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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 332 | Noviembre 2009

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Nicaragua

Costa Caribe: ¿Independencia o desesperación?

Después de más de 20 años, la autonomía de la Costa Caribe no ha pasado mucho más allá de los papeles y de comicios periódicos para elegir autoridades “autónomas”. Ahora, el Consejo de Ancianos del pueblo mískito ya no habla de autonomía, sino que proclama la independencia. Es una forma de llamar la atención sobre el abandono histórico y el descontento creciente. Es el nombre que hoy expresa las promesas incumplidas.

Salvador García Babini y Juan Carlos Ocampo Zamora

En abril, 400 delegados del Consejo de Ancianos de la Mosquitia, en representación de más de 300 comunidades mískitas se reunieron en Bilwi durante cuatro días con más de mil indígenas. Al final del encuentro declararon la independencia de la Nación Comunitaria Moskitia y eligieron como Wihta Tara (Gran Juez) al reverendo Héctor Williams, pastor de la iglesia evangélica Asambleas Cristianas.

¡VIVA LA INDEPENDENCIA!

El Consejo de Ancianos dio un plazo de seis meses para que el gobierno autónomo del Caribe Norte traspasara su administración al recién electo Wihta Tara. En vísperas de cumplirse los seis meses del plazo, creció la tensión en Bilwi, capital de la RAAN (Región Autónoma del Atlántico Norte). Williams anunciaba por radio y por otros medios que cinco mil comunitarios mískitos, se tomarían pacíficamente los dos edificios del gobierno regional.

El gobierno de Managua envió a Bilwi tropas antidisturbios de la Policía y también puso en alerta a tropas del Ejército. Días antes, el representante legal del Consejo de Ancianos, Oscar Hodgson, viajó a Managua demandando un diálogo del Consejo con el Presidente Daniel Ortega, que no los recibió. Días después, Ortega afirmó en un discurso que el movimiento independentista del Caribe estaba alentado por la derecha oligárquica y por embajadas extranjeras.

El 18 de octubre, horas antes de que Ortega violentara la Constitución para garantizar su proyecto reeleccionista, unos 3 mil comunitarios, en su mayoría ancianos y niños, se reunieron desorganizadamente bajo un fuerte aguacero en el parque central y marcharon hacia la Casa de Gobierno al grito de ¡Viva la independencia! La Policía les impidió el paso con un retén, y cuando algunos desafiaron la barrera, recibieron una lluvia de gases lacrimógenos de parte de los policías y una lluvia de piedras de parte de activistas del FSLN, que gritaban ¡Viva la autonomía! En la desbandada, un anciano de 75 años cayó al suelo y murió víctima de un infarto.

El dirigente mískito Stedman Fagoth, hoy funcionario del gobierno de Ortega como director del Instituto de Pesca -señalado de actos de corrupción-, calificó a los dirigentes del movimiento como “maniáticos y esquizofrénicos”. La dirigente mískita Susana Marley pidió que se entienda que el movimiento separatista lo que quiere es “limpiar de políticos prostitutos y corruptos” el gobierno regional. Y junto a otros dirigentes caribeños acusó en un pronunciamiento a Fagoth, al diputado del FSLN Brooklyn Rivera, al gobernador de la RAAN Reynaldo Francis, al secretario político del FSLN César Paiz y a Carlos Alemán, presidente del Consejo Regional de la RAAN: “Son los autores intelectuales (de la violencia). Siendo indígenas no tienen conciencia del daño que le están causando a su propio pueblo”.

NI CONSPIRACIÓN NI ABSURDO

Los procesos sociales requieren generalmente de una lectura que integre varios niveles de análisis para poder captar las múltiples dimensiones sobre las cuales construyen su realidad. En ese sentido, sobre todo cuando nos movemos en el terreno político, es importante poder diferenciar la legalidad de determinadas situaciones -sus aspectos jurídicos- de la legitimidad de esa situación, expresada en el respaldo que pueda convocar una persona o una decisión. No siempre legalidad y legitimidad se corresponden.

En términos históricos, algunos reclamos sociales cobraron tal magnitud en algunos momentos que promovieron transformaciones en las relaciones de poder, antecediendo a las leyes que garantizaron después su legalidad. Legitimaron nuevas formas de entender lo social. El sufragio universal o la prohibición de la esclavitud son sólo dos ejemplos paradigmáticos de este tipo de recorridos, que empiezan con cambios en las estructuras sociales y concluyen cristalizando en cambios en las estructuras jurídicas.

CONSEJO DE ANCIANOS: BREVE HISTORIA

Para comenzar a pensar en la Independencia en la Costa Caribe, vale la pena sacarle a este tema todas las etiquetas: mesianismo, conspiración, escándalo, absurdo -según los gustos- y detenerse brevemente en algunas piezas del rompecabezas. Por algunos registros históricos del siglo XVIII y XIX se sabe que la voz de los ancianos dentro de la vida política de las comunidades mískitas era importante, realidad entendible tomando en cuenta que eran las personas con mayor experiencia y que en las relaciones intercomunitarias seguramente aportaban en la búsqueda de soluciones a los conflictos que afectaban a la comunidad, a la polis. De lo que no tenemos registro -a diferencia del que acompaña otras figuras públicas de la zona como el wihta, el sukia, o ya en el siglo XX el síndico- es de algo que podamos llamar “el Consejo de Ancianos” como un grupo o una institución política corporativa al interior de la comunidad, y mucho menos como un grupo que lidere a la totalidad étnica de los mískitos.

El Consejo de Ancianos como una institución que resguarda y representa la cultura mískita aparece creado como una de las estrategias político-militares de MISURA para articular-legitimar los liderazgos y la moral a lo interno de las fuerzas armadas que desde Honduras enfrentaban al Ejército Popular Sandinista durante los años 80.

¿Madurez en la cultura política caribeña? ¿Acercamiento a ideas que en aquellos años promovían grupos internacionales como el Consejo Mundial de Pueblos Indígenas o Survival? ¿Influencia de la CIA? ¿Reelaboración del “consejo de ancianos” como expresión de un clero nativo, promovido antes por la Iglesia Morava en las comunidades donde tenía presencia? Lo cierto es que el Consejo de Ancianos creció y funcionó a la par de las dinámicas políticas de la resistencia étnica en Honduras que, junto al FDN, formaron la Contra entre 1981 y 1990. Una vez terminada oficialmente la guerra, los combatientes mískitos -y con ellos el Consejo de Ancianos- se desmovilizaron y ambos grupos se integraron a la vida política de la región bajo la sombra del partido YÁTAMA.

Durante los últimos 18 años el Consejo de Ancianos participó coyunturalmente en algunos enfrentamientos entre el Gobierno Regional Autónomo del Norte y el Estado central en torno a temas relevantes para los mískitos. Pero su aparición en el escenario público ha sido fundamentalmente mediático. En gran medida, porque los periodistas han buscado la opinión de este grupo como una voz autorizada en temas costeños.

¿Se ha debido esto a un simple desconocimiento de los periodistas sobre el bajo nivel de representatividad que tiene el Consejo ante la población en general, incluso ante los mismos mískitos? ¿O es fruto del efecto que pudiera tener el nombre de este grupo sobre el imaginario social que la cinematografía hollywoodense ha construido alrededor de los indígenas, pensados como grupo de sabios ancianos que resguardan los secretos de una tribu, en este caso “la Nación Mosquitia”. En cualquier caso, y sin duda, en esta nueva coyuntura de “independentismo” el nivel de representatividad del Consejo de Ancianos puede incrementarse.

EL CONTEXTO: DESCONTENTO GENERALIZADO

En abril el Consejo de Ancianos apareció nuevamente en los diarios, esta vez dando una sorpresa: la elección de nuevas autoridades Wihta Tara y vice Wihta Tara, ambos pastores de iglesias evangélicas, quienes declararon la independencia de “la Nación Moskitia”, iniciativa ya lanzada en el 2002 sin éxito. Esta vez subieron las apuestas: las nuevas autoridades no sólo desconocieron al Gobierno Regional Autónomo, sino que solicitaron ante la OEA y Naciones Unidas el reconocimiento internacional.

Obviamente, sus demandas -entrega del actual gobierno a estas nuevas autoridades, pago a ellas de los impuestos de las empresas y de la población- podrían ser cuestionadas por una serie de inquietudes tan validas como: quiénes van a manejar los recursos económicos, cómo van a administrar las relaciones internacionales, qué participación tienen los demás grupos étnicos en este proceso… ¿Es viable un proceso de independencia? ¿Es legal? ¿Es legítimo?

Sin duda desde el punto de vista histórico, la falta de voluntad política de los diferentes gobiernos que han ocupado el Estado nacional y sus políticas públicas con respecto a los distintos grupos étnicos de la Costa representa la prueba más rotunda del fracaso que ha significado la modernidad en Nicaragua. Aunque la Costa no es la única grieta en la administración de la diversidad nacional, podemos coincidir en que es la más profunda.

No es un secreto que la imagen del Gobierno Regional y la de los partidos políticos nacionales -FSLN y PLC- y del partido costeño YÁTAMA, está desgastada para la mayoría de la población del Caribe Norte. Los índices de abstencio¬nismo en las dos últimas elecciones, tanto municipales como regionales (más del 50%), son claras señales. El mal manejo que hizo el gobierno nacional y el regional de los recursos destinados a las decenas de miles de personas afectadas por el huracán Félix (septiembre 2007), agravó aun más las tensiones entre la población y sus representantes. Existe un descontento generalizado sobre cómo se hace política, y en muchos casos, una sensación de estafa que nace de la lectura que hacen los ex-combatientes mískitos de los años 80.

El grueso de la población más politizada -sobre todo en los espacios rurales- está formada o influida por los hombres que combatieron durante los años de la guerra en las filas de MISURA o KISAN y ahora, no sólo viven en condiciones sociales difíciles, sino que son conscientes de que sus dos máximos dirigentes -Brooklyn Rivera y Stedman Fagoth- han optado por el enriquecimiento personal y por sus propias carreras políticas, al amparo de un Estado lejano a la vida cotidiana de la mayoría costeña. Un Estado nacional que desde 1860 mantiene con la Costa Caribe una coherencia impecablemente desbalanceada entre la ejecución de políticas fiscales -cobro de impuestos- y la ausencia de inversiones públicas en servicios sociales.

Ante este contexto, que tiene raíces históricas, el Consejo de Ancianos aparece capitalizando una esperanza de cambio, denunciando las injusticias, criticando las estructuras de poder y proclamando nuevas reglas, sobre todo en lo que respecta al aprovechamiento de los recursos naturales. Va construyendo su propia legitimidad prometiendo un nuevo pacto social. ¿Lograrán que el Estado los reconozca como un interlocutor válido? ¿Podrán forzar cambios en las relaciones de poder, promoviendo nuevos acuerdos jurídicos? Y aún más importante: ¿podrán contar con el apoyo de un número suficiente de población como para poder negociar estos cambios más allá de lo que consigan en ciertos momentos coyunturales?

LA MADERA: EN EL CENTRO DEL PROYECTO

Uno de los reclamos más fuertes que hace la gente de las comunidades -sin duda asociado a las simpatías que despierta el reclamo de Independencia-, es tener una mayor participación en los beneficios que genera el aprovechamiento de los recursos naturales de la región. En Sangnilaya lo comenta así Félix Labonte: Somos dueños del bosque. La madera se está pudriendo y, aún así, para poder vender tenemos que sacar un montón de permisos y pagar un montón de plata. ¿Eso es autonomía? No se puede. La autonomía es mentira.

La destrucción que dejó el huracán Félix en la región no logró sensibilizar a las instituciones estatales. El gobierno nacional emitió un Decreto (92-2007) y una Resolución Administrativa (75-2007), con la supuesta intención de ayudar a la rehabilitación socioeconómica de las poblaciones afectadas. La idea era que las comunidades desarrollaran la agroforestería comunitaria a través de sus propios Planes de Aprovechamiento Forestal (PAF). ¿Qué significó esto en la práctica? Cada comunidad debía contratar a un Regente Forestal que elaborara y supervisara el PAF, y paralelamente, debía pagar más de 5 mil dólares -por poner una cifra baja- en concepto de impuestos a la Alcaldía, al Gobierno Regional, a la DGI, al síndico territorial, según el volumen de madera aprovechada. Obviamente, ninguna comunidad puede afrontar ese costo, a menos que repita el ciclo de alianzas comunitarios-empresarios, en el que obviamente siempre obtienen la menor parte. Otra posibilidad es que aparezcan los “héroes” de las comunidades -las ONG- para salvarlos. Pero en materia forestal esto no ocurre con frecuencia.

Históricamente, las leyes que regulan la extracción de madera han beneficiado a los grandes madereros en detrimento de las comunidades dueñas de esos bosques. Esta situación ha llevado, entre otras cosas, a que exista un sostenido pero mínimo nivel de aprovechamiento ilegal de la caoba. Predomina la explotación familiar, que tiene que sortear retenes y toda una serie de “fronteras” legales para poder lograr pequeñas ganancias: unos 100-200 dólares. Todos en la RAAN -incluyendo el Instituto Nacional Forestal (INAFOR) y el Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (MARENA), la Procuraduría Ambiental, el Gobierno Regional y la Alcaldía- conocen de ese negocio, que no llegan a prohibir y perseguir de manera radical porque en el fondo saben que está en el vértice entre lo legal y lo legítimo. Vale aclarar que, en comparación a los volúmenes que manejan las empresas, este tipo de explotación tiene un ínfimo impacto ambiental. La independencia no parece tan descabellada ante el anhelo generalizado de beneficiarse directamente del bosque y de su valiosa madera.

“ES LO MEJOR QUE NOS PUEDE OCURRIR”

¿Qué nivel de apoyo tiene en este momento el Consejo de Ancianos de la población en general? ¿Quiénes simpatizan con el reclamo de Independencia? Resulta muy difícil, cuando no irresponsable, hacer una evaluación sobre la opinión que tiene todo un grupo social sobre determinado tema. Se corre el riesgo -¿o la tentación?- de adjudicar la idea de unos pocos a todo el colectivo, y terminar influyendo en uno u otro pensamiento, algo muy común, lamentablemente, en el periodismo nacional.

El panorama que presentamos se elaboró a partir de una serie de entrevistas formales e informales hechas en Bilwi y algunas comunidades del Llano Norte de Puerto Cabezas. La información debe ser leída sólo como un muestreo dentro de la heterogénea realidad que es el Caribe Norte.

Lo primero a señalar es que el Consejo de Ancianos despierta una lealtad étnica (mískita) de la misma manera que la despierta YÁTAMA, como nos dijo Alanda González, comunitario de Auhya Pihni: Ellos son nuestra gente y si hacen bien las cosas los vamos a apoyar.

Existen en alguna gente serias expectativas de que pueda darse un cambio de sistema político que, finalmente trabaje para combatir las condiciones estructurales de pobreza que afectan a la población de la región, aunque paradójicamente, no hay un debate serio sobre las posibilidades reales -de éxito o fracaso- que tiene el Consejo de Ancianos. Para Ajandro Saiman, comunitario de Panua, en la independencia no habría gobierno central que manipule a nuestras autoridades. Para Félix Labonte, la independencia es lo mejor que le puede ocurrir a la Costa porque supone la libertad de diseñar un sistema de gobierno propio, en el que las leyes respondan a los intereses, necesidades y problemas de las comunidades. Alanda González lo explica así: Como la vida es muy difícil, la población joven en mi comunidad centra sus esperanzas de cambio en el movimiento de independencia, porque el sistema actual no da ninguna señal de que la situación pueda mejorar.

“NO CREO QUE TENGAN ÉXITO”

El hecho de que la mayoría de los miembros del Consejo de Ancianos sean pastores es visto como una fortaleza, según Romel Calero, de Bilwi: Los reverendos tienen mucha gente y los siguen aún en este movimiento. Algunos reconocen que “los independentistas” todavía no han presentado públicamente un plan de gobierno y no han demostrado suficiente experiencia ni tino político para dejar de ser un pequeño movimiento para convertirse en una verdadera fuerza política que aglutine, al menos, a toda la población de la RAAN.

Algunas personas ven con desconfianza que se produzca un cambio radical en el sistema actual de gobierno. Además, temen que una vez que los líderes del independentismo lleguen al poder se olviden de las razones que sustentan sus luchas y se vuelvan igual o más corruptos que los actuales políticos. Para Luis Enríquez, miembro del partido YÁTAMA y responsable de la Casa del Partido en Bilwi, como agrupación luchamos diez años y nuestro planteamiento inicial era la independencia de la Costa. En aquellos años contábamos con mucho apoyo internacional (de Estados Unidos) en dinero y armas. Eran muchos los hombres y mujeres involucrados en esta gran lucha, y a pesar de ello la independencia no fue posible. No entiendo cómo el Wihta Tara piensa lograr la independencia en tan poco tiempo y con la poca gente que los apoya. Apolinar Taylor, comunitario de Sangnilaya, dice: Si de verdad luchan por los mískitos, YÁTAMA y el Wihta Tara deberían unirse para tener mayor fuerza.

Don Alejo Obando, de Butku, dice no saber con quién o con quiénes tiene enlaces o está amarrado el Wihta Tara y agrega: Los comunitarios estamos esperando qué proponen ellos para apoyar. El movimiento necesita apoyo internacional para que tenga éxito. Además, no coordinan sus actividades con las autoridades comunales ni tienen buenas relaciones con las instituciones del gobierno. Santo Lakut, también de Butku, confiesa: No sé más que lo que se dice en la radio, porque ellos no vienen a las comunidades. Derling Salgado, comunitaria de Santa Marta, sostiene: No creo que tengan éxito porque son autoritarios. Vinieron a mi comunidad y querían que hiciéramos lo que ellos decían y como la comunidad no les hizo caso se fueron molestos. Si desde ahora se portan así: ¿cómo serán si ganaran?

Wilbert Hernández, habitante de Puerto Cabezas, originario de Waspam, sostiene: Muchas comunidades de Río Coco Arriba no están a favor porque consideran que ese movimiento traería una nueva guerra, y estas comunidades ya sufrieron las consecuencias de la guerra y prefieren evitar esa experiencia repetida.

IMAGINARIOS SOCIALES, DEUDAS HISTÓRICAS

Parafraseando a Stuart Hall -uno de los máximos representantes de los estudios culturales en Inglaterra- podríamos coincidir, en relación a los mískitos que la Independencia como proyecto político no viene impresa en sus genes étnicos.

De alguna manera, la palabra independencia constituye la piedra angular en la narrativa política para proponer públicamente un nuevo pacto social con el Estado, sin que por ello se esté pensando en una verdadera secesión. Es una forma de llamar la atención. Es el nombre que hoy expresa la grieta histórica de las promesas incumplidas. Las comunidades todavía no cuentan con toda la información como para tomar partido dentro de un proceso que de alguna forma es más urbano que rural. Y que por ahora y en el mediano plazo no parece que vaya a influir directamente en las comunidades, lo que no significa que no deje de llamar la atención como un escenario latente.

Cabe destacar que Oscar Hodgson -abogado y asesor legal del Consejo de Ancianos- parece tener una gran influencia en el grupo. La tienen sus discursos, al menos en lo que respecta a la reinterpretación del pasado. En términos más académicos, en sus manos está la tarea de utilizar la cultura como recurso simbólico. El común de la gente -incluyendo a los medios de comunicación- desconoce la historia y sus detalles y lamentablemente no ha habido un debate público riguroso sobre las fuentes del pasado y los procesos sociales de los últimos tres siglos. Tanto el rol que tuvieron los reyes mískitos como el alcance de los tratados nacionales e internacionales que afectaron a la Costa no son hechos sociales transparentes per se, como muchos pretenden.

Veamos un pequeño ejemplo. En 1860 los gobiernos de Nicaragua e Inglaterra firmaron el Tratado Zeledón-Wyke por medio del cual se constituyó la Reserva Mosquita. El gobierno de la Reserva contó con el aval y la participación de los reyes mískitos de turno -no vamos a discutir la repre¬sentatividad que pudieron tener sobre la población-, y de hecho funcionó como un distrito autónomo dentro del Estado nación hasta 1894. Los límites de aquel distrito eran un rectángulo que iba desde Monkey Point al sur hasta Sandy Bay al norte, adentrándose unos 100 kms. hacia el interior del país. Representaba un 35% del territorio de la Costa Mosquitia de Nicaragua. Muchas comunidades mískitas, por ejemplo todas las que están sobre el Río Coco quedaron fuera de aquella circunscripción. ¿Qué territorio reivindicarían ahora los que proponen la Independencia?

Traer a colación situaciones y documentos del pasado para legitimar una lucha en el presente puede generar contradicciones. Aunque en la actual coyuntura de la RAAN, donde el Consejo de Ancianos se está construyendo como una organización política alternativa, el contenido de los Tratados y Laudos -y los respectivos incumplimientos cometidos por el Estado de Nicaragua- no son tan importantes, la existencia de esos documentos sí lo es, en la medida en que reivindican a los mískitos -y a sus “dirigentes” de turno- como interlocutores válidos para negociar con el Estado y representar a la población de la Costa. En cualquier caso, las contradicciones seguramente se resolverán entre la legitimidad de los reclamos y la legalidad de las herramientas jurídicas utilizadas.

¿QUÉ ALQUIMIA
ENTRE LEGALIDAD Y LEGITIMIDAD?

No hay que centrar la mirada en “la autenticidad” -en términos de tradición- de las figuras políticas mískitas, en este caso del Consejo de Ancianos. Toda búsqueda historio¬gráfica o periodística que dé por sentado la posibilidad dé una sustancia, tan atractiva para el sentido común, pero tan costosa para el ejercicio del pensamiento, arrastra su propia trampa. En todo caso, no hay tradición que no sea inventada. Necesitamos una mirada crítica que apunte a entender cómo funciona el Consejo de Ancianos en la práctica, cómo se inserta en las narrativas políticas y qué recursos materiales moviliza alrededor de la idea de Independencia tanto entre las comunidades como en otros espacios.

En las arenas políticas donde se gesta la alquimia entre la legitimidad y la legalidad, las lecturas del pasado -voces autorizadas/desautorizadas de por medio- y las propuestas concretas, marcan el grado de intensidad en los puntos de sutura que unen lo deseable, lo posible y el consenso que requiere todo cambio social.

¿Qué va a pasar? Imposible dar una sola respuesta definitiva. Podemos estar seguros que las próximas elecciones regionales en marzo de 2010 serán un catalizador de algunos cambios en el tablero. Y sin duda, la autonomía de la Costa, nunca cumplida, estará en juego.

ESTUDIANTE DE ANTROPOLOGÍA / FOTÓGRAFO. INGENIERO AGROPECUARIO.

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