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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 197 | Agosto 1998

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México

Máscaras, silencios y los vientos de abajo

Después de un largo silencio de más de cuatro meses, el Subcomandante Marcos habló el 19 de Julio en un extenso texto en el que analiza, bella y certeramente, dolorosa y agudamente, la coyuntura mexicana. Invitado de excepción a las páginas de Envío, recogemos el mensaje que lanza. Lo recortamos en algunos puntos por razones de espacio.

Subcomandante Marcos

Al hombre público, muy especialmente al político, hay que exigirle que posea las virtudes públicas, todas las cuales se resumen en una: fidelidad a la propia máscara... Reparad en que no hay lío político que no sea un trueque, una confusión de máscaras, un mal ensayo de comedia, en que nadie sabe su papel. Procurad, sin embargo, los que vais para políticos, que vuestra máscara sea, en lo posible, obra vuestra, hacéosla vosotros mismos, para evitar que os la pongan que os la impongan vuestros enemigos o vuestros correligionarios; y no la hagáis tan rígida, tan imporosa e impermeable que os sofoque el rostro, porque más tarde o más temprano, hay que dar la cara."

(Antonio Machado, Juan de Mairena)

Una cara criminal, irracional

En el espectáculo de la "gran" política mexicana, la confusión de máscaras y parlamentos impide saber a ciencia cierta quién es el juez y quién el criminal, quién el fraudulento y quién el defraudado. Pero cada vez es más claro que el México de finales del siglo XX tiene en el sistema de partido de Estado su cara más criminal. En este México la creciente criminalidad de Estado aquella que se ejerce desde el Poder político sólo se ve igualada por la impunidad que dan el dinero, las influencias y la cercanía o la pertenencia declarada o vergonzante al círculo selecto en torno a aquel que algunos todavía llaman no sin rubor, es cierto "el Señor Presidente".

La mitad del sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León tiene sellos indelebles, pero el más sangriento es el crimen cotidiano de un modelo económico impuesto con los inapelables argumentos de las bayonetas, la cárcel y los cementerios. Cada tanto, ese crimen de Estado logra lúgubres destellos. Aguas Blancas en el Guerrero de junio de 1995. Acteal en el Chiapas de diciembre de 1997. El Charco en el Guerrero de junio de 1998, y Unión Progreso y Chavajeval en el Chiapas de junio de 1998. Esta cara, la más irracional que el Estado mexicano haya tenido en toda su historia, oculta su horripilante imagen detrás de una máscara. Y el sonido de la sangre que cobra día a día, se calla tras un silencio. (...)

Una historia oficial de laboratorio

Para suplir la falta de legitimidad con la legalidad, el Estado Mexicano (y no sólo el gobierno) debe realizar una complicada operación quirúrgica en el todo social. Es decir, debe extirpar la memoria histórica de los gobernados. Y trata de hacerlo supliendo la historia real (con minúsculas) con la Historia Oficial (con mayúsculas). Y esta Historia Oficial no se aprendió en los libros, sino que fue creada en los laboratorios mentales de los postgrados en universidades extranjeras.

Harvard, Oxford, Yale, y el Tecnológico de Massachusetts son los modernos "padres de la Patria" de los actuales gobernantes mexicanos. Así la Historia Oficial llega tan lejos como los índices de crecimiento económico y, en un mundo que padece ya el terror financiero de la globalización, éstos tienen la constancia de una veleta de viento en medio de una tormenta. Así que el presente es la única historia posible para estos "chicos del pizarrón" (como los nombrara Carlos Fuentes), los "muchachos de la computadora" (como los llamara no se quién), o el "Cártel de los Pinos" (como los conocen sus socios narcotraficantes). Si la constancia y el pesado y trabajoso andar son las características de la historia de abajo, lo efímero es el lugar predilecto de la Historia Oficial, la desmemoria renombrada. El "Hoy" de las bolsas de valores es el referente histórico de estos tecnócratas que, gracias al criminal Carlos Salinas de Gortari, hoy se encuentran en el poder político en México. Esta Historia Oficial tiene su máscara.

El exterminio de la soberanía nacional

La Máscara de la "Modernidad" ¿Le parece atractiva? ¿Funcional? ¿Aerodinámica? ¿Biodegradable? ¿"Cool"? ¿"Light"? No es nada de eso, pero se vende y se consume con argumentos parecidos. La Modernidad de los gobernantes neoliberales en México muestra un país vacío y seco. A pesar de los esfuerzos de publicidad y mercadotecnia, y no obstante los millones invertidos en cosméticos y maquillajes, la máscara de la Modernidad mexicana se descascara cada vez más. Y cada vez es más difícil no ver lo que oculta: la destrucción de las bases maternales del Estado Mexicano, es decir, las bases de la Soberanía Nacional.

Con la "modernidad" como columna vertebral, una serie de argumentos máscara sin duda se esgrimen para justificar en el doble sentido de "hacer justa" y "dar razón de ser" la vertiginosa destrucción de todo aquello que le permite a un país hacer que la "soberanía nacional" no sea un mero recurso retórico. Propiedad de las riquezas del subsuelo, de los mares y aires territoriales, de las vías de comunicación, de las empresas con función social (educación, salud, alimentación, vivienda, seguridad), política social, control efectivo del mercado financiero y comercial, moneda, lengua, gobierno, fuerzas armadas, historia, estas son algunas de las bases necesarias para un Estado. Por diversos métodos, bajo máscaras distintas, pero siempre con la misma urgencia, estas bases de la soberanía nacional han sido debilitadas, cuando no francamente destruidas por los gobiernos neoliberales de Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari y el alumno supera a sus maestros Ernesto Zedillo Ponce de León.

Con las máscaras de la "reconversión industrial", la "adecuación a los tiempos modernos de globalización", la "racionalización del gasto público", la "eliminación de subsidios que impiden la libre competencia y el desarrollo económico", la "lucha internacional contra el narcotráfico" y el "fin del Estado populista", los gobiernos mexicanos desde 1982 hasta la fecha han operado una verdadera campaña de exterminio en contra de los sostenes fundamentales de la soberanía nacional.

Cada vez menos nuestro y menos país

Malbaratando empresas estatales, cediendo a las presiones de los mercados internacionales, abandonando sus funciones de servicio social o permutándolas en funciones de compra votos , liberando precios de productos básicos y controlando salarios, enganchando el futuro de la moneda nacional al arbitrio de los grandes centros financieros, plegando sus acciones de gobierno a las campañas publicitarias que el mercado de venta de naciones exige, adjudicándole a las fuerzas armadas nacionales el papel de policías de barrio en la aldea global, reescribiendo y borrando la historia nacional, pensando en dólares, en fin, de muchas formas los últimos gobiernos de México han conseguido que este país cada vez sea menos nuestro y menos país.

Haga usted cuentas. ¿Qué le queda al Estado Mexicano para poder decir que es soberano? Cientos de empresas estatales han sido vendidas, la pomposamente llamada "bolsa mexicana de valores" parece sucursal de las bolsas asiáticas y eso que vendieron la idea que sería sucursal sí pero de las norteamericanas , lo único constante en los precios de los productos básicos es su alza, el peso mexicano carece de ídem en el mercado cambiario internacional, los gobernantes mexicanos piensan en inglés y sólo se traducen al español cuando se dirigen a los nacionales aunque no con fortuna, como lo demostrara la canciller Green , el ejército federal mexicano realiza bajo las órdenes de asesores norteamericanos en las montañas nacionales la misma tarea que el General Custer hiciera con los indígenas en Estados Unidos, y los altos funcionarios del gobierno mexicano responden prontos y ciertos a la pregunta "¿Cuál es el día de la independencia?" con un contundente "El 4 de julio". ¿Escandaloso? Bueno, para esto se echa mano del Olvido. Otro silencio... (...)

Un retroceso de 30 años

La Máscara de la Macroeconomía. Ahí tiene usted los discursos del señor Zedillo, una muestra de contagioso optimismo, donde nos explica regaña advierte que larecuperación económica es irreversible y la fortaleza de nuestros indicadores económicos demuestran que podemos resistir las crisis al mínimo costo y ¡qué querte tienen ustedes compatriotas de tenerme a mí como su gobernante! bla bla bla bla bla bla bla...

¡Ah, los logros macroeconómicos! Pero, ¿dónde están? ¿En las fortunas de los hombres más ricos de México y el lugar que ocupan en la "lista de Forbes"? ¿En los salarios? ¿En los precios? ¿En el empleo? ¿En la seguridad social? Busque usted, busque y encuentre que, detrás de la máscara macroeconómica, se oculta un modelo económico que ha sido impuesto al país desde principios de la década de los ochentas, 16 años de una política económica, suficientes para evaluarla.

¿Resultados? Además de la pérdida de la Soberanía Nacional, tenemos un retroceso histórico de... ¡30 años! Sí, el México 98 y el México 68 no sólo coinciden en tener al frente del gobierno a un asesino con la banda presidencial cruzándole el pecho, también coinciden el crecimiento de la pobreza y el crecimiento del número de pobres, la concentración de la riqueza en cada vez menos manos, y el deterioro de los servicios sociales que, antes, aliviaban la vida de los mexicanos. (...)

Ahora, a principios de 1998 estamos en los niveles de pobreza de 1968, 30 años perdidos. Además, hoy tenemos menos posibilidades de mejorar nuestra situación económica. "Las oportunidades para el bienestar de los mexicanos en 1996, tras casi tres lustros del modelo neoliberal, no sólo no han crecido sino que son 30% más bajas que en 1981. Esto resulta de una doble incapacidad del modelo. Por una parte, la incapacidad para hacer crecer el ingreso más rápido que las necesidades. Por otra parte, la incapacidad creciente para distribuir equitativamente el ingreso entre la población. Es decir, el modelo fue incapaz de crecer pero además concentró el ingreso más y más en pocas manos, disminuyendo con ello las oportunidades de bienestar para la población". (Boltvinik, Julio. "Economía y bienestar, México al fin del milenio").

Claro que estos datos macroeconómicos no serán del gusto de los señores Gurría y Ortiz y dudo que puedan refutarlos , pero el hecho real es que hay otra "macroeconomía", la de los de abajo, menos salario, menos y peor educación, menos y peor vivienda y servicios, menos y peor salud, menos y peor alimentación. Sí, detrás de esa máscara hay una catástrofe.
Sumado a esto, agregue usted unas siglas FOBAPROA y tendrá completo un cóctel de pesadilla. Además de con su pobreza, millones de mexicanos deberán ahora cargar con el rescate de esos otros criminales, los banqueros, que usan el "Estado de Derecho" como coartada y tienen en el gobierno a un cómplice y alcahuete siempre dispuesto.

La máscara del chauvinismo

Indignante, es cierto. Pero... ¡Silencio! Nada se puede hacer, es la fatalidad de la globalización imponiéndonos un silencio inapelable y un religioso conformismo. No debe preocuparnos el que esta resignación haya llegado hasta La Habana, sino que la destrucción de las Naciones que va aparejada, esa sí remediablemente, a la globalización se nos presente como algo evidente, es decir natural, incuestionable y sin contradicciones.

Ciertamente el neoliberalismo ha construido con el gran capital financiero un enemigo formidable, capaz de dictar guerras, quiebras, dictaduras, "democracias", vidas y, sobre todo, muertes en cualquier rincón del mundo. Sin embargo, este proceso de globalización total (económica, política y cultural) no significa una inclusión de las distintas sociedades, incorporando sus particularidades. Por el contrario, implica una verdadera imposición de un, y sólo uno, pensamiento: el del capital financiero. En esta guerra de conquista todo y todos deben subordinarse al criterio del mercado, lo que se oponga u obstaculice será eliminado. Pero, además, implica la destrucción de la humanidad como colectivo sociocultural y la reconstruye como pieza del mercado. Oponerse al neoliberalismo, combatir en contra de él no es sólo una opción política o ideológica, es una cuestión de supervivencia de la humanidad. Alguien advirtió que ir contra la globalización era como ir contra la ley de gravedad. Así que ni modo, ¡abajo la ley de gravedad!

La destrucción de México como Nación debe ser ocultada. Así que es necesaria otra máscara, la del Chauvinismo. Motivados por el afán de paz y tratando de detener el exterminio de indígenas que el gobierno mexicano lleva adelante en tierras chiapanecas, cientos de hombres y mujeres de México y de otras partes del mundo llegaron al sureste mexicano. Nada más incómodo para los criminales que el tener testigos del laboratorio de exterminio que han montado en suelos indios, así que de la inefable Secretaría de Gobernación vino la doble receta: para los nacionales la cárcel, para los originarios de otros países la expulsión previa campaña xenofóbica en prensa, radio y televisión . De pronto, con explicaciones a cual más estúpidas, el principal vendedor de la Soberanía Nacional tuvo un arranque de patriotismo y, al grito de "¡el extranjero bueno es el extranjero mudo y ciego!" se dio en perseguir, hostigar y expulsar a todos aquellos nacidos en otros suelos que suman su corazón a la lucha por una paz con justicia y dignidad. Para los cientos de observadores extranjeros sobran golpes, violaciones, amenazas, insultos. Para los "inversionistas" extranjeros abundan las caravanas serviles, los halagos, las adulaciones.

Chiapas: el silencio de la traición

Y, como grotesco adorno de esta máscara, viene el silencio de la Traición. Sí, traición a la palabra empeñada en San Andrés. Traición a quienes creyeron en el camino del diálogo. Traición a los que lucharon por la paz. Traición a quienes pensaron que era posible que el gobierno reconociera los derechos de los pueblos indios. Traición a quienes esperaron que se detuviera la guerra en el sureste mexicano. Y la traición, la destrucción, el olvido, necesitan un soporte ideológico, una "teoría" que le dé a los crímenes la razón que la historia les niega con empecinamiento.

Así que aquí viene la Máscara de la "Objetividad Intelectual". La portan algunos personajes de la vida cultural en México que tienen paso franco en las salas del poder político, económico y religioso. Su primer escalón fue ponerse críticos contra los críticos del sistema político. (...) La realidad no es entendida como es sino que se aconsejan decisiones partiendo de que la realidad debería de ser lo que el Poder desea que sea.

Hay una larga lista de fracasos, pero con sólo mencionar Chiapas tenemos uno en el que se representan los demás. Los ex intelectuales independientes y hoy pendientes asesores, aconsejaron "mano dura" y "firmeza" en el trato gubernamental a los rebeldes indígenas del sureste mexicano. "Todos los costos ya han sido pagados, no tenemos nada que perder", dijeron para sustentar su recomendación de usar la vía militar para solucionar definitivamente el conflicto. Aconsejaron también una "nueva política de medios" nombre con el que, en el gobierno y sus asesores, se conoce a los discursos en actos públicos, las ruedas de prensa y las entrevistas banqueteras que fuera congruente con la "política de hechos" c'est a dire de guerra que se estaba llevando adelante en las comunidades indígenas del país. Resultado: ladridos, consignas, regaños, bravatas, amenazas, dichos y contradichos. "Conflictos intragubernamentales" diría la PGR refiriéndose, no al asesinato de Colosio, sino a las declaraciones de Zedillo, Labastida y Rabasa. (...)

Chiapas es un problema de opinión pública: estando la palabra de guerra y las acciones violentas sólo del lado gubernamental, y del lado de los rebeldes un silencio que les parece abismal, los intelectuales de la "neutralidad" están incómodos porque si aplauden discurso y práctica gubernamentales se ponen del lado de la irracionalidad y el crimen, y si lo critican se ponen del lado de unos encapuchados que, además de rebeldes, son indígenas.

Es comprensible su desesperación, la guerra que el gobierno realiza en Chiapas y Guerrero salpica ya para todos lados y amenaza con manchar plumas y pulcros análisis. Pero hay quien no se inmuta ante el dilema y abraza con ferviente y religiosa devoción la tarea de "dar razón" al crimen de Estado que se opera en el México indígena. Sin embargo, nada es miel sobre hojuelas, los errores se suceden vertiginosamente y provocan malestar en los asesores oficiosos. La molestia de estos intelectuales ante las torpezas gubernamentales esconde la insatisfacción por asesorías despreciadas. Los intelectuales del aniquilamiento indígena "por razones de Estado" se incomodan por la tardanza gubernamental en poner "punto final" a la piedra en el zapato.

Afortunadamente, cada vez son menos y están más solos los intelectuales de la objetividad criminal (al igual que su asesorado). Hay, en cambio, medios informativos que tienen el honor de contar entre sus páginas y micrófonos a analistas políticos, periodistas y artistas que se niegan a los malabares que quiere imponerles el gobierno y siguen diseccionando los problemas nacionales y tomando posición frente a ellos buscando soluciones incluyentes, pacíficas y racionales. Perdida la razón, la historia, la legitimidad y la Nación, poco le queda al sistema político mexicano. Piensa que ya sólo una máscara podrá salvarlo y llevarlo vivo aunque ya no sano y completo a la otra orilla de este siglo: la Máscara de la Guerra.

La máscara de la guerra

Brillante ha sido la campaña militar del comandante Zedillo. Lo han acompañado en esta empresa bélica el señor Labastida como jefe de su Estado Mayor, el señor Rabasa como... como... ¿qué es lo que hace el señor Rabasa?, bueno, la señora Rosario Green en el servicio de traducción no muy simultánea ni muy fidedigna , y el ¿señor? Albores Guillén como mariscal de campo.

Además de rellenar las cárceles chiapanecas las cuales había previamente vaciado de paramilitares de indígenas zapatistas y de miembros de la sociedad civil, además de promover el uso de chozas indígenas como blanco en las prácticas de tiro del Ejército federal, además de practicar ejecuciones sumarias que nada tienen que envidiarle a las practicadas por las dictaduras militares en todo el mundo ¿una ventaja de la globalización? , además de haber ligado el nombre de México a los ensangrentados de Acteal, Chavajeval y Unión Progreso, además de haber traído el terror, la miseria y la mentira a las tierras indias de México, el comandante Zedillo y su equipo llevan siete condecoraciones por otras tantas víctimas cobradas.

Siete víctimas de esta guerra

Sí, siete son las víctimas de su guerra: la paz, el diálogo como vía de solución de los conflictos, los indígenas, la sociedad civil nacional e internacional, la soberanía nacional, el tránsito a la democracia, la Comisión de Concordia y Pacificación, y la Comisión Nacional de Intermediación. Al seguir su combate personal en contra de los rebeldes zapatistas, Zedillo no sólo hizo prisionera de guerra a la paz que estaba por conseguirse, también atacó la esperanza de una paz futura.

El diálogo como vía de solución de los conflictos es una de las bajas más importantes en la guerra del sureste mexicano. Al faltar al cumplimiento de los acuerdos que firmó, Zedillo hizo añicos la confianza hacia su gobierno. Sin la confianza, es imposible llegar a acuerdos. Y si no es para llegar a acuerdos, ¿para qué se dialoga? Por su parte los indígenas se han convertido en la principal cuota de "triunfos" de Zedillo en Chiapas: ningún régimen había sido responsable, directo e indirecto, de tantas muertes, presos, torturas, expulsiones, desplazamiento y desapariciones de indígenas chiapanecos como el actual. El guerrerismo gubernamental cobró otra víctima en la sociedad civil nacional e internacional al desoír sus llamados al diálogo y la paz.

Una víctima más es la transición a la democracia que se ve frenada por un sistema político dispuesto a un baño de sangre con tal de no perder sus privilegios. De la soberanía nacional sólo queda un nostálgico recuerdo. En su lugar hay asesores militares extranjeros, armas extranjeras, tácticas de combate extranjeras, raciones de comida extranjera, equipos de combate extranjeros. En la guerra de Chiapas lo único nacional es la sangre que se derrama.
Mención aparte merecen dos víctimas: una se arrastra moribunda, otra yace muerta irremediablemente. La una es la Comisión de Concordia y Pacificación, formada por legisladores federales de los partidos políticos con representación en el Congreso de la Unión.

La COCOPA ha sido burlada, escarnecida, usada, despreciada, humillada y olvidada por el gobierno. En su perverso y mortal juego, Ernesto Zedillo fingió ante la COCOPA su disposición a aceptar los oficios de los legisladores para conseguir, eficaz y rápidamente, la paz en el sureste mexicano. Al retractarse de su aceptación de la iniciativa de ley indígena elaborada por la COCOPA, el gobierno dejó a los legisladores en el ridículo y les arrebató toda autoridad moral para presentarse ante la dirección zapatista. Después Zedillo se dedicó a golpear a los "cocopos" que no se plegaban a sus planes guerreros es decir, casi todos , para luego ignorar a la Comisión durante el largo período en que se planeó y ejecutó el asesinato masivo de indígenas perpetrado en Acteal en diciembre de 1997. En fin, el gobierno ha tratado a la COCOPA con burlas, zancadillas, golpes y sabotajes. El EZLN no hará lo mismo.

CONAI: sus imperdonables delitos

Simultáneamente a los sabotajes contra la COCOPA , en Gobernación se ocupaban de asesinar y encarcelar más indígenas, y de librar una guerra total en contra de la Comisión Nacional de Intermediación (CONAI) y, especialmente, en contra de su presidente, el obispo Samuel Ruiz García. Ultimamente, dichos y contradichos. Labastida dice lo que desdice Rabasa, Zedillo corrige a los dos. Rabasa matiza a Zedillo, Labastida regaña a Rabasa. En fin, una confusión de máscaras y papeles que daría risa si no fuera porque esconde una guerra brutal y desigual.

Después de sufrir una intensa y larga campaña de ataques e infundios, la Comisión Nacional de Intermediación reconocida por las partes, EZLN y gobierno federal, como el mecanismo de mediación en el diálogo de paz fue disuelta. Anote usted estos nombres: don Samuel Ruiz García, doña Concepción Calvillo Viuda de Nava, doctor Pablo González Casanova, doctor Raymundo Sánchez Barraza, poeta Juan Bañuelos, poeta Oscar Oliva estos seis como miembros de número , y Pedro Nava, Salvador Reyes, Gonzalo Ituarte y Miguel Alvarez como secretarios. Los diez formaban la Comisión Nacional de Intermediación, uno de los principales objetivos a destruir según la estrategia gubernamental de guerra.

¿Sus delitos? Imperdonables todos ellos: luchar por una paz con justicia y dignidad, representar a la sociedad civil nacional como mediadora en el conflicto, creer firmemente en el diálogo como solución de las disputas, no plegarse a las órdenes del gobierno, mantener autonomía e independencia respecto a las partes, pensar que la paz en México pasa necesariamente por el tránsito a la democracia, comprometerse del lado de los indios en sus luchas pacíficas, y el peor de todos los delitos constituirse en un obstáculo para la guerra.

Durante meses estas personas fueron víctimas de ataques de todo tipo, incluyendo atentados contra su vida, bienes y libertad. Durante meses sufrieron la presión de todo el aparato del Estado mexicano; los gobiernos federal, estatal y municipal; ejército, policía y paramilitares; los dos monopolios televisivos y la prensa local; empresarios; diputados federales y locales, senadores de la República, jueces y ministerios públicos; directores de partidos políticos; la alta jerarquía de las iglesias católica y evangélica. Millones y millones de pesos gastados en campañas de desprestigio en su contra.

Todo el poder político económico, eclesiástico y militar en contra de estas diez personas y, particularmente, en contra de don Samuel Ruiz García, el obispo de la diócesis de San Cristóbal. El 7 de junio de 1998, la séptima víctima caía ante el avance de la máquina de guerra zedillista. Don Samuel Ruiz García renunciaba a la CONAI y ésta se disolvía.
Con la desaparición de la CONAI terminaba una feroz resistencia en contra del autoritarismo, el crimen y la intolerancia, pero no concluía para ellos la búsqueda de la paz.

Don Samuel Ruiz: objetivo de Zedillo

Pero la máquina no se detuvo con la renuncia del presidente de la CONAI. El señor Ernesto Zedillo no se conforma con ver al obispo Ruiz García fuera de la mediación del conflicto. No, lo quiere ver desaparecido, borrado, muerto. Con rencor acaricia la oportunidad de quitarlo totalmente de su vista. Si el atentado falló una vez, ya habrá otras oportunidades. Después de todo, si pudieron asesinar a un cardenal Posadas Ocampo y seguir impunes, bien pueden ocuparse del obispo incómodo y seguir sin problemas. Y no se trata de uno de esos malos chistes con los que Zedillo tortura a su gabinete, no, el rencor se ha convertido en este señor en un verdadero estilo personal de gobierno. Y en cuanto a venganzas personales, "él sí sabe hacerlo".

Una y otra vez, en cada una de las visitas conyugales que le hace al próximo ex gobernador interino Albores Guillén, el señor Zedillo ataca con saña y cobardía a quien tuvo la paz y la justicia como banderas y no escatimó esfuerzos ni dolores por cumplir con honestidad su labor, que es, al final de cuentas, la de todo ser humano que se respete: luchar por la justicia, el respeto y la dignidad. No es poco lo que el país le debe a estas diez personas. Aunque terminada una etapa en el sureste mexicano, la historia nacional les reserva ya un lugar al lado de los mejores.

Mucho tiempo después, cuando Zedillo esté olvidado o preso por sus innumerables delitos, los nombres de estas personas seguirán aún en un lugar muy especial en el corazón de los ahora mexicanos de abajo, particularmente de los indígenas.
Aunque fuera de esta etapa de la lucha, los "conaítas" han dejado claro que seguirán luchando de diferentes formas y en lugares distintos por lo mismo: por la justicia para los indígenas mexicanos, por la transición a la democracia y por la paz.

En silencio ven y se ven estos indígenas

"Claro es que en el campo de la acción política sólo triunfa quien pone la vela donde sopla el aire; jamás quien pretende que sople el aire donde pone la vela".

(Antonio Machado, Juan de Mairena).

1998. México. Mientras el supremo gobierno pone rumbo hacia la guerra y trata desesperadamente de juntar vientos de arriba, gruñidos de bestia y sortilegios para empujar el pesado velamen de la nave de la muerte, estos indígenas mexicanos, que sumaron el nombre de Emiliano Zapata a su historia, en silencio preparan la justicia y la dignidad que habrá de llegar a pesar de su muerte. O tal vez por ella.

En silencio, estos indígenas ven los cielos y los suelos para adivinar los vientos de abajo que corren por los campos de México y del mundo, por las polvosas calles de pueblitos y rancherías, por el desordenado acomodo de las colonias populares, por las sedes de sindicatos honestos, por las oficinas de partidos políticos comprometidos, por los teatros cines auditorios salas de espectáculos galerías de arte, por laboratorios y centros de investigación científica, por cubículos, aulas y pasillos universitarios, por reuniones y asambleas de organizaciones políticas y sociales, por iglesias de pobres, por los comités internacionales de solidaridad, por las organizaciones no gubernamentales nacionales y extranjeras, por las autopistas, por las carreteras, por los caminos vecinales, por las brechas, navegando en los ríos, en las lagunas y en los mares de este país hoy pródigo en humedades, y de este mundo despertando, ya tarde es cierto, pero despertando.

En silencio ven y se ven estos indígenas. En silencio sienten para dónde soplan los aires de los mundos de abajo. En silencio saben estos indígenas. En silencio terminan esta nueva y absurda arca de Noé y, sabiendo que el aire sopla para la democracia, la libertad y la justicia, plantan bien alta la doble vela de la esperanza, motor y luz para este navío, el barco de los de siempre, la nave de la vida. Con arte y ciencia construyeron el arca y eligieron a miles de los suyos para tripulación. El resto esperará en puerto lo que venga. Si llegan la guerra y la destrucción, resistirán como han aprendido a hacerlo en la dura escuela de los siglos, es decir, con dignidad. Si llegan la democracia, la libertad y la justicia, sabrán repartirla como han sabido hacerlo a través de su historia.

¡Todos a bordo! Boleto: la honestidad

México, mitad de 1998. Después de un largo silencio estos indígenas hablan un barco y convocan a todos a abordarlo. Después de tanto silencio, estos indígenas hablan una nave, un arca de Noé, una torre de Babel navegante, un desafío absurdo e irreverente. Por si hubiera duda de quién lo tripula y dirige, el mascarón de proa luce ¡un pasamontañas! Sí, un pasamontañas, la máscara que devela, el silencio que habla. Un "Para todos, todo, nada para nosotros" viste la bandera de la estrella roja de cinco puntas sobre un fondo negro que brilla sobre el palo mayor. En letras doradas, a babor, estribor y en popa, el "Votán Zapata" nombra el origen y destino de este navío, tan poderosamente frágil, tan estruendosamente callado, tan visiblemente ocultado.

"¡Todos a bordo!", se oye que grita ordena invita la voz del capitán. El único boleto necesario es la honestidad. Varios miles de remeros esperan, ¿listos para partir? No, falta... Con esa extraña y reiterada tendencia a complicarse la vida que tienen, estos hombres y mujeres de máscaras y silencios construyeron su nave... ¡en medio de la montaña! "¿Y ora?", les pregunto. Como era de esperar, un silencio es la respuesta. Pero detrás de sus máscaras hay una sonrisa cuando me entregan un mensaje y una botella.

Yo hago lo que de por sí hago en estos casos: meto el mensaje dentro de la botella, la tapo bien con un chicle con algo de chamoy que la mar me da, me planto con firmeza en una orilla de la ceiba y, con toda mi fuerza, lanzo muy lejos la botella con el mensaje. Un rabito de nube la recoge y, navegando, la lleva a saber dónde la lleva. Allá va la botella. Quien la encuentre podrá, al romperla, romper el silencio y encontrar algunas respuestas y muchas preguntas. También podrá leer la Declaración de la Selva Lacandona. Bueno, es todo. Vale. Salud y estad listos. ¡Aprestad paraguas, impermeables y salvavidas! ¿Quién negará ahora que la palabra puede convocar humedades?

Desde las montañas del sureste mexicano
Subcomandante Insurgente Marcos
En nombre de los "300"

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