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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 243 | Junio 2002

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Honduras

Diputado y abusador sexual: un caso que nos abre los ojos

El caso de David Romero Ellner, acusado de abuso sexual por su propia hija, ha conmovido a Honduras y ha abierto los ojos de la sociedad. La denuncia de su hija ha motivado a muchas otras mujeres, que toman conciencia y denuncian las muchas expresiones de este abuso de poder.

Ismael Moreno, SJ

En Honduras, como en las demás sociedades latinoamericanas, destacan en los círculos de poder los "hombres de éxito". Son hombres de la política, hombres de los negocios y hombres de la religión. Una vida pública intachable, una prestancia y una manera de vestir y de relacionarse les hace creer que llevan consigo la verdad. A lo largo de siglos estos hombres de éxito se han fraguado una imagen de honorabilidad que les permite vivir de rentas. Sin expresar la más nimia fragilidad, parecen estar por encima del bien y del mal. Por su honor y sus éxitos estos campeones de la vida pública se erigen en jueces de toda la sociedad, sentenciando lo que está bien y lo que está mal, quién es buen ciudadano y quién queda excluido de su particular paraíso.


Los "hombres de éxito" pueden ser delincuentes

Todavía con timidez, pero cada vez con más frecuencia, comienzan a conocerse hechos, casos, testimonios de personas, especialmente mujeres, que han sido víctimas del machismo insaciable y de la trivialización que la sociedad ha hecho del sexo y de las relaciones sexuales. Y en muchos de los casos que van saliendo a la luz aparecen involucrados alguno de estos hombres honorables. Puede ser un político de renombre, un alto funcionario del gobierno, un profesional de alto vuelo o un funcionario de la religión. Sus víctimas suelen ser siempre personas indefensas, muchas veces muchachas adolescentes, ante quienes el victimario ejerce autoridad o se presenta como objeto de respeto incuestionable.

Cada vez que se conoce un nuevo caso crece la sospecha de que son muchos más los hombres de éxito involucrados de lo que se podía imaginar hasta hace muy poco. Y el abuso sexual y el maltrato que se denuncian aparecen vinculados al ejercicio impune del poder, terreno en el que son los hombres quienes dominan. Con frecuencia, el dinero les permite abrir o cerrar las puertas del chantaje y de la impunidad. Muchos casos quedan en el silencio que la sociedad y la cultura machista imponen a las víctimas. La sociedad enseña que el sexo es un tabú, algo sucio y pecaminoso. Así, esta realidad inherente a toda persona se vuelve invisible, inexistente. Y, por consiguiente, intocable, silenciable. Y mientras más se silencia lo sexual en la vida de la familia y de la sociedad, más se abren los corredores subterráneos del uso perverso del sexo, fortaleciendo la impunidad de quienes en la familia y en la sociedad tienen el poder y el dinero. Recuento final: una sociedad atrapada en los dinamismos del poder, el sexo y el dinero, dominada por la impunidad de quienes controlan con doble moral poder, sexo y dinero. Vidas públicas intachables que ocultan y legitiman vidas privadas plenas de abuso y violencia. Una vida pública y social donde los hombres alaban y veneran a las madres, al tiempo que abusan de cualquier otra mujer que no sea su madre.

Corre un rumor: violó a su hija

No siempre se conoce un caso como el destapado en Honduras, donde el abusador y violador es un profesional del derecho, un político tan de izquierda primero y tan de derecha después, y además periodista. Pues bien, este conocido "hombre de éxito", abogado, político y periodista de gran prestigio es un padre que violó a su propia hija. A finales de febrero comenzó a circular en diversos grupos de la capital el rumor de que el periodista y diputado suplente por el Partido Liberal, David Romero Ellner, había violado a su hija el 16 de febrero, en el marco de una fiesta familiar. Dos meses después el periodista y diputado desapareció de la vida pública para evadir el juicio levantado en su contra por su hija Dalia Yamileth, respaldada por el Centro de Derechos de Mujeres (CDM).


El irresistible ascenso de David Romero Ellner

David Romero Ellner fue hombre de confianza y periodista cercano del Presidente de la República, Carlos Roberto Flores, a quien acompañó en viajes y reuniones internacionales de importancia estratégica. Antes, a comienzos de los 90, había sido de los hombres de confianza del entonces Presidente Rafael Leonardo Callejas. Además de periodista, Ellner es licenciado en Derecho, y en la década de los 70 y hasta comienzos de los 80 fue un reconocido activista de la izquierda hondureña.

A sus 46 años, David Romero Ellner no podía quejarse de la vida: era un hombre de éxito, con capacidad para decir y hacer cuanta cosa quisiera. Como periodista y profesional del derecho se había granjeado las mejores relaciones con los grupos de mayor poder en el país. Tan alto lo llevaron sus títulos profesionales que finalmente se col có como político de oficio del bipartidismo hondureño, la mayor categoría a la que puede aspirar una persona catalogada como exitosa en este país. Así logró ocupar cargos de elección popular: Regidor de la alcaldía capitalina primero, y diputado suplente por el Partido Liberal en las últimas elecciones.

Sus tres profesiones -periodista, licenciado en leyes y político de oficio- le redituaron pingües recompensas económicas. De periodista a político y de ahí "para bien en mejor subiendo" hasta engrosar la lista hondureña de los "ricos y famosos". Su éxito y prestigio le permitían vivir en total impunidad como conspicuo integrante del sector de los "intocables". Nada ni nadie podía inquietar su paz y su honor. Él si podía quitarle la paz y el honor a quien le viniera en gana, cuando le viniera en gana y cómo le viniera en gana. Alababa y maltrataba a diestra y siniestra, a personas y a grupos en su programa radial diario "Comentando la noticia", transmitido por una de las dos cadenas de radio de mayor audiencia, espacio que compartía con otro hombre de éxito, también periodista y político, Eduardo Maldonado.


Su suerte cambió con la denuncia de su hija

La suerte de David Romero Ellner se resquebrajó de golpe por el frente quizás menos esperado, y seguramente más descuidado: su propia familia. Su hija biológica, Dalia Yamileth Romero lo denunció ante la Fiscalía por abusos y violación sexual. David Romero Ellner quiso "celebrarse" su cumpleaños penetrando sexualmente a su hija. Culminaba así una larga historia de abuso. El proceso continuado y sistemático de agresión comenzó cuando ella tenía apenas diez años.

Los trece años de agresión sexual continuada en contra de su hija fueron los años en los que David Romero Ellner acumuló sus mayores trofeos, los que lo convirtieron en un hombre de éxito. En 1989, el año en que comenzaba los abusos sexuales, comenzó a vincularse estrechamente con el grupo de Callejas, relación que lo llevaría a integrar el club selecto de los fundadores del diario "El periódico", al servicio de Callejas.

Mientras continuaba el abuso de su hija, Ellner se consolidaba como periodista de renombre y fortalecía sus lazos con los Jefes de las Fuerzas Armadas Hondureñas, Discua Elvir primero, Hung Pacheco después. Y como los asuntos de la política tradicional hondureña no se escriben ni con ética ni con fidelidades, Romero Ellner pasó de la argolla de periodistas al servicio de los nacionalistas de Callejas a convertirse en el periodista "oficial" del grupo liberal de Flores Facussé, en un fiel servidor de grupos económicos vinculados con los Rosenthal, los Facussé y otros. Así, tuvo cubiertos con éxito todos los flancos: los militares, los políticos y los económicos. Romero Ellner se alzaba en prestigio entre lo más granado de la sociedad política y económica hondureña mientras hundía la dignidad de su propia hija.


Tormentos de la izquierda y dulzuras de la derecha

Las tertulias capitalinas en torno a este personaje coinciden en situar su proceso de descomposición cuando decidió combinar la carrera de periodismo con la de derecho. Al incursionar en el derecho siendo periodista, encontró las calles allanadas para vincularse con el sector más corrupto del país.

Antes de ser licenciado en derecho y mucho antes de ser periodista, a este hombre se le identifica con la izquierda radical hondureña. Miembro de las juventudes comunistas en la década de los 70, representó al país en más de una ocasión en los encuentros mundiales que convocaba la Unión Soviética. Cuando se agudizaron los conflictos dentro de la izquierda hondureña, Romero Ellner se reagrupó con el sector más radicalizado, acompañando a Tomás Nativí y a Fidel Martínez -desaparecidos luego por orden de Alvarez Martínez- en la fundación de la Unión Revolucionaria del Pueblo (URP), brazo político de los Cinchoneros. Capturado y torturado junto con Tomás Nativí, Romero Ellner lleva en su cuerpo la huella de una bala que le penetró en la pierna mientras lo torturaban. Se hizo así un hombre de éxito que puede hablar tanto de los tormentos de la izquierda como de las dulzuras de la derecha con la propiedad que le da una experiencia militante en los dos bandos, actuando en ambos con la misma entrega e intensidad del fanático.


"Yo nunca entendí por qué me manoseaba"

De acuerdo al testimonio de su ultrajada hija, la violencia de su padre comenzó mucho antes del abuso a su cuerpo. "Desde pequeña, antes que empezara el daño sexual directo, recibí mucho mal por la violencia física y sicológica que ejercía contra mi madre. Él me usaba para presionarla, me retenía, me hacía sufrir". La decisión de romper el silencio, un silencio de trece años, ha sido para Yamileth la más difícil de su vida. "Desde muy pequeña lo identifico como persona poderosa. Poderosa por su influencia y por su violencia. Poderosa por su arma de fuego. Poderosa por sus amistades y porque sabía dominarnos. Su poder de dominación me hizo tener con él una relación de miedo. Siempre me produjo miedo. Yo nunca entendí por qué me manoseaba. Nunca lo desée. Pero lo soportaba por miedo, por sometimiento. Hasta que se hizo insostenible. Cuando me penetró se me vino la vida entera encima. Y decidí salir a la calle. Con temor, pero salí, porque me sentía acechada, perseguida, me sentía mal".

De acuerdo al testimonio de su hija, David Romero Ellner era un hombre que jugaba a ser cariñoso como padre, pero también se iba al extremo del enojo cuando andaba de mal humor o en estado de ebriedad. Pasaba de un extremo a otro. Tenía permiso: era el poderoso de la casa. "Muchas veces quise hablar, pero tenía miedo a que no me creyeran, porque el hombre de la palabra y de las decisiones era él. Y era él el hombre que me maltrataba. Me ofendía, me maltrataba físicamente, me pegaba con frecuencia en la cara. Yo sentí sus golpes con los puños cerrados de sus manos".


"No sólo soy yo, esto sucede con frecuencia"

La primera vez que Yamileth quiso romper el silencio fue a los 17 años. Le dijo a su padre que lo denunciaría. Pero Romero Ellner estaba seguro de sí mismo, y también de la sumisión de su hija. "Se enojó mucho conmigo, me corrió de la casa. Pero no tuve el valor de hacer la denuncia".

Yamileth es consciente de que su decisión de romper el silencio apenas es el inicio de un difícil proceso hasta hacer que su testimonio sea creíble en una sociedad en donde la palabra y la verdad la tienen los hombres, especialmente los de éxito como su padre. "Es muy difícil vivir sin poder hablar. Sé que se me vienen momentos difíciles, por la sociedad que culpabiliza a las mujeres, pero sé que no soy sólo yo. Esto sucede con más frecuencia de lo que vemos a nivel público, pero no todas tenemos el valor de decirlo, de romper el silencio y enfrentarlo. Yo espero que Dios me dé valor para enfrentarlo, pues no espero que todo el mundo esté a mi favor".

Yamileth dio el primer paso. Y dice que ya no va a parar en este camino de recuperar su dignidad. Por ella, y por tantas miles de mujeres que siguen guardando silencio. Ella no busca venganza. "Sólo espero justicia. Seguiré llevando mi caso y no me voy a hacer para atrás, aunque existan fuerzas que me quieren hacer pensar en el sacrificio y el sentimiento adicionales que implica el manejo público de este caso. Me dicen que me quede quieta, pero seguiré adelante con fe hasta producir resultados, hasta sentirme plenamente libre del abuso. Y del abusador."


¿Quedará en la impunidad?

Existen fuerzas, poderes públicos y ocultos, que se han levantado para impedir que Yamileth prosiga su camino. Entre ellos están los hombres de éxito que rodearon a David Romero Ellner. Muchos hombres han comenzado a respaldar al violador. Porque en hacer fracasar la causa que lo condene radica su propia protección. Unos se esfuerzan en minimizar el hecho. Otros ridiculizan a la muchacha. O la ofenden: "Si se dejó es porque le gustó". Los colegas periodistas de Romero Ellner

abren los espacios de los programas radiales para manifestar su solidaridad con el "periodista perseguido", y sobre todo, le ponen bozal a la información, la filtran, la silencian, la tergiversan. Colegas del derecho ocupan espacios en los medios de comunicación para expresar que el caso del periodista se debe tratar exclusivamente en los tribunales y no en los medios de comunicación, porque se trata de un "caso privado". Cuentan que muchos diputados han decidido respaldar económicamente a su colega para sacarlo del país, dicen unos, o para tenerlo bajo buen recaudo dentro del país, dicen otros. Nadie sabe del paradero de este delincuente. Seguramente lo saben sus amigos de éxito, los profesionales del derecho y del periodismo. "Tengo miedo -dice Yamileth-. Yo sé que hay mucha gente de poder que apoya a mi padre. Y tengo miedo porque muchos casos que han salido a la luz pública se han quedado en el olvido. O en la burla para quienes padecieron los abusos. Hay muchos casos en que el victimario ha quedado en la impunidad".


"Lo peor fue callarlo, ocultarlo tanto tiempo"

Por suerte, Yamileth tiene una aliada incondicional que compartió con ella abusos y violencia. Su propia madre. Ella logró huir de las agresiones del padre de su hija. Cuando el 16 de febrero Romero Ellner violó a su hija, su madre ya tenía varios años de haber escapado de la casa y sufría por la suerte de su hija. Yamileth pidió ayuda a su madrastra, pero ésta se la negó. Y en público ha defendido al hombre, acusando a Yamileth de ser parte de una campaña de desprestigio político contra su marido. Su madre está con ella. Porque la conoce. Porque lo conoce. Porque ambas han sido víctimas

del mismo victimario. "Mi mamá está conmigo, está pendiente, me llama, platicamos sobre la evolución del caso. También mis hermanos me apoyan. Pero preferimos no sacar el tema en las conversaciones familiares porque sé que nos hace sufrir a todos".

Yamileth sabe que su decisión le está costando cara. Amistades que la frecuentaban prefieren guardar silencio, y silenciosamente se van retirando. A pesar de todo, Yamileth considera que hablando ha logrado un primer triunfo. "Considero que el tiempo que estuve callada me afectó más de lo que esto me afectará de ahora en adelante. Ahora todo lo que viene es ganancia y me afectará para bien. No es como cuando permanecí en silencio por tanto tiempo, que todo quedaba en mí, oculto, callado, sufrido. Y también sé que en este nuevo tiempo se acrisolarán las verdaderas amistades. La gente que de verdad me quiere no me podrá dar la espalda por un hecho al que estamos expuestas todas, que le puede pasar a cualquiera en mi vecindario, en el barrio. Habrá rechazo en algunos casos y como siempre ocurre, habrá quienes crean, quienes no, quienes estén a favor y quienes estén en contra".


Una terca decisión y mucha solidaridad

Cuentan que unos días antes de tomar posesión como Presidente de la República, Ricardo Maduro habría recibido de Carlos Flores Facussé una lista de periodistas sin los cuales difícilmente podría gobernar. Uno de ellos era David Romero Ellner. Desde su programa, como campo pagado, Romero Ellner enalteció al periodismo mercenario, al tiempo que atacó y ridiculizó a los periodistas que no aceptaron ponerse al servicio de los intereses del gobierno o de los grupos de poder económico del país. Cuando a finales de febrero comenzó a circular la denuncia, diputados y periodistas amigos de Romero Ellner habrían presionado al Ministerio Público para que desconociera el hecho. Incluso, habrían buscado los buenos oficios del Presidente de la República para que lograra el desvanecimiento del caso. Gracias a la terca decisión de Yamileth, y al apoyo recibido por organismos vinculados con la defensa de las mujeres, como el Centro de Derechos de Mujeres, y otros grupos y personas solidarias, Romero Ellner hubiese salido sin lugar a dudas fortalecido como un personaje de éxito "calumniado", y su hija más hecha polvo que nunca.


Yamileth ha abierto una brecha

Yamileth ha abierto un poco más la brecha en la lucha de las mujeres contra la violencia y en la lucha de la sociedad contra la impunidad de los hombres de éxito. Es una brecha muy pequeña y falta aún mucho por abrir y mucha oscuridad por vencer. Yamileth se sitúa entre las mujeres privilegiadas. Porque tuvo acceso a una formación académica y a un ambiente social que la fortalecieron y le dieron capacidad para denunciar, oportunidades que no tienen la inmensa mayoría de mujeres hondureñas, también violadas y abusadas sexualmente en sus casas.

"Envío" tuvo acceso directo al testimonio de otra mujer, de entre las decenas de miles de campesinas que han guardado silencio toda una vida, pero que hoy comienzan a despertar. La decisión de Yamileth ha reforzado el proceso de toma de conciencia de otras mujeres humildes que quieren romper el silencio.


Historia de Carmen: abusada desde niña

La vamos a llamar Carmen. Carmen estaba en el vientre de su madre cuando a ésta la abandonó su compañero. En la casa había ya un niño de un año. Muy pronto, la madre de Carmen se tuvo que acompañar de otro hombre para poder sobrevivir en el ambiente machista del campo hondureño. Se casó entonces con un señor mayor, viudo, padre de diez hijos varones. Doña Vilma se convirtió de un día para otro en madre de doce criaturas. Todavía niña, Carmen tuvo que cargar con muchas de las tareas domésticas.

Desde que ella tiene conciencia sintió la humillación, el desprecio y el acoso de sus hermanastros y de su padrastro. Cuenta Carmen que a los diez años soñaba con ir a la escuela. Pero su sueño era irrealizable. A esa edad, su madre, quizás en la desesperación de ver protegida a su hija, la había preparado ya para que se casara con uno de los hijos de su padrastro.

Con unos diez años de diferencia, el muchacho comenzó a manosearla. La manoseaba también su padrastro, al tiempo que le regalaban confites, galletas y pañuelos de vez en cuando. Carmen sabía que no podía contarle a su mamá porque daba por entendido que la razón siempre la tendrían ellos, los hombres. En marzo de 1975 tenía Carmen doce años cuando le anunciaron que Ceferino era oficialmente su novio. Ella no entendía ni siquiera de qué le hablaban. Lo único claro que tuvo fue que unos días después su novio la obligó a tener relaciones sexuales, con el argumento de ser el novio oficial. Una vez desflorada, dijo que ya no podría ser de nadie más en la vida. "Sos de mi propiedad", le dijo Ceferino, "ya fuiste mía y de hoy en adelante nadie más te puede tocar".


"Me enseñaron el miedo a Dios y a mi marido"

"En septiembre de 1976 me casaron por la Iglesia. Sin saber yo de qué se trataba me llenaron la conciencia de miedo a Dios y de miedo a mi marido. Como que yo dejé de tener derechos sobre mi vida. Desde mis trece años pasé a ser propiedad de un hombre del que jamás me enamoré. Sólo recuerdo que iba llorando cuando me llevaban a la iglesia".

A los pocos años Carmen había parido a sus tres primeros hijos. Pasó el tiempo Carmen comenzó a participar en actividades de la Iglesia. Le gustaba la formación que recibía como catequista. Más que todo, sentir que la tomaban en cuenta. "Tuve mi cuarto hijo cuando ya sentía que dentro de mí se revolvía toda mi historia. Yo sabía que estaba sometida a un hombre que se emborrachaba y me usaba para sus necesidades sexuales. Después de usarme, me pegaba o me tiraba de la cama. Yo sabía que ésa no era mi voluntad, que la vida no tenía que ser así. Pero el casamiento por la Iglesia pesaba en mi conciencia. Si yo me casé, me decía a mi misma, ¿será que Dios quiere que viva sometida? ¿Acepta Dios un casamiento del que yo nunca tuve conciencia?" Con esos pensamientos y sentimientos pasaba Carmen revolviéndose en sus largas noches de insomnio.


"Fue el día más triste de mi vida"

Carmen seguía creciendo en su conciencia, mientras Ceferino crecía en sus agresiones. La celaba de todas las formas posibles. "¡Vos ya no sos la misma desde que comenzaste a ir a esos cursillos de la Iglesia!", le gritaba, atrapado en sus vicios y en sus rabias machistas.

Aunque el chantaje y la amenaza habían sido el pan de cada día en la relación de dominio de Ceferino sobre Carmen, éstos crecieron en la medida en que Carmen daba pasitos en la toma de conciencia. "Si llega un día en que me dejés, hasta ese día llegará tu vida. Te mato, aunque después me tenga que matar yo también". Y cada vez que llegaba de una reunión Carmen recibía los insultos de traidora y de mujer fácil. Hasta que en los últimos tres años comenzó una agresión física de alto riesgo.

Un día, al regresar de noche de una reunión, Ceferino la esperaba machete en mano, con los ojos vidriosos por el alcohol y por los celos. Delante de los hijos comenzó a lanzar los machetazos. Uno le alcanzó a Carmen el pie derecho. "Ése fue el día más triste de mi vida, porque salí huyendo como delincuente, dejando a mis hijos y a mis hijas. Salí a la calle, dejando la casa que a mí tanto me costó ir levantando. Porque llegó un tiempo en que además de las labores de la casa, trabajaba en actividades sociales de la Iglesia, y con ese dinero fui levantando la casa con cemento".


"¿Mi matrimonio no fue un mal sueño?"

Con los ojos cubiertos de llanto, Carmen se levanta de su silla y viendo por la ventana hacia un lugar indefinido, concluye: "Recordar todo esto a mí me cuesta bastante dolor. Sin embargo, ya lo viví, y sigo todavía con vida. Ahora déjeme contarle una travesura que hice hace unos meses. Yo quería creer que todo lo de mi infancia, y sobre todo lo de mi boda, había sido un mal sueño. Me fui a mi pueblo de donde salí hace treinta años. Yo quería buscar el libro de casamiento para saber que no estaba inscrita. Que todo había sido una fantasía triste. Fui y me busqué. Pero allí estaba escrita en el libro.

Allí aparecía mi nombre junto al de ese hombre al que jamás amé, y por culpa del cual jamás he tenido la oportunidad de amar y sentirme amada por un hombre. Allí estaba el libro como testigo de mi robada vida."


"Delante de Dios, yo no estoy casada"

En este momento, Carmen se volvió de pronto hacia mí, corresponsal de "Envío", como buscando en el "poder" de la revista la respuesta a una pregunta que lleva aprisionada en el corazón desde hace tres décadas: "¿Y usted cree que yo, Carmen Miranda, estoy escrita en los libros de Dios como una mujer casada? ¿Usted cree que si Dios es amor puede aceptar que yo esté casada? No, señor, lo siento mucho, yo no sé qué van a decir los obispos y los sacerdotes, pero se lo digo a usted y delante de Dios: yo no estoy casada, aunque esté inscrita en el libro de la Iglesia. Yo no estoy casada porque nunca tuve conciencia de lo que hacía, y sobre todo porque nunca he amado.

Y si el matrimonio es cristiano, tendría que ser un lugar para el amor y la misericordia. Y yo nunca tuve eso. Al contrario. Ese contrato en la Iglesia me ha impedido descubrir el amor verdadero que se puede tener con un hombre al que uno se puede unir desde el enamoramiento y desde la libertad".

La lucha contra la inmunidad - impunidad


El Congreso Nacional ya debatió la propuesta, introducida por la autoridad judicial, de despojar de su inmunidad al diputado violador David Romero Ellner, y a otros trece diputados, acusados en los tribunales por variados delitos comunes. Después del debate se nombró una comisión para que presentara su dictamen. Y después, el Congreso se fue a un receso de tres semanas.

El expediente está abierto y el debate continúa. El caso de Romero Ellner ha puesto de nuevo ante los ojos de la sociedad el tema de la inmunidad transformada en impunidad. Existe una incisiva presión de diversos sectores de la población para que se establezca legalmente que la inmunidad de la que gozan los diputados esté estrictamente limitada a asuntos propios de su función como legisladores, y no sirva como escudo protector frente a ningún delito común, incluidos los delitos sexuales.

Se trata de una batalla en la que confluyen varios intereses. Entre ellos, el de quienes buscan debilitar a los diputados que hoy tienen el poder en el Congreso y en el país, especialmente a los diputados del "lado oscuro" que encabeza Callejas, respaldados en su inmunidad-impunidad por el sector "machista" y corrupto de los liberales, entre los que destacan el ex-Presidente de la República Suazo Córdova, el jefe de bancada liberal, Roberto Micheletti, y muchos otros que se aprovechan de su inmunidad tanto para enriquecerse como para abusar sexualmente de muchachas y mujeres, a las que chantajean desde sus puestos de poder y a las que tantas veces "premian" con un transitorio puesto en una oficina pública.


Indignados en lucha por la dignidad

El expediente esta abierto y el debate continúa. Entretanto, Yamileth, y esta mujer a la que hemos llamado Carmen, ya han abierto, desde surcos diversos, dos rendijas de esperanza al luchar por su dignidad. Y al hacerlo, luchan por la dignidad de todas las mujeres hondureñas. Y también por la dignidad de los hombres. Nos toca ahora a los hombres y mujeres indignados ante el abuso del poder y el abuso sexual seguir agrandando estas rendijas.

Debemos convertir la indignación en lucha activa a favor de las víctimas, hasta lograr un país con una dignidad compartida. Los medios de comunicación que se llaman alternativos deben ser cada vez más beligerantes ante estos temas, deben catalizar esfuerzos por construir una sociedad en donde los hombres de éxito desaparezcan para dar lugar a hombres de carne y hueso, capaces de amar, de reconocer sus fragilidades y de crecer en equidad junto con las mujeres. La meta es una sociedad donde las Yamileths de los sectores medios urbanos y las Carmen de las zonas rurales se decidan a hablar, dejen atrás su dolor y puedan vivir y ser felices.

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