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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 433 | Abril 2018

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Nicaragua

¿Por qué vivimos de espaldas a la Ciencia?

¿Sabrá una mayoría de nicaragüenses lo que perdió el mundo el 14 de marzo cuando murió Stephen Hawking, una de las mentes más brillantes con la que hemos convivido en este planeta? ¿Por qué Nicaragua, un país con tal cantidad de recursos para aportar a la Ciencia tiene tan escaso interés por la Ciencia? Con esta pregunta en mente leí mucho, busqué a algunos científicos y elaboré algunas, sólo algunas, reflexiones.

William Grigsby Vergara

Nicaragua es un laboratorio natural de la evolución, al igual que las islas Galápagos lo fueron para Charles Darwin hace más de un siglo.

Esto dijo en Managua Melisa Olave, bióloga evolucionista de la Universidad de Konstanz, Alemania, cuando en enero de 2018 llegó, formando parte de un equipo de cuatro científicos de esta casa de estudios, a investigar durante tres semanas los peces cíclidos de las lagunas cratéricas de Nicaragua. Sus sugerentes declaraciones y la investigación que realizó con sus colegas sobre el valor científico de nuestras mojarras -así llamamos a los peces cíclidos- pasaron desapercibidas para la mayoría de los nicaragüenses. Ese desinterés me llevó a reflexionar sobre por qué Nicaragua vive de espaldas a la ciencia.

ALEX MEYER: “NICARAGUA DEBE REFLEXIONAR SOBRE LO QUE TIENE”


Al frente del equipo que investigó con instrumentos de alta tecnología nuestras lagunas y nuestras mojarras estuvo el también biólogo evolucionista Axel Meyer, quien ha trabajado en Nicaragua desde los años 80 y es experto en radiación adaptativa en los peces cíclidos.

Meyer, un crítico de la construcción de un canal interoceánico por Nicaragua, ha señalado que nuestras mojarras, al igual que los pinzones de las islas Galápagos y las lagartijas anolis en el Caribe son animales que resultan de enorme importancia para la Ciencia porque nos explican cómo funciona la ley de la evolución. La investigación de nuestras mojarras la inició Meyer en 1984, cuando llegó a Nicaragua por primera vez, precisamente para estudiar in situ esos peces. En 2012 descubrió en la laguna de Asososca, en Managua, dos especies endémicas, las que sólo existen en nuestro país: la amphilophus tolteca y la amphilophus viridis.

Axel Meyer considera que hay muchas nuevas especies endémicas por descubrir en las lagunas cratéricas de Nicaragua, especialmente en las dos de más reciente formación geológica: Asososca y Apoyeque, cuerpos de agua con dos diferentes clústeres genéticos, capaces de albergar especies diferentes.

Meyer, actualmente profesor asociado en la Universidad de Harvard, ha dedicado 30 años de su vida a estudiar estos peces y ha logrado secuenciar el genoma completo de más de 600 individuos de mojarras. Desde esa experiencia nos habla: “Nicaragua debe apreciar el sistema único de sus lagunas cratéricas, considerado a nivel mundial de mucha importancia desde el punto de vista científico”.

UN PAÍS CON MÁS RELIGIÓN QUE CIENCIA


¿Lo aprecia Nicaragua? En un país como el nuestro, donde hay más Religión que Ciencia, donde las ideas religiosas están profundamente enraizadas y la información científica de cualquier especialidad se pone en duda desde la religión y el debate científico sólo interesa a una minoría, donde una mayoría de universitarios no “cree” en la ley de la evolución, sino en el mito de la creación que leen en las primeras páginas de la Biblia, las declaraciones de Meyer y las del equipo científico que lo acompañó, no pasaron de unas notas en algún medio, incapaces de competir con las noticias de la farándula o con las novedades del proscenio político, donde nunca faltan actores que protagonicen a diario escándalos de corrupción que llenan nuestras conversaciones diarias.

¿Apreció Nicaragua a estos científicos de primer nivel, que vinieron a medir las condiciones químicas de nuestras lagunas, su salinidad, su luminosidad, su cantidad de oxígeno y su PH, para llegar a comprender mejor la fisiología única de sus peces y para enseñarnos lo que no conocemos? Creo que no.

Y si las palabras de Meyer no han tenido eco, menos interés aún habrán despertado las del astrofísico Stephen Hawking, una de las mentes más brillantes del mundo en que vivimos, experto en “agujeros negros”, quien, a finales de 2017, tras concluir los primeros meses del gobierno de Donald Trump, alertó al mundo afirmando que Trump era un hombre “altamente peligroso por darle la espalda a la Ciencia”, al negar las evidencias de que nuestro planeta está enfrentando un cambio climático.

ERNESTO CARDENAL: POETA MÍSTICO DESLUMBRADO POR LA CIENCIA


Nicaragua es un país paradójico en muchos sentidos. A pesar de que una mayoría de su gente ha naturalizado un pensamiento mágico, espera milagros mediados por pastores en el culto o cree en santos milagrosos, y convive con la idea de ser pieza de un designio divino que, aunque inescrutable, lo explica todo, lo que resta importancia a cualquier avance científico, en Nicaragua también convivimos con una rareza de la humanidad: Ernesto Cardenal, no sólo el poeta vivo más importante de América Latina, sino el primer (y único) poeta científico que hoy habita nuestro planeta.

Basta con acercarse a su obra cumbre, “Cántico Cósmico”, para comprobarlo, para sentir cómo este místico se dejó deslumbrar por la Ciencia. Cardenal trabajó en ese poemario a lo largo de treinta años de investigación. Repasó todas las ciencias, desde la arqueología hasta la astrofísica, para hacer con sus descubrimientos un esplendoroso retrato del universo en 500 páginas, divididas en más de 20 cantigas, a la manera de los clásicos: Homero, Dante, Milton.

“La poesía siempre ha sido sobre la Naturaleza -explica Cardenal-, pero como la ciencia ha avanzado mucho, había también que avanzar en la poesía con los avances científicos. Richard Feynman, un físico cuántico, dice: “A nadie inspira nuestra actual imagen del universo. La Ciencia sigue sin ser cantada por los cantores. No escuchamos ni una canción ni un poema, sino una conferencia”. Yo soy una excepción, yo hago poemas sobre Ciencia”.

Es por fenómenos como el excepcional Ernesto Cardenal que nuestro país es también un enigma. En Nicaragua vivimos en la ignorancia, la corrupción y la mendicidad, ocupando el segundo lugar en pobreza entre los países del continente, y a la vez, aquí vive este hombre que, al igual que el sacerdote jesuita francés Teilhard de Chardin, sabe cantarle a Dios con la melodía de la teoría de las cuerdas.

¿ES PELIGROSO PARA NUESTRO PAÍS?


Pese a lo real maravilloso de la realidad nicaragüense, los descubrimientos, por ejemplo, de otro brillante sacerdote jesuita, Manuel Carreira, consultor de la NASA y miembro del Observatorio Astronómico del Vaticano, una institución que desde hace siglos funciona como “el ojo de Dios”, quien durante toda su vida ha intentado entrelazar filosofía, teología y física para explicar el origen del cosmos, tampoco llaman la atención de una mayoría de profesionales de nuestro país.

Leo a Carreira. Explica que en física cuántica para que una partícula se desplace de un extremo a otro, a través de una superficie equis, no es necesario pasar por el medio. ¿Lo entendemos? No lo sé, pero sí estoy seguro que sería importante entenderlo.

¿Por qué Nicaragua le da la espalda a la Ciencia? ¿No es eso también peligroso para nuestro país? Cargo con esas preguntas. Una primera respuesta que me doy es que, si seguimos colocados en el podio de la pobreza latinoamericana, también se debe a que la inversión que hace nuestro país en educación es mínima, y a que eso es causa de que no tengamos suficientes científicos que nos expliquen cómo desarrollarnos de verdad y no en apariencia.

Me pregunto si será ésa la principal razón… Lo que me atrevo a afirmar es que en Nicaragua son contadas las personas que conocen que existe el padre Carreira y también contadas las que han leído lo que nos deja como legado todo lo que nos explicó Stephen Hawking. Y sería necesario leerlos, conocerlos, porque, uno creyente y el otro ateo, son pruebas vivas de que Religión y Ciencia pueden convivir en paz y en colaboración.

APUNTANDO DEMASIADO ALTO


Quizá apunté demasiado alto cuando, por curiosidad, le pregunté a un taxista de Managua si sabía quién era Marie Curie. Me dijo que ni siquiera sabía si era hombre o mujer. Sin embargo, sin el aporte de la inmensa científica polaca que obtuvo dos premios Nobel, el de Física (1903) y el de Química (1911), ese taxista no podría hacerse un examen de rayos equis en cualquier hospital del país si un accidente de tránsito le desbaratara alguno de sus huesos y hubiera que reparárselo.

Más alto apunté cuando le pregunté a la señora que vende medicamentos en una farmacia cercana a mi casa si sabía quién fue Mileva Maric, la primera esposa de Albert Einstein, “niña prodigio” de las matemáticas. Sin ella Einstein nunca hubiera podido ganar el Nobel de Física en 1921.

Si ni el taxista ni la farmacéutica las conocen, no es vano suponer que el cura párroco de cualquier parroquia o alguno de los predicadores de la Iglesia Universal del Reino de Dios, mejor conocida como “Pare de Sufrir”, tampoco tendrán noticias de lo que significa la elegante ecuación que formuló Einstein (E=mc2), que nos explicó que la energía es igual a la masa, multiplicada por la velocidad de la luz (constante) elevada al cuadrado y que esa ecuación cambió nuestra manera de ver el mundo…

También puedo suponer que seguramente alguno de los abogados que trabajan para el gobierno, o alguno de los empresarios aliados del gobierno, o alguno de los comunicadores de cualquier medio del gobierno, tampoco estará enterado de cómo la física cuántica rige las esferas planetarias… pero creerá firmemente que de “la alineación con el universo” que propone ese embuste que es el libro “El secreto” de Rhonda Byrne, lograda por la pareja presidencial, proviene la suerte que los acompaña…

¿CÓMO COMPRAR LIBROS DE DIVULGACIÓN CIENTÍFICA?


Tan cierto como la escasa educación con que crecemos y la escasez de científicos que tenemos es que en un país como el nuestro, donde los trabajadores del gobierno central y los gobiernos municipales ganan como salario mínimo mensual 5,208.27 córdobas, el equivalente a unos 168 dólares, y donde la canasta básica cuesta unos 13 mil córdobas, cada vez hay menos espacio en esa canasta para libros de divulgación científica, como los que ha escrito uno de los pocos naturalistas nicaragüenses, Jaime Incer Barquero, quien siguiendo la luminosa estela de Charles Darwin, ha dedicado más de 50 años de su vida a recorrer el país investigando nuestros variados ecosistemas.

Más antiguos, más costosos también, son otros libros, como “Viaje por Centroamérica (1881-1883)”, escrito por el biólogo sueco Carl Bovallius, que ofrece un registro histórico-geográfico-etnográfico de las características de la región, o “El naturalista en Nicaragua”, del geólogo y naturalista británico Thomas Belt (1874). Si pudiéramos comprarlos, si los leyéramos, nos enseñarían mucho de cómo era nuestro país hace más de un siglo y cómo es ahora: qué teníamos y cuánto ya hemos perdido.

VIVIMOS EN UNA TIERRA DE AGUA Y FUEGO


En Nicaragua hay maravillas, una abundante materia prima para muchas investigaciones con las que podríamos aportar a la Ciencia mundial. Poseemos el mayor lago de Centroamérica y el tercero más grande de América Latina. Los más de 8 mil kilómetros cuadrados de superficie de agua dulce del lago Cocibolca son un tesoro prácticamente inexplorado. Y, por si fuera eso poco, el lago Xolotlán, con más de 1 mil kilómetros cuadrados, es el segundo más extenso de Centroamérica. Y por si aún no bastara, discurre por 750 kilómetros de nuestra geografía el río Coco, el más extenso de Centroamérica.

Sumado a esta tan descuidada abundante riqueza en agua, Nicaragua posee 58 formaciones volcánicas, sólo 6 volcanes activos, incluyendo el volcán Santiago, en Masaya, cuyo cráter luce como un caldero de lava bermellón que hoy deja boquiabiertos a turistas de todo el mundo. Como señal de que la religión fue plantada a la fuerza en nuestras tierras, en la cúspide del volcán está “la cruz de Bobadilla” en recuerdo del fraile Francisco de Bobadilla, que quiso proteger al pueblo cercano al volcán de “los demonios” y de las cercanas “puertas del infierno” que creía él estaban en el mero cráter. Tantos volcanes, tan poderosa fuente de energía… ¿Y cuántos vulcanólogos? ¿Y cuánta energía geotérmica?

Además de poseer tanta agua y tantos volcanes, plenos de información científica que no conocemos, Managua es la única capital del mundo que tiene en su territorio cinco lagunas de origen volcánico: Xiloá, Apoyeque, Asososca, Tiscapa y Nejapa, donde viven las mojarras que apasionan a Axel Meyer… Pero, como vivimos de espaldas a la Ciencia, también vivimos de espaldas a la Naturaleza, que es el cofre que guarda sus secretos, Tiscapa y Nejapa, especialmente, se han convertido en vertederos de toneladas de basura, sin que ningún gobierno haya logrado evitarlo y sin que ningún mensaje proponiendo cuidarlas haya calado en la población.

Tampoco cuidamos nuestros bosques, talados irresponsablemente por intereses económicos de los pocos ricos y por necesidad económica de los muchos pobres. También deforestamos tranquilamente cualquiera de las 71 áreas “protegidas” del país, incluyendo la Reserva de Biósfera de Bosawás, la que junto a la Reserva de Biósfera de Río Plátano en Honduras, forman el área de biodiversidad más grande y más extensa de Centroamérica, una zona de valor biológico incalculable, que apenas conocemos y que espera por investigaciones y estudios y que está cada vez menos protegida.

LA GUERRA ENTRE CIENCIA Y RELIGIÓN: ¿YA SUPERADA?


La Ciencia ha avanzado muchísimo en el mundo desde que Pitágoras perfeccionó las matemáticas y Aristarco predijo los eclipses de sol tres siglos antes del nacimiento de Cristo. Desde entonces y hasta hoy la relación entre Ciencia y Religión ha sido muy tensa y ha sufrido desgarramientos importantes.

Durante mucho tiempo las jerarquías cristianas han vacilado ante los avances científicos de la Humanidad. Nicolás Copérnico y Johannes Kepler no fueron creídos cuando demostraron que la teoría geocéntrica, sostenida por los aristotélicos, no era cierta y afirmaron que la Tierra no era el centro del Universo.

Galileo, considerado el padre de la astrofísica moderna, fue censurado por la jerarquía de la Iglesia cuando demostró matemáticamente las ideas de Copérnico. Había desarrollado el telescopio y con él miró por primera vez la luna en sus distintas fases, las manchas del sol y los anillos de Saturno, pero fue forzado por el Vaticano a renunciar a su teoría de que era la Tierra la que se movía y no el Sol, so pena de torturas.

Sería Isaac Newton quien le diera la razón a Galileo y lo reivindicaría en su “Principia Matemática” (1686), donde explica, entre tantas otras verdades de la Ciencia, la influencia de la luna en las mareas, lo que sigue siendo fundamental para quienes navegan por los mares del mundo. Newton, un hombre profundamente cristiano, definía cada uno de sus descubrimientos, entre ellos el de la ley de la gravedad, la “fuerza gravitatoria”, como un “secreto revelado por Dios”.

Se ha avanzado mucho más rápido desde entonces. Fue en los años 30 del siglo 20 que Georges Lemaître, sacerdote belga, basándose en la Teoría de la Relatividad Especial propuesta por Einstein a principios del siglo, quien planteó el modelo cosmológico de “la Gran Explosión” (el Big Bang), lo que años más tarde Roger Penrose, George Gamow y Stephen Weinberg defenderían como el origen de nuestro universo.

La “guerra” entre Ciencia y Religión ya va siendo cosa del pasado. Al menos, ya lo es prácticamente en las alturas en donde habitan los científicos y las autoridades religiosas con formación.

INMERSOS EN UNA RELIGIOSIDAD A-CIENTÍFICA


El brillante Stephen Hawking, que se reconocía ateo, fue miembro de la Pontificia Academia de Ciencias del Vaticano y en sus reuniones con los últimos cuatro Papas (Pablo Sexto, Juan Pablo Segundo, Benedicto 16 y Francisco), les dijo siempre -escribió la Academia al recordar a su “excepcional miembro”- que quería “avanzar en la relación entre fe y razón científica”.

Y en 2015 el Papa Francisco sorprendió al mundo con la lúcida encíclica “Laudato Si”, un texto de enorme importancia que advierte sobre las consecuencias sociales, especialmente para los más pobres, de la crisis ambiental que hoy enfrenta el planeta. La encíclica resultó también extremadamente novedosa porque nunca había salido del Vaticano un texto que dedicara tal cantidad de páginas a recoger datos, análisis y argumentos basados en la Ciencia.

Si ha habido ya una reconciliación, no sencilla, pero evidente, entre la Religión y la Ciencia, eso ha sucedido en “las alturas”, entre los científicos más serios y entre las autoridades religiosas más lúcidas. En Nicaragua, la mayoría de la población no ha logrado aún esa reconciliación, ni siquiera conoce de las disputas históricas que provocó la lectura literal de la Biblia, que hoy defienden.

En Nicaragua, la mayoría vive en un mundo prácticamente a-científico y plenamente religioso, donde la Biblia lo explica todo, lo norma todo y lo anuncia todo. Y donde una mayoría de medios de comunicación consolidan, de una forma o de otra, esa visión del mundo.

¿Por qué damos la espalda a la ciencia? ¿Es por la escasa inversión en educación? ¿Es por el peso de una religiosidad tradicional, que desconoce la Ciencia o la menosprecia, una religión con “verdades” de las que nunca se duda, que nunca se debate, que sólo se repiten y se obedecen?

“LA RELIGIÓN SE ADQUIERE COMO HÁBITO, LA CIENCIA SE APRENDE”


¿Es por el limitado acceso a literatura científica? Para aclararme, busqué a varios representantes de la comunidad científica nicaragüense para escuchar sus puntos de vista.

Marvin Tórrez es coordinador de la Estación Biológica Juan Roberto Zarruk de la UCA. Le entusiasma que el Papa Francisco se haya manifestado tan preocupado por el cambio climático y haya escrito la encíclica “Laudato Si” para alertarnos sobre las catástrofes que se avecinan, no como un “castigo de Dios”, sino como producto de la irresponsabilidad humana y de lo que el Papa llama “la cultura del descarte” y el “paradigma tecnocrático” que dominan el mundo. Considera que el carisma de Francisco ha permitido que mucha gente vuelva a ver a la Iglesia católica con una mirada positiva hacia la Ciencia y cree que la encíclica es un buen documento para la educación de los jóvenes.

¿Por qué en Nicaragua la Religión es más importante que la Ciencia?, le pregunto. “Porque la religión -me dice- se aprende en casa, para muchas personas está ligada a la familia. La religión se adquiere como hábito y la ciencia se aprende. Y el aprendizaje va ligado a la educación: ahí radica la diferencia”.

Según el joven biólogo, 36 años, la ciencia médica es la que más ha avanzado en Nicaragua: “Ahí es donde quizás ha habido más desarrollo, porque es una ciencia vinculada a la salud. No puedo hablar de todas las ciencias. En las ciencias ambientales, que son las de mi gremio, puedo decir que hay bastantes avances en las capacidades para realizar análisis numéricos y espaciales. Algo parecido hay ya en lo que se refiere a las ecologías / biologías y a las ingenierías ambientales y de recursos naturales”.

Ha habido un esfuerzo en las Universidades del país para ofrecer carreras científicas, especialmente ingenierías: industrial, civil, informática, ambiental, agrícola, eléctrica, electrónica, mecánica, química... Sin embargo, pese a los positivos esfuerzos, la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), es famosa por ser un “colador” de estudiantes que llegan de las escuelas públicas de todo el país y a duras penas pasan cada año el examen de admisión.

En 2016, el 89.8% de los aspirantes no pasó el examen de matemáticas y no logró ingresar a la Universidad. Por eso, en 2017 las autoridades universitarias decidieron modificar la prueba de admisión privilegiando las pruebas psicométricas y dándole un menor puntaje a las pruebas matemáticas. Sólo así lograron que más del 50% de los aspirantes ingresaran en la UNI.

HAY MUCHA INFORMACIÓN Y MUCHO ANALFABETISMO TECNOLÓGICO


Según Marvin Tórrez, las Universidades producen bastante información y tienen portales web donde se puede acceder a las investigaciones que han realizado. “El problema -dice- es quiénes son los receptores de toda esa información. No podemos hablar ya de carencia de información, hay mucha en el Internet y en algunas instituciones estatales. También algunas ONG tienen información que ponen a disposición del público, en informes o en material bibliográfico. Muy destacable, por ejemplo, es el trabajo del Museo Entomológico de León, que brinda mucho material bibliográfico”.

Es cierto lo del problema de los “receptores” de la información disponible. A menudo, son muchos los estudiantes que no saben hacer búsquedas virtuales, debido al analfabetismo funcional que hoy se expresa en analfabetismo tecnológico, el que limita a los estudiantes ante la oferta de las nuevas tecnologías de la información.

Nicaragua con mucho analfabetismo funcional de varios tipos, tiene aún una alta tasa de analfabetismo: el 20% de la población mayor de 10 años no sabe leer y escribir, según datos del Banco Central de Nicaragua.

“LO PRIORITARIO ES LA EDUCACIÓN BÁSICA DE CALIDAD”


Le pregunto a Marvin Tórrez, quien se define como un biólogo de corazón y de vocación, por qué Nicaragua no invierte en investigaciones científicas, pero él no considera que sea ésa la prioridad.

“Si primero no se invierte en brindar una educación de calidad a la niñez no se puede hablar de investigación -me contesta-. El énfasis debe estar en invertir en educación básica. Primero eso, ya después retomaremos la investigación. La UCA invierte en investigación a través de un fondo y sé que las otras universidades hermanas del Consejo Nacional de Universidades tienen iniciativas parecidas. También se realizan anualmente jornadas científicas y hasta hay algunas iniciativas gubernamentales o no gubernamentales ligadas a proyectos. Pero, más que preguntarnos por qué no hay investigación debemos preguntarnos por qué no se percibe el impacto. Y no se percibe porque falta previamente una educación básica de calidad”.

Tórrez señala el poco interés por el conocimiento que existe en nuestro país y el interés excesivo por la remuneración económica post-estudios que también nos caracteriza: “Es un problema generacional, que viene de los padres en primer lugar. A los jóvenes se les ha enseñado a estudiar para hacer dinero, no para aprender. Sólo miremos lo que escuchan en muchos hogares: Sacás el título, aunque después vendás tomates”.

“EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO NOS DEFIENDE DEL CAMBIO CLIMÁTICO”


¿Y cómo hacer para que los jóvenes nicaragüenses se interesen más por la ciencia y no tanto por la religión o la política? Para Tórrez, la respuesta es clara: “Invirtiendo en material humano. Enseñándoles desde pequeños las bases de la Ciencia, que son la matemática, la física y la química”.

Tórrez está preocupado. Considera que Nicaragua no está preparada para las catástrofes que va a provocar el cambio climático y cree que la pobreza y la deforestación nos hacen muy vulnerables. Insiste en la prevención, que requiere conocimiento científico, porque considera que será el conocimiento científico lo que nos defenderá de nuestra vulnerabilidad.

Al terminar la entrevista su conclusión es precisa y honesta: “Donde no hay Ciencia hay pobreza. Cuando tenés Ciencia podés educar para un mejor futuro. Pero, ojo, la ciencia debe ir ligada a valores humanistas. Si no, terminas trabajando para engrandecer el sistema capitalista, que sólo estimula la acumulación de riquezas para unos pocos. Si la Ciencia se usa sin valores morales, sin ética, no sirve para nada. Podés estimular la educación científica, la innovación, la investigación, la tecnología, pero si los resultados sólo benefician a un pequeño porcentaje de la población, es como que no existiera”.

“FALTA EDUCACIÓN EN LA NIÑEZ Y CLARIDAD EN LA CLASE POLÍTICA”


Continúo en la UCA. Y me acerco al doctor en Biología Molecular por la Universidad de California, Jorge Huete Pérez, vicerrector de la Universidad. Coincide con Tórrez en que la ciencia médica es la que más se ha desarrollado en Nicaragua porque toca temas que preocupan directamente a toda la ciudadanía. “Sin embargo, si nos comparamos con otros países latinoamericanos, como Cuba o Brasil, tenemos aún un muy incipiente desarrollo”.

¿Por qué Nicaragua no invierte lo suficiente en investigación científica? También coincide con Tórrez: “Por la falta de calidad en la educación básica” Y añade: “Y porque la clase política nicaragüense no está clara de las raíces de los problemas de nuestro país”.

A pesar de todo, Huete observa ya un relevo generacional: “Veo que entre los jóvenes hay cada vez más interés por la Ciencia y por el desarrollo tecnológico. Existen formas de captar la atención de la juventud hacia la Ciencia abandonando métodos de enseñanza ortodoxos. Nicaragua puede estimular el interés de los jóvenes buscando mejores métodos para enseñar Ciencia. El problema para la educación científica es que a veces las formas de enseñanza no son las más adecuadas”.

HAY YA UN INCIPIENTE RELEVO GENERACIONAL


Tiene razón el doctor Huete: hay relevo. En la paradójica Nicaragua ya tenemos pruebas. En mayo de 2016, diez estudiantes del Colegio Americano de Managua participaron en una campaña que promueve anualmente la Universidad Hardin-Simmons de Texas… ¡y encontraron dos nuevos asteroides!

Eran muchachos de séptimo y octavo grado (12-13 años). Junto al profesor Julio Vannini, secretario de la Asociación Nicaragüense de Astrónomos Aficionados (ANASA), estuvieron analizando durante tres semanas imágenes enviadas por la Universidad, logrando identificar cuatro cuerpos celestes candidatos a asteroides. De los cuatro, dos fueron confirmados.

Ya en 2012 cinco alumnos del colegio Pierre y Marie Curie de Managua participaron en la misma campaña de la misma Universidad y habían descubierto, por primera vez, un asteroide. En esa ocasión, Jaime Incer Barquero, presidente de la ANASA, calificó de relevante el hallazgo: “Porque le da entrada a Nicaragua al universo de naciones con especial interés en la astronomía”. Pero, pese al descubrimiento y al júbilo con el que lo recibió nuestro naturalista, el gobierno de Nicaragua no dio a ninguno de estos jóvenes descubridores ningún reconocimiento público.

Otro “milagro” en este terreno es el de Kevin Morales, estudiante de cuarto de año de Medicina de la Universidad Católica Redemptoris Mater (UNICA), quien ganó el primer lugar en la competencia de Emprendedor Ciudadano Juvenil, promovida por el Programa de Acción Mundial de la UNESCO. Kevin triunfó con un proyecto al que llamó BHOGIP, un brazalete con stickers provistos de microchips para que personas con discapacidad visual, congénita o adquirida, puedan localizar objetos que vibrarán con distinta frecuencia en dependencia de la distancia a la que estén.

A la categoría de “mejor proyecto” se presentaron más de 2 mil propuestas, se preseleccionaron 550, quedaron 20 finalistas y entre esos veinte Kevin ganó el primer lugar, subiendo al podio con jóvenes de Brasil, Ghana y Etiopía, quienes fueron premiados en una ceremonia que se transmitió en vivo desde Berlín en octubre de 2017. El empeño de Kevin y su logro es más que alentador. Viniendo de Nicaragua es casi una gesta heroica.

“EL PESO QUE TENGA LA RELIGIÓN ES ÍNDICE
DEL DESARROLLO CIENTÍFICO DE UN PAÍS”


Continúo en la UCA con mis preguntas en la mochila… Katherine Vammen, científica de origen austriaco con doctorado en Bioquímica y Microbiología de Recursos del Agua, es investigadora miembro de la Red Interamericana de las Academias de Ciencia (IANA) y coordinadora de la Maestría Regional Centroamericana de Ciencias del Agua. Hoy dirige el nuevo Instituto Interdisciplinario de Ciencias Naturales de la UCA.

Bammen aplaude también la encíclica “Laudato Si” del Papa Francisco: “Existe una crisis política global y que el Papa haya hecho central el problema del cambio climático y la necesidad de enfrentarlo desde distintos enfoques llegó justo a tiempo y para orientar a todo mundo”.

Para Vammen, “el peso que tenga en un país la tradición religiosa es un indicador del nivel de desarrollo científico de ese país. En Nicaragua es muy pobre ese desarrollo por falta de herramientas que son necesarias, entre ellas la capacidad institucional y una masa crítica de profesionales”. Y considera que, pese a eso, tanto en las ciencias sociales como en las ciencias naturales, ha habido avances en Nicaragua, aunque queda mucho por hacer: “Lo que se necesita es que todas las ciencias trabajen juntas en una interdisciplinariedad”.

“EL PROYECTO DEL CANAL FUE APLAUDIDO”


La capacidad institucional para la investigación científica es muy limitada en Nicaragua. Vammen lo comprobó cuando se presentó el proyecto para la construcción del canal interoceánico. El gobierno nunca consultó con la población este proyecto, que fue anunciado y aprobado en sólo unos días. Mucho menos consultó a la pequeña comunidad científica de Nicaragua. Tampoco las instituciones nacionales hicieron las investigaciones pertinentes para demostrar si un proyecto de esa magnitud era viable o no o si afectaría la biodiversidad de Nicaragua.

“Ese proyecto fue aplaudido por muchos -dice Vammen- a pesar de que implicaba el deterioro del lago tropical más grande de América y el número 16 del mundo, un lago con potencial para ser motor del desarrollo de Nicaragua, pero no atravesándolo con un canal”.

TRES FELICES JÓVENES CIENTÍFICAS


¿Se puede hablar de aportes científicos de nuestro país? ¿Hay alguno relevante? Katherine Vammen considera un gran avance la creación del Centro de Biología Molecular (CBM) de la UCA: “Ha brindado al país una capacidad que normalmente no se encuentra en los países subdesarrollados y el Centro ha despertado en la juventud interés por la Ciencia, aunque el ambiente en el que viven muchos, la pobreza y la falta de educación, no contribuyan”.

En el Centro se encuentran tres jóvenes destacadas. Pese a los obstáculos que les pone enfrente el país en donde han crecido, los han superado. Fania Pérez Mendoza, 26 años, es ahora investigadora del Programa de Salud y Genoma Poblacional del CBM. Después de estudiar Bioanálisis Clínico se ha especializado en Genética Molecular y se siente feliz. Lucía Páiz Medina, 29 años, es bióloga molecular e investigadora científica del Programa de Biodiversidad y Bioprospección que se lleva a cabo en el mismo Centro y se siente feliz. Y Suyen Solange Espinoza, 26 años, actual investigadora del Programa de Salud y Genómica Poblacional en el CBM, recuerda cómo su amor temprano por las ciencias médicas la llevaron a estudiar Bioquímica hasta convertir su pasión en investigación.

Muy feliz relata: “Hace poco finalicé un proyecto sobre el Virus del Papiloma Humano (VPH). Visité dos comunidades nicaragüenses donde estudié los tipos de virus que afectan usualmente a las mujeres. La gente conoce del cáncer, pero no tiene idea de los tipos existentes. Poder determinar qué tipo es el que ha producido la enfermedad resulta fundamental porque así el tratamiento es más dirigido. Y, además, si conocemos los tipos podremos desarrollar vacunas específicas”.

EL SESGO DE GÉNERO EN LA CIENCIA


Estas tres jóvenes muestran que, pese al patriarcado dominante, hay futuro científico para Nicaragua.

De la doctora Margarita Vannini, miembro honorario de la Academia de Ciencias de Nicaragua, son estas palabras que publicó el sitio oficial de la Academia: “Si analizamos la relación de género que hay en las Academias de Ciencias de las Américas, constatamos que algo pasa con la formación profesional y la integración de mujeres científicas. Las mujeres representamos sólo el 15% de los miembros de las Academias de Ciencias. Eso significa que el mundo de las ciencias es masculino. La misma conclusión nos revela mirar con atención la relación de género en los Premios Nobel: 849 hombres y sólo 43 mujeres”.

Pese a este llamativo sesgo genérico, que rebasa nuestras fronteras, son jóvenes como Fania, Lucía y Suyen, las que podrán marcar la diferencia en el futuro.

TODAVÍA NI MUCHOS NI GRANDES CAMBIOS


Sí, no todo está perdido. Desde 2012 el gobierno de Nicaragua incluyó Ciencia, Tecnología e Innovación en el Plan de Desarrollo Humano, lo que dio lugar a que el Consejo Nicaragüense de Ciencia y Tecnología promoviera la Semana Nacional de la Ciencia, espacio en el que, especialmente niños, niñas y jóvenes, pueden presentar proyectos científicos para la actividad productiva, la proyección social, la investigación, la docencia…

No se observan todavía ni muchos ni grandes cambios. Para que los haya, para salir de la pobreza, Nicaragua necesita una reflexión colectiva, un giro radical donde la religión y la política no obstaculicen ni menosprecien el desarrollo científico.

Leo que Trappist-1 es un sistema solar situado a 39 años luz de la Tierra, descubierto en febrero de 2017. Lo forman siete planetas, seis rocosos y con una masa similar a la de la Tierra. Eso ha encendido las expectativas de miles de científicos del mundo por la posibilidad de que algún día podamos encontrar agua en otro planeta que no sea el nuestro, donde el cambio climático ya está haciendo desastres catastróficos, como vimos en 2017 con los inusualmente destructivos huracanes “Irma” y “María”, que dejaron daños que los caribeños tardarán lustros en reparar.

Creo que la NASA está más cerca de llegar a ese sistema solar que Nicaragua de convertirse en una potencia científica. Pero no debemos dejar de trabajar para ver si lo logramos. Tenemos en nuestro país tanta materia prima, tantos recursos naturales, para aportar a la Ciencia mundial, que esa tarea pendiente debería de ser una prioridad.

AÚN ESTAMOS A TIEMPO


Katherine Vammen considera que lo prioritario en este momento es un cambio de conciencia ante el problema ambiental, especialmente entre los jóvenes. Eso motivará que en unos años exista una nueva camada de científicos con suficiente información, conocimientos y sensibilidad que aporten soluciones a la crisis climática que ya está afectándonos.

Ella es optimista. A pesar de la deforestación, del descuido, de la contaminación evitable, de lo que las instituciones no aportan y de la falta de una necesaria masa crítica de profesionales, Vammen considera que Nicaragua es aún un paraíso tropical con una gran biodiversidad y con cuerpos de agua más productivos que los de otros países. No todo está perdido y aún estamos a tiempo. Depende de todos cuidar ese paraíso.

ESCRITOR.

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