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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 229 | Abril 2001

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México

Triunfo del zapatismo: la fuerza de la debilidad

Durante 16 días, 19 comandantes, cuatro comandantas y el subcomandante Marcos recorrieron ciudades y pueblos de 12 estados representando a 10 millones de indígenas mexicanos. La marcha de quienes tienen "el color de la tierra", con su gestación, su proceso y su desenlace, ha abierto un nuevo escenario político.

Jorge Alonso

Con la salida de la comandancia del EZLN de su confinamiento en las montañas del sureste mexicano el movimiento zapatista ha construido un nuevo escenario político. Seguir paso a paso las actuaciones de todos los implicados en el proceso que se dio en torno a la marcha zapatista es indispensable para captar este escenario. Cada día implicó una densidad especial en un tablero donde hasta las horas contaban. Un seguimiento cronológico permite percibir las constantes, los cambios y las correlaciones de fuerzas, tanto las que propician lo que el zapatismo significa como las que se le oponen. Cualquier síntesis, por apretada que sea, resulta extensa por la cantidad de variaciones y contrapuntos. En este caso, el proceso mismo es el análisis, de un período intenso, con una confrontación clasista de nuevo cuño, y con un impresionante triunfo popular.


Una decisión estratégica: marchar hacia México

A finales de enero del 2001 el EZLN recapituló la coyuntura y su postura ante ella. Se había alzado en armas el 1 de enero de 1994 demandando, entre otras cosas, respeto y reconocimiento para los pueblos indios de México. El 12 de enero de aquel año los zapatistas, escuchando las voces de la sociedad civil nacional e internacional, suspendieron las acciones armadas y entraron en un proceso de diálogo. En febrero de 1996, el EZLN y el gobierno firmaron los primeros acuerdos de San Andrés sobre derechos y cultura indígenas. El gobierno se comprometió a reconocer constitucionalmente estos derechos, pero no cumplió su palabra. La pluralista Comisión de Concordia y Pacificación (COCOPA) elaboró en diciembre de 1996 una iniciativa de ley para resolver el problema. Zedillo se negó a aceptarla y suspendió el diálogo.

Al asumir el poder, Vicente Fox ofreció cumplir los acuerdos pendientes y encontrar una solución negociada al conflicto. El EZLN respondió manifestando su voluntad de transitar por la vía pacífica y exigió un diálogo serio, respetuoso y verdadero.
Pidió a Fox tres señales que indicaran su compromiso con el diálogo y la negociación. Con estas señales, esperaba respuesta a tres preguntas fundamentales: ¿Estaba Fox verdaderamente al mando del ejército y dispuesto a abandonar la vía militar para la solución del conflicto? ¿Reconocía el gobierno que los zapatistas eran luchadores sociales y no delincuentes? ¿No volvería a repetirse nunca la humillación, el desprecio y el racismo en contra de los indígenas mexicanos?

Hasta finales de enero las respuestas que el EZLN veía en Fox eran un sí y un no, un más o menos. El presidente sólo había retirado cuatro de las siete posiciones militares en Chiapas y sólo había liberado a unos cuantos presos quedando más de 100 en las cárceles del país, usados como "rehenes", porque mantenerlos presos significaba que el gobierno tenía abierta la opción militar. Para conseguir aprobar la ley de la COCOPA, el EZLN decidió marchar a la ciudad de México con una delegación que dialogara con los legisladores federales. El gobierno de Fox recurrió a una estrategia publicitaria para construirse la imagen de pacificador y para construirle al EZLN la de intransigente. Ante el temor del gobierno de que el EZLN pidiera más y se alargara el conflicto, los zapatistas reafirmaron que tenían palabra: si habían pedido sólo tres señales no agregarían una más.

Ante el anuncio de la marcha del EZLN hacia México, el alto clero, la clase política, un sector de empresarios y el ejército centraron la discusión en el hecho de que los zapatistas marcharan con sus rostros cubiertos con pasamontañas. El EZLN precisó que el pasamontañas formaba parte de su identidad y que irían cubiertos pero desarmados, en apego a la ley. En su camino a la capital, el EZLN dialogaría con la sociedad civil, principalmente con los pueblos indios y con el Congreso Nacional Indígena y no haría contacto con el gobierno hasta que las señales fueran cumplidas. Los zapatistas demandaban el diálogo, para terminar con la guerra y con las causas que la habían originado, y para poder hacer política como cualquier ciudadano mexicano.

El Subcomandante Marcos solicitó a la sociedad civil apoyo económico para financiar la marcha zapatista hacia la ciudad de México, que fue calificada por Noam Chomsky, -en conferencia en Guadalajara- como "expresión de la resistencia contra el neoliberalismo."


Crece el apoyo, crece la confianza

Según encuestas del periódico "El Universal", en 1998 un 42.8% de los mexicanos consideraba que el movimiento zapatista era justo. En enero del 2001 era un 57.3%. Una encuesta de ese mismo periódico, publicada el 5 de marzo, dio a conocer que la popularidad de Marcos en la capital había subido de un 26% en 1998 a un 34% en el 2001. La empresa de televisión Multivisión dio a conocer el 7 de marzo una encuesta que indicaba que un 62% percibía que el zapatismo estaba interesado en la paz. Un 44% opinaba que en el conflicto iba ganando Marcos y un 25% consideraba que ganaba Fox. Antes de la marcha del EZLN, Rigoberta Menchú, Premio Nóbel de la Paz, felicitó las señales de paz que daba el Presidente Fox y llamó al gobierno y a los zapatistas a dialogar.

El 25 de enero, en el Foro de Davos, Fox dijo a los inversionistas del mundo que la marcha del EZLN no debía atemorizarlos y señaló que mientras un solo mexicano estuviera excluido era obligación del gobierno de México corregir esa situación. Desde Milán, Fox convocó al EZLN a firmar ya la paz.

Ante la resistencia del zapatismo a entablar comunicación con el gobierno foxista mientras no cumpliera las tres señales -liberación de los presos zapatistas, retiro del ejército de tres puntos de la zona de conflicto y reconocimiento constitucional de los derechos y la cultura indígenas-, Fox empezó a mostrar también reticencias: expresó que estaba a prueba si existía verdadera voluntad de paz en el zapatismo y si el EZLN representaba a las comunidades indígenas. Y advirtió que el Ejército permanecería en Chiapas porque era necesario para la seguridad de la frontera y para combatir el narcotráfico. No obstante, dio una señal positiva: su gobierno garantizaría seguridad al EZLN para que llegara sin riesgos a la ciudad de México. Pidió acuerdos previos para definir la logística de la marcha, y a los extranjeros que anunciaron que llegarían al país para participar en la marcha les pidió que presionaran por la paz. El Secretario de Relaciones Exteriores dijo que los extranjeros eran bienvenidos a Chiapas pues el gobierno no tenía nada que esconder. Muchos de ellos habían sido expulsados de México en tiempos de Zedillo. Fox afirmó que aunque Marcos estaba a favor de México, su personalidad era una incógnita para él y por eso requería entrevistarse con él.


"Queremos ser parte del futuro"

En la clase política y empresarial se acumularon señales adversas a la marcha zapatista. Hubo quienes pedían que si los zapatistas salían de Chiapas fueran encarcelados. El gobernador panista de Querétaro declaró que los integrantes del EZLN eran traidores a la patria y merecían la pena de muerte. La vocera presidencial aclaró que las declaraciones de algunos prominentes panistas eran sólo opiniones y que la voluntad de Fox era la paz, la inclusión y la democracia. Como el Presidente ya había cumplido con algunas solicitudes, esperaba una señal por parte del zapatismo para sentarse a dialogar. Ante el silencio, interpretado como intransigencia e intolerencia, Fox endureció su discurso: desde Alemania convocó no a Marcos sino a Sebastián Guillén a firmar la paz, precisando que se refería a él por su nombre porque ya estaba participando en política. Pero también afirmó que los mexicanos veían con esperanza la visita de los zapatistas al DF. La ambivalencia del Presidente era obvia.

En una entrevista con medios de comunicación mexicanos Marcos reconoció que la paz estaba cerca: a partir de las elecciones en las que había perdido el PRI la sociedad mexicana había experimentado un cambio profundo y la derrota del PRI había abierto un espacio donde era posible que el país decidiera de otras formas. También resaltó que los zapatistas tenían mucha desconfianza, que en la selva la gente se preguntaba si las actitudes del nuevo gobierno no eran sólo tácticas para ganar tiempo y poder dar un golpe militar. Marcos apreciaba contradicciones en el gobierno foxista. Importantes panistas, como el senador Diego Fernández de Cevallos, no querían la paz. Muchos zapatistas se preguntaban si Fox realmente quería abandonar la vía militar, y Marcos consideraba que una parte de Fox apuntaba al sí mientras que otra parte de él daba señales de un no.

Criticó que Fox manejara el retiro del ejército de sus posiciones como un hecho propagandístico para los medios. Marcos aclaró que no le interesaba tener más popularidad que Fox, que los zapatistas querían ser parte del futuro y no querían usar pasamontañas en el futuro. En otra entrevista con The New York Times -la primera a un medio extranjero en los últimos cuatro años- Marcos se mostró optimista. "Somos un grupo de personas sin rostro y armadas que luchamos por lo que creemos. Nos gustaría mostrar nuestras caras, deponer las armas y seguir luchando por nuestras creencias como lo hacen las personas en otras partes del mundo" dijo. El dirigente zapatista volvió a externar su temor de que Fox no cumpliera y el conflicto chiapaneco no se solucionara. Insistió en que si el gobierno representaba un cambio y quería demostrarlo era indispensable que no repitiera los errores del pasado y analizara todos los problemas que ocasionaron la guerra.

El gobierno respalda la marcha

El Congreso convocó al EZLN a fijar los términos de un diálogo directo con el Poder Legislativo a través de la COCOPA, declarando que el Legislativo tenía voluntad de diálogo con el EZLN. Pero dentro del Congreso, sobre todo varios dirigentes panistas, se negaban a hablar con encapuchados. El Presidente del Senado, el priísta Enrique Jackson, declaró que el Legislativo debía recibir a los zapatistas, con o sin capuchas, reconociendo que el pasamontañas era parte de su identidad. El Presidente de la COCOPA, el panista Felipe de Jesús Vicencio, pidió a ese organismo estar a la altura de las circunstancias y no perderse en debates marginales. La COCOPA entró de lleno a preparar el encuentro del EZLN con el Congreso.

A principios de febrero, el Comisionado para la paz en Chiapas, Luis H. Álvarez, fijó la postura gubernamental respecto a la marcha zapatista, dando así una respuesta a los empresarios y a los políticos belicosos. El gobierno celebraba y daba la bienvenida a la marcha del EZLN y se alegraba de que marcharan sin armas. Puso también sus condiciones: antes del retiro del ejército de las tres posiciones que faltaban, debía haber un encuentro discreto -que no era el inicio del diálogo- sólo para ver las condiciones de la marcha, pues no podía descartarse un sabotaje. Aclaró las facultades del Ejecutivo: dependía del Congreso la aprobación de la iniciativa de ley, pero correspondía al Ejecutivo impulsar esa iniciativa y sostener todos los encuentros que fueran necesarios con los miembros del Congreso para alcanzar consenso. Recalcó que el Ejecutivo no podía imponer su criterio al Legislativo. Respecto a los presos: ya se había liberado a 19, y el gobierno de Chiapas había anunciado que liberaría a más. El gobierno federal y autoridades de diversos estados continuaban analizando la situación específica de cada preso para que no fueran liberados delincuentes en lugar de zapatistas. Fox reiteró la voluntad de liberar a todos los presos por causas relacionadas al conflicto, y solicitó a diversas autoridades involucradas la revisión exhaustiva de cada caso.

Una nación pluriétnica y pluricultural

Después de largas discusiones, el PAN acordó respaldar la postura del Ejecutivo y de la COCOPA y, por lo tanto, aceptar las negociaciones con el EZLN, y pidió al EZLN señales claras que demostraran su disposición al diálogo a través de un contacto directo con la COCOPA. El gobierno de Chiapas hizo un llamado al gobierno federal y al EZLN a no caer en un círculo vicioso de condicionamientos, señalando que se requería paciencia para no frustrar la paz.

La COCOPA solicitó al EZLN a través de los medios de comunicación un acercamiento para definir el formato de un posible diálogo directo entre los zapatistas y los diputados y senadores. El 7 de febrero, Fox pronosticó que en unas cuantas semanas habría un acuerdo de paz. A través de un contacto de la COCOPA, el Comisionado para la paz hizo llegar al EZLN una carta en la que exponía su deseo de un encuentro discreto e informal. La titular de la Oficina de Representación para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas calificó como "racistas" a quienes criticaban al EZLN. Los comentarios de algunos panistas, obispos y gobernadores reflejaban su desconocimiento del país. Mucha gente opinaba sin estar informada.

A pesar de los avances, a inicios de febrero, la COCOPA se reconoció poco optimista: no veía condiciones para un pronto acuerdo de paz. A mediados de febrero la Conferencia Episcopal Mexicana emitió un documento en el que reconocía que México es una nación pluriétnica y pluricultural. Resaltaba que el EZLN había decidido no recurrir a las armas sino hacerlas innecesarias por el diálogo. Exhortaba a los legisladores del Congreso de la Unión a escuchar atentamente al EZLN, por ser una oportunidad que no se podía desaprovechar para consolidar los caminos de la paz. Al EZLN le solicitaban que respetara la diversidad y, que una vez que fueran escuchados, aceptaran la ley tal como saliera. En cuanto a la marcha, los obispos pedían evitar actitudes discriminatorias y racistas y toda provocación o agresión.

Incidente con la Cruz Roja Internacional

El 14 de febrero, Fox garantizó que tras la marcha del EZLN vendría la paz. Además de demandar apoyo para la caravana zapatista, pidió que la población les exigiera a él y a Marcos acordar la paz. Para entonces, ganaderos chiapanecos habían amenazado con impedir la salida de la marcha si el gobierno no les restituía tierras. El 18 de febrero, Marcos anunció que había solicitado a la Cruz Roja Internacional que interviniera para transportar a los delegados del EZLN. A la COCOPA le comunicó que se reuniría con ellos el 12 de marzo en la ciudad de México, e invitó a los diputados a sumarse a la marcha. La Cruz Roja Internacional respondió a los zapatistas que no existían condiciones para colaborar en su marcha: la solicitud del EZLN no se basaba en el derecho internacional humanitario, y si aceptaban, violarían su histórica neutralidad.
Marcos responsabilizó a Fox de cualquier riesgo que pudieran sufrir los integrantes de la delegación zapatista, y lo acusó de poner obstáculos en el proceso de pacificación, pues la Cruz Roja Internacional había dicho a los zapatistas que era el gobierno federal el que había rechazado su participación. Lo que quería Fox, según Marcos, era que el EZLN negociara la seguridad de la marcha a cambio de un contacto con el gobierno, para así utilizarlos en su campaña publicitaria. Fox se manifestó sorprendido por el comunicado de Marcos, y llamó al EZLN a evitar cualquier acción que enturbiara el clima de paz, aclarando que el gobierno no había tenido nada que ver en el trato entre la Cruz Roja Internacional y el EZLN. La postura oficial era hacer todo lo necesario para dar seguridad a la marcha.

Confrontación verbal, vísperas tensas

La Cruz Roja mexicana ofreció ambulancias y medicinas por si se requerían. Marcos insistió en culpar al Secretario de Relaciones Exteriores de haber bloqueado la participación de la Cruz Roja Internacional. La Cruz Roja Internacional volvió a hacer aclaraciones, recalcando que nadie los había presionado y que, en base a sus estatutos, habían decidido no participar, considerando que las regiones por las que pasaría la marcha no eran zonas de conflicto. Marcos respondió que la Cruz Roja Internacional mentía y era deshonesta, lo que demostraba que no se podía confiar ni en el gobierno ni en los organismos internacionales, y que en lo único que podían confiar los zapatistas era en la sociedad civil.

El día del ejército, Fox defendió ante los militares su política con el EZLN, aclarando que, aunque algunos decían que había fortalecido al EZLN, hubiera sido más grave encerrarse en la funesta conspiración del silencio. Insistió en que había que respetar la marcha zapatista.

La COCOPA envió una segunda carta al EZLN para ver en conjunto las medidas para garantizar seguridad a la marcha. La COCOPA pidió a la Secretaría de Gobernación que interviniera pues veía tres focos "rojos" para la marcha: los ganaderos chiapanecos, las amenazas de un diputado panista en Morelos, y la posición del gobernador de Querétaro. En la Cámara, los panistas insistían en que antes de la marcha el EZLN debía hablar con la COCOPA.

El zapatismo acusó a Fox de generar falsas expectativas de que los zapatistas marchaban a México para firmar la paz. Marcos alertó: Fox quería apropiarse de la marcha zapatista y presentarla como marcha foxista. Sin embargo, insistió en que estaba abierto al diálogo. La COCOPA aceptó la entrevista ofrecida por el EZLN. Y se abstuvo de meter más ruido en la delicada situación de confrontación verbal entre el zapatismo y el gobierno. Ante ministros de la Unión Europea, el Secretario de Relaciones Exteriores reveló que la élite mexicana había pedido al gobierno impedir la marcha zapatista dejando el problema "debajo de la alfombra". Querían que se diera continuidad a la política de Zedillo. Fox se había dado a la tarea de convencerlos de su estrategia. La Unión Europea instó al EZLN a no dejar sin respuestas los esfuerzos del gobierno mexicano encaminados a reiniciar el diálogo en Chiapas.

Se inicia el "Zapatour"

El 24 de febrero, día de la bandera, la caravana zapatista partió del campamento de La Realidad hacia San Cristóbal de las Casas. Marcos designó a un veterano guerrillero, el comandante Germán, como interlocutor ante el Congreso de la Unión. Germán había sido el principal promotor de la guerrilla en Chiapas. En 1995 fue detenido por la policía, pero fue dejado en libertad a raíz de la Ley de Pacificación. No se había vuelto a saber de él. Como su rostro ya era conocido, apareció sin pasamontañas. Proseguían las contradicciones en el gobierno. Fox declaró que ni el 10% de los indígenas mexicanos apoyaban a Marcos, y que eran pocos los mexicanos que lo respaldaban. Por el contrario, el gobernador chiapaneco afirmó que la marcha estaba movilizando a todo el país, desde el Presidente hacia abajo, y que había movilizado también a la comunidad internacional. En la primera escala de la marcha, hasta San Cristóbal de las Casas, marcharon 20 mil zapatistas. Marcos destacó que era la marcha de quienes son "del color de la tierra". En Chiapas fueron liberados más presos zapatistas: estaban ya libres 59 de los 103 reportados. El gobierno asignó la custodia de la marcha a la Policía Federal Preventiva.

"No queremos volver al pasado"

La marcha fue recorriendo los doce estados programados. En la mayoría tuvo una masiva y calurosa recepción. El Congreso Nacional Indígena hizo suya la marcha. En muchos pueblos indígenas por donde fueron pasando, las autoridades indígenas entregaban a los zapatistas el bastón de mando, mostrando así su acuerdo con la propuesta del EZLN. Marcos resaltó que los indígenas querían vivir en el presente y construir entre todos el futuro. No querían dejar de ser indígenas, estaban orgullosos de su raza, de su lengua, de su cultura, de su vestido, de la lucha de las mujeres, de su forma de gobernar, de su trabajo. Negó que quisieran volver al pasado, cambiar el tractor por la coa, el conocimiento por la magia, el trabajo libre por la esclavitud, la libertad por el caciquismo. Las mujeres indígenas querían luchar por los derechos de género, todos querían que el ser gobierno fuera una responsabilidad y un trabajo ante el colectivo, y no una forma de enriquecerse a costa de los gobernados. La marcha era para que dejara de ser delito el ser, vivir, pensar, vestir, hablar y amar como indígenas.

Al poner en marcha esos mismos días el Programa Nacional de Salud y Nutrición para los pueblos indígenas, Fox ofreció brazos y corazón abiertos a la caravana del EZLN, afirmando que no acostumbraba engañar a nadie. En el gobierno existía preocupación por las referencias negativas de Marcos hacia el Presidente, y en el PAN calificaban a Marcos de "provocador" por sus declaraciones.

El 1 de marzo, en el Zócalo del DF y ante 4 mil personas, el Premio Nóbel de Literatura José Saramago presentó su nuevo libro. Defendió que la prioridad absoluta de gobernantes y ciudadanos debía ser el ser humano. De los zapatistas dijo que estaban levantando olas de entusiasmo, cariño, afecto, amor y respeto. Advirtió que aunque todos los días se hablaba de democracia, el poder real no era democrático, porque las multinacionales estaban por encima de todos. Llamó a la población a no resignarse.

Ley COCOPA: sin quitarle una coma

El 3 de marzo inició en Michoacán el tercer Congreso Nacional Indígena (CNI). En este evento Marcos dijo que había que guardar el machete y afilar la esperanza. Ese mismo día se celebró en el Estadio Azteca un concierto por la paz organizado por las dos televisoras nacionales, tras recoger 22 millones de firmas por la paz. Naturalmente, la "paz" que quería la élite televisiva no tenía sustancia, ni contenido, y se reducía a que desaparecieran los reclamos de los zapatistas y a que éstos se regresaran a Chiapas.

Fox alabó la reunión de Michoacán, pero dijo que el CNI no tenía representación nacional. Efectivamente, pueblos indios, como los yaquis y otros, no participan en esa organización. Los representantes de los pueblos indios del CNI instaron a defender juntos la ley de la COCOPA, mientras Fox aclaraba -como si no hubiera hecho suya la iniciativa- que el EZLN debía aceptar modificaciones al texto, pues había cuestiones no claras, como qué se entendía por pueblo o territorio indígena. El CNI respondió que esa ley no se negociaba y que debía aprobarse sin quitarle ni una coma.

Entre los acuerdos del Tercer Congreso Nacional Indígena destacó la demanda del reconocimiento constitucional de los derechos de los pueblos indios. Y en este contexto, el respeto a la autonomía, a territorios, a tierras ancestrales y a sistemas normativos indígenas. Se exigía la desmilitarización de todos los territorios indígenas y la liberación de todos los indígenas detenidos por haber luchado en defensa de la autonomía. Los indígenas precisaron que la defensa de la autonomía era fundamental y que, al defenderla, estaban a favor de todos los que querían vivir con dignidad su diferencia, su color, su canto, su visión propia de la vida y de la libertad. Aclararon que no podían aceptar los planes de desarrollo impulsados por el gobierno federal y los gobiernos estatales si no se daba participación efectiva de los pueblos indios. Se decidió que una delegación del CNI acompañara a los zapatistas a dialogar con los legisladores.

El comandante Germán se reunió con los legisladores de la COCOPA y pidió seguridad para la marcha. En Zitácuaro, Marcos endureció más aún su discurso. Planteó que el PRI y Fox eran lo mismo pues pretendían gobernar no con la gente sino en lugar de la gente y dijo que entre las demandas de los zapatistas estaba la de representar y no suplantar. En Toluca, Marcos respondió a las críticas de los empresarios y del obispo Cepeda, preguntándoles por qué temían una marcha pacífica de marginados.

Morelos, Guerrero: mensajes de Marcos

El Subcomandante Marcos seguía enfatizando su distancia con el Presidente y el Presidente insistía en presentarse cercano a la marcha zapatista. Fox destacó que el EZLN estaba contribuyendo al desarrollo del país, destacando que el apoyo que Marcos recibía de la gente estaba condicionado por el anhelo de paz. El Presidente convocó a las etnias y pueblos de México a alcanzar juntos la paz y la prosperidad. Les ofreció trabajar para alcanzar un desarrollo sustentable y terminar con la marginación y los rezagos, pidiéndoles confianza porque estaba siendo congruente y honesto. Recalcó que existía un compromiso total de parte del gobierno para impulsar procesos de desarrollo y un renovado compromiso para terminar con la marginación.

En Morelos, Marcos alertó sobre los peligros de centrar la lucha en una persona (él mismo). Destacó que él era como el marco de una ventana para que detrás se vieran los comandantes y detrás de ellos a los pueblos indígenas con toda la situación de injusticia, pobreza y miseria en que vivían. Señaló que quienes estaban arriba esperaban que los zapatistas se cansaran de escuchar agravios en los lugares por donde pasaban y que todo se concentrara en un sola persona. Afirmó que Fox se parecía a Madero, que después de la dictadura quería que todo siguiera igual.

En Guerrero, Marcos reconoció el apoyo que les habían brindado en sus zonas de influencia las organizaciones guerrilleras ERPI, EPR y FARP. Dijo que, sólo con visión de Estado -cuestión que no se aprendía en cursos gerenciales- Fox podría satisfacer las demandas zapatistas. Exhortó al Legislativo a comprender su papel histórico y afirmó que ya era hora que el gobierno de Fox entendiera que no se estaba enfrentando a un problema de popularidad mediática, recalcando que el Ejecutivo carecía de interés en lo que no fuera su imagen en los medios. Declaró que para alcanzar una paz con justicia y dignidad había que desafiar al gobierno. Fox respondió que estaba dispuesto a resolver todas las condiciones impuestas por el EZLN para reanudar el diálogo de paz, siempre y cuando el grupo armado se cambiara de la arena militar a la política, destacando que en este proceso no debía haber ganadores y perdedores. Respecto a los ataques de Marcos, Fox aclaró que era propio de alguien que andaba en campaña. Después de un largo debate, y de muchas objeciones de los panistas, el Congreso de la Unión decidió aceptar el diálogo directo con el EZLN. La COCOPA debía negociar el formato del encuentro.

El movimiento social más importante en el continente

En un artículo en "La Jornada" el 8 de marzo, titulado "Encuentro con la nación" Alain Touraine destacó el eco de la marcha. Los zapatistas se habían ganado el respeto y la admiración de muchos y su movimiento era el más importante de América Latina. Era un movimiento que se había sabido transformar en una vasta acción para ampliar la democracia en México, donde la mitad de la población estaba fuera del juego económica, política y culturalmente. También reconoció el compromiso personal de Fox, que buscaba ensanchar el sistema político. Opinó que los zapatistas se suicidarían si ingresaban a un partido político, pero tenían la posibilidad de convertirse en un movimiento cuyo objetivo fuera el de integrar a los excluidos en la vida nacional. Señalaba que el EZLN tendría que superar el arcaísmo de la izquierda. En ese mismo periódico, Noan Chomsky alertó sobre las cúpulas políticas que trataban de evitar la influencia mundial del zapatismo, constituido en uno de los movimientos más importantes contra el neoliberalismo. Y juzgaba que si el EZLN lograba vincularse con otros movimientos sociales internacionales podría cambiar el curso de la historia actual.

En la segunda semana de marzo liberaron en Chiapas a otro grupo de zapatistas con lo que el numero de presos puestos en libertad alcanzó la cifra de 84. El gobernador recalcó que se habían examinado con mucho cuidado los expedientes, considerando que ya no había más presos zapatistas en su entidad. El 9 de marzo Fox lanzó a través de los medios una invitación a Marcos para que fuera a la residencia presidencial de Los Pinos a dialogar el día que él mismo escogiera. Volvió a comparar la situación en que se encontraban los dos: si él o Marcos no cumplían, iban a quedar mal ante la sociedad. Volvió también con comparaciones poco afortunadas: en su campaña, él había reunido más gente que Marcos. El Presidente destacaba como prueba de que su gobierno era democrático precisamente la marcha zapatista, pues era evidente que en el régimen de Zedillo ésta hubiera sido impensable.


Marcos: un rebelde, no un revolucionario

El 10 de marzo Televisa transmitió una entrevista entre el prestigiado periodista Julio Scherer y Marcos. Marcos se definió no como un revolucionario sino como un rebelde. Y aclaró sus razones. Mientras el revolucionario se propone la toma del poder para hacer transformaciones, el rebelde las hace desde abajo. Al cuestionamiento de por qué había elegido como representante ante el Congreso al Comandante Germán, sobre quien pesaba una acusación no aclarada de ser responsable de ejecuciones internas en grupos guerrilleros en los años 70, Marcos dijo que era una señal para enfatizar el deseo de los zapatistas de integrarse a la vida civil. Y volvió otra vez a fustigar el culto a la imagen: la gente no podía quedarse en Marcos, lo importante eran los indígenas.

No aceptaba acudir a una reunión con Fox porque sería un hecho efímero, una foto. No podía ir al diálogo con el Ejecutivo mientras no cumpliera las tres señales, que no eran regateables. Marcos reconoció que el gobierno de Fox era legítimo, producto de elecciones democráticas, pero señaló que en el mundo ya no había políticos sino mercadólogos de la política sin visión de futuro. Sobre otros temas nacionales, Marcos opinó que el Consejo General de Huelga de la UNAM se había encerrado en sí mismo y había fracasado como movimiento, y acusó a los empresarios de intentar borrar de México a los indígenas, señalando que la marcha "color de la tierra" hacía temblar al dinero.

En una entrevista con la publicación "Milenio", Fox reiteró que si se daba la marcha zapatista era porque su gobierno era democrático, resaltando que en los primeros cien días de gobierno foxista diversas encuestas le daban al Presidente una alta calificación por arriba de siete sobre diez.

El Zócalo: domingo 11 de marzo de 2001

Mientras en la zona zapatista la población estaba en oración por la seguridad y buen retorno de sus dirigentes, el domingo 11 de marzo el EZLN llegaba a la plaza más importante de México, el Zócalo. La plaza se llenó. El comandante David llamó a Fox y al Congreso a no ponerle más "candados" a la ley COCOPA e insistió en el cumplimiento de las tres señales.

Los asistentes coreaban su apoyo a los zapatistas gritándoles que no estaban solos. Las principales televisoras no quisieron hacer una transmisión en vivo de este histórico acontecimiento. Marcos dijo que era hora de que Fox y "quien le mandaba" escuchara a los indios y anunció que los zapatistas se quedarían en la ciudad de México hasta que se aprobara la ley de derechos y cultura indígenas.
Al día siguiente de la manifestación en el Zócalo el periódico "Reforma" publicó una encuesta que revelaba que un 52% de la población estaba de acuerdo en que Marcos permaneciera en la capital. Un 86% estaba de acuerdo en que Marcos se reuniera con Fox. Un 33% apreciaba que Marcos se encontraba muy dispuesto a dialogar con Fox. Y un 44% consideraba que Fox estaba muy dispuesto a dialogar con Marcos.

Durante su estancia en la ciudad de México los zapatistas tuvieron un encuentro con intelectuales nacionales y extranjeros. Saramago apuntó que la condición indígena era una de las más duras realidades del mundo actual pues cargaban con todo el peso de una maquinaria mundial que estaba sentada no sólo sobre las riquezas naturales sino sobre los seres humanos. Pablo González Casanova exhortó a los señores del poder y del dinero a que dijeran cómo iban a cumplir con los derechos de los pueblos indios. Vázquez Montalbán apuntó que el zapatismo había iniciado la cultura de la resistencia del Siglo XXI. Monsiváis sostuvo que lo ocurrido en el Zócalo había sido una gran ceremonia de inclusión y una victoria política y cultural. Marcos criticó el planteamiento de Fox, según el cual toda lucha progresista había terminado con la llegada al poder de los luchadores, insistiendo en que la lucha zapatista es por la dignidad.

¿Hora de la paz? Contradicción en las alturas

El 12 de marzo el EZLN y la COCOPA volvieron a dialogar después de cinco años. El EZLN ratificó su compromiso de resolver el conflicto por la vía pacífica. En una entrevista aparecida al día siguiente, Fox señaló que una buena reunión del EZLN con la COCOPA y con el Congreso sería clave para decidir el repliegue militar en Chiapas. De esta forma, el Presidente ponía condiciones. Fox recalcó que si se daba esa reunión, él tendría muchos incentivos para tomar esta decisión y dar ese gran paso adelante. Fox precisó que no se trataba de que nadie perdiera. Consideró que Marcos iba ganando, pues llevaba un buen paso en popularidad e iba dando a entender mejor su mensaje. Fox y Marcos cruzaban mensajes a través de los medios de comunicación.

El Presidente recalcó que Marcos podía comprender que no se le estaban preparando trampas, y que su gobierno hablaba con verdad. Fox dijo tener confianza en el EZLN, pues la constante de su discurso era la paz, y eso mismo quería el Presidente. Prometió hacer todo lo necesario para lograr la paz, aunque aclaró que tenía que hablar con otros sectores para atemperar posiciones y hacer entender a políticos y empresarios que era la gran oportunidad de saldar la inmensa deuda que México tenía con los indígenas. Prometió intensificar reuniones con los legisladores para impulsar la iniciativa de ley que había enviado desde diciembre y destacó que en las encuestas hechas por la Presidencia un 75% de los mexicanos se pronunciaba a favor de la resolución del conflicto y de los acuerdos de paz, y que una mayoría acreditaba al Presidente como el promotor de la paz.

Los empresarios continuaron siendo consistentes en su rechazo al zapatismo. El 9 de marzo, la COPARMEX calificó a los zapatistas de violentos, irresponsables y chantajistas. El 13, el Consejo Coordinador Empresarial declaró que la aprobación de la ley COCOPA iba en contra del plan Puebla-Panamá. Los empresarios repetían de mil formas que la marcha generaba nerviosismo en los mercados nacionales e internacionales. Y aunque aclaraban que apoyaban al Presidente en su decisión de resolver el conflicto, acusaban a Fox de haber revivido al zapatismo. La denominada Iniciativa Privada dio a conocer su posición: consideraría que estaban "mal de su cabeza" los legisladores que apoyaran la ley COCOPA. La derecha empezó también a criticar a los extranjeros que acompañaban a la caravana zapatista. El escritor español Vázquez Montalbán lo "justificó": les molestaba que la mirada externa les hubiera impedido aplastar a los zapatistas, mientras a esa derecha no le inquietaba la venta progresiva de los patrimonios económicos mexicanos al capitalismo globalizador.

Una propuesta humillante e indigna

La COCOPA llevó a los zapatistas la propuesta impuesta por los coordinadores del PAN y del PRI, en el Senado. Consistía en que el EZLN se reuniera con miembros de las comisiones dictaminadoras de los asuntos indígenas (10 diputados y 10 senadores). El líder de la bancada de los senadores panistas hizo saber a la opinión pública que los panistas no iban a aprobar la iniciativa de la COCOPA tal como estaba redactada.

Al día siguiente, el EZLN y el CNI dijeron que esperaban una nueva propuesta del Congreso para discutir la iniciativa de la COCOPA, y rechazaron la reunión con diez diputados y diez senadores. Marcos señaló que se intentaba reducir la dimensión histórica de la movilización nacional e internacional generada en torno a esa demanda. El EZLN advirtió a la COCOPA que era conveniente que se mantuviera al margen de esas propuestas porque era claro que los sectores duros dentro del Congreso y del gobierno querían usar a la COCOPA de recadera de mensajes insultantes, en lugar de darle el lugar que el EZLN sí le daba, de coadyuvante en el proceso de paz.

Marcos dijo que la postura oficial del Congreso coincidía con el ultimátum dado por Fox, haciendo depender del comportamiento del EZLN con el Congreso el decidir si seguía o no con la política guerrerista. Declaró que la propuesta del Congreso era humillante e indigna, pues relegaba un reclamo histórico, colocándolo al nivel de la comparecencia de un funcionario de segunda categoría. El EZLN no aceptaba un diálogo vergonzante, demandaba dialogar con todos los legisladores, incluso con los que se habían manifestado abiertamente en su contra, y pedía hacer uso de la palabra en el pleno del Congreso. Los zapatistas aclararon que el diálogo era con el Congreso y que con el Ejecutivo dialogarían cuando cumpliera las tres condiciones.


El Congreso cierra las puertas

El 14 de marzo el dirigente nacional panista y los coordinadores de las bancadas panistas en las dos Cámaras se opusieron a que el EZLN hablara ante el pleno del Congreso. Alegaban que la tribuna era de uso exclusivo para los legisladores, en casos especiales para el Ejecutivo, y excepcionalmente para los dignatarios extranjeros. Plantearon que el uso de la tribuna por el EZLN era una cuestión innegociable. El dirigente del PAN se quejó de que el Secretario de Gobernación hubiera afirmado que eran "cortos de visión" los que se oponían a la ley COCOPA. En el programa de noticias de Televisa se preguntó a los televidentes si el EZLN debía hablar en la tribuna del Congreso y un 58% respondió que sí. Xóchitl Gálvez, indígena integrante del gabinete del Fox, declaró que se debía dejar hablar al EZLN. En el gobierno crecía la preocupación por el empantanamiento del diálogo.

La COCOPA mantuvo una acalorada reunión. Algunos se sentían ofendidos porque el EZLN los había relegado. Pero otros hacían ver que el EZLN estaba protegiendo a la COCOPA. Finalmente, la COCOPA acordó privilegiar el reconocimiento que había logrado el grupo rebelde. El 15 de marzo, el EZLN anunció que planeaba enviar delegados al Parlamento europeo. Si en México el Congreso se negaba a escucharlos, quizá en el viejo continente hubiera otra actitud. ONGs europeas y mexicanas anunciaron que estaban gestionando una invitación para que el EZLN fuera a Ginebra.

El parlamentario europeo Sami Nair dijo lamentar el bloqueo del diálogo, sin poder explicarse las razones. Afirmó que lo que ocurría en México era extraordinario e innovador a escala nacional, continental y mundial: un movimiento guerrillero que dejaba la vía violenta y pedía ser recibido por el Congreso para dialogar. Para el Congreso debía ser un honor escuchar a esa gente. Nair consideró que la palabra del EZLN ante el Congreso fortalecería la democracia, y si por regateos y minucias burocráticas se impedía ese diálogo, el efecto sería la radicalización de los movimientos armados a escala mundial. En Madrid, el investigador mexicano Miguel León Portilla recibió el premio Bartolomé de las Casas y en esa ocasión instó al Congreso mexicano a abrir sus puertas para que los indígenas mexicanos expusieran con libertad sus demandas.

Danielle Mitterrand pidió al Congreso que le permitiera al EZLN hablar a todos los legisladores. Trabajadores de varios sindicatos organizaron una marcha para exigir que se abriera la tribuna del Congreso al EZLN. Cuauhtémoc Cárdenas demandó que el EZLN fuera escuchado por el Congreso.

"Nuestras armas son las palabras"

Los 24 dirgentes zapatistas se instalaron en la Escuela Nacional de Antropología e Historia de la capital. Desde allí, visitaron el Politécnico Nacional. A su paso fueron vitoreados por vecinos de las colonias populares. Marcos pidió el cese del racismo y denunció al panista Diego Fernández de Cevallos por tener actitudes de señor feudal. Muchos recordaron que ese panista había sido un entusiasta aliado de Salinas de Gortari. El EZLN se fue reuniendo con estudiantes, con mujeres, con indígenas, con artistas, con trabajadores, con intelectuales, con organismos de la sociedad civil, que le mostraron su apoyo.

Gabriel García Márquez llegó al DF a entrevistar a Marcos. Marcos evaluó la manifestación zapatista en el Zócalo de la ciudad de México: la derrota del racismo ,que debía ahora convertirse en una política de Estado, en una política educativa, en un sentimiento que alcanzara a toda la sociedad. Marcos insistió en que el EZLN se proponía dejar de ser ejército y que sus armas eran palabras Recapituló lo que fueron diciendo en cada lugar por el que pasaron: no se presentaron como quienes iban a encabezar todas las luchas, sino que pidieron ayuda; hay mucho sufrimiento a flor de piel, nadie va a luchar en lugar de otros, se tienen que cambiar las formas organizativas, y el nuevo quehacer político no va a ser ni el que dicta la clase política ni el que propone el EZLN, sino que será el producto de un diálogo plural.

"¡Nos regresamos a Chiapas"!

El 19 de marzo el EZLN emitió un comunicado. Recordó que al marchar al DF sus objetivos habían sido primeramente, dialogar con la sociedad civil nacional para obtener su apoyo en la lucha por el reconocimiento constitucional de los derechos y la cultura indígenas de acuerdo con la iniciativa de ley de la COCOPA; y en segundo lugar, dialogar con el Congreso de la Unión para argumentar las bondades de la iniciativa de la COCOPA y la importancia y urgencia de reconocer los derechos indígenas en la Carta Magna. En cuanto a lo primero, los pueblos indios de todo México se habían unido al EZLN y al Congreso Nacional Indígena en la lucha por el reconocimiento de sus derechos y habían manifestado su apoyo a la iniciativa de ley de la COCOPA. La sociedad civil había convertido en clamor nacional esta exigencia y se había manifestado abrumadoramente porque se terminara con el racismo y la discriminación, se reconocieran los derechos indios en la Constitución y se cumplieran las tres señales necesarias para el reinicio del diálogo entre el gobierno y el EZLN.

La opinión pública y la sociedad civil internacional se habían sumado a esta demanda. Pero el gobierno de Fox estaba más atento al impacto mediático de la marcha que al evidente apoyo popular, nacional y pluriclasista que había despertado a su paso por doce estados de la Federación y en su estancia en el DF. En lugar de cumplir con las tres señales para así aprovechar la estancia en el DF de una delegación de la dirigencia del EZLN para el reinicio del diálogo, Fox había hecho declaraciones sin hechos que las respaldaran. El Congreso de la Unión había sido presa de quienes preferían cerrar los ojos a la movilización nacional e internacional. Los legisladores más retardatarios habían desafiado abiertamente el consenso y apoyo que el EZLN y el CNI habían conseguido. Durante siete días el EZLN había esperado que el Congreso aceptara su disposición al diálogo. Quienes tenían secuestrado al Congreso respondieron primero con una propuesta indigna e irrespetuosa, cuyo único fin era el de salvar el orgullo y la soberbia de los legisladores que se negaban al diálogo.

El EZLN lamentaba que en el Congreso hubieran podido más los pleitos por el poder de los grupos conservadores que confundían la tribuna con un club de acceso exclusivo. Pero los pueblos indios ya no andarían tocando puertas para suplicar que se les escuchara y atendiera. Puestos a escoger entre los políticos y la gente, el EZLN elegía a la gente. Frente a los políticos nunca bajarían la cabeza ni aceptarían humillaciones ni engaños. Por todo eso, el EZLN anunció que daba por terminada su estancia en la ciudad de México e iniciaría el retorno a las montañas del sureste mexicano el día 23 de marzo. Y seguiría buscando y construyendo espacios incluyentes para la participación de todos los que desearan un México nuevo.

Este anuncio causó una auténtica crisis política. Hubo legisladores que acusaron a Marcos de no haber cumplido su palabra, pues a las tres condiciones había añadido una cuarta: el uso de la tribuna del Congreso. Los empresarios que habían pedido que encarcelaran a los zapatistas, los acusaron de protagonismo e inmadurez. Diputados de la COCOPA se quejaron del regateo del Congreso al EZLN. El PRD juzgó que Fox, el PAN y el PRI pagarían los costos políticos de haber endurecido posiciones. Cárdenas declaró que era un error que el Congreso no se abriera a un asunto de tanta trascendencia nacional como era dialogar con el EZLN.

"Marcos, tanto tú como yo queremos la paz"

El 20 de marzo Fox solicitó a Marcos un encuentro antes de que regresara a Chiapas y llamó al Congreso a encontrar espacios y formas para recibir al EZLN. Declaró que estaba dando instrucciones para que fueran liberados los presos pendientes una vez que la Presidencia conociera por parte del EZLN la lista correspondiente; que estaba procediendo a emitir un decreto para transformar las instalaciones militares de Guadalupe Tepeyac, Río Euseba y La Garrucha en centros para el desarrollo de las comunidades indígenas; y que estaba enviando al Subcomandante Marcos una carta para sostener un encuentro antes de su regreso a Chiapas con el fin de establecer un diálogo que condujera a la aprobación de la iniciativa que había remitido Fox al Congreso de la Unión, y de impulsar en todo el país un ambicioso programa de desarrollo humano para los diez millones de indígenas mexicanos. La Secretaría de Gobernación aclaró que por parte del Presidente no había ninguna condición para ese diálogo. Así, toda la presión pasó al Congreso y al PAN.

En la carta que envió Fox a Marcos le reiteraba su voluntad de encontrarse con él, sin condición alguna, para platicar: "Tanto tú como yo queremos la paz, una paz justa y duradera, con reconocimiento para nuestros hermanos y hermanas indígenas, con leyes que los respeten y los protejan, con oportunidades de desarrollo para cada uno de ellos... Ni tú ni yo queremos que los indígenas de nuestro país continúen en la marginación, en la pobreza extrema, en la exclusión y en el olvido... Marcos, este es otro tiempo. Es tiempo de diálogo, tiempo de disposición para llegar a acuerdos, es la hora de hacer valer tu lucha de años y la lucha de cada mexicano desde su propia trinchera... Mi disposición es total. Las condiciones que has puesto y que atañen al Ejecutivo se han ido cumpliendo".

"Nos vamos, se quedan nuestras palabras"

Sin embargo, las señales de Fox despertaron más desconfianza. Declaró que estaba enviando una carta a Marcos y ésta llegó 36 horas después a manos del EZLN, estando los zapatistas en la misma ciudad de México. Dijo que estaba dando instrucciones para la liberación de presos, pero en las siguientes 24 horas nadie salió libre. Afirmó que el ejército se retiraría de los tres puntos, pero 24 horas después los militares seguían allí. Marcos insistió en que las señales no se habían cumplido y que sólo había declaraciones, puntualizando que las listas de presos pedidas por el Presidente eran del dominio público. Los presos se encontraban en Chiapas, Tabasco y Querétaro. Marcos aclaró también que las tierras ocupadas por el ejército eran de las comunidades y no del gobierno, que no podía disponer de ellas a menos que las expropiara, lo que no sería una buena señal de paz.

Los zapatistas se reunieron con 60 mil universitarios en la UNAM. En el acto habló un nahua de Guerrero, que envió un mensaje al panista Diego Fernández de Cevallos. Le advirtió que no se equivocara, le dijo que los pueblos no se rendían ni se vendían, sino que resistían. Ante el sabotaje "de ese Diego", si era necesario un levantamiento indígena nacional, lo habría. Otra zapatista aclaró que se iban, pero que las palabras dichas se quedaban. Marcos señaló que en México ser niño, pobre, indígena y zapatista eran "delitos". Insistió en que respetar al otro era "respetarse a sí mismo". "No pocos son los dolores que nos unen, pero muchas las esperanzas que unos en otros reconocemos", dijo.

El Congreso deliberó durante ocho horas sin llegar a un acuerdo sustantivo. Transfirieron su desacuerdo a los zapatistas, a los que invitaron a encontrar entre ambas partes el formato del diálogo. En la discusión, el PRD pedía que se les concediera la tribuna, en el PRI había quienes estaban de acuerdo, pero querían que subieran a la tribuna sin capucha. En el PAN, 200 de los 207 legisladores insistían en que no debían subir a la tribuna. La posición del PRI y la del PAN, sobre todo la del PAN, impidieron el acuerdo. Por eso Marcos señaló que panistas y priístas habían abortado el diálogo.
Después de mediodía del 21 de marzo el ejército se retiró del campamento de Río Euseba. En los demás puntos no hubo movimiento militar. Fox rechazó que el gobierno buscara la capitulación del EZLN. El principal obstáculo lo encontraba Fox en los panistas del Congreso. Si las instituciones públicas no podían atender y resolver las demandas populares todo el país recibiría una pésima señal: el diálogo no era el camino.

La Cámara abre sus puertas

El 22 de marzo por la tarde la comitiva del EZLN, con el apoyo de miles de grupos y ciudadanos, se presentaron ante las puertas de la Cámara de Diputados. Hubo abucheos para los coordinadores de las bancadas panistas en las dos Cámaras, y se quemó un monigote que representaba a Diego Fernández de Cevallos.

Mientras, en la Cámara de Senadores se discutía si se abría el recinto de esa Cámara a los zapatistas. Con el voto de los senadores panistas más once priístas ganó la posición de cerrarle las puertas del Senado al EZLN. Estuvieron en contra los senadores del PRD, los del PVEM, y algunos priístas. Entre los argumentos que esgrimían los panistas estaba que el EZLN había humillado a la COCOPA, usándola de recadera, y había dejado con la palabra en la boca a un senador perredista. El aludido no quiso entrar en esa discusión. El PRD acusó de intolerantes y de opuestos al diálogo y a la paz a los que habían impedido que los zapatistas entraran al Senado.

En la Cámara de Diputados se desarrollaba una discusión similar. El PAN aducía que dejar que los zapatistas usaran la tribuna violentaba la ley. El coordinador de la bancada panista enfatizó que ni Marcos ni Fox mandaban en la Cámara, emparejando a los dos dirigentes. No obstante, con el voto del PRD, del PT, del PVEM y de la mayoría priísta se logró una cerrada votación de 220 contra 210 que abrió la tribuna al EZLN, otorgándoles el espacio para defender en el salón de plenos la iniciativa de ley de derechos y cultura indígenas. Para no violentar la reglamentación interna del Congreso se decidió que sería una reunión de trabajo con las comisiones unidas de Gobernación y Justicia, Puntos Constitucionales y Asuntos Indígenas; y se invitaba a todos los diputados y senadores que quisieran participar. Los votos en contra fueron de la bancada panista más algunos priístas.

El EZLN aceptó la invitación de la Cámara de Diputados y decidió posponer su regreso a Chiapas. Marcos dio un reconocimiento a la sensibilidad de los legisladores que apoyaron la propuesta y afirmó que parecía que la puerta del diálogo comenzaba a abrirse. Reconoció que la movilización nacional e internacional habían hecho posible el acuerdo para el diálogo. De inmediato, comenzaron las pláticas entre diputados y el enlace zapatista para determinar el formato del diálogo.

El Ejecutivo cumple

Desde California en una reunión con líderes indígenas, Fox reiteró su llamado a Marcos y afirmó que los zapatistas no debían dudar de la palabra presidencial pues había cumplido sus demandas. Fox dijo que quería platicar con Marcos cara a cara, y ojo a ojo; y trabajar junto con el Congreso y no andar poniendo condición tras condición. En cuanto a los presos, dijo que el gobierno de Chiapas ya había liberado a 80 presos políticos, y que el gobierno federal en esos días liberaría a los restantes. Aclaró que no sólo había liberado a zapatistas, pues había 200 presos indígenas de distintas etnias y regiones del país que también habían sido excarcelados. En cuanto a los centros de desarrollo comunitario prometidos, aclaró que se harían en coordinación con los pueblos y comunidades para que fueran ellas quienes condujeran su propio camino al desarrollo.

El coordinador de la Alianza Ciudadana de la Presidencia, Rodolfo Elizondo, reiteró que el Ejecutivo seguiría empujando la iniciativa de la Ley COCOPA. Aseguró que el Presidente honraría su palabra en cuanto al cumplimiento de las señales que habían puesto los zapatistas. Enfatizó que era cierta la voluntad del Presidente de tratar por todos los medios de solucionar el conflicto, a diferencia de sus dos predecesores, que nunca quisieron hacerlo.

Fox: "publicista de Marcos"

El 23 de marzo, legisladores y el enlace del EZLN llegaron a acuerdos sobre el formato del diálogo en el Congreso. Ese mismo día, al descender Fox del avión procedente de California, envió un mensaje a la nación. Dijo estar listo el repliegue militar. Con tres figuras jurídicas -indulto presidencial, perdón de la parte acusadora y beneficio de preliberación- liberó a cinco presos zapatistas correspondientes al ámbito federal, quedando pendientes otros siete, que no estaba en sus facultades inmediatas liberarlos. No descartaba someter a consideración del Congreso una ley de amnistía. En cuanto a los tres puntos en donde todavía permanecía el ejército, declaró que en La Garrucha ya no había militares, y en los otros dos, Guadalupe Tepeyac y Río Euseba, se estaba dando el repliegue. Fox firmó un decreto convirtiendo las instalaciones militares en centros de desarrollo de comunidades indígenas. Con esto, el Ejecutivo daba por cumplido todo lo que le tocaba para iniciar el diálogo. Fox reconoció que persistía racismo e intolerancia en el país.

El jefe de la bancada panista en la Cámara de Senadores, Diego Fernández de Cevallos, acusó a Fox de ser promotor y publicista de Marcos. Fustigó como error presidencial el consentir al zapatismo y el dejarlo hacer su voluntad. El PAN decidió no acudir a la sesión de la Cámara en la que hablarían los zapatistas. Sólo estarían los panistas miembros de las comisiones que dialogarían con ellos. En la Convención panista, Fox aclaró que él gobernaba para todos y no sólo para el PAN, remarcando que no quería un nuevo partido de Estado, y que un 89% de la población aprobaba su actuación.

Cámara de diputados 28 de marzo de 2001

El 28 de marzo, el EZLN y el CNI hicieron uso de la tribuna legislativa en la Cámara de Diputados. La televisión transmitió en vivo este acontecimiento histórico. Inició la presentación de los argumentos zapatistas la comandanta Esther. Marcos no estuvo. Esther lo explicó: Marcos había cumplido la misión de haber llevado a la comandancia zapatista hasta aquella tribuna. Esther reconoció los esfuerzos de Fox para dar cumplimiento a la primera señal, y dijo que la comandancia zapatista había instruido al subcomandante Marcos para que, como mando de las fuerzas regulares e irregulares del EZLN, mantuviera a sus fuerzas armadas en la selva y no ocuparan los sitios de donde se había retirado el ejército mexicano. A una señal de paz no responderían con una de guerra. Invitó a la sociedad civil a constatarlo. Dio la noticia de que el comandante Germán tenía instrucciones de ponerse en contacto con la COCOPA, así como con el Comisionado gubernamental para la paz, para garantizar el cumplimiento de las otras dos señales.

Puntualizó Esther que así como cada bancada partidista en el Congreso tenía su autonomía para decidir y eso no rompía al Congreso, la autonomía demandada por los pueblos indios no implicaría una multiplicidad de estados dentro del Estado mexicano. También hablaron los comandantes David, Zebedeo y Tacho por los zapatistas, y delegados del CNI. Los diputados hicieron preguntas en torno a la autonomía y a los usos y costumbres indígenas. Las mujeres zapatistas reconocieron que había usos y costumbres buenos y malos.

Entre los malos estaban las costumbres discriminatorias de la mujer, que existían también entre los indígenas. Argumentaron que la aprobación de la Ley COCOPA les permitiría mejores condiciones. El CNI recalcó que no se estaban demandando privilegios, sino el reconocimiento constitucional de lo que sucedía en las comunidades indígenas.

Aunque el recinto legislativo estaba escaso en legisladores y lleno de indígenas, el gobierno, los partidos, las televisoras, los empresarios, las organizaciones de la sociedad civil y millones de mexicanos estuvieron pendientes de todo lo que pasó en el Congreso ese día, el día en que los pueblos indios exigieron que se les escuchara y respetara.

Fox aplaudió la comparecencia de los zapatistas ante el Congreso de la Unión, considerando que se trataba de un triunfo de México. La Secretaría de Gobernación calificó el hecho como algo muy constructivo y encaminado a conducir primero a la negociación y finalmente a la firma de la paz. Xóchitl Gálvez, eufórica, apuntó que México vivía nuevos tiempos, que no se trataba de un juego en donde unos ganaban y otros perdían, sino que todos habían salido ganadores. Hasta la dirigencia panista calificó el hecho como positivo y reconoció que la estrategia del Presidente había sido arriesgada, pero fructífera.

Un triunfo de México

Se hizo evidente que los cambios democráticos en el país ya no se pueden concebir al margen de los pueblos indios. En el Congreso hubo un diálogo respetuoso y constructivo en la pluralidad. Marcos no entró al recinto legislativo, pero sí presidió la fiesta organizada en la calle para agradecer a los pueblos indígenas, a la sociedad civil, y a los miles que hicieron posible aquella jornada histórica. Defender ante los legisladores la ley de la COCOPA era el inicio. Proseguía otra etapa en la lucha por el respeto a los derechos y cultura indígena, y por los derechos de todos, en particular de las mujeres. Se había reiniciado el camino del diálogo de paz.

Hubo gran alegría. Se despidieron, convencidos que no regresaban a Chiapas con las manos vacías y seguros que sin presión social no prosperará la iniciativa de la COCOPA. El mismo día 28 el comandante Germán hizo contacto con el Comisionado gubernamental para la paz, acreditándose como correo del EZLN.


De regreso a Chiapas

Tras la comparecencia en el Congreso, el Comisionado gubernamental para la paz, Luis H. Álvarez, fue a Chiapas a verificar el retiro de las tropas militares de las tres últimas posiciones. Con el fin de que los grupos paramilitares no traten de invadir las bases desocupadas, se decidió otorgar esas instalaciones a organismos de la sociedad civil y a las diversas iglesias que trabajan en la zona. A finales de marzo, el Secretario de Gobernación compareció ante los legisladores para defender la iniciativa de la COCOPA. En el PRI y en el PAN existe la convicción de que esta ley tendrá que sufrir cambios. A principios de abril la COCOPA llamó a una lucha solidaria para hacer realidad la ley indígena.

De regreso a Chiapas, la caravana zapatista pernoctó en Juchitán el día último de marzo. El 1 de abril los dirigentes zapatistas hablaron ante una manifestación indígena en San Cristóbal de las Casas. De ahí empezaron un recorrido para dar cuenta a las comunidades del resultado de la marcha al DF, a donde llegaron con 28 bastones de mando de otras tantas comunidades indígenas del país. Afirmaron haber cumplido el encargo de hacer llegar la voz indígena al Congreso de la Unión. También habían cumplido reuniéndose con representantes de 44 pueblos indígenas de todo México. La palabra de los indígenas también fue escuchada a través de los medios de comunicación, y sólo unos cuantos habían "torcido" esa palabra. Marcos dijo que la guerra estaba un poco más lejos y la paz con dignidad un poco más cerca, y que comenzaba una nueva etapa.

Reconoció que se había abierto una verdadera oportunidad para la paz con justicia y dignidad, y afirmó que había que cuidar la posibilidad de que la paz pudiera llegar. En el Aguascalientes del ejido Morelia Marcos rindió homenaje a los muertos zapatistas. 23 habían sido los comandantes zapatistas que viajaron al DF porque 23 habían sido los zapatistas caídos durante el levantamiento de 1994. Marcos celebró que los enviados al DF hubieran cumplido tres misiones: dialogar con el Congreso, dialogar con la sociedad civil, y empujar las tres señales. El 4 de abril terminaron las primeras reuniones de evaluación de la marcha en las comunidades, en cada una de ellas con información y con fiesta.

Necesaria crítica al zapatismo

El recorrido por más de tres mil kilómetros del EZLN y su permanencia en la ciudad de México durante dos semanas mostraron las enormes cualidades, y también algunas de las debilidades, del movimiento zapatista. Destaca el importante papel que jugaron como voceros de los marginados, de todos los marginados de México. El que hayan conseguido doblegar pretextos formales para abrir la tribuna del Congreso ha sido otro gran logro para hacer oír la voz de los excluidos. Otro triunfo es haber reencauzado el proceso de paz.

Sin embargo, siendo un movimiento indígena, depende aún mucho el EZLN del liderazgo de un mestizo, Marcos, que a pesar de ser consciente de esta limitación, no acierta a poner correctivos. Los comandantes indígenas dicen que ellos mandan en apego a lo que dicen las comunidades y que Marcos es simplemente un subcomandante, pero es evidente que dependen de sus directrices. En Marcos se concentran los grandes amores y los grandes odios provenientes de las contradicciones clasistas de la sociedad. Por otra parte, pareciera que el mismo Marcos, pese a sus genialidades, no ha logrado calibrar los alcances del cambio político que se ha dado en el país con la caída del PRI y con el debilitamiento del presidencialismo, al estar exigiendo al Poder Ejecutivo federal señales cuya ejecución corresponde a otros poderes, como la aprobación de una legislación o como la liberación de presos de ámbitos estatales.

El zapatismo ha suplicado un debate en el que se le critique. A lo largo de su actuación ha mostrado grandes aciertos. Y también equivocaciones. Por ejemplo, en su relación con los procesos electorales, en su percepción sobre determinados movimientos sociales y en la valoración que hace de las contradicciones de determinadas coyunturas. Hasta ahora, la mayoría de la izquierda mexicana no se ha atrevido a entrar al terreno de la crítica al zapatismo, repitiendo aquella práctica por la que decidió no criticar al bloque socialista arguyendo que eso daría armas al enemigo.

Un símbolo mundial gestado en México

A pesar de cualquier crítica, el balance de lo conseguido por el zapatismo en esta etapa es extraordinariamente valioso. El EZLN ha concitado el apoyo popular de un segmento amplio y plural de la población mexicana, que ve en lo ocurrido puertas, brechas, nuevas posibilidades de construir alternativas. En México y desde México, el zapatismo se ha constituido en un símbolo mundial frente a la globalización neoliberal, en un símbolo de la fortaleza que tiene la debilidad para poner en jaque al poder económico y político.

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