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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 241 | Abril 2002

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Nicaragua

"Este modelo de sociedad ha empobrecido y discriminado a las mujeres"

El Movimiento Autónomo de Mujeres de Nicaragua se ha puesto en primera línea en la lucha contra la corrupción y, desde hace años, en otras muchas primeras líneas. Éste fue el documento que el Movimiento presentó el 8 de marzo al Estado.

Equipo Envío

Hace más de cinco décadas que el Movimiento Autónomo de Mujeres de Nicaragua inició su proceso de construcción para luchar por la democracia política y social sin ningún tipo de exclusión.

Nos correspondió luchar por el voto para las mujeres, por su derecho a la educación y al trabajo asalariado. Fuimos parte de la lucha contra la dictadura somocista. Participamos en las transformaciones revolucionarias de la sociedad. Nos constituimos en voces críticas al Frente Sandinista por su falta de compromiso y voluntad política respecto de los derechos de las mujeres. Sostuvimos una actitud propositiva y dialogante con el único gobierno encabezado por una mujer en nuestra historia. Avanzamos en la consolidación de un movimiento social autónomo, con identidad propia, con capacidad de autoconvocarse y autorrepresentarse. Somos un movimiento plural e incluyente, con propuestas tanto de intereses de toda la nación como de las demandas históricas del 51% de la población que constituimos las mujeres.

Del balance histórico del movimiento nicaragüense de mujeres, podemos afirmar que las organizaciones de mujeres con presencia en todo el país hemos contribuido, no sólo a perfilar un nuevo marco jurídico e institucional que supera la discriminación legalizada contra las mujeres, sino a desarrollar múltiples iniciativas que le dan sustento a la solidaridad, frente al progresivo debilitamiento del Estado y a las políticas públicas dirigidas a la población más desposeída. El modelo de sociedad impuesto por el Estado y otros grupos hegemónicos de la sociedad ha generado profundas desigualdades, que en el caso de las mujeres se expresa, entre otros factores, en la cada vez mayor explotación del trabajo asalariado y no asalariado, en el aumento de las tasas de mortalidad materna, en el aumento de la crueldad de la violencia que los hombres ejercen contra las mujeres, en el empobrecimiento creciente de las mujeres que en un alto porcentaje son únicas responsables de su sostenimiento y el de sus familias, en la exclusión de las mujeres de la toma de decisiones a todos los niveles.

Entre algunos datos concretos generados por esta situación está que los hogares en situación de extrema pobreza con jefatura femenina son la mayoría; que las mujeres con acceso a la tierra disponemos de menos área, menos crédito y menos posibilidades de capacitación; que ocupamos en la docencia cargos inferiores en la jerarquía; que una de cada cinco sufre violencia; que es evidente el deterioro de la salud de las mujeres en todo el ciclo de su vida; y que hay poca representación femenina en los cargos de más alta dirección del gobierno.

A pesar de los esfuerzos realizados por el Movimiento Autónomo de Mujeres, tanto en el ámbito nacional como internacional, no hemos logrado que el Estado nicaragüense construya una visión integral y de largo plazo encaminada a superar las causas estructurales de la subordinación y la discriminación de que somos víctimas las mujeres, aunque en distintos niveles.

El Estado nicaragüense no cuenta con políticas públicas ni mecanismos expeditos para promover y tutelar los derechos de las mujeres, tanto los derechos universales que compartimos con toda la ciudadanía, como los relativos a la superación de la subordinación y la discriminación por razones de sexo. Por el contrario, se ha destacado en incumplirlos y más recientemente en aliarse con fuerzas retardatarias para revertir los logros potenciales que comportan dichos convenios.

Como constante, el Estado nicaragüense no ha tenido voluntad política para rendir cuenta a las mujeres, a través de sus legítimas formas de representación, sobre el rol que ha jugado en la construcción de un modelo de sociedad que empobrece y divide a la población nicaragüense y que discrimina de manera particular a las mujeres.

En el Día Internacional de las Mujeres y conscientes de que lo que es bueno para la democracia es bueno para las mujeres, el Movimiento Autónomo de Mujeres reitera sus históricos planteamientos políticos al Estado y a la sociedad nicaragüense, demandando:

Primero: Observar estricto respeto al precepto constitucional del carácter laico del Estado y, por ende, abstenerse de cualquier sesgo religioso en la formulación de las políticas públicas. Las concepciones religiosas de los funcionarios y las funcionarias públicas no deben ser sustento de dichas políticas.

Segundo: El establecimiento de las bases políticas e institucionales favorables a la construcción de un Estado dirigido a garantizar el pleno ejercicio y disfrute de los derechos de toda la ciudadanía sin ninguna exclusión.

Tercero: La urgencia de replantearse con honradez y transparencia los cambios necesarios para transformar sustancialmente el actual sistema de organización del Estado, el cual se basa en un reparto prebendario y corrupto, que proporciona importantes cuotas de poder a las cúpulas partidarias y permite la impunidad.

Cuarto: Crear, normar y retroalimentar instancias de interlocución políticas con los diversos actores de la sociedad civil, incluyendo la participación legítima del Movimiento Autónomo de Mujeres.

Quinto: Lograr coherencia entre los convenios y acuerdos internacionales suscritos por el Estado nicaragüense y la legislación nacional. En tal sentido, reiteramos nuestra demanda de retomar el Programa de Acción de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo y la Plataforma de Acción Mundial de la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer, suscritas por el gobierno de Nicaragua en 1994 y 1995.

Sexto: La suscripción del Protocolo Facultativo de la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer y del Tribunal Penal Internacional, con medios para proteger los derechos de las mujeres en el ejercicio de los derechos humanos y en contexto de conflictos armados.

Séptimo: Modernizar, ampliar y fortalecer los actuales mecanismos institucionales para promover y tutelar los derechos de las mujeres. Reiteramos la demanda de creación del Ministerio de la Mujer o la adscripción del Instituto Nicaragüense de la Mujer a la Presidencia de la República. Asimismo, demandamos el fortalecimiento de la Procuraduría Especial de la Mujer.

Octavo: A las Comisiones de la Asamblea Nacional, que establezcan claros mecanismos de interlocución con el Movimiento Autónomo de Mujeres.

Noveno: Replantearse la formulación de los presupuestos generales de la República, destinando recursos financieros específicos para atender las demandas de las mujeres derivadas de su condición de subordinación y posición discriminada.

Décimo: En concordancia con el papel del Estado como principal garante de los derechos universales de hombres y mujeres, regular y controlar al capital nacional y extranjero, con el ánimo de preservar los recursos humanos y ambientales que le pertenecen a toda la sociedad.

El Movimiento Autónomo de Mujeres reitera la demanda de estar representado en todas las instancias de diálogo y consulta, promovidas por el Estado nicaragüense, y en particular en el Consejo Nacional de Planificación Económica y Social con el mismo nivel de representación con que el gobierno ha convocado a los representantes de la empresa privada y a los sindicatos.

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