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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 228 | Marzo 2001

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El Salvador

Dolarización: un terremoto desintegrador

El gobierno de El Salvador vendió a Estados Unidos la imagen de una "economía estable" donde se podría experimentar la dolarización. Lo que no pudieron prever, ni uno ni otro gobierno, fueron los cataclismos de la tierra inestable que sostiene esa economía.

Ismael Moreno, SJ

Sólo la maldad se planifica en lo secreto" sentenció el obispo Gregorio Rosa Chávez cuando el gobierno hizo pública su decisión de dolarizar la economía nacional. La decisión había sido planificada celosamente y había estado protegida por el silencio durante ocho largos meses. El equipo que la conocía, cuidadosamente seleccionado por el Presidente de la República, juró mantener cerrada su boca aun entre las cuatro paredes de su entorno privado.

El rechazo a la dolarización fue creciendo en todo el país en la misma medida en que crecían la confusión de la gente y la entusiasta propaganda del gobierno. Muy pronto, los terremotos del 13 de enero y del 13 de febrero incorporaron nuevos factores al ya crítico escenario. El hervidero político de este comienzo de milenio ya no sólo lo atiza el rechazo a la dolarización. Lo atiza también la ineficaz respuesta del gobierno ante las trágicas consecuencias de los terremotos.

Lo atiza con fuerza la indignación de los damnificados. La primera marcha de damnificados -unos dos mil- en San Salvador a finales de febrero, y la respuesta del gobierno, con gases y palos, ha sido como un siniestro anticipo de la coyuntura que se ha abierto para un país alterado por fallas sísmicas e incertidumbres económicas. El comentarista de una radiodifusora de la capital comentó acertadamente: "El Salvador ha sufrido casi simultáneamente tres terremotos. El del 13 de enero, de 7.6. El del 13 de febrero, de 6.1. Y el de la dolarización, de 8.75". Describía la intensidad de los fenómenos sísmicos y el cambio del dólar a 8.75 colones, establecido por la Ley de Integración Monetaria, vigente desde el 1 de enero.

¿Dolarizar la región?

El 2 de febrero, en medio de la emergencia provocada por el primer terremoto, la Universidad Nacional de El Salvador (UES) expresó públicamente su rechazo a la Ley de Integración Monetaria por ser inadecuada para resolver los problemas económicos de los salvadoreños. Según la UES, el gobierno irrespetó a la sociedad salvadoreña al aprobar una ley tan importante de manera apresurada e inconsulta: "Si la esencia de la democracia reside en la soberanía del pueblo, entonces el actual gobierno ha convertido al pueblo en un soberano inconsulto" dijo la UES, que denunció la medida como un paso forzado desde afuera con la meta de dolarizar toda la región centroamericana. Si se quería una integración monetaria, ¿por qué no hacerla abierta y gradualmente? Los países europeos llevan dos años educando a su población en el uso de una nueva moneda común, el euro, sin que la moneda de ningún país se imponga sobre la de los demás.

Riesgos de la dolarización

Son grandes los riesgos que los economistas no oficialistas ven en la dolarización:-Cualquier crisis financiera que sufra la economía de Estados Unidos y el dólar arrastrará a El Salvador, quedando el país totalmente expuesto a vaivenes externos. -La población de menos ingresos sufrirá de manera directa el aumento de los precios por efecto del "redondeo" de centavos y cantidades fraccionarias. El poco tiempo que lleva en vigencia la ley ya lo ha demostrado. -Existen nuevas y mayores posibilidades para operaciones de gran escala de lavado y de falsificación de dólares. -Se disminuyen las tasas de interés pasivas, desincentivando así el ahorro de los particulares en el sistema financiero nacional.

Un peligroso boomerang

La UES resaltó la trascendencia del rechazo mayoritario de la población y consideró que el gobierno debe ser audaz y dar marcha atrás a la ley. Para ello propuso: -Que la Asamblea Legislativa derogue la Ley de Integración Monetaria. -Que el gobierno convoque a un referéndum para que el pueblo decida si quiere sustituir el colón por el dólar. -Que la Corte Suprema de Justicia agilice el proceso para declarar la inconstitucionalidad de la Ley.

El sacerdote jesuita Javier Ibisate, economista de la UCA de San Salvador, advierte sobre las consecuencias de las expectativas generadas por el gobierno con la nueva ley monetaria. Esas expectativas "pueden volverse, a manera de boomerang, contra el gobierno que editó la ley y contra los partidos que la aprobaron". Son tantas las expectativas y promesas publicitadas por el gobierno que, de no cumplirse, "se traducirán en protestas y manifestaciones", vaticina Ibisate, que considera la dolarización como "un proceso contra reloj, inconsulto y con mucho secreto".

Ibisate retoma el argumento del Presidente Flores de que la Ley de Integración Monetaria responde a la necesidad de "desentrampar" la economía salvadoreña, y afirma que hablando así, el Presidente de la República está aceptando que el modelo neoliberal puesto en marcha con el gobierno de Alfredo Cristiani en 1989 "entrampó" a la economía salvadoreña. Y opina que querer salirse de la trampa metiendo al país en otra medida neoliberal aún más drástica, como la dolarización, no solucionará nada.

Colón: moneda "de mentira"

Ibisate advierte del peligro de que la Ley de Integración Monetaria fomente lo contrario: un proceso de "desintegración monetaria" a tres niveles: la desintegración de la moneda nacional, la desintegración de la política monetaria y la desintegración de la integración económica centroamericana.

"El colón está sentenciado a una pronta eutanasia", afirma Ibisate. Y cita a Manuel E. Hinds, Ministro de Economía en la administración de Calderón Sol: "En América Latina tenemos dos monedas, una es de verdad y otra de mentira. La de verdad es el dólar y la de mentira es la moneda local de cada uno de nuestros países. El dólar es la moneda de verdad porque en ella pensamos en términos de conservación del valor en el tiempo, que es la función principal del dinero. Esto es así porque en América Latina las monedas locales han perdido muchas veces en el pasado su valor, causando graves complicaciones a consumidores, empresarios, trabajadores, ahorrantes e inversionistas".

Ibisate no tiene dudas de que la Ley de Integración Monetaria está orientada a la desaparición del colón, recordando que "la gran masa de moneda escriptural se denomina en dólares: todos los ahorros, todos los depósitos, todos los títulos valores del Banco Central de Reserva, todos los ahorros de las administradoras de los fondos de pensiones y, poco a poco, todos los títulos de la bolsa de valores". Ibisate señala que con la pérdida del colón se pierden otros valores económicos, y hace énfasis en los diversos estilos de vida que coexistían en el país y que se diferenciaban monetariamente: "Hasta ahora, estilos de vida diferentes utilizaban monedas o medidas de valor diferentes. Ahora, con la dolarización, un salario mínimo de 1,260 colones equivale a 144 dólares, que es lo que cuesta dormir una noche en uno de los hoteles elegantes de San Salvador. ¿Es esto económicamente real? ¿La productividad de un mes de trabajo será igual a la productividad de una noche en un hotel?" Ibisate concluye con una pregunta de fondo: "Nuestra economía ya practicaba dos medidas de valor. ¿Hará algo más la dolarización?"

Sin timonel nacional

De acuerdo al análisis de Ibisate, se desintegrará también la política monetaria nacional. El Banco Central de Reserva (BCR) deja de ser el banco de la nación, perdiéndose las principales medidas de política monetaria, precisamente cuando se venía pidiendo autonomía y apoliticidad al BCR.

Ahora, la misión y los objetivos del BCR han cambiado y la instancia que definía la política monetaria pierde capacidad. "Ése sí es un golpe de timón", dice Ibisate glosando la propaganda oficial a favor de la dolarización. El BCR ha pasado a ser un "mini banco central" cuya función es estrictamente "informar a la Superintendencia del Sistema Financiero del porcentaje de reservas líquidas de los bancos y elaborar las estadísticas económicas del país, que ojalá ahora sí sean más transparentes y fidedignas", apunta Ibisate. El gobierno pierde control sobre la política cambiaría y sobre la política monetaria, quedándose únicamente con la política fiscal.

Países desunidos de Centroamérica

Finalmente, Ibisate se pregunta si la integración monetaria no implicará también la desintegración centroamericana. Ante México se ha ido negociando en un bloque de al menos tres países -El Salvador, Honduras y Guatemala-. La dolarización afirma la decisión salvadoreña de caminar por cuenta propia, profundizando así la necia tendencia de los países centroamericanos de hablar retóricamente de las ventajas de la integración, mientras priorizan alianzas bilaterales. La dolarización de El Salvador es una prueba más de lo que realmente somos: Países Desunidos de Centroamérica.

"No lo dudo: la única salida seria para este país en escombros es que el gobierno tenga la valentía de derogar la Ley de Integración Monetaria". Así comenzó el economista Salvador Arias su conversación con envío. Para este economista del FMLN, la dolarización no le aporta nada positivo al país, y para poder poner en marcha un programa que realmente enfrente el desastre en que ha quedado el país tras los terremotos, el gobierno tiene que dar marcha atrás.

"La dolarización debe desaparecer. Y el país entero debe ponerse en estado de búsqueda de un modelo nuevo, que sea nacional, incluyente, popular y, por qué no decirlo, revolucionario", afirma Arias. Salvador Arias fue el economista del FMLN responsable de elaborar la primera propuesta que presentó el Frente al gobierno a mediados de febrero sobre alternativas a la crisis económica como punto de partida para la concertación y el diálogo, de cara a la reunión del Grupo Consultivo celebrado en Madrid en los primeros días de marzo. El gobierno rechazó de un tajo la propuesta y el partido de izquierda fue ignorado en el proceso de preparación de la propuesta de reconstrucción y desarrollo que el gobierno presentaría a los gobiernos y organismos internacionales que apoyarán la reconstrucción del país.

"¡Los acuerdos estorban!"

El Presidente Francisco Flores viajó el 5 de marzo a Madrid dejando tras sí una estela de malestares y divisiones, al declarar que si el FMLN no apoyaba la propuesta de El Salvador, al menos no la dañara. Ratificaba así su permanente actitud de soberbia, más cuestionable en un tiempo en que el país urge de concertación para dar solución a tantas calamidades. A mediados del mes de febrero había hecho patente esta misma actitud, cuando arrogándose el papel no sólo de portavoz, sino de único portavoz de los damnificados, declaró que éstos no eran tiempos para concertar ni para llegar a acuerdos políticos con nadie. "¡En estos tiempos los acuerdos políticos son un estorbo!", sentenció, abortando cualquier posibilidad de debate.

Los intereses del Norte se experimentan en el Sur

Perteneciente al sector ortodoxo del FMLN, Salvador Arias, un genuino representante del ala más radical de la izquierda, comparte con otros economistas del país el criterio de que la dolarización no responde a una necesidad real del país. Tiene más que ver con un interés del coloso del Norte que con la vida y la realidad de este paisito del Sur. La dolarización de El Salvador responde a un interés de Estados Unidos: unificar el comercio y la economía latinoamericana para fortalecer su capacidad de competir con éxito con los europeos. Si Europa ha avanzado hacia una economía unificada con el euro como moneda única, Estados Unidos está interesado en controlar el mercado latinoamericano con el dólar como moneda única.

El gobierno salvadoreño vendió muy bien al gobierno de los Estados Unidos la imagen de una economía estable, en donde se podía poner en marcha el experimento de la dolarización para así analizar comportamientos económicos, sociales y políticos a tomar en cuenta para extender después la dolarización a otros países centroamericanos y latinoamericanos. Lo que no pudo prever ni el poderoso gobierno de Estados Unidos ni el servil gobierno de El Salvador es que esta "economía estable" está asentada sobre una tierra tremendamente inestable, atravesada por fallas, sin ningún control sobre temblores y cataclismos. ¿Será esta incertitudumbre geológica la que nos salvará de la falsa certidumbre económica que nos quieren imponer con la dolarización?


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