y de los conflictos que les crearon las huelgas, el proyecto democrático-empresarial ganó espacios importantes al proyecto fascista.

¿Y los Estados Unidos? ¿Han desaparecido de la escena política nicaragüense? ¿A cuál de las dos corrientes de la UNO apoyan más? Hay que tener en cuenta que a pesar de la sensible disminución del perfil de Estados Unidos en Nicaragua después de los resultados electorales, que les fueron tan favorables, la contradicción de fondo de la nación sigue siendo la misma: la que enfrenta al pueblo revolucionario nicaragüense, encabezado por el FSLN, con el gobierno de Estados Unidos y su política imperial.

El actual embajador norteamericano, Harry Shaludeman -nombrado tras el triunfo de la UNO- cuenta con un margen de acción mucho mayor que el que tuvo cualquiera de los embajadores estadounidense desde 1979. Contando con esta obvia realidad, resulta difícil imaginar que ese más que experimentado diplomático hubiera aceptado dejar su retiro para venir a Managua a ser solamente una correa de transmisión de las órdenes de Washington.

Shlaudeman, diplomático en la República Dominicana cuando el país fue invadido por Estados Unidos en 1965 ya en Chile en 1973, cuando el Presidente Allende fue derrocado, es especialista en la desestabilización de procesos populares y está teniendo, naturalmente, un importante papel en la formulación de la política norteamericana para Nicaragua. Pero, como ya lo hizo en el pasado un embajador estadounidense al ser interrogado sobre si su gobierno apoyaba al sector liberal o al sector conservador, Shlaudeman contestaría: " Se equivocan quienes creen que nosotros apoyamos los intereses de unos o de otros. Nosotros apoyamos nuestros propios intereses".

Las contradicciones de la UNO y cómo se superan


Declaraciones a Envío de Danilo Aguirre, diputado del FSLN en la Asamblea Nacional."Todos esos repellos que le quieren hacer ahora al llamado Consejo Político de la UNO, las diferentes formas que quieren darse para tratar de encontrar una solución organiza a los partidos políticos que unidos fueron a las elecciones, están destinados al fracaso.¿Qué ha pasado? Hábilmente, el señor Alfredo César ha venido estrechando financiamiento a la Asamblea. Hay que recordar que algunos de los miembros de esta Asamblea llegan allí de disfrutar de la fuente inagotable de dólares que venían del exterior para hacerle la guerra al Frente Sandinista. La mayoría de ellos perteneció a organizaciones como las Madres del 22 de Enero, la Organización de la Mujer, la Vía Cívica y un montón de grupos más inventaron para la captación de dólares y que desaparecieron al momento del triunfo de la UNO. Llegan también a la Asamblea Nacional creyendo que es como "la chanchera" somocista, donde tenían salarios astronómicos. Ahora, nada de eso hay entonces han comenzado una lucha, que es legítima en cuanto que los disputados tienen realmente que estar dotados de los recursos materiales necesarios para tener una vida digna y poder representar fielmente el mando que se les dio. Conociendo esa debilidad, el señor César ha ido poco a poco captando gente del grupo que reclama concediéndoles asesorías en el Ejecutivo.Por supuesto, el mensaje que en cada negativa del Ministerio de Finanzas recibe la Presidenta de la Asamblea Dra. Argüello (de la línea godoyista) o en cada carta -hasta irrespetuosa- que le envían, le demandan siempre el mismo mensaje. La Asamblea será de nuestro agrado cuando en ella están las personas de nuestro agrado: eso le mandan a decir. El mensaje ya lo han venido entendiendo algunos diputados y ya van recibiendo sus "premios". Así vemos cómo la figura predominante del Partido Democrático de Confianza Nacional va a un consulado a Estados Unidos y que otra de sus figuras va a un consulado a Miami, y que los que han llegado como suplentes de éstos mantienen un discurso coherente con el discurso del señor César, es decir, con el planteamiento del Gobierno. A la hora de pararse para el "otro lado" lo hacen a cambio de un consulado, de un viceministro, aunque no creo que lleguen a darlos cargos decisivos. Estas contradicciones se están resolviendo y se resuelven única y exclusivamente con córdobas oro...Hay en la Asamblea también quienes creen que el gobierno actual debería ser mucho mas revanchista y pasarle la factura de manera mucho más firme a los sandinistas.El Doctor Godoy ha sido muy desafortunado en todas las posiciones que ha adoptado. En cada una de ellas ha experimentado amarguras muy grandes y no creo-lo conozco- que dé su brazo a torcer. Es muy orgulloso y no creo que aparezca de repente trabajando en una oficinita de la Casa de Gobierno, como que ya se plegó a la Presidenta. Yo creo que el Doctor Godoy va a mantener su posición con los que lo acompañen. Es un hombre que ha manejado sus contradicciones de una manera muy enérgica y no creo que al final se pliegue a otra posición".


¿Cuál sector de la UNO garantiza los intereses de Estados Unidos?

Estados Unidos, que siempre juega a varias cartas a la vez para tener posibilidades de recambio si alguna falla, querrá seguramente conservar el apoyo a ambos sectores. La opción godoyista es una importante carta de recambio si fallan los pragmáticos. El test de las barricadas de julio mostró que la embajada norteamericana apoyaba el surgimiento del Comité de Salvación Nacional encabezado por Godoy, a la vez que el Pentágono movilizaba tropas de emergencia hacia las bases de Panamá.

Además, según una radio de Managua -generalmente bien informada-, Shlaudeman habría sugerido a la Presidenta Chamorro el pensar si no sería lo más conveniente el renunciar a la presencia "por razones de salud". Si la huelga general hubiera evolucionado hacia una guerra civil -lo que estuvo a punto de suceder- los norteamericanos hubiera ordenado al Ejército y a la Policía sandinista el poner fin a la huelga por medios represivos. Al desobedecer éstos esa orden, Estados Unidos hubiera intervenido con sus tropas "en defensa de la democracia". La alta virulencia del godoyismo durante la huelga halla una explicación más coherente si contaban con el respaldo norteamericano. Ese respaldo resalta aún más la postura de "independencia ante un amigo" que tuvo aquellos días la Presidencia de la República.

Después de la crisis, la embajada ha vuelto a jugar con la carta del gobierno constitucional, buscando cómo afectar por su medio al sandinismo, con el menor costo y la máxima ganancia. Para lograr este objetivo estratégico cuenta con el chantaje de la ayuda económica. Los $300 millones aprobados en el mes de mayo por el Congreso norteamericano no han llegado aún completos a Nicaragua. Tras cada desembolso puede Estados Unidos ejercer su presión, de acuerdo con cada coyuntura política. Es ante esta evidencia que los revolucionarios deberán fortalecer una política que, ahondando las contradicciones entre los dos grandes sectores de la UNO, logre ir aislando y debilitando al sector godoyista hasta que a los norteamericanos no les sea ya conveniente jugar con esa carta.

El FSLN está también entre la unidad y la división

Pese a la existencia de dos corrientes al interior de la UNO, la política que ha llevado adelante el sector pragmático en los tres primeros meses de gobierno era tan agresiva que no parecía necesitar del apoyo del sector fascista para desmantelar las conquistas revolucionarias e incluso al mismo sandinismo. La política de ajustes -el Mayorga-Schock, la avalancha de decretos inconstitucionales, el inicio de una contrarreforma agraria, la apertura del proceso de devolución de sus propiedades a los somocistas, el estilo confrontativo ante cualquier demanda de los trabajadores, el incumplimiento de todo lo acordado con los sindicatos populares, etc., eran realmente piezas de una calculada de una calculada ofensiva anti-sandinista. Buscando aprovechar al máximo su "luna de miel" con el electorado que le dio el voto, el gobierno sobrevolaba con esta política el apoyo popular que tenía, a la vez que infravaloraba la capacidad de respuesta de los sandinistas.

Realmente, el partido FSLN daba pie a esta apreciación del gobierno. La derrota electoral fue un terremoto político y moral para los sandinistas, que nunca la esperaron y para la que no estaban preparados en ningún terreno. Primero fue el dolor, el silencio y el desconcierto. "Niños perdidos en la intemperie", como se calificó a sí mismo Eduardo Galeano ante la derrota sandinista. Después del primer dolor, vino la incertidumbre por el futuro individual. Temor ante posibles revanchas y hasta atentados y la pregunta por el trabajo, por el salario, por el qué hacer y de qué vivir cada día. Con la incertidumbre se enzarzaba la humillación y la vergüenza por la decisión mayoritaria del pueblo de "pedir caco" al imperio, por la dignidad mancillada. Y mezcladas a las preguntas personales, preguntas mayores sobre el sentido de la revolución, no sólo en Nicaragua sino en cualquier otro lugar, en profundas crisis también por muchas otras razones y siempre por las prepotencia de un imperio que e reacio a emprender cualquier perestroika. Después vino el enojo y la censura: cómo estuvimos tan equivocados, cómo no fuimos capaces de preverlo, de impedirlo.

Y la búsqueda emocional de chivos expiatorios: fue el proceso de Esquipulas, fue la campaña electoral, fue el cambio de la política económica, fueron los errores del ejército... Y en la misma lógica emocional, el señalar a culpables con su nombre y su apellido. Fulano que es un prepotente, Mengano que siempre fue un oportunista. Zutano que se enriqueció... Llegó finalmente la depresión, como una epidemia colectiva en la que se cansancio agotador para emprender una nueva y más difícil lucha con renovada energía.

Los sandinistas enfrentados a la crisis del fracaso: un proceso desordenado y lleno de miedos

El partido FSLN enfrenta la crisis del fracaso. Aunque cada uno vive estos procesos de forma desordenada, en realidad hay un orden dentro de la crisis. Ni en términos personales ni en términos sociales deja la crisis de tener su orden. Shock, miedo, vergüenza, enojo-censura y depresión son los cinco estadio clásicos que caracterizan la sicología personal y social cuando se enfrenta un revés significativo. Son etapas que hay que atravesar necesariamente para poder resurgir, sabiendo que el tiempo es uno de los pocos amortiguadores que existen entre herida y su cicatriz.

Pero son etapas también peligrosas si el individuo o la colectividad quedan fijados en alguna de ellas. Son etapas que hay que recorrer pero que urge superar pronto porque los Estados Unidos y la UNO más que una crisis, buscan la muerte del proyecto político sandinista. Para impedirles que se salgan con la suya, hay que asimilar los errores y extraer de ellos todas las enseñanzas, pero superando la emocionalidad del estado de crisis. Sólo así las derrotas se transforman en victorias. Las historias personales y las sociales están llenas de ejemplos de que esto no es sólo posible sino frecuente, dado lo contradictorio del ser humano y dada la importancia de la contradicción para hacer avanzar y empujar la historia hacia adelante.

Con el gobierno en su luna de miel post-electoral y el partido FSLN en este complejo estado de crisis, fueron los gremios populares lo primeros en reaccionar. El FLSN apenas hacía cambios, de oficinas y se reacomodaba a sus nuevos locales cuando el gremio de la Unión Nacional de Empleos tenía ya paralizado al gobierno, tomados los ministerios y silenciados los teléfonos del país. Poco mas de un mes después y mientras los "intelectuales del partido" debatían sobre los aciertos o desaciertos de aquella huelga, cinco poderosos sectores sociales (obreros agrícolas, obreros industriales, estudiantes, empleados públicos y pobladores de los barrios) lograban hacer confluir huelgas motivadas por demandas sectoriales en una sola huelga general.

"Una huelga general es el último recurso antes de una insurrección -opinaban los dizque intelectuales orgánicos de tendencias dizque "radicales" del FLSN-. No están listas las condiciones, falta focalizar mejor las demandas, falta una retaguardia adecuada, falta..." Mientras ellos pensaban, a los gremios populares no les faltaban adoquines para cercar de barricadas a Managua y paralizar el país, arrastrando así al partido sandinista a su terreno y armándose para la eventualidad de una guerra civil. El pueblo revolucionario, el que nunca "pidió cacao, el que de tan precisado por el salario y el pan no tuvo más remedio que superara rápidamente las depresiones, renovó así, con esta agua fresca, el proyecto popular sandinista.

No se trata ni de idealizar las huelgas ni de ocultar sus limitaciones y errores. Se trata de entender que el pueblo revolucionario alzó el dedo y señalo un camino, el camino de la lucha reivindicativa y beligerante. Sería lastimoso que cuando el dedo apunta a una estrella, y aún están ahí, mirándolo.

Cuando en 1978 estalló la insurrección en Monimbó no fueron pocos los que reaccionaron igual: ¿no era un error lanzar una insurrección local que sería fácilmente cercada por la guardia somocista, como en efecto lo fue?. Y se quedaron viendo el dedo mientras éste señalaba la estrategia de la victoria. No se trata de equiparar situaciones. Monimbó se enmarco en una lucha insurreccional de corto plazo para vencer al somocismo y la huelga general de julio se enmarca en una lucha democrática de largo plazo para hacer de Nicaragua una patria socialista. Pero el carácter de anuncio de ambos acontecimientos sí puede ser comparado.

FSLN: una incorrecta lectura de la huelga

Los revolucionarios que, sin mala voluntad, hacen una lectura de los resultados de la huelga analizando únicamente el texto firmado entre el gobierno y el FNT se comportan exactamente igual al Director de Información y Prensa de la Presidencia que intentó con este que la lupa sobre el texto muestra que es verdad que el aumento salarial negociado es menor que el ritmo inflacionario, más verdad es que la huelga detuvo el proceso acelerado de privatización en el agro, que gracias a esa lucha el proceso de revisión de las confiscaciones urbanas marcha más lento, que la voracidad de los somocistas y su entusiasmo por invertir se ha enfriado, que se ha hecho evidente al gabinete económica que ningún plan de reactivación podrá salir adelante sin la participación activa -y nunca con la sumisión pasiva- de los gremios populares, que la huelga acercó -y no dividió al pueblo con su ejército y con su policía ,que la huelga dividió -casi hasta la ruptura- a las fuerzas de la UNO.

Todos estos logros son momentáneos si se considera que la lucha es de largo plazo, pero fueron suficientes también para que el conjunto del sandinismo se repusiera del síndrome de la derrota electoral y se moralizara para la nueva etapa.

Los gremios sindicales pro-sandinistas iniciaron su lucha y sus reclamos fieles al derecho que a la huelga les garantiza la Constitución y recurrieron a todas las vías legales antes de hacer uso de ese derecho. La primera huelga, declarada inicialmente "ilegal, ilícita e inexistente" por el Ministerio de Trabajo vio posteriormente anulados estos calificativos por decisión de las autoridades del Poder Judicial, que lo determinaron así en respuesta a la solicitud que les fue calificada de igual manera por el Ministerio de Trabajo y llevó a los sindicatos a recurrir de nuevo al poder Judicial. Este estaba deliberando cuando la dinámica de la huelga derivó hacia la estrategia de las barricadas, que trastocó el orden legal... tanto como antes lo habían trastocado los decretos inconstitucionales, que fueron una de las causas de la huelga.

En la Nicaragua posterior a las elecciones no se tratará nunca de legitimar lo no legal en base a la ilegalidad de la otra parte. Hoy, aunque existen deseos de ambas partes de ceñirse a la ley, no se logra aún que la relación entre el gobierno y la sociedad civil se desenvuelva dentro de un marco totalmente legal. Mucho menos se ha logrado alcanzar un acuerdo básico que tenga el consenso de la mayoría de la nación y que viabilice en la práctica diaria la marcha normal del país. Por esto el período es de gran inestabilidad.

El Ejército Sandinista reacciona con rapidez

Mientras el partido sandinista vivía el síndrome post-electoral, los gremios pro-sandinistas, afectados directa y diariamente por las medidas gubernamentales, reaccionaron con rapidez y marcaron un camino. Por su parte, el Ejército Popular Sandinista había hecho lo mismo: había reaccionado con rapidez y marcaba un camino. ¿caminos similares o caminos divergentes?.

Desde el comienzo del cambio de coyuntura, en el Protocolo de Transición, el ejército afianzó su inserción en el marco constitucional, siguiendo del nuevo gobierno el respeto a su institucionalidad. El Protocolo estableció, y se consiguió en muy poco tiempo, la desmovilización de la contrarrevolución. Aunque esa desmovilización no garantiza todavía el desmantelamiento de la contrarrevolución -hay muchas armas embuzonadas y muchos contras concentrados en polos desarrollo que podrían volver a reunirse para la guerra-, no se puede negar que la desmovilización total de la contra ha sido un paso trascendental en el largo camino hacia la paz. Esto es así también porque cada día se hace mas palpable que la dinámica d la desmovilización lleva a la del desmantelamiento. A pesar de la derrota electoral, es un hecho que los sandinistas lograron quedar con las armas y los contras terminaron desarmados. La Nicaragua del 90 no es el Chile de 73.

Después de la desmovilización de los contras, se produjo una sustancial reducción del ejército, al 50%, al eliminarse el servicio militar y regresar los jóvenes que lo estaban cumpliendo a sus casas, factor que, más allá del desgaste de su gobierno, explica en gran medida la popularidad personal de doña Violeta, que había prometido insistentemente durante su campaña la abolición del servicio. Además de este inicial recorte, y por acuerdo entre el EPS y el Ejecutivo, se seguirán haciendo nuevas reducciones, mucho menores que la primera, y condicionadas a que se logre el "balance razonable de fuerza en el área" acordado por los gobiernos de Centroamérica en el proceso de Esquipulas.

Aceptando esta condición, el actual gobierno de Nicaragua cumple con esos compromisos regionales como antes el gobierno sandinista cumplió con ellos (Hasta el momento, los ejércitos de Guatemala, El Salvador y Honduras no han dado ninguna señal de tener voluntad de reducir el número de sus efectivos. En el caso de Honduras, el Jefe de sus Fuerzas Armadas, General Arnulfo Cantarero, declaró este mes en Managua que no era disposición del gobierno hondureño reducir su ejército, a la vez que negó que Costa Rica fuera "modelo" de desmilitarización. "Tienen más hombres en armas que nosotros", dijo, cuestionando así su imagen de "país ejército").

Es en este contexto, solamente en este contexto que se puede comprender -dicen algunos que se comprende pero que no se justifica- la requisa de armas en manos de civiles que desde el mes de julio vienen haciendo el ejército y la policía sandinistas. Con la contrarrevolución desmovilizada y en un país muy polarizado, en el que las luchas deben encauzarse por el camino democrático y constitucional, esta recogida de armas es un medio para fortalecer la vía política como la más indicada para resolver los conflictos sociales. La requisa de armas afecta a civiles sandinistas, a campesinos de cooperativas, pero también a los eventuales integrantes de las "brigadas de salvación nacional", lo que corta alas al proyecto fascista.

Pero, aunque esta medida contribuye a la paz interna, ¿no podría ser también una tentación para que el gobierno norteamericano decidiera intervenir en Nicaragua? Lo que disuadió a Reagan de esa intervención fue, más que el ejército profesional, realidad de "un pueblo en armas". En la Constitución queda bien que en caso de una intervención extranjera, los ciudadanos en caso de una intervención extranjera, los ciudadanos tienen el derecho de armarse para defender a la patria y corresponde al Ejército Popular Sandinista, como heredero del ejército de sandino, " preparar organizar y dirigir" al pueblo (artículos 92 al 96). No faltarán en Nicaragua las organizaciones populares y las ciudadanos que desde nuevas barricadas ejercitarán este derecho y cumplirán con este deber si se presentara el caso.

La mejor victoria militar es evitar la guerra

Pero los caminos que busca Nicaragua son otros. La mejor victoria militar es la guerra que se evita, la agresión que no se produce. Y por eso, el mejor instrumento para evitar una nueva guerra de liberación nacional es el fortalecimiento de la vía democrática -constitucional. Por otra parte, ésta es la vía que siempre trató de potenciar el sandinismo cuando estaba en el gobierno, aunque el síndrome de la derrota electoral dificulte a algunos el recordarlo. Desde esta perspectiva, los pasos que ha dado el Ejército Popular Sandinista son muy claros. El proclamado respeto y lealtad a la Presidenta de la República y a la Constitución y la decisión del apartidismo al interior del ejército como institución, son pasos que fortalecen el camino de una democracia y una paz dentro de las cuales la sociedad civil pueda luchar y defender sus legítimos derechos y conquistas.

Entrevistado el 3 de septiembre por Envío, el Presidente del COSEP, el Ingeniero Gilberto Cuadra, declaraba que el EPS debía practicar una nueva y radical disminución de su personal, pero para evitar que los ex-militares quedaran en el desempleo, Cuadra proponía que durante un período pasaran a trabajar en un "ministerio productivo" mientras encontraban trabajo en estructuras no gubernamentales o aprendían un oficio. Según el Ingeniero Cuadra, el presupuesto que se entregaba al ejército trasladarse, proporcionalmente, a esos ministerios productivos.

Por nuestra parte, creemos que el ejército debe buscar su "productividad", pero de otra manera. Ahora que se ha alcanzado la paz el ejército podría jugar un rol social de carácter productivo en beneficio de la nación y de todo el pueblo. Podrían construir viviendas uniendo sus esfuerzos al de los sectores más empobrecidos del campo y la ciudad, podrían llevar adelante campañas de vacunación en las zonas campesinas más alejadas y marginadas del sistema de salud, podrían apoyar la construcción o reparación de caminos para que cooperativas o campesinos individuales puedan comercializar sus cosechas. Esto haría productivo su salario en términos económicos y seguramente la disciplina en la que están formados los haría más eficaces y organizados que funcionarios de cualquier otro ministerio civil.

Esta filosofía de mayor cercanía al pueblo tendría también que involucrar a los mas altos oficiales nacionales y regionales del EPS. En fidelidad al ideario de Augusto C. Sandino, no cabe bajo ningún pretexto, la reproducción ampliada de capital en la vida personal de los jefes militares del EPS. De entrar por esa vía, se iría desvirtuando poco a poco el carácter del ejército de Nicaragua, que se iría asimilando a otros ejércitos anti-populares del área.

En síntesis, después de alcanzada la desmovilización de los contras que establecía el Protocolo de Transición, el EPS ha ido dando pasos militares -junto con la policía- para alejar la posibilidad de choques armados entre civiles, y pasos políticos para reforzar la estabilización democrática - constitucional. Ha ido así construyendo un escudo político que sirva para evitar una guerra de liberación frente a un ejército extranjero y ternabilidad en el poder mediante elecciones periódicas sea respetada en Nicaragua.

Cómo mantener unido al FSLN

Los gremios populares pro-sandinistas, golpeados por las medidas económicas del gobierno, reaccionaron con rapidez marcando un camino. También el ejército reaccionó con rapidez y marcó un camino. ¿Cuál de estos dos eran el camino del sandinismo? ¿La lucha beligerante o la hábil negociación? Con múltiples matices éste era el fondo del problema que afectaba al partido sandinista, con planteamientos y actitudes provenientes de dos sectores clave de la sociedad, el pueblo y el ejército . Ambos ponían sobre la mesa, de discusión el tema de la unidad del FSLN, representando a su vez dos dinámicas que surgían desde el partido en esas dos direcciones.

Desde el primer número que envío publico tras el cambio de gobierno, hicimos nuestra la opinión de un viejo y experimentando dirigente agrícola que expresaba las tareas de la nueva situación en esta vieja consigna: "Pueblo, ejército, unidad: garantía de la victoria". Siendo correcto, en lo fundamental, el camino de la lucha combativa que está recorriendo el pueblo revolucionario, y siendo correcto, en lo fundamental, el camino negociador recorrido por el ejército sandinista, el problema a resolver por el partido era cómo realizar la síntesis de contrarios. Y logrando la síntesis, cómo articular los ritmos de ambas dinámicas. Es esto se jugaba y se juega su unidad.

Las dificultades de armonizar las contradicciones de la realidad se hacían y hacen aún mayores en la medida en que persiste, bajo diversas formas, el efecto del schok post-electoral, tanto en el partido FSLN como también en el mismo ejercito y en los gremios populares, independientemente de que estos últimos fueran capaces de reaccionar más rápida y acertadamente. La permanencia del shock hace que la búsqueda de una estrategia y táctica coherentes, compleja de por sí, se complique más por los colores emocionales que tiene esta etapa.

La pérdida de la estructura cohesionadora que representaba el gobierno, la drástica reducción del personal profesional de las filas del partido - tanto por razones económicas como por buscar un reinserción de los militantes en la vida normal de la población -, dificultaban y dificultan la consolidación sandinista. también con la derrota se abrieron fisuras en el prestigio de la Dirección Nacional y muchos de los antes consideraban a los nueve Comandantes como dirigentes con "halo divino", hoy se van al otro extremo del a inmadurez considerándolos hipercríticamente los absolutos responsables de todo. "Así es la vida - decía un anciano sandinista -, si hubiéramos ganado las elecciones, el proceso de Esquipulas y las concesiones unilaterales que hicimos hubieran sido 'audacias', la seguridad y el MINT serían 'gremiales' porque hubiera sabido tomar el pulso a la gente, las ofensivas del EPS sobre la contra 'contundentes'... Hoy todo es el revés. Yo vengo de largo en la vida y he visto mucho: si uno anda 'alegre' pero si es un perdedor, le dicen 'borracho'. todos tenemos que aprender de lo que ha pasado".

Informadores nacionales e internacionales - de derecha y de izquierda - no han dejado de señalar tensiones en las filas sandinistas. Unas veces veían las divisiones que querían ver, otras veces señalaban medias verdades y algunas veces acertaban. Si ha hablado de las secuelas de las antiguas tres tendencias en las que estuvo dividido el FSLN, otros prefieren hablar de que la causa son tensiones entre instituciones creadas por la revolución en estos años. El menú es variado y para escoger: gpp vs. terceristas y proletarios, eps vs. mint, "negritos" vs. "cheles", civiles vs. militares, Ortega, artista vs. artistas, cuadros intermedios vs. cuadros dirigentes, bases vs. cuadro intermedios, duros contra blandos, socialdemocrátas contra verdaderos revolucionarios... Desde el punto de vista de la izquierda, la UNO debe ser vista como una unidad contradictoria en la que hay que hacer de la contradicción el factor dominante sobre el de la unidad.

Entendiéndose los revolucionarios con el sector pragmático de la UNO, puede aislar al fascismo y al mismo tiempo quitar cartas de la mano de Mr. Shlaudeman. La estrategia es transformar la unidad en la contradicciones profundas en la unidad. Que la UNO sean dos, o más...

Pero esta estrategia se ve dificultada por las tensiones dentro del mismo FSLN, tensiones que han hecho frotarse las manos a los miembros de la UNO. Y no sólo eso, tratan de aplicar a los sandinistas la misma receta de acentuar las contradicciones para quebrar la unidad: dividir al pueblo revolucionario del ejercito revolucionario haciendo contradictorias sus dinámicas, enfrentar a los "vagos y terrorista que hacen huelgas" con el "ejercito profesional y democrático", enfrentar a los sandinistas "radicales" con los "moderados", a los no concertadores con los concertadores, a los que no quieren alianzas con la socialdemocracia internacional Socialista... Y en definitiva, a los que ponen en un primer plano "la unidad nacional" con quienes ponen en primer plano la "unidad popular".



La huelga de julio: prueba de fuego para el sandinismo

De la misma manera que la estrategia imperialista busca fomentar la unidad en la contradicción dentro de la UNO, presionando por miedo de los sectores fascistas y negociando por medio de los sectores pragmáticos, la estrategia de los revolucionarios debe alcanzar la síntesis de contrarios. Augusto C. Sandino, líder nacional y líder popular y clasista, sigue siendo, como dijo Carlos Fonseca, "el camino". No se puede separar estratégicamente -sino sólo institucionalmente- "pueblo unido" de "pueblo armado". El 19 de julio esa consigna se convirtió en la atmósfera que se respiraba: ¡El pueblo unido jamás será vencido! ¡El pueblo armado jamás será aplastado!".

La huelga general de julio fue una prueba de fuego el sandinismo. El fascismo pedía al "pueblo armado" que reprimiera al "pueblo unido". Reconociéndose pueblo ambos, la mediación del partido fue clave para la unidad y para el éxito de la huelga. Es urgente encontrar ahora soluciones donde se mantenga la unidad y se avance con éxito, pero dentro de una estabilidad de largo plazo. Es urgente para los sectores populares y para la nación entera.

Una concertación adecuada -no cualquier concertación- debe ser la síntesis de la contradicciones en el FSLN. El ejército ya realizó su concertación con el sector pragmático del gobierno, según quedó expresado en el Protocolo de Transición. Los gremios populares no la han realizado porque la embestida económica y política que da realizado la UNO sobre la sociedad civil crea tensiones y obstáculos. Sin embargo, la capacidad de veto que han demostrado los gremio pro-sandinista en las dos huelgas parecen haber demostrado al gobierno que no será viable como tal a mediano y a largo plazo si no concierta con los trabajadores. Los gremios tendrán que poner sus cartas sobre la mesa.

¿Qué cartas? Que se cumplan los acuerdos firmados; que se acuerde el alcance de la privatización, de cuya estrategia son parte los polémicos decretos 10-90 y 11-90; que se fijen salarios, precios y empleos adecuados; que se resuelvan las presiones sobre la tierra y la reactivación de la industria. etc. Hay temas de corto y de largo plazo. No es claro que todos los temas tengan que ser parte de una misma concertación, ni tampoco que algunos de estos temas no puedan resolverse en foros más políticos que económicos. Pero en lo esencial, sólo la profundización del Protocolo de Transición en sus aspectos civiles traería una estabilidad concertada a la nación.

Sobre la base de una concertación adecuada en el ámbito civil y el militar, el sandinismo en su conjunto habría logrado la síntesis entre unidad popular" y "unidad nacional" y entre "pueblo unido" y "pueblo armado", tanto en el corto como en el largo plazo.

La unidad del sandinismo será sólida si sabe armonizar dialécticamente las contradicciones naturales que surgen de la misma realidad. Sobre un marco político como el actual podrá haber discusiones en el sandinismo sobre los puntos específicos que deben ser negociados en la concertación, pero es difícil pensar que la concertación produzca directamente un división. Si persisten tensiones en el sandinismo, éstas se deberían lógicamente a aspectos que no son fundamentales ni programáticos. Serían tensiones por cuotas de poder, por la impunidad de los que fueron corruptos y no están siendo castigados, etc. Las próximas semanas permitirán ir viendo cuáles son estas tensiones.

Según Tomás Borge, hasta el momento, ante recién creada Comisión de Etica del FSLN - que deber recoger quejas fundamentales contra militantes sandinistas de cualquier nivel- prácticamente no se han presentado acusaciones. Es difícil creer que cuando tanto y tan alto se ha hablado de corrupciones, malos manejos y conductas anti-eticas en miembros del FSLN, incluidos altos dirigentes, cuando es una realidad que hubo "piñatas" antes y después de las elecciones, hasta ahora nadie acuse de nada a nadie. Más que una señal de que todo eran columnas, este silencio parece un síntoma del temor que "los que saben y pueden hablar" sienten ante las presiones de "los que tienen poder y no quieren que se hable" ... para no perder ese poder. La revolución y el pueblo, que sufrió escándalo por esas actitudes tan poco revolucionarias, exigen no una cacería de brujas pero sí castigos ejemplares, transparencia y honestidad. De esta decisión -y no sólo de una determinada estrategia política- depende en gran medida la futura credibilidad del FSLN.

Nos estamos poniendo de acuerdo

Fragmentos del discurso del Comandante Tomás Borge en la Asamblea del FSLN del Distrito V de Managua"En nuestras filas hay un saludable clima de debate, que llevando una que otra intención, está contribuyendo a formar nuestra conciencia revolucionaria. Meses atrás decíamos que para encontrar el camino correcto había que discutir a todos los niveles y entre todos los niveles. Criticar, mejor dicho autocriticarse. O criticar de manera sincera y oportuna en la instancia partidaria correspondiente. Esto, en gran medida se ha logrado. empezando por la Dirección Nacional del Frente Sandinista, que ha estado en los últimos días en sesión permanente, discutiendo y llegando a acuerdos acerca de distintos problemas.Y les digo aquí en esta importantísima asamblea que en lo fundamental y aun en lo secundario la Dirección Nacional ha llegado a plenos acuerdos acerca de la estrategia y tácticas de la revolución sandinista.Siempre cabe la pregunta: ¿qué significa ser revolucionario? En este nuevo contexto histórico ¿se puede ser revolucionario al margen de la realidad? ¿se puede ser revolucionario planteándose metas obviamente imposibles? Creo que para ser revolucionarios, sin abandonar jamas nuestros sueños, debemos más que nunca tener los pies puestos sobre la tierra.La concertación de que se habla debe de tener algunos pre-requisitos básicos que conlleven el respeto a las conquistas esenciales de la revolución si se les regresan sus bienes a los antiguos-explotadores, y sobre todo a la familia Somoza y a los somocistas. Es decir, tiene que haber un acuerdo de entendimiento político entre los sectores intratables dentro de ese Gobierno. Implica esa concertación un gobierno pragmático que se dé cuenta con realismo que sin entenderse en cuestiones fundamentales con el Frente Sandinista no puede de ninguna manera sobrevivir. Viéndolo desde esta perspectiva, la concertación debe ser levantada no como una concesión, como un acto de blandenguería o de subordinación, sino como una bandera revolucionaria, puesto que la concertación, en última instancia, puede beneficiar los intereses de nuestro pueblo.Habrá algunos de mis conceptos que no endulcen el oído de todos, pero yo creo que o podemos ser demagogos y tenemos que ver las perspectivas reales de este país. Y lo que aquí se plantea frente a nosotros es una crisis insalvable: más hambre, más desnudez, más desgracia para este pueblo".


¿Radicalismos?

Un radicalismo que busque una concertación para que el país avance por una vía democrática-constitucional -con la mayor cuota de poder posible para los sectores populares- se diferencia sustancialmente de un radicalismo que no busca esa concertación o que pone condiciones irreales para llevarla a cabo. En la realidad nicaragüense, ese extremismo de izquierda n tiene proyecto. Se limita a la critica, a veces brillante y siempre fácil, de cualquiera de las corrientes que sí tienen proyecto.

El proyecto ideal de este tipo de extremistas, un socialismo totalitario, es tan imposible como indeseable. "No hay nada que concertar, a nosotros nos preocupa la actitud de la Dirección del Frente Sandinista porque se está apartando del camino revolucionario y esta concertando... Entre trabajadores y capitalistas no hay nada que conciliar. Nos están robando salario nos están mandando al desempleo y hay que luchar contra eso. ¡Abajo la concertación!": éstas fue la posición expresada por Bonifacio Miranda, dirigente del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) en el debate sobre la concertación celebrado el 31 de agosto en la Universidad Nacional de Managua. Con el coinciden otros miembros de partidos de ultraizquierda y algunos sandinistas. No tienen proyecto viable.

Síntesis de contrarios: la solución nacional

Estas son pues la cuatro corrientes que existen hoy en Nicaragua: la extrema derecha, impulsando un proyecto fascista que busca liquidar al sandinismo; la extrema
izquierda, buscando una salida irreal radical totalitario a la crisis, y, más al centro, el sector de la UNO que impulsa un proyecto democrático-empresarial enfrentado al sandinismo en su conjunto, que a través de la vía democrática-constitucional busca construir largo plazo un socialismo democrático. Son estas dos últimas fuerzas las únicas que pueden hacer de Nicaragua "un país posible".

Pueden hacerlo posible y tienen ambas una mutua capacidad de veto. Por eso tienen que concertar. Visto desde posiciones extremas, el problema del país radica en que, aunque la corriente hacia un socialismo totalitario no tienen capacidad de veto, el proyecto fascista sí puede llegar a tenerlo en la medida en que la embajada norteamericana respalde estratégicamente a este sector y sólo tácticamente al sector pragmático de la UNO. En las últimas semanas se han visto señales en este peligrosa dirección. Estados Unidos condicionaría el desembolso de gran parte de la ayuda ya aprobada y no entregada aún a que el gobierno cumpla lo que son los objetivos centrales del proyecto fascista: la privatización total y acelerada de la propiedad social y el desmantelamiento del Ejército Popular Sandinista. Las diferencias entre la corriente fascista y la posición de Estados Unidos parecen estar únicamente en el ritmo con el que ejecutar estas condiciones. Estados Unidos no tiene tanta prisa: puede esperar un poco más, para no verse obligado a pagar el costo de una intervención.

Teniendo en cuenta esta presión y la quiebra económica en que se encuentra el país, la concertación tiene un objetivo adicional de gran importancia: llevar indirectamente a Estados Unidos a la mesa de la concertación. Si esto se lograra, Nicaragua podría ser "un país posible" y los Estados Unidos habrían contribuido, por su propios intereses, a estabilizar la región centroamericana. En una concertación así deberían establecerse bases estratégicas, duraderas hasta más allá de las próximas elecciones. Aspectos que sean respetados por cualquier partido que resulte electo en 1996. Si no, más temprano o más tarde se volverá a la vía armada como única salida para la resolución de los conflictos sociales pendientes. Y nicaragüense y norteamericanos tendrían que derramar nuevamente su sangre sobre la misma tierra, como ocurrió en los tiempos de Sandino.

La crisis económica avanza a un ritmo más acelerado que las clarificaciones políticas de una parte y de otra. El hambre está corriendo más que el debate y podría generar las condiciones de un estallido social no controlable por ninguna de las fuerzas políticas que se mueven en el país. El hambre ha entrado en escena antes que la concertación y no parece al mejor consejera para este momento de crisis.

La problemática de fondo de la Nicaragua post-electoral tiene sus raíces en la historia del país. Durante la época de la dictadura militar somocista, la burguesía nicaragüense estuvo dividida en dos fracciones: la estrictamente somocista y la conservadora -opositora. Aunque divididos, siempre lograron mantener cohesionados. La forma de acumulación de capital de la fracción somocista -una especie de "acumulación primitiva permanente" -agudizó esa división en la década de los 70. Cuando la dictadura asesinó a Pedro Joaquín Chamorro, el mas destacado líder de la fracción de la burguesía opositora, se simbolizó la fractura radical entre los dos grupos. Como portavoz de los sectores populares, FSLN había lanzado poco antes denunciaban el ascenso del movimiento popular en el escenario nacional. En ese ascenso, el sandinismo supo llegar a un acuerdo con la burguesía opositora, bajo la consigna de "muerte al somocismo".

El derrocamiento militar de la dictadura en 1979 llevó al poder al sandinismo, en alianza con la burguesía opositora, en calidad de socio minoritario. Concreción de esta alianza fue la primera Junta de Gobierno, integrada por tres sandinistas y por dos miembros de la fracción empresarial opuesta a Somoza. Uno de ellos era Violeta de Chamorro, símbolo de la lucha anti-somicista de su esposo. El tiempo fue rompiendo la alianza, mientras Reagan trataba de recomponer al conjunto de la antigua burguesía, asignándole las tareas militares a la fracción somocista y las tareas políticas a la burguesía opositora. Esta recomposición tuvo su expresión final en la Unión Nacional Opositora, en la UNO. Con doña Violeta al frente -imagen y recuerdo de Pedro Joaquín-, un pueblo cansado de la guerra no votó por el sandinismo que representaba Daniel Ortega pero tampoco votó por el somocismo, que no se atrevió a dar la cara con ningún candidato y se agazapó tras de la UNO.

La actual división de la UNO es la reedición de las pugnas estructurales de la burguesía nicaragüense. EL proyecto fascista es la reencarnación del somocismo, con formas y personajes nuevos y el proyecto democrático -empresarial es la nueva expresión de la burguesía opositora de los años 70. Las contradicciones entre estas dos fracciones persisten en una estructura social donde unos fueron expropiados y huyeron del país, y otros se quedaron en él luchando y modernizando su mentalidad. Una concertación acertada por parte del sandinismo consiste esencialmente en lograr un acuerdo de largo plazo con el sector pragmático de la UNO -heredero de Pedro Joaquín-, que aísle al proyecto fascista. O lo que es lo mismo: que sepulte para siempre al somocismo.

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Costos del verticalismo: un FSLN sin rostro campesino
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