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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 419 | Febrero 2017

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Nicaragua

“Los nublados del día”…en la toma de posesión

El 10 de enero Daniel Ortega inició su cuarto período al mando del país: cinco años más. Días después, al juramentar a su gabinete, afirmó que su gobierno se extenderá por una década. A pesar de toda la seguridad que muestra, conoce bien Ortega que en el cielo hay ya nublados que amenazan convertirse en densos nubarrones y que afectarán su calendario en el poder.

Equipo Envío

Daniel Ortega inicia su cuarto mandato en condiciones sumamente diferentes a las que tenía cuando inició su segundo y su tercer período.

El 10 de enero de 2007, cuando recuperó la banda presidencial que había entregado a doña Violeta en 1990, los temores que despertaba su regreso al gobierno y el beneficio de la duda dominaban el escenario nacional.

El 10 de enero de 2012 mucho había cambiado. Bastantes temores se habían esfumado y algunas dudas se habían aclarado. A pesar del importante lastre que representaba el fraude con el que consiguió la mayoría parlamentaria en las elecciones, Ortega reiniciaba en medio de una bonanza económica y de las simpatías que generaban en sectores pobres de la población los programas sociales garantizados por la cooperación venezolana.

Además, ese año, a la maquinaria institucional que hoy controla totalmente le faltaban varias tuercas: no había reformado la Constitución Política, no había reformado la Ley del Ejército ni la de la Policía, existía la Ley de Seguridad Soberana, tampoco había entregado la concesión canalera a Wang Jing…

NUBLADOS EN LA ECONOMÍA


El 10 de enero de 2017 la pareja Ortega-Murillo inicia su gobierno con un cielo nada diáfano. Son muchos los nublados del día en esta nueva toma de posesión. Todos los ven y los conocen, ambos también.

Algunos nubarrones son económicos. Además de un problema estructural tan serio como es que un 80% de la población económicamente activa esté ocupada en la economía informal; o el “imprescindible problema” que debe resolver el gobierno -según insiste el FMI-, de la insostenibilidad financiera del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social, que podría quebrar en la próxima década; o el enorme rezago en que permanece la educación, llave maestra del desarrollo -pruebas da en este número el estudio del CIASES-, la frágil estabilidad macroeconómica conseguida en estos años se ha fragilizado aún más con la drástica reducción del crédito petrolero concesional que brindaba Venezuela.

OPERACIÓN DE MAQUILLAJE


El síntoma más evidente del debilitamiento de la estabilidad macroeconómica del país ha sido la disminución sistemática de las reservas internacionales del Banco Central en el transcurso del año 2016.

El gobierno ha “maquillado” este deterioro manipulando las cifras sobre el verdadero nivel de las reservas internacionales. El economista y consultor independiente, Néstor Avendaño, informa sobre una operación destinada a ocultar esto: los bancos privados depositaron 79 millones de dólares el 31 de diciembre de 2016 para que el Banco Central pudiera registrar en sus estadísticas una pérdida acumulada de reservas internacionales durante 2016 mucho menor a la que hubo en la realidad. Una vez cumplido el propósito de la operación, los bancos procedieron a retirar esos recursos el 4 de enero de 2017, ¡cinco días después!

El desplome del crédito petrolero de Venezuela es el factor clave que explica los problemas del Banco Central para mantener la estabilidad macro¬económica. Desde 2007 las importaciones de petróleo de Venezuela abastecían más del 90% de las necesidades del mercado nacional, pero desde 2015 se han venido reduciendo y ahora no cubren ni la tercera parte de los requerimientos del país para que la economía funcione. Nicaragua pagaba antes el equivalente del 50% de su factura petrolera y así el Banco Central lograba tener recursos suficientes para mantener en un nivel adecuado sus reservas internacionales. Ya no es así y no es previsible que Ortega recupere un respaldo financiero similar en los próximos años. Probablemente, el gobierno se verá obligado a recurrir a líneas de crédito con las instituciones financieras multilaterales para preservar la estabilidad de la moneda nacional.

Encima de todo esto está ahora la aprobación inicial (septiembre 2016) de la Ley Nica (Nica Act) por la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Esa legislación ha colocado una amenazante espada de Damocles sobre la economía nacional, pues, entre otras cosas de tipo político, propone cortar el financiamiento multilateral y, como una de sus consecuencias, reduciría significativamente el flujo de inversión extranjera directa si, entre otros cambios que mejoren el sistema democrático, Ortega no celebra elecciones libres y transparentes, a lo que se ha negado desde hace una década.

LOS NUBLADOS POLÍTICOS EXTERNOS


Otros nublados son políticos y externos. Como consecuencia de la larga lista de decisiones que desde junio de 2016 tomó Ortega para asegurarse el “ganar” las elecciones del 6 de noviembre no arriesgando el poder (prohibir la observación electoral, cancelar la participación de la coalición de partidos con posibilidades de derrotarlo, destituir a los diputados de la segunda fuerza política del país, organizar un simulacro de votaciones…), su régimen se ha ido aislando a nivel internacional, tanto en América Latina como en Europa.

En Estados Unidos Ortega perdió todos los amigos que un día tuvo y colocó a Nicaragua en el radar de la atención, tanto de republicanos como de demócratas, siendo la más clara expresión de esto el apoyo bipartidista, por comisión o por omisión, a la Nica Act.

LOS NUBLADOS “EN CASA”


Tal vez los más importantes nubarrones políticos son los internos, que también lo aíslan. Por un lado, la masiva abstención en las elecciones del 6 de noviembre, además de sellar éste como el más ilegítimo de sus tres sucesivos gobiernos, le demostró a Ortega que es una minoría la que respalda el sistema que ha impuesto. Nadie mejor que él conoce con exactitud los resultados de las elecciones del 6 de noviembre, que constituyeron la mayor derrota política que hasta ahora ha experimentado.

Por otro lado, la señal enviada con la abstención masiva cerró una etapa y abrió otra, en la que comienzan a percibirse mejores condiciones para organizar una oposición con nuevos liderazgos.

La segunda mitad de 2016 cambió el escenario político nacional. Porque, en respuesta a las señales que Ortega dio de no cambiar nada y de preparar un fraude perfecto que le asegurara “más victorias”, la sociedad descontenta, incluida gente que lo ha respaldado estos años y gente de su partido, se unió para rechazarlo, con una abstención de dimensiones históricas.

“REPUDIAMOS LA CHANCHADA ELECTORAL”


Al repudio al simulacro electoral también se unió el movimiento campesino que ha luchado desde hace tres años contra el Canal y contra la ley canalera con una persistencia, autonomía y civismo no vista antes en el país en ningún otro movimiento social.

La Caravana Campesina que nunca pudo llegar a Managua el 30 de noviembre, -en esta ocasión con una consigna política: “Repudiamos la chanchada electoral”-, por la desproporcionada represión que Ortega ordenó para que no pudieran salir de sus comarcas ha sido un hito en el cambio de escenario de 2016.

A la Caravana Campesina se unirían, por primera vez, delegaciones de campesinos del Norte y centro del país. Miles -se habló de hasta 30 mil- confluirían en la capital, pernoctarían ese día en Managua y el 1 de diciembre marcharían acompañados por la población urbana de Managua y por delegaciones de pobladores de todo el país.

Para impedir esta movilización Ortega ordenó desatar la represión. Durante tres días, comunidades campesinas de la ruta del Canal fueron sitiadas, asediadas y amenazadas. En el resto del país se vivió un virtual estado de sitio: el miércoles 30 de noviembre y el jueves 1 de diciembre -días en que el secretario general de la OEA y su equipo estaban en Managua-, en 13 de los 17 departamentos del país la Policía bloqueó 54 puntos de carreteras y caminos con retenes, cateos, revisión de vehículos y retiro de licencias a choferes para impedir la concentración de campesinos y ciudadanos en Managua.

En la tarde del día 30, y para garantizar la vida y la seguridad de las comunidades, la Caravana Campesina decidió dar por concluida su iniciativa, considerándola “un éxito” porque puso en evidencia la saña de la represión gubernamental. El 1 de diciembre algo más de mil personas, superando el miedo, se congregaron en Managua en solidaridad con los campesinos reprimidos y en repudio al gobierno.

HUMBERTO ORTEGA: “YO NUNCA LO HE VISTO ASÍ”


La decisión de Ortega de seleccionar a Rosario Murillo como su Vicepresidente ha provocado también nublados políticos internos. Murillo tiene ahora un poder institucional que antes no tenía, al colocarla como primera en la línea de sucesión.

Desde el sandinismo, el más claro comentario sobre esta decisión lo escuchamos el 29 de noviembre de boca de Humberto Ortega en una entrevista televisada de más de dos horas.

En varios momentos de la entrevista y ante la insistencia con que el periodista Jaime Arellano preguntaba si Murillo es la sucesora de Ortega, dijo, entre varias afirmaciones similares, el General: “Yo nunca lo he visto así… En el momento actual Daniel Ortega ha decidido darle un papel de Vicepresidente a la compañera Rosario Murillo. Simplemente es un nombramiento para un cargo en que el Vicepresiden-te tiene las tareas que el Presidente le señala… Pero la sucesión debe descansar sobre instituciones y no en individualidades… Después de que Daniel decida retirarse o se dé cualquier otra situación, es imposible que una personalidad que no tenga las características de él pueda jugar el papel que él juega. Para mí la compañera Rosario Murillo juega ese papel porque Daniel Ortega ha considerado permitir que lo juegue. Pero ella, por sí sola, es muy difícil que logre mantener al sandinismo en general y a la sociedad nicaragüense”.

“LOS EXCLUIDOS NO SON POCOS”


No hay duda de que entre “los nublados del día” de la toma de posesión hay que incluir el aislamiento interno de Ortega por los justificados temores que provoca la sucesión dinástica.

¿Sucesión o pretensión? Edmundo Jarquín, colaborador estrecho del FSLN en los años de la revolución lo ve así: “La pretensión dinástica tiene los pies de barro. Es excluyente. Y los excluidos (se refiere a cuadros y militantes históricos del FSLN) no son pocos, y además tienen descendencia, y esa descendencia no es ajena a los agravios que se realizan contra sus padres y abuelos. Y además, cuando la exclusión se fuerza en base a lealtades que proceden de la prebenda, el entretenimiento y la diversión, al margen del idealismo, la mística y el compromiso con causas justas y sociales, la exclusión es más dura”. Se refiere Jarquín al “nuevo” FSLN, subsumido hoy en la Juventud Sandinista.

Uniformados con iguales camisetas, fueron centenares de esos jóvenes, que recibían órdenes de cuándo levantarse o sentarse, cuándo y cuánto aplaudir, cuándo lanzar determinadas consignas, los que llenaron la plaza la tarde de la toma de posesión en representación del “pueblo”.

2007: EL “MILAGRO” DE ORTEGA


El 10 de enero el acto de toma de posesión tuvo un guión bastante similar a los de 2007 y 2011: al caer la tarde, precedido de bailes folklóricos y canciones del pasado revolucionario, en un escenario masivamente enflorado, con un estilo de fiesta de familia más que de protocolo institucional…

En su discurso, de más de una hora, evocó retazos del pasado reciente interpretados a su conveniencia: lo central era contrastar los conflictos pasados, provocadores de pobreza, con la estabilidad presente, garantía de desarrollo. Ortega recordó los años 80, la guerra, las elecciones de 1990 en las que “se sembró cizaña”, la inestabilidad de los tres gobiernos que le precedieron, siempre inestables, hasta que llegó “el milagro” (sic) de 2007 y Nicaragua entró, gracias a su gobierno, en el camino de la prosperidad.

No hizo referencia Ortega a ningún tema pendiente y de importancia nacional: nada dijo del ¿ya descartado? Gran Canal Interoceánico ni de la Ley Nica ni de cómo vamos a enfrentar el cambio climático… Tampoco habló del desempleo, de la migración, de cómo mejorar la educación… Parecía dirigirse únicamente a sus mejores aliados, los grandes empresarios, ante los que se comprometió a dar continuidad a esa “gran alianza”, que él afirma es expresión de “la unidad nacional”. Presentándose como el más seguro garante de la estabilidad de Nicaragua, el mensaje implícito que se escuchó en su discurso fue: “Me necesitan porque... después de mí no hay nada ni sol ni madrugada…”

UNOS LLEGARON, OTROS NO


En el acto de toma de posesión vimos claras señales del aislamiento de Ortega, si comparamos la ceremonia de esta toma de posición con las previas.

En la tarima de invitados internacionales fueron sólo cinco los Jefes de Estado extranjeros (Maduro de Venezuela, Morales de Bolivia, Sánchez Cerén de El Salvador, Hernández de Honduras y Tsai Ing-wen de Taiwan). 13 llegaron a la toma de posesión de 2007 y 7 a la de 2011. El nivel del resto de delegaciones extranjeras fue muy bajo. Extraña, y hasta chocante, fue la presencia entre los invitados de Choe Ryong-hae, tercer hombre en el poder en Corea del Norte.

Llamó mucho la atención la señal de distancia que enviaron los once obispos católicos del país al no asistir ninguno de ellos al acto. Ortega nunca respondió al documento que le entregaron en mayo de 2014, en el que le pidieron diera “su palabra de honor” para garantizar en 2016 “un proceso electoral presidencial absolutamente transparente y honesto”.

Categórico resaltó el gesto de la embajadora Laura Dogu -única representante que el gobierno de Estados Unidos envió-, que abandonó la tarima de invitados cuando Ortega iniciaba su discurso criticando desde el primer momento el papel de Estados Unidos en la historia de Nicaragua, llamándolos “los sembradores de cizaña”.

LA LEY NICA Y LA OEA


Diez días después de la toma de posesión de Ortega y Murillo, la OEA y el gobierno hicieron público un primer informe del “diálogo constructivo” que ambos habían iniciado en octubre de 2016.

Si la Nica Act, aprobada inicialmente en Washington en septiembre de 2016, fue consecuencia de las decisiones que tomó Ortega para asegurarse, a como fuera y a la fuerza, un tercer período de gobierno, poniendo así a Nicaragua en el radar del gobierno de Estados Unidos, la entrada de la OEA en el escenario político nacional, con el informe que envió a Ortega a mediados de octubre “ponderando los hechos en relación al proceso electoral”, es otra de esas consecuencias. Son realidades encadenadas.

Daniel Ortega aceptó dialogar con la OEA, organismo regional al que no ha dejado de criticar duramente durante años, porque no le quedaba más remedio, porque necesitaba mejorar su imagen y así neutralizar la amenaza que representa esa legislación, tanto en lo económico como en lo político, ya que la Ley Nica ordena también al gobierno de Estados Unidos hacer la lista de los funcionarios del gobierno de Nicaragua vinculados a negocios ilícitos, corrupción y violación a los derechos humanos.

GRANDES EXPECTATIVAS


Para quienes esperaban del Secretario General de la OEA, Luis Almagro, que firma este informe, un texto más ajustado a la verdad de la grave crisis electoral que motivó esta negociación, el texto resultó decepcionante.

Las desproporcionadas expectativas que generó la entrada de la OEA en el escenario nacional se explican por varias razones.

La principal, la cantidad de información que les fue suministrada en estos meses al secretario general Luis Almagro y a su equipo y que sirvió de base al informe que Almagro envió a Ortega para iniciar el diálogo.

Otra razón está en las posiciones firmes, y hasta confrontativas, de Luis Alma¬gro en su afán de resolver rápidamente la crisis venezolana. Crisis que es muy diferente a la crisis nicaragüense, entre otras cosas porque allí la cúpula empresarial no respalda al gobierno y la oposición tiene una beligerancia en las calles que aquí no se ha desarrollado.

También se explican las expectativas por el callejón sin salida en el que se siente mucha gente en un país tan insignificante como Nicaragua en el complejo mundo global. La mejor metáfora para describir ese sentimiento de desesperación es el espejismo que el sediento experimenta en el desierto confundiendo el horizonte con un oasis.

¿CÓMO LEER EL INFORME?


La influencia, política y también financiera, de Estados Unidos en la OEA es innegable. La entrada de la OEA en la crisis nicaragüense se decidió después de aprobada la Nica Act y en el supuesto de que Hillary Clinton ganaría las elecciones. La política de Clinton hacia Nicaragua resultaba mucho más previsible.

Ahora, como tantas otras instituciones mundiales, la OEA está a la espera de calibrar cómo se posicionará la nueva administración Trump respecto a América Latina, a Centro¬amé¬rica, a Nicaragua, a Ortega, también a esa legislación. ¿Qué pesará más en lo que decida el equipo de Trump que llevará las relaciones con América Latina: sancionar a Ortega por haber destruido las instituciones democráticas o arriesgarse a alterar la estabilidad del “país más seguro de Centro¬amé¬rica”? Ortega ya advirtió en la toma de posesión que él es el único que puede garantizar estabilidad…

Ante un horizonte tan incierto como el que ha abierto la era Trump la cautela de la OEA no era tal vez lo más deseable, pero sí es comprensible. Comprensible es también que doña Francisca Ramírez, dirigente del movimiento anticanal, que llegó a Managua, sorteando todo tipo de obstáculos, hasta nadar por un río crecido, para no ser detectada por la Policía, para decirle a Almagro “lo caro que paga” quien defiende sus derechos, haya considerado “lastimoso” el informe. Comprensible es que otros actores sientan que la institución regional le ha concedido a Ortega tiempo a cambio de nada.

LOS TIEMPOS DEL INFORME


Tiempo porque, empleando en el informe un lenguaje excesivamente diplomático, lo que la OEA dice en la concreta es que el gobierno tendrá tres años para “perfeccionar” el sistema electoral y político. Darle tres años puede interpretarse como una concesión a Ortega, pero también puede verse como la evidencia de lo muy “imperfecto” que es el sistema que Ortega ha destruido y, por tanto, de lo complejo y prolongado que será recomponerlo.

El otro tiempo que fijó el texto es el 28 de febrero, cuando OEA y gobierno presentarán “un memorándum de entendimiento” donde se detallarán “los aspectos técnicos del trabajo conjunto a llevar a cabo” en los tres años. La OEA se compromete a gestionar el financiamiento que le permita desarrollar esas tareas, entre las que, en este primer informe, menciona únicamente la depuración del padrón electoral.

Para el “trabajo” que quienes esperaban más de este informe deben llevar a cabo -seguir informando a la OEA, seguir exigiendo al gobierno- hay bastantes entrelíneas en el texto que pueden ser aprovechadas.
Con realismo hay que admitir que Ortega ganó tiempo. Pero poco más. El costo más alto que ha tenido que pagar por el tiempo ganado es que está “dentro del marco de la OEA” y de ese marco no puede salirse.

LAS MUNICIPALES DE NOVIEMBRE


En el largo proceso de “perfeccionamiento” de un sistema destruido, el primer acto serán las elecciones municipales de noviembre de 2017, a las que la OEA dice “dará seguimiento de forma objetiva, imparcial y transparente y con la capacidad técnica apropiada”.

¿Qué significará ese “seguimiento” o el “acompañamiento” al que invitó Ortega a Almagro? ¿Qué significarán esas elecciones municipales, in¬ser¬tas en un sistema electoral colapsado si no hay cambios sustantivos? ¿Y qué significarán los resultados de esas elecciones con una autonomía municipal socavada durante todos estos años por el sistema impuesto por Ortega? Son preguntas abiertas para los próximos meses. Tras cada una de las posibles respuestas se avizoran nublados, también embarrones.

COSEP: “ES UNA OPORTUNIDAD”


Es el posicionamiento ante las elecciones municipales y ante el informe de la OEA lo que permite imaginar en este incierto enero, y tal vez prematuramente, dos grupos actuando en dos escenarios.

En un escenario se han alineado ya dos actores: la gran empresa agremiada en el COSEP y el partido en construcción Ciudadanos por la Libertad (CxL), que agrupa a buena parte de las estructuras del PLI, partido que dirigió el liberal Eduardo Montealegre y al que Ortega impidió arbitrariamente participar en las pasadas elecciones despojándolo de legalidad.

En nombre de la élite empresarial, José Adán Aguerri escribió que el informe de la OEA es “positivo” y representa “una oportunidad” porque “por primera vez se abre la posibilidad de trabajar hacia el futuro temas (menciona sólo los temas electorales) demandados por años sin respuesta y teniendo como garante a la OEA”.

CXL: “ES UN PEQUEÑO PASO EN LA DIRECCIÓN CORRECTA”


CxL, que inmediatamente después de la farsa electoral de noviembre solicitó personería jurídica ante el Poder Electoral que la había organizado, apremiado por participar como oposición en las elecciones municipales, consideró en un comunicado que el informe de la OEA “es un paso muy pequeño con relación al desastre institucional que ha generado Daniel Ortega con sus ambiciones dictatoriales, pero es un paso en la dirección correcta y brinda una oportunidad de retomar pacíficamente el camino de la institucionalidad que demandamos todos para progresar en libertad”.

Pedro Joaquín Chamorro, hijo de la ex-Presidenta Violeta de Chamorro y dirigente de CxL da a entender, con una visión optimista, que caminando en esa “dirección correcta” que es la vía cívica, “deponiendo posiciones maximalistas, de todo o nada” y participando en las municipales, se crearían las condiciones para que en las próximas elecciones presidenciales (2021) Ortega sea derrotado porque se habría configurado ya un escenario similar al de febrero de 1990.

Periodistas que son voceros del gobierno y analistas afines a los intereses de Ortega consideran que unas elecciones municipales “acompañadas” por la OEA y con la participación de CxL serían condiciones “mínimas”, pero suficientes, para calmar el ímpetu anti-Ortega de los congresistas que impulsaron la Ley Nica y la postergarían, la frenarían o al menos reducirían sus peores consecuencias. Consideran también que esas elecciones serían un buen augurio para iniciar el cambio que el país necesita.

FRENTE AMPLIO: OPORTUNIDAD DESPERDICIADA


En otro escenario se están alineando otros actores: movimientos políticos y sociales, medios de comunicación, otros analistas y algunos empresarios, que consideran que, como el objetivo de Ortega es ganar tiempo y ha sido su inveterada costumbre, en el gobierno y fuera de él, la consigna de “firmar me harás, cumplir jamás”, las elecciones municipales, sea como sea que se realicen, no frenarán la Ley Nica. “Hoy por hoy aparecen como otro paso en el camino equivocado”, dice Edmundo Jarquín.

Ese nuevo actor que ha aparecido con el cambio del escenario político nacional, el Frente Amplio por la Democracia, insiste en que no reconocerá al gobierno de Ortega y no dejará de luchar cívicamente hasta que se celebren, no sólo elecciones municipales, también presidenciales, precedidas ambas de cambios sustanciales en el sistema electoral.

Sobre el informe de la OEA dijo el Frente Amplio por la Democracia: “Lamentamos que se esté desperdiciando una oportunidad para evitar mayores daños al pueblo de Nicaragua, porque la falta de democracia requiere respuestas urgentes que no pueden esperar tres años. Si bien en el informe se reconocen algunas carencias y debilidades de la institucionalidad democrática, no se aborda la falta de legitimidad de este gobierno, ni se atiende con la urgencia que requiere el colapsado sistema electoral. El informe evidencia también la falta de voluntad política de la dictadura Ortega-Murillo en garantizar el derecho a la democracia que tiene el pueblo de Nicaragua”.

¿SE APROBARÁ LA NICA ACT?


Analistas conocedores de la política estadounidense consideran que la actuación de la OEA, por diminuta, no convencerá a los congresistas cubano-americanos que promovieron la Nica Act. Ileana Ros Lehtinen, Mario Díaz Balart, Marco Rubio y Ted Cruz han sido todos reelectos y pueden apoyar al Presidente Trump en algunas decisiones para, a cambio, conseguir revivir y hasta endurecer esa legislación. Desde la elección de Trump todos han estado muy activos prometiendo no dejar de presionar a Ortega, solicitando a la nueva administración una política de línea dura hacia él y anunciando que la herramienta será la Ley Nica.

Al político liberal y ex-Canciller nicaragüense, Francisco Aguirre Sacasa, uno de los analistas que piensa que la Nica Act no se detendrá, lo escuchamos en páginas siguientes analizando los riesgos que corre Ortega en la era Trump.

Entre los empresarios, Roberto Sansón, presidente hasta enero de 2017 de la Cámara de Comercio Americana-Nicaragüense (AMCHAM), uno de los empresarios que en distintas ocasiones ha expresado posiciones distintas a las del COSEP -fue uno de los que dijo que se abstuvo de votar en las elecciones-, dijo a título personal: “El informe de la OEA no llenó las expectativas que se tenían en el país de lo que se pensaba sería: acciones de más corto plazo y más contundentes. Me hubiera gustado ver compromisos más específicos”.

Le hubiera gustado porque la Nica Act, por el impacto que tendría en las in¬versiones estadounidenses, afectará más directamente que a ningún otro a los empresarios agrupados en su organización. El nuevo presidente de AMCHAM, Álvaro Rodríguez Zapata, aunque más contento con el actuar del gobierno, no deja de reconocer que el actual sistema electoral “carece de credibilidad”.

¿CUÁL ESCENARIOVEREMOS ESTE AÑO?


¿Cuál escenario veremos desarrollarse en los próximos meses? ¿Un impasse donde Ortega sigue ganando tiempo, prometiendo y no cumpliendo? ¿O un escenario de creciente turbulencia económica y política? Es prematuro aventurarlo. Si bien Ortega ganó tiempo, también conoce bien los nubarrones que ensombrecen su cielo.

A finales de febrero veremos qué “tareas” son las que aparecen en el “memorándum de entendimiento” anunciado. Según el politólogo José Antonio Peraza “lo limitado” del primer informe de la OEA del 20 de enero indica que no hubo consenso entre Ortega y el organismo regional y por eso necesitaron darse un nuevo plazo.

QUE SEA MÁS BREVEDEPENDERÁ DE TODOS


Uno de los aspectos más cuestionados en el informe es el plazo de tres años que la OEA le concede a Ortega. Ese horizonte parece muy lejano. Pero eso sólo está escrito en un papel.

Dependerá de la inteligencia política y de la inteligencia emocional de los inconformes con este gobierno, que cada vez son más en la oposición política organizándose, en la sociedad organizada y en la desorganizada, en el campo y en las ciudades, también en el sandinismo histórico, el articularse y el poner la cooperación por encima de la competencia para construir una alternativa que logre acortar el tiempo en que iniciemos la transición hacia el país más justo, más honesto y más digno que nos merecemos.

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