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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 231 | Junio 2001

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Nicaragua

La economía en el film electoral: escenas crudas, guión incierto

Fotograma por fotograma, escena por escena, secuencia por secuencia, el guión económico del film electoral resulta extraordinariamente incierto y preocupante a cinco meses del día de los comicios.

Equipo Nitlápan-Envío

Cinco nuevas encuestas nacionales realizadas por tres diferentes empresas e instituciones a finales de abril, a mediados y a finales de mayo, ratificaron a Daniel Ortega y al FSLN en el primer lugar de las preferencias electorales, asegurándose -o rozando- el lugar ganador en primera vuelta de los comicios presidenciales si las elecciones se hubieran realizado en las fechas de las encuestas.

Las disputas, disidencias, desavenencias y distancias de los sandinistas antidanielistas se disuelven ante una creciente certeza del triunfo rojinegro. Es apreciable también un ambiguo fatalismo derrotista en las filas liberales y en los medios de comunicación oficialistas. Y parece cada vez más difícil que los conservadores se decidan y puedan configurar una alianza verdaderamente nacional y realmente de tercera vía. El pacto se impuso: son muchos los que se sienten rehenes ante callejones con salidas que distan de ser opciones libres para convertirse en apuestas por males menores o por espejismos ilusionantes que alivien las incertidumbres que se perciben ya en el horizonte nacional.


El miedo


Los candidatos del PLC y el Presidente Alemán -que sigue actuando de hecho como su jefe de campaña- no dejan de apostar a una estrategia electoral basada en la confrontación con sus adversarios sandinistas y en la provocación de miedo entre la población, atemorizándola con el retorno al gobierno del FSLN. La crisis económica nacional se acentúa y, al abanderar tenazmente un antisandinismo que no es funcional a la realidad del país, el gobierno de Alemán finaliza su gestión agravando la crisis.

Es unánime la percepción de que tras un triunfo del FSLN, muy especialmente porque su candidato Daniel Ortega tiene tantos flancos débiles, se abrirá para el país un período más o menos largo (¿seis meses, un año?) de incertidumbres, de congelamiento de las inversiones, de "huelga de capital", de expectativas y parálisis, a la espera de cuáles serán las reglas de juego económicas del nuevo gobierno. El anuncio que el 19 de julio hará Ortega de quiénes serán los ministros de su gabinete pretende aliviar esta inevitable inquietud.

Pero si a una eventual victoria electoral del FSLN pueden achacársele justificados temores, no es exacto atribuir a la posibilidad de ese triunfo los tres rasgos que han ido profundizando la ya aguda recesión económica, y que constituyen el escenario en que inevitablemente se desarrollará el resto de la filmación electoral hasta desembocar en las elecciones de noviembre: la crisis del café, la crisis de la cooperación externa y la crisis financiera. Aunque los potentes focos electorales que lo iluminan buscan embellecer las cosas para el marketing político, el escenario es sombrío.


La responsabilidad


Los problemas del café son estructurales y están hoy coyunturalmente relacionados con la caída de los precios internacionales del grano y la sobreproducción de nuevas áreas cafetaleras en el mundo (más información en este mismo envío, página 12). Los problemas financieros iniciaron con la quiebra del INTERBANK en agosto 2000, seguida de la de otros dos bancos (BANCAFÉ y BAMER), mientras el BANIC sigue "en capilla". Las crisis bancarias son atribuibles en buena medida a notables deficiencias institucionales de la Superintendencia de Bancos y, en el caso del INTERBANK, muy especialmente al tratamiento político que, por su visceral antisandinismo, el Presidente Alemán decidió darle al anuncio de la quiebra. Los problemas de la cooperación externa están estrechamente vinculados al cada día más grueso expediente de corrupción que viene acumulando el gobierno de Arnoldo Alemán.


El ensayo


En la crisis económica actual, tanto la estructural como la coyuntural, el FSLN no carga con la mayor responsabilidad. La crisis le ha servido al FSLN, cada vez más seguro de su triunfo en las urnas, para actuar -tanto real como teatralmente-, como partido de oposición, promoviendo algunas protestas callejeras -especialmente en la crisis del transporte- e impulsando iniciativas legislativas destinadas a responder populistamente a problemas económicos reales y graves. Objetivo: ir consolidando y aumentando la clientela electoral que le aseguran las encuestas. En los años del gobierno liberal, el FSLN abandonó cualquier protagonismo opositor. Tras larguísimos meses de componendas que culminaron en el pacto Ortega-Alemán, el FSLN retoma, en vísperas electorales, su papel de "oposición" ensayando así su retorno al gobierno.


El montaje


La crisis del café no tendrá solución sin una estrategia de fondo y en un mediano plazo. La lucha por la promulgación de la Ley del Café, y después por su posterior desmontaje, expresa el cortoplacismo, la incoherencia y la desunión con que los diversos sectores enfrentan hoy los problemas nacionales. Medianos y grandes cafetaleros endeudados, temerosos de ver embargadas sus fincas, hicieron marchas callejeras hasta lograr que el gobierno decidiera aportar un subsidio a los bancos en donde se acumulan las deudas cafetaleras para respaldar con un bono de 25 dólares por quintal oro a los productores que puedan demostrar, con papeles, que han producido y exportado. Los bonos salen de fondos taiwaneses. Sin embargo, son miles, la mayoría, los pequeños productores que no tienen papeles y por eso no recibirán ningún apoyo para enfrentar sus deudas.

Después de la primera marcha, los cafetaleros aptos para recibir los bonos -3 mil medianos y grandes productores sobre un total de 30 mil-, los consideraron insuficientes para cubrir sus deudas y reclamaron 50 dólares. Con nuevas marchas presionaron también por una disposición legal que impidiera a los bancos embargar y ejecutar sus propiedades durante 60 días. Actuando con gran habilidad, los diputados del FSLN lograron que la Asamblea extendiera ese plazo a 300 días. Hasta el nuevo gobierno. En esta secuencia confusa sobre beneficiados y perjudicados, sobre promotores y promovidos, se aprobó el 30 de abril la Ley de Suspensión de los Juicios y Ejecuciones de Sentencias por Deudas Contraidas por los Productores de Café de Nicaragua, conocida como Ley del Café.


El desmontaje


Ni los bonos ni la prolongación de la agonía ante los embargos -soluciones cortoplacistas y electoreras- tienen capacidad para solucionar un problema que es estructural. Durante 25 días el país asistió a un intenso debate para deshacer la ley recién aprobada. En primera fila de la oposición, los banqueros, que expresaron su total desacuerdo con la moratoria de embargos anunciando que, sin tener garantías, no volverían a financiar la producción cafetalera. También en primera fila el FMI y el BID, que se pronunciaron públicamente contra la Ley del Café rechazando la intervención estatal en un conflicto entre productores privados y bancos privados. Los organismos internacionales que dominan la economía nacional expresaron su rechazo al debilitamiento institucional que significaba la Ley. Presionado desde dentro y desde fuera, el Presidente Alemán, quien había apoyado incondicionalmente la Ley y hasta dijo querer encabezar las marchas que la reclamaron declarándose uno más de los "cafetaleros en crisis", pasó a acusar al FSLN de ser el promotor de una ley que acusó de "populista".


El pecado


El electorerismo cortoplacista con que unos y otros pretendieron entrar y salir del problema cafetalero culminó en que cafetaleros que anduvieron en las marchas y diputados que propusieron la prolongación de la moratoria terminaran aceptando que el Presidente de la República vetara la ley que suspendía los embargos. El veto, que venía a poner algunas cosas en orden, fue objeto de nuevas protestas y no logró dar respuesta a la desesperación y violencia latente que viven en las zonas cafetaleras del país miles de productores totalmente marginados del financiamiento bancario, algunos ya encarcelados, muchos con propiedades ejecutadas y perdidas.

Al aprobar la Ley del Café el gobierno liberal avaló, por primera vez en sus años de gestión, una ley en que el Estado abandonaba su proclamado papel de "facilitador" para intervenir en el funcionamiento de los mercados financieros del país. Arrastrado por la presión del FSLN, el gobierno del PLC cometió así un "pecado mortal" para el dogma neoliberal.


El descontento


Algo similar, con igual sello electorero, había ocurrido meses antes cuando los diputados liberales aprobaron en la Asamblea Nacional la Ley contra la Usura, a iniciativa también del FSLN. Esta Ley reforma el marco jurídico de las instituciones microfinancieras estableciendo un límite a la tasa de interés que pueden cobrar, ubicándola por debajo de la tasa de interés máxima del sistema financiero nacional.

Las iniciativas del FSLN tienen base en realidades críticas. Es cierto que algunas instituciones de microcrédito -sustitutas de los ya cerrados Banco de Crédito Popular y Banco Nacional de Desarrollo- han estado cobrando a las vendedoras de los mercados y a los pequeños productores campesinos préstamos a tasas excesivamente altas sin ningún control por parte del Estado -el caso más evidente es el de las empresas de microfinanzas adscritas al quebrado Banco del Café, que cobraban más del 60% anual-. En esta situación, el FSLN "se montó" sobre el problema real de los préstamos usureros para "solucionarlo": los focos de descontento a causa de deudas, tanto en la ciudad como en el campo, son tantos que los líderes locales del FSLN logran aprovecharlos para ganar clientela política de corto plazo. Y como no hay lucha sin "culpables visibles" los han identificado en las microfinancieras. Esta percepción oportunista está en el origen de la Ley contra la Usura.


Los vacíos


El cortoplacismo suele generar incoherencias. Actualmente, las instituciones de microfinanzas, asociadas en ASOMIF, dan créditos (330 millones de córdobas) a 45 mil clientes, 20 mil de ellos del sector agropecuario. La Ley contra la Usura ha abierto vacíos económicos causando un efecto perverso: se están cerrando microfinancieras y el espacio que dejan lo están llenando un número creciente de usureros. La solución a la escasez de créditos y a los altos intereses usureros no está únicamente en establecer límites a las tasas de interés, sino en que el Estado fomente adecuadamente instituciones microfinancieras que intermedien los recursos externos y programas de capacitación. ¿Quiso hacerlo realmente el actual gobierno? ¿Y el próximo lo hará?

A pesar de que los organismos multilaterales suelen considerar a las instituciones microfinancieras como marginales en la economía, la Embajada de Estados Unidos en Nicaragua envió una carta de protesta a la Asamblea Nacional por la aprobación de la Ley de Microfinanzas. Banqueros, microfinancieras, casas comercializadoras de insumos y empresas exportadoras se unieron para pronunciarse en contra de la Ley del Café y la Ley contra la Usura, abogando por hallar soluciones no con leyes generalizadoras sino estudiando caso por caso. ¿Tendrán suficiente capacidad y voluntad de hacerlo?


El sello


Al señalar a las microfinancieras como únicas responsables y limitar sus tasas de interés (no pueden superar el 16-18% anual), el FSLN pretende desconocer que el microcrédito tiene unos costos y unos riesgos más altos que el crédito tradicional bancario, riesgos más altos mientras estos "banquitos" se internan más en montañas y comarcas a donde no llega ya ningún banco comercial. Cualquier banco nacional impone no menos del 30% anual de interés al otorgar un crédito para comprar un auto, y la Ley contra la Usura obliga a una microfinanciera que trabaja en Wiwilí con productores pequeños de alto riesgo y enfrentando graves obstáculos a un interés que es casi la mitad. Esto le impedirá sobrevivir y agravará más la crisis al liquidar la actividad de quienes hoy están facilitando microcréditos a miles de pequeños empresarios del campo y de la ciudad, que son quienes garantizan la producción y distribución de alimentos a nivel nacional y buena parte de la producción de exportación.

Las polémicas Ley del Café y Ley contra la Usura tienen como denominador común una intervención estatal en los mercados financieros buscando alterar el balance de poder entre las instituciones financieras y sus clientes. Ambas leyes llevan el sello populista del sandinismo, lo que podría traerle al FSLN ventajas electorales, pero también profundizar las desconfianzas que el sector empresarial, la cooperación internacional y las instituciones multilaterales tienen en un futuro gobierno de este partido.


El derrumbe


A mediados del mes de mayo llegó al país una misión del Fondo Monetario Internacional para analizar, durante dos semanas la continuidad del programa de ajuste estructural ESAF, acordado en su segunda fase desde 1998. La misión abandonó el país sin certificar el cumplimiento del gobierno de Nicaragua de las condicionalidades del ajuste estructural.

El prolongado impasse en las quintas negociaciones entre el gobierno liberal y el FMI -tuvieron que trasladarse de Managua a Washington- reflejó el derrumbe de la estrategia económica del gobierno liberal para este año electoral. El pilar clave de esta estrategia era el aumento del gasto público en obras visibles y en inversiones públicas de diverso tamaño y vistosidad con el fin de captar votos para el oficialismo y dinamizar la postrada economía del país. Se buscaba contrarrestar así el previsible estancamiento de la inversión privada como consecuencia de las incertidumbres que genera el proceso electoral. Pero la crisis nacional es tan aguda que convierte aceleradamente cualquier estrategia en táctica y derrumba cualquier táctica en cuestión de días.


El cálculo


A finales del año 2000, y a sabiendas de que la brecha entre los ingresos fiscales -en concepto de impuestos y donaciones externas- y el gasto fiscal era de casi 100 millones de dólares en el Presupuesto 2001 que la Presidencia de la República envió a la Asamblea Nacional, los diputados lo aprobaron irresponsablemente. La expectativa del gobierno era financiar esta brecha a lo largo del año 2001 con los ingresos que salieran de la privatización de las telecomunicaciones (ENITEL) y de las plantas generadoras de electricidad (ENEL), y con recursos externos que debían llegar al país para financiar el proceso electoral. Fue un mal cálculo.

El agudo deterioro de las finanzas públicas durante el primer semestre del año puso en evidencia el surrealismo del presupuesto gubernamental. No sólo el gobierno no ha conseguido los 100 millones de dólares que necesita para cerrar la brecha entre ingresos y gastos, sino que la recesión económica interna ha afectado la recaudación de impuestos, tan centrados en Nicaragua en los impuestos indirectos al consumo. También están en crisis las donaciones que recibe y capta el gobierno.


El racionamiento


En el mes de mayo, el Director General de Presupuesto del Ministerio de Hacienda informó que la recaudación de impuestos sólo había alcanzado el 85% de las metas previstas y que el país había recibido únicamente el 20% de las donaciones conveniadas, programadas y ya firmadas para el primer semestre del año.

Esta drástica disminución de las donaciones no tiene explicación en que el gobierno liberal está ya de salida. En el último año del gobierno de Violeta Chamorro, 1996, hubo una amplia y sostenida ayuda internacional, incluso superior a la de 1995. La lentitud en los desembolsos al gobierno liberal se explica por razones políticas: la decisión de los donantes de frenar, alegando excusas técnicas y burocráticas, los flujos de ayuda externa, asombrados y ya hastiados de los niveles de corrupción con que el gobierno maneja los fondos.

La gravedad de la situación es tal que el gobierno ha organizado un comité de emergencia que se reúne semanalmente para cuantificar el monto de los ingresos que recibe y para distribuirlos racionadamente entre los ministerios y entes estatales. La limitación del circulante disponible explica el retraso en el pago de planillas y los recortes imprevistos -de fondos, y hasta de agua y luz- que se vienen observando desde hace unos meses en diversas instituciones del Estado.


Los números


El deterioro de la situación económica interna está vinculado también a la fuga de capitales -iniciada de forma masiva con la quiebra del INTERBANK y no frenada a lo largo de estos meses: entre agosto 2000 y febrero 2001 el nivel de depósitos a plazo fijo en el sistema financiero nacional ha descendido nada menos que en unos 40 millones de dólares. Otra cifra que revela la gravedad de la crisis: el crédito de la banca al sector privado se redujo en ese mismo período en 3 mil millones de córdobas. En este contexto, la crisis financiera en que se encuentra el BANIC -vinculado a capitales de los más altos funcionarios liberales- agudiza la crisis y sigue siendo un problema candente y pendiente para el gobierno Alemán.


El oxígeno


La crisis es visible. Fuentes independientes han calculado ya que la tasa de crecimiento económico será este año de tan sólo el 2%, la mitad del 4% de promedio anual que el gobierno liberal venía obteniendo. Con esta reducción, el crecimiento económico per cápita de Nicaragua será en 2001 negativo, fenómeno preocupante que no se observaba desde 1993, cuando el país estaba todavía postrado tras los efectos de la guerra de los 80. Con la crisis de los precios del café, la crisis en el agro es clamorosa. En las ciudades está más disimulada por el flujo de las remesas familiares, oxígeno diario que, junto a ese otro "oxígeno" contaminante que representa el creciente lavado de dólares, impide la asfixia total.


La grasa


Como era de esperarse, la misión del FMI que visitó el país en mayo para revisar las metas del último año del ESAF rechazó por completo la brecha del Presupuesto y le exigió al gobierno reducir un significativo porcentaje del gasto público. Ante la presión del FMI, el gobierno tomó una primera decisión, que resultó justamente polémica y que es poco significativa para garantizar ahorro. Redujo la jornada laboral en las oficinas del gobierno central: de 7 de la mañana a 2 de la tarde, argumentando que así se ahorrará (en agua, luz, aires acondicionados y almuerzos subsidiados en las oficinas públicas) un buen porcentaje de lo exigido por el FMI. Nada más alejado de la realidad. Los economistas independientes cuestionaron la medida calculando que la reducción de la jornada ahorrará unos 43 millones de córdobas (unos 3 millones de dólares), argumentando que una reducción de los megasalarios, dietas y privilegios que reciben los altos funcionarios del gobierno representaría un ahorro mayor: unos 5 millones de dólares, monto que se incrementaría si se recortaran también otras "grasas" del presupuesto: las partidas secretas y discrecionales que vienen engordando las fortunas personales de los más altos funcionarios del gobierno.


La bandera


Era lógico que el FMI reaccionara negativamente ante un presupuesto tan desajustado. ¿Cómo no lo previó el gobierno? Su cálculo político era el mismo del que abusa a nivel interno: presentarse como aceptable y hasta plausible sólo por alzar la bandera del antisandinismo, "venderse" como el único que puede detener la "amenaza" que representa la vuelta al poder de Daniel Ortega y a cuenta de esta "misión" recibir respaldo, a pesar de desaciertos, ineficiencias y corrupciones.

El gobierno de Alemán calculó que en este último año de gestión recibiría un trato similar al que se dio a doña Violeta al finalizar su gobierno, cuando a pesar de los incumplimientos que sacaron a Nicaragua del ESAF, el FMI le aplicó un llamado Plan Sombra, dando luz verde a la continuación de la ayuda internacional, lo que permitió que ese año el gobierno recibiera 540 millones de dólares en cooperación externa. El FMI no está por la flexibilidad precisamente por si gana el FSLN, con la lógica de que hay que ser más exigente que nunca al final de este gobierno en previsión de que la macroeconomía sea más inmanejable en pocos meses con un gobierno sandinista.


Las presiones


Los organismos multilaterales, FMI y Banco Mundial, presionan al gobierno de Nicaragua exigiéndole resultados y el cumplimiento de las condicionalidades. Pero los organismos multilaterales están siendo a su vez presionados por los donantes bilaterales, que no comparten que se respalde y se sea flexible con el gobierno de Nicaragua. La comunidad internacional -especialmente los gobiernos europeos- están profundamente escandalizados y enojados con los obscenos niveles de corrupción y derroche del gobierno de Arnoldo Alemán y especialmente, con su incapacidad de rectificación a pesar de advertencias y hasta amenazas.

Pero Estados Unidos, hoy gobernado por el hijo de George Bush, a quien se considera un Reagan II, tiene otras consideraciones: está profundamente inquieto por el retorno al poder de Daniel Ortega, fundamentalmente por razones de su política exterior: el eje Cuba-Venezuela-Colombia-Nicaragua los tiene muy preocupados. La capacidad de presión del gobierno Bush sobre el FMI y el BM es notable.


Los mandamientos


El 1 de junio, hablando en Managua en un hotel de lujo a los miembros nicas de la Cámara de Comercio Americana Nicaragüense, Lino Gutiérrez -ahora Subsecretario de Estado adjunto para el Hemisferio Occidental del nuevo gobierno Bush y embajador de Estados Unidos en Managua hasta 1999-, dio un espaldarazo incondicional al antisandinismo gubernamental.

En su discurso, Gutiérrez expresó, tanto su convicción de que Daniel Ortega va a ganar las elecciones como el tipo de esfuerzo en el que estará comprometido el gobierno Bush cuando gane. Tras expresar el tradicional deseo de que las elecciones sean libres, justas y transparentes, y hacer la promesa habitual de brindar asistencia técnica al Poder Electoral y enviar observadores, Gutiérrez condicionó unas relaciones excelentes con el próximo gobierno de Nicaragua si éste:
-Demuestra su respeto a las prácticas y principios democráticos,
-Respeta los derechos humanos y los derechos de propiedad privada,
-Se compromete a la transparencia y ataca a la corrupción,
-Participa en la lucha contra el narcotráfico, tráfico de ilegales y otros crímenes organizados de orden internacional,
-Propicia un clima favorable al libre mercado y a la inversión extranjera,
-Evita el contacto con Estados que constituyen una amenaza para el mundo y que apoyan al terrorismo, o que en otros aspectos no comparten los valores de la comunidad mundial.


La agenda


Fue al desglosar el último punto, referido a temas de política exterior, cuando Gutiérrez, mostrando una diplomacia poco cuidada e irrespetuosa, se dedicó a criticar en extensos párrafos a Daniel Ortega y al FSLN, partiendo para ello de las relaciones amistosas de Ortega con Fidel Castro y Gadafi. Gutiérrez terminó sus palabras asegurando al pueblo de Nicaragua que no les hemos olvidado y que no los abandonaremos.

La "agenda electoral" que el alto funcionario del gobierno de los Estados Unidos vino a imponer en Nicaragua se basa en los intereses de política exterior de la gran potencia que él representa. Nada tiene que ver con la agenda interna de los votantes nacionales, la mayoría de ellos burlados por un gobierno que los ha empobrecido al extremo con su corrupción incontrolable, y un buen sector de ellos enojado hasta el extremo ante la falta de democracia y el autoritarismo rampante del gobernante liberal Arnoldo Alemán, quien en beneficio propio -ni siquiera de su partido, mucho menos de la nación- pactó con ese mismo Daniel Ortega que tan inquieto tiene al gobierno de Estados Unidos una Ley Electoral excluyente y cambios constitucionales que son los que hoy le permiten regresar al poder a Ortega.


El respaldo


A ninguna de estas inquietudes de la agenda nacional se refirió Gutiérrez. Sin embargo, el espaldarazo al gobierno Alemán, sólo por enarbolar la bandera antisandinista, funcionó. Buscando despejar cualquier interpretación que pudiera hacerse a la promesa de Gutiérrez de no "olvidar" ni "abandonar" a Nicaragua, setenta y dos horas después del discurso, el Presidente Alemán anunciaba, tan aliviado como arrogante, que en las negociaciones del gobierno de Nicaragua con el FMI en Washington, el FMI le daba respiro: un arreglo para los últimos seis meses de su gobierno y un préstamo que dijo sería de 127 millones de dólares para resolver los principales problemas de la actual crisis.

Aunque el monto es insuficiente y aunque podría llegar con retraso para resolver los innumerables problemas económicos que tiene encima Alemán, no puede dejar de pensarse que el gobierno de Estados Unidos actuó para que el FMI facilitara una mayor solvencia a la economía nicaragüense en los últimos meses del gobierno liberal. Lo que no dijo Alemán es que el FMI mantiene la exigencia de un drástico recorte del déficit fiscal.

Alemán también anunció que antes de finalizar el año viajaría a Europa a negociar con los países del Club de París la entrada de Nicaragua en la iniciativa HIPC, para aliviar la deuda externa de los países pobres altamente endeudados. ¿Cómo lo recibirán en Europa? Puede también pensarse que la entrada en la HIPC se retrase hasta enero 2002, y los organismos internacionales la utilicen como elemento de presión y condicionalidad sobre el nuevo gobierno del FSLN.


El desafío


El FSLN sabe perfectamente que no puede gobernar si no cuenta con el apoyo de los organismos multilaterales y que no puede aspirar a ninguna cooperación bilateral si no tiene este respaldo. De todas formas, es previsible que el programa de ajuste estructural administrado por el FSLN tendrá algunas variables, destinadas unas a ganar respaldo entre las mayorías pobres, y orientadas otras a ganarse la confianza del FMI.

Entre los puntos presentados por el FSLN en mayo, en una especie de pre-programa de gobierno, destaca el anuncio de un Banco Central totalmente independiente, propuesta que exigiría reformar la actual Ley. Con este punto el FSLN busca satisfacer las recomendaciones del FMI, que aboga en todo el mundo por la independencia de los bancos centrales de los gobiernos, lo que Alemán sólo hizo a medias. Esta independencia puede garantizar un sistema bancario manejado con mayor transparencia.


La ilusión


Si para empezar a resolver aspectos de la crisis financiera, el FSLN ofrece independizar el Banco Central, y para resolver el problema de los bajos desembolsos de ayuda externa tiene en sus manos la posibilidad de enfrentar en serio y ejemplarmente el problema de la corrupción -¿tiene voluntad de hacerlo?-, para el problema estructural del café el FSLN no tiene ninguna respuesta. Sin embargo, sí hará creer que la tiene. Así es el marketing del film electoral, así lo reconoció, tras la cuarta encuesta favorable a Daniel Ortega, Dionisio Marenco, quien es mano derecha de Ortega en todas sus estrategias, desde el pacto hasta las elecciones: Aquí hay una situación tan difícil -dice Marenco- que quien va a ganar es el que logre despertar la esperanza y la ilusión. Yo no tengo manera de subir los precios del café, nadie tiene cómo hacerlo, pero el votante tiene que creer que yo lo puedo hacer.


El dilema


En las negociaciones de un nuevo gobierno sandinista con el FMI, un punto clave será la magnitud del déficit fiscal que se le va a permitir al FSLN una vez llegado al gobierno. Después de haber enfrentado desesperanzas y despertado esperanzas, después de haber revivido nostalgias y vendido ilusiones, el dilema económico lo tendrá el FSLN en cómo manejar, con tantas restricciones, un presupuesto que favorezca una economía de mercado con sentido humanista -tal como anuncia la propaganda del FSLN-, que dé respuesta a las demandas sociales acumuladas y haga realidad algunas de las ilusiones que ya tienen "compradas" quienes votarán por el FSLN. Para el FSLN es crucial convencer a la comunidad internacional que va a hacer una administración macroeconómica correcta. ¿Tiene el FSLN un equipo capacitado y creíble para asumir esta tarea, en un escenario nacional tan fragilizado por la crisis, y en un escenario internacional con tantas suspicacias en su contra? No hay ninguna señal de que lo tenga.


¿El caos?


La crisis financiera, la crisis cafetalera, la crisis del transporte, las leyes aprobadas y luego desaprobadas, la indolencia y la desidia gubernamental para negociar con sentido de nación, el vacío de poder, la falta de liderazgo, la evidencia diaria del daño que el pacto Alemán-Ortega causó en todas las instituciones partidarizándolas según la voluntad de dos caudillos, están contaminando cada vez más el ambiente electoral, que se inició excluyendo y continúa caracterizándose por la exclusión.

Tan sombrío aparece a veces el escenario que no deja de especularse que crear un caos artificial sobre decenas de problemas reales no resueltos, que desemboque en la suspensión de las elecciones, podría ser una de las apuestas irresponsables de un sector del gobierno liberal, temeroso de una derrota electoral para la que no está preparado ni parece dispuesto a prepararse. El otro escenario -elecciones polarizadas y tensionadas con resultados muy ajustados característicos del "empate técnico"- no es más alentador: viviremos el caos después de los comicios.

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