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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 68 | Febrero 1987

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Nicaragua

Tras el escándalo se miden las fuerzas

La realidad sigue marcada por la dinámica de la guerra y por las consecuencias que el escándalo Irán/Contragate tiene -y va a tener- sobre la política Reagan en Nicaragua. Ya es evidente que el Contragate ha abierto nuevos espacios de negociación.

Equipo Envío

El mes de enero ha sido particularmente rico en acontecimientos. pareciera como si ya desde el mismo inicio del año 1987 se hubieran desplegado sobre la agenda política todos los factores y protagonistas que han de medir sus fuerzas en los próximos meses.

Es una evidencia que el Contragate ha abierto nuevos espacios de negociación, revelando a la par con sorprendente claridad la indoblegable voluntad intervencionista de Reagan. En esta tensa nueva coyuntura de tanteo y medición de fuerzas, se abren una serie de preguntas que deben hallar respuestas en el corto plazo, influyendo éstas decisivamente, en el conflicto.

CONTRAGATE: NUEVA CONJUGACION DE FACTORES

El escándalo Irán/Contragate, por su naturaleza y su duración, supone la perfecta conjugación de dos factores decisivos en el conflicto estados Unidos-Nicaragua. Por primera vez se combina la debilidad militar de los contrarrevolucionarios con la debilidad política de la Administración Reagan. Ambas debilidades son significativas. Esto no había sucedido en años anteriores.

En 1983-1984 los contrarrevolucionarios personaban militarmente a los sandinistas, sin que Reagan tuviera en Washington el aval político que necesitaba para ellos. Había un desfase: la fortaleza militar de los contrarrevolucionarios en Nicaragua no se correspondía con la debilidad política del proyecto contrarrevolucionario en Washigton.

En 1985-1986, cuando la contrarrevolución inicia su declive militar -como ampliamente explicamos en este mismo número de envío- Reagan avanza en Washington en su búsqueda de aval político para su proyecto antisandinista: consigue los 27 millones, consigue el consenso bipartidista, consigue los 100 millones.. Aunque de modo inverso a lo ocurrido en los dos años anteriores, había otro desfase: la debilidad militar de la contrarrevolución en Nicaragua no se correspondía con los avances políticos del proyecto contrarrevolucionario en Washington.

A fines de 1986, y previsiblemente a todo lo largo de 1987, el Contragate abre una nueva coyuntura, al lograr una nueva conjunción de factores: la crisis militar de los contrarrevolucionarios se corresponde exactamente con la crisis política de sus padrinos de la Administración Reagan.

Si a lo largo del mes de enero nuevas revelaciones e implicaciones, ampliamente conocidas y publicitadas, han enredado más la maraña del Contragate, con lo que esto significa de profundización en la debilidad de la Administración norteamericana y del propio Presidente Reagan, también a lo largo de este mes continúa profundizándose la debilidad de la contrarrevolución.

Desde el punto de vista militar, entre el día 5 de enero y el día 5 de febrero, los contrarrevolucionarios tuvieron, en 350 acciones militares -según informes del Ministerio de Defensa de Nicaragua-, 670 bajas, de las que 398 fueron muertos. Si una tendencia y cifras similares se mantuvieran a todo lo largo de 1987, al final del año los contrarrevolucionarios habrán sido aniquilados, si nos basamos en las cifras del mismo Ministerio de Defensa de Nicaragua, según el cual su número total no rebasa en la actualidad los 6 mil efectivos.

A esta crisis militar hay que sumar la crisis política de la UNO, que aparece -aun públicamente- más decidida que nunca. Los amagos de renuncia -¿o renuncia efectiva?- de Arturo Cruz al triunvirato político de la UNO, y las defecciones de varios jefes contrarrevolucionarios instalados en Costa Rica, parecen ser sólo algunos de los síntomas de la descomposición de la fachada política del ejército contrarrevolucionario. Detrás de estos síntomas están los pleitos por los dólares descubiertos y encubiertos que les ha estado entregando la Administración Reagan en estos últimos meses .

Si la debilidad política de Reagan es un dato que hay que relativizar e ir matizando, dando puntual seguimiento a los avatares del Contragate, la debilidad de los contrarrevolucionarios es un dato definitivo aceptado ya por todos -centroamericanos, latinoamericanos, europeos y demócratas norteamericanos-. Todos lo tienen en cuenta a la hora de buscar salidas al conflicto, sean éstas favorables o no a la revolución sandinista.

Las declaraciones, este mes, del General retirado Paul Gorman, ex Jefe del Comando Sur de Panamá, al Comité de Servicios Armados del Senado norteamericano, expresan esta generalizada convicción.

"Los contrarrevolucionarios son totalmente incapaces de alcanzar una victoria militar. No podrán derrotar a los sandinistas en un año ni en dos ni en tres. No podrán hacerlo con los 100 millones que les dimos el año pasado ni con los 105 millones que el Presidente ha pedido para ellos este año".

ESPACIO NEGOCIADOR Y POSICIONES ANTI-CONTADORA

La pérdida de imagen de Reagan, la crisis de su popularidad -aunque Estados Unidos- tenían que tener repercusiones inmediatas para el proyecto contrarrevolucionario, pues la principal carta política de la contrarrevolución no ha sido otra que la imagen con la que Reagan los envolvía. Y hubo repercusiones políticas inmediatas que, globalmente, pueden describirse como la apertura de espacios para una posible negociación que resuelva el conflicto.

Contadora gira

El signo más claro de esa apertura se aprecia en la gira centroamericana que Contadora llevó a cabo el 19 y 20 de enero. Esta gira fue decidida en una reunión de Contadora celebrada a mediados de diciembre, cuando ya la crisis del Contragate mostraba la derrota irreversible de los contrarrevolucionarios, podían abrirse nuevos espacios políticos. En la gira participaron los 8 cancilleres latinoamericanos del Grupo de Contadora y el Grupo de Apoyo y los Secretarios Generales de la ONU y de la OEA.

Es evidente que Contadora, sumida en un impasse desde junio de 1986, con un Acta en las manos que tiene aún pendiente los temas básicos de la seguridad decidió aprovechar la "oportunidad" del Contragate.

Partiendo de la hipótesis de que el Contragate no sólo debilita a Reagan sino también a los gobiernos pro-norteamericanos de Centroamérica, Contadora buscaba obtener de estos gobiernos apoyo, más que para el complejo texto del Acta, para mecanismos concretos sobre seguridad que garanticen una efectiva distensión en el plano militar -uno de estos mecanismos es, por ejemplo el de la presencia de observadores internacionales en las fronteras-.

La audacia política surgida en Contadora a raíz del Contragate se expresa claramente en la novedad de querer involucrar a la ONU y a la OEA en su gestión. Desde antes de la gira había un precedente de esta audacia: el comunicado conjunto Contadora-Apoyo-ONU-OEA del 18 de noviembre, en el que se ofrecía a los 5 países centroamericanos un "menú" o gama de servicios que podrían ayudar a esta distensión y a los que se brindaban los 8 países y las dos instituciones internacionales. Este audaz comunicado es también posterior al Contragate y su publicación se explica a la luz de la crisis de la Administración.

Estados Unidos: presiones

Nunca hubo por parte del gobierno norteamericano una reacción verbal contra Contadora tan explícita como la que se dio con ocasión de la gira. A esa reacción verbal hay que unir todo un despliegue militar y diplomático con los que la Administración quiso expresar su total rechazo a cualquier solución negociada que pase por la legitimación del gobierno sandinista.

Al aproximarse las fechas de la gira, la Administración, a través de Elliot Abrams, Subsecretario para Asuntos Interamericanos y responsable político del proyecto contrarrevolucionario desde la aprobación de los 100 millones, hizo varias referencias ofensiva a Contadora acusándola de "producir tratados falsos" y de "molestar a las democracias" de Centroamérica, presentando frente a esta actitud la alternativa de los contrarrevolucionarios como "un fenómeno perfectamente democrático" y anunciando que la ayuda a ellos "se prolongará indefinidamente". Después de la gira, Abrams reiteraría lo de las negociaciones "falsas", descalificando a México y a Perú por ser "fuerzas izquierdistas, vociferantes e influyentes" en la gestión. La presencia del presidente peruano Alan García en el acto de promulgación de la Constitución nicaragüense el 9 de enero parece haber molestado especialmente al gobierno norteamericano.

A las expresiones de Abrams, que reflejan fielmente las posiciones anti-Contadora de la Administración, hay que sumar las del propio Presidente Reagan, que en su Discurso sobre el Estado de la Nación del 27 de enero insistió una vez más en la interpretación del conflicto centroamericano como un conflicto Este-Oeste que requiere de una solución militar por la vía contrarrevolucionaria, contradiciendo con esta visión todo el esfuerzo latinoamericanista y negociador de Contadora. Unos días antes, Reagan había solicitado al Congreso $105 millones para la contrarrevolución en el año fiscal 1988, anunciando a la par la Administración que entre 1989 y 1992 destinará anualmente $110 millones para este proyecto de guerra. Reagan justificó, como siempre, su pedido como "crucial para mantener nuestra seguridad nacional".

Llama la atención que el calor del escándalo nada varió en el gobierno de Estados Unidos: ni las opciones ni los argumentos para justificarlos. Y como siempre también, no se trató únicamente de retórica. Se desplegaron a la par intensas presiones diplomáticas. El mismo Abrams regó por Europa occidental, antes de producirse la gira de Contadora, este mensaje: "No habrá paz en Centroamérica mientras no haya democracia en Nicaragua". Más o menos en las mismas fechas, Philip Habib, enviado especial del Presidente Reagan para Centroamérica, viajó por países de Contadora y del Grupo de Apoyo -Panamá, Argentina, Uruguay, Brasil y Venezuela- con el mismo mensaje y como precursor de un plan de paz elaborado por Estados Unidos y Costa Rica, basado en la "democratización" de Nicaragua como condición de paz para la región.

Una fuerte presión se ejerció también sobre el Secretario de la OEA, el brasileño Joao Baena Soares, que fue interpelado públicamente el 8 de enero en el organismo por el embajador norteamericano en la OEA para que aclarara por qué se unía a la misión de Contadora. "No queremos que la OEA se convierta en un vagón de cola de un tren que no sabemos a dónde va", dijo el embajador de Estados Unidos, justificando así el "regaño" a Baena. aunque los países latinoamericanos apoyaron unánimemente la participación de Baena en la gira, la presión norteamericana transformó el sentido de su presencia, pues vino exclusivamente como mero observador y con una presencia simbólica. Fue muy similar la participación del peruano Pérez de Cuéllar, Secretario de la ONU, que también fue objeto de un cuestionamiento -aunque más discreto- por parte de los Estados Unidos.

A la "diplomacia del garrote" se unió la "de las cañoneras". Este mes Estados Unidos puso de nuevo frente a las costas nicaragüenses varios de sus acorazados, entre ellos el BB-61-IOWA, apodado "el mensajero de la muerte", provisto de cohetes nucleares y aviones que vuelan sin piloto. Los barcos de guerra -según declaraciones del gobierno norteamericano- vinieron a manifestar los intereses de Estados Unidos en la región", situándose a apenas 100 kms. de las costas de Nicaragua.

A las "cañoneras" se sumó un despliegue de gigantescas maniobras militares. El 9 de enero comenzó en la zona norte-central de Honduras la segunda fase de las "Terencio Sierra-87", que durarán 5 meses y en las que se construirán carreteras y pistas de aterrizaje. En ellas participan 4,500 soldados norteamericanos y 150 hondureños. El día 10 se iniciaron a 20 kms. de la frontera con Nicaragua las "Ahuas Tara 87", que duraran hasta abril y en las que participan 1,100 soldados norteamericanos.

A las ya tradicionales maniobras en Honduras se sumaron este mes las "Kindle Liberty 87", en Chiriquí, Panamá, junto a la frontera con costa Rica. Estas maniobras, en las que participan unos 7 mil soldados panameños y más de 4 mil norteamericanos y que terminarán el 25 de febrero, son las más gigantescas celebradas en Panamá desde que en 1977 se firmaron los tratados Torrijos-Carter. En otro punto, la frontera de Costa Rica con Nicaragua, comenzaron a legar ingenieros militares norteamericanos -en total llegarán a ser 247- para construir 7 puentes en zonas fronterizas estratégicas. Estos llamados "Puentes de Paz" facilitarían el paso de tropas y de vehículos militares desde Costa Rica a Nicaragua.

Centroamérica: divergencias

"Los 10" recorrieron Centroamérica de sur a norte. Después de salir de Costa Rica, el Presidente Oscar Arias declaró que había planteado a Contara que para lograr la paz había que exigir la "democratización" de Nicaragua con nuevas elecciones. Se anunciaba ya la crisis, que se abriría sólo unos días después con el llamado "Plan de San José".

En Nicaragua, segundo país visitado, los 10 estuvieron unas 6 horas. En el recorrido desde el aeropuerto hasta el lugar donde se realizaron las conversaciones con el gobierno sandinista los mediadores latinoamericanos fueron vitoreados por miles de nicaragüenses que acordonaban las calles. "No queremos que Contadora siga contando muertos en Centroamérica", decía uno de los letreros que enarboló el pueblo. Sólo en Nicaragua los visitantes fueron recibidos por el Presidente ya desde el mismo aeropuerto. En los restantes países, especialmente en Honduras y El Salvador, se tuvo noticias de recepciones frías.

Los ocho puntos de la propuesta de Nicaragua

Nicaragua presentó a los 10 una propuesta de 8 puntos:

1. Inicio inmediato de un diálogo bilateral con Estados Unidos para llegar a acuerdos sobre a) regulación de maniobras militares internacionales en el área, b) proscripción de bases, instalaciones y escuelas militares extranjeras en Centroamérica c) regulación de la presencia de asesores militares en el área.

2. Reanudación inmediata de la discusión sobre asuntos de seguridad pendientes en el Acta de Contadora de junio/86, al inicio de la cual Nicaragua presentaría un inventario sobre armamentos sujetos a limitación, reducción o eliminación.

3. Llamado a Costa Rica para avanzar en la concretización de los acuerdos bilaterales alcanzados y suscritos hace unos años y proposición a Honduras para lograr de inmediato un acuerdo que garantice seguridad en las fronteras. Si se logran estos acuerdos bilaterales no se haría necesario el recurso interpuesto por Nicaragua contra Honduras y Costa Rica en la Corte de La Haya.

4. Apoyo a la creación del Parlamento Centroamericano y propuesta de un acuerdo entre los cinco gobiernos de Centroamérica que contenga compromisos sobre derecho internacional (no intervención, inviabildiad de fronteras, etc.).

5. Apoyo al documento de Contadora-Apoyo-ONU-OEA del 18 de noviembre sobre la "gama de servicios" ofrecidas a los centroamericanos, destacando el punto referido a la vigilancia internacional de las fronteras.

6. Reiteración de que el restablecimiento de las garantías constitucionales suspendidas por el Estado de Emergencia vigente en el país a causa de la agresión, está en dependencia del acatamiento que Estados Unidos haga del fallo de La Haya.

7. Disposición a recibir a todos los contrarrevolucionarios que se acojan a la amnistía y a los refugiados que quieran volver y ofrecimiento de colaboración con Honduras para ubicar en otros países a los contrarrevolucionarios que no quieran acogerse a la amnistía.

8. Señalamiento sobre la necesidad de concretizar propuestas de colaboración económica para fortalecer la paz en la región.

Los hondureños, por su parte, presentaron una exposición de 25 puntos, de los cuales 13 son acusaciones directas al gobierno de Nicaragua, señalándolo como único obstáculo a la paz, como antidemocrático, exportador de subversión, etc.

Los salvadoreños mencionaron 8 puntos, de los que los 3 principales son: la democratización de Nicaragua, negociaciones multilaterales y retiro de las demandas nicaragüenses en La Haya.

Al término de la gira, el canciller costarricense, Rodrigo Madrigal, inició una gira por los países de Europa occidental, cuyos cancilleres se reúnen en febrero con los centroamericanos y los 8 latinoamericanos de Contadora, en Guatemala. Madrigal fue a exponer ante ellos dos iniciativas lanzadas por Costa Rica al término de la gira de Contadora, y que cuentan con el apoyo del gobierno de Estados Unidos y de los contrarrevolucionarios de UNO/FDN:

Una es el llamado Plan de Paz de San José, que se basa en estos puntos: cese al fuego en Nicaragua y cese a la ayuda norteamericana a la contrarrevolución, diálogo del gobierno sandinista con los contrarrevolucionarios y nuevas elecciones en Nicaragua.

Otra es una reunión, el 15 de febrero en San José, de los presidentes centroamericanos, exceptuando al de Nicaragua. En esta reunión se discutirá este Plan de Paz.

En Estrasburgo, el canciller costarricense declaró que las iniciativas de su gobierno -el Plan y la reunión- estaban motivadas "por la falta de realismo de Contadora".

Aunque en un principio parecía que el Presidente de Guatemala, Vinicio Cerezo, acogiéndose a su proclamada "neutralidad activa", no asistiría a esta reunión, confirmó después su asistencia justificándola en que en San José no se tomarán decisiones sino que se escucharán propuestas.

Es evidente que con estas iniciativas Costa Rica, avalada por su tradicional imagen democrática y por su gobierno nominalmente socialdemócrata se confirma como la punta de lanza ideológico/diplomática del proyecto norteamericano, dirigido claramente en esta coyuntura a terminar con la iniciativa de Contadora, valiéndose para ello del concurso de los países centroamericanos.

Pesimismo en Contadora

Las posiciones contradictorias de Nicaragua y del resto de los países centroamericanos fueron apreciadas claramente por "los 10" en su gira. Al término de la misma en México, y en documento del 21 de enero, se referían a los dos tipos de obstáculos que habían encontrado: "serias diferencias de naturaleza política" y "persistencia de actos que violan el derecho internacional". Lo más destacado del documento es un detalle: por primera vez en su historia, Contadora introduce el nombre concreto de los Estados Unidos en un texto de esta importancia:

"Conscientes de la naturaleza de nuestra misión, reiteramos la determinación de mantener el diálogo con todos los países que directa o indirectamente están involucrados en el conflicto, entre ellos los Estados Unidos, cuyo gobierno manifiesta públicamente su apoyo al proceso de Contadora y cuya contribución es necesaria para lograr una solución pacífica del conflicto regional".

Es evidente que el operativo de presiones norteamericanas, quizá más intenso o más coordinado que otras veces, rindió sus frutos. Y por eso, la gira de Contadora, gran iniciativa de la que podían haberse desprendido pequeñas iniciativas concretas de distensión, quedó simplemente en un gran símbolo de la reactivación de Contadora, pero en nada más. Algo de esto quedó expresado en las opiniones de Javier Pérez de Cuéllar, opiniones que después terminarían caracterizando los resultados globales de la gira. Dijo en México el Secretario General de la ONU: "Creemos que no se puede obtener nada a corto plazo", "No hemos encontrado voluntad política ni deseo de sacrificar posiciones".

Con su gira, Contadora pretendía redefinir un nuevo espacio para su política de mediación y obligar a la Administración Reagan a retroceder en su política militarista. Como balance, puede afirmarse que los cancilleres latinoamericanos sobrestiman sus propias fuerzas o subestimaron la voluntad militarista de la Administración Reagan y la agresividad de su reacción frente a la audacia de la iniciativa.

Es un momento muy difícil para Contadora. El comunicado del gobierno nicaragüense sobre la reunión de San José, dado a conocer el 30 de enero, expresa con una dureza inusitada el peligro en el que está Contadora, a raíz de la iniciativa costarricense, destinada a sacarlas de la escena negociadora o, eventualmente, a reducirla a un mero símbolo. En el comunicado, Nicaragua señala a Honduras, El Salvador y Costa rica como países sometidos por Estados Unidos al "estatus de nación-traspatio con soberanía limitada". "No tiene sentido -dice- que las neo-colonias de los Estados Unidos en Centroamérica se pasen los días cantando las virtudes de una democracia que no podrán nunca tener mientras no logren rescatar su soberanía".

NUEVOS PACTOS EN NICARAGUA

Dos importantes acontecimientos en la vida política de Nicaragua son también nuevos espacios en que se medirán las fuerzas. La promulgación de la nueva Constitución y el lanzamiento del Plan económico 87 abren espacios desde los que se puede luchar tanto por detener la guerra -el verdadero problema- como por expresar la democracia -el camuflaje con que Estados Unidos pretende revestir el problema-.

El 9 de enero se promulgó la nueva Constitución Política de la República de Nicaragua con un solemne acto en la Plaza de la Revolución de Managua. Lo más destacado del acto fue la participación en él del Presidente de Perú, Alan García.

La Constitución, de cuyo contenido informamos ampliamente en el anterior número de envío, fue firmada por los Presidentes de los cuatro Poderes el Estado y refrendada con la presencia de miles de nicaragüenses que asistieron al acto.

Alan García, que vino a Nicaragua acompañado de su principal opositor, el Alcalde de Lima y líder de la Izquierda Unida, Alfonso Barrantes, captó con su brillante oratoria la atención del público, que ovacionó sobre todo sus expresiones anti-imperialistas. Desde Perú, García había señalado que la nueva Constitución nicaragüense expresa "una institucionalidad que los demócratas latinoamericanos debemos saludar, avalar y aplaudir". El viaje de García se enmarca en las posiciones tercermundistas y no-alineadas que ha querido vanguardizar en América Latina el actual gobierno aprista del Perú. En el discurso del presidente peruano destaca la idea que lanzó sobre la ayuda económica de América Latina a Centroamérica:

"Yo estoy seguro que si los 8 países del Grupo de Contadora y de Apoyo dedicáramos apenas el 1% de nuestros gastos militares para la paz y la reconstrucción de los pueblos de Centroamérica tendríamos mucho más que los 100 millones que otros han puesto para fomentar la muerte y la discordia".

La promulgación de la Constitución abre un nuevo espacio político para que Nicaragua exprese ante el mundo la democracia que quiere construir. Desde el 9 de enero, cuestionar al gobierno de Nicaragua es también cuestionar la validez del programa que se expresa en este texto.

Dos horas después de promulgada la Constitución fueron suspendidos algunos de sus artículos, prorrogándose el estado de emergencia por un año más, según lo exigían las fechas de la emergencia vigente. El Estado de Emergencia suspende 7 artículos constitucionales en forma total y 6 en forma parcial: afecta los derechos de inviolabilidad domiciliar y de correspondencia, de circulación, expresión, organización, manifestación, hábeas corpus y amparo. La flexible aplicación durante varios años de este emergencia quita bastante aristas a esta decisión que, de hecho, era esperada por todos, al no haber ningún indicio por parte de los Estados Unidos de que va a cesar la guerra de agresión.

El otro nuevo espacio abierto por Nicaragua para medir fuerzas está en el Plan Económico 87, presentado por el gobierno nicaragüense en este mes.

El Plan aborda sistemáticamente y con abundancia de datos la situación económica del país y explica el principal logro económico de 1986: la contención del deterioro de años anteriores haciendo que, por fin, la economía nicaragüense superara los saldos negativos y se colocara en un punto cero. El Plan lanza las líneas que permitirán a la economía nicaragüense superara los saldos negativos y se colocara en un punto cero. El plan lanza las líneas que permitirán a la economía crecer en un 2% en 1987. Los desafíos del plan -sustantivos aumentos en la producción y en los niveles de exportación de productos nuevos y tradicionales, redefinición del papel económico de las empresas estatales, fortalecimiento del movimiento cooperativo, pequeñas inversiones de corta maduración, autobastecimiento alimentario, etc.- pondrán a prueba a lo largo de este año -y aún en próximos años- al gobierno sandinista y a todo el pueblo. No hay duda de que los resultados que tenga esta medición de fuerzas determinarán en gran medida una mayor consolidación de la revolución en momentos tan cruciales como son los últimos años de la era Reagan.

¿REDIFINICION? SE MIDEN LAS FUERZAS

En este mes se vio claramente que cuando Contadora quiso redefinir su política mediadora, la Administración Reagan reafirmó su política militarista e intenta ahora sustituir los pasados, actuales o futuros planes de Contadora con el Plan costarricense. El Contragate no parece haber variado aún en lo más mínimo el rumbo de la política nicaragüense de la Administración. Más bien, esta parece haber endurecido.

Sin embargo, la debilidad de la contrarrevolución obliga nuevamente a Estados Unidos a buscar una fachada política que encubra las soluciones bélicas por las que sigue apostando. Por eso resurge con fuerza la baraja de la "democratización" de Nicaragua. El generalizado consenso sobre la derrota de los contrarrevolucionarios como instrumento eficaz para derrocar a los sandinistas dará nuevo juego a esta baraja.

En este umbral de decisiones y virajes, ante esta pugna de voluntades indoblegables -la de Estados Unidos y la de Nicaragua- donde la única coincidencia es la convicción de que "los contras ya no sirven"-, se abren importantes preguntas:

La primera la plantea la aún en germen pero novedosa propuesta de los demócratas Christopher Dodd y Lowell Weiker. "Para evitar otra Cuba y otro Vietnam", los demócratas lanzaron este mes una propuesta que tiene por base la suspensión de la ayuda norteamericana a la contrarrevolución y la suscripción de un acuerdo de seguridad entre Estados Unidos y Nicaragua.

Puede considerarse que esta propuesta es el primer fruto del Contragate y que abre un espacio nuevo para imaginar salidas al conflicto. Por el momento, parece la variable más significativa de la coyuntura. Sin embargo, aún no son claras las perspectivas de esta inicial iniciativa política. ¿Cómo vincularán los demócratas esta propuesta a la propuesta de Contadora? Y esta vinculación, ¿supondrá la neutralización de la propuesta latinoamericanista de Contadora o su reforzamiento? Y, más concretamente: ¿los demócratas incluirán en su propuesta el desmantelamiento de bases militares y la eliminación de tropas y asesores extranjeros en el área -y no sólo en Nicaragua- como lo propone Contadora? ¿La aceptación de la Nicaragua sandinista la harán a cambio de la permanente militarización norteamericana de la región o las posiciones liberales tendrán una justa visión regional de la crisis? Son todas preguntas claves para Centroamérica, que surgen al calor de las actuales pugnas políticas internas de los Estados Unidos.

Otras preguntas con un mismo marco de fondo

-¿Qué papel jugará Contadora ante esta difícil situación? ¿Qué nueva alternativa lanzará tras su simbólica gira? ¿Encontrarán una brecha las posiciones latinoamericanas en el Congreso norteamericano, ahora dominado por los demócratas?

-¿Qué papel mediador podrá jugar Europa entre Contadora-Apoyo y los centroamericanos tras el Contragate? (La 3a. reunión de la Comunidad Económica Europea con los centroamericanos en Guatemala en febrero será un primer indicio).

-¿Qué papel jugará Guatemala en la reunión de San José y ante la propuesta de paz costarricense? ¿Y qué aceptación internacional tendrá esta propuesta?

Es aún pronto para esbozar respuestas. Nicaragua sigue profundizando en el campo de batalla la debilidad de la contrarrevolución, con lo que el halar respuestas a estas preguntas se hace más urgente. Intenta también profundizar su democracia política y económica con la Constitución y el Plan Económico 87 buscando resultados similares. Es decir, una urgente salida a la crisis: el fin de a agresión, Entretanto, el Contragate puede aun poner sobre la mesa nuevos y decisivos elementos.

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